Crisis climática
Sí, insisto, se debe estar amenazando todos los días con el apocalipsis a cuenta del cambio climático
Mientras continúa la inacción climática aumenta el riesgo de cambios irreversibles en la
biosfera y potencialmente dañinos para el bienestar humano.

Finalizada la COP25 supongo que a todos nos queda la sensación de que todo sigue su curso: las empresas siguen intentando hacer negocio, los hay que quieren la sociedad sin cambios aún a costa de cambiar por completo el planeta siguen insultando a Greta Thunberg, llamándola “alarmista” y, por su parte, Thunberg sigue diciendo que no la escuchemos a ella, sino a la ciencia. Entre todo esto sin duda lo más sensato es lo que propone Greta, así que eso voy a intentar en este modesto artículo, volver a bucear en lo que nos dice la ciencia.
El problema con el cambio climático es que no nos hemos puesto en movimiento, presumiblemente porque el conjunto de personas que mayor poder acapara en nuestra sociedad es muy reacio a los cambios. No se ha establecido como la prioridad que debería ser, a pesar de algunas declaraciones de emergencia climática, que de momento no se han trasladado a acciones concretas.
Esta situación de inmovilismo ha conducido, según mi modesta visión desde fuera, a una pequeña revolución científica, que ha conectado con la población más comprometida logrando que surjan movimientos como Extinction Rebellion. La ecología (que vendría a significar etimológicamente ciencia o discurso sobre la casa) parece querer disputarle a la economía (administración de la casa) el papel de disciplina dominante a la hora de guiar el camino de la humanidad. Sea como sea lo importante es la casa, el planeta.
Una de las características que hacen que el problema del cambio climático sea importante y urgente es su potencial irreversibilidad a escala de tiempo humana. En un reciente artículo académico “Trajectories of the Earth System in the Anthropocene” los autores exploraban esta posibilidad.
Estamos habituados a pensar linealmente, es decir, habría una relación proporcional entre los gases de efecto invernadero y la temperatura del planeta, y a una concentración de, por ejemplo 420 ppm. de CO2 (obviando el resto de los gases, por simplificar), le correspondería una temperatura concreta una vez se alcance el equilibrio. Sin embargo, esto no es tan sencillo, y tanto los sistemas complejos como el clima de la Tierra, como otros más simples como un ecosistema local, pueden tender a oscilar en torno a ciertos estados preferentes, pasando por estados intermedios, pero sin quedarse de forma estable en ellos.
Sería algo parecido al estado de una bombilla, que puede oscilar entre encendido y apagado. Para nuestro planeta, por ejemplo, dos de esos estados podrían ser una temperatura promedio de 13º C y otra de 21º C. Los autores lo representan como una esfera que se mueve por una hendidura. Mientras la bola no sea perturbada se mantendrá en la hendidura, pero si es perturbada (por ejemplo, quemando combustibles fósiles como si, literalmente, no hubiese mañana) la esfera puede desplazarse de la hendidura y entrar en otra hendidura contigua, tomando un camino totalmente distinto, que quizás no sea muy amable para los humanos.
Lo interesante es ver que existen dos posibles caminos de equilibrio, y el resto son estados que no son de equilibrio y por lo tanto se permanecerá poco tiempo en ellos. Si empujamos la bola lateralmente, o pasará la colina y caerá hacia la otra hendidura o valle, o volverá a su camino si la perturbación no es de suficiente entidad.
Siguiendo este razonamiento los autores postulan que debemos evitar que la temperatura del planeta se eleve más de 2º C sobre su temperatura preindustrial, porque en caso contrario el planeta se dirigiría a un nuevo estado, que denominan “tierra estufa”, con una temperatura muchísimo más elevada que la actual, y por tanto desconocida para las especies que en la actualidad pueblan la Tierra, incluida la nuestra.
La razón por la que ocurre esto es por la existencia de mecanismos de retroalimentación positiva, en las que el sistema climático de la Tierra reacciona ante una subida de la temperatura en el sentido de amplificar esa perturbación inicial. Dos ejemplos que están operando ya en la actualidad con nuestro nivel de calentamiento serían la retirada veraniega del hielo ártico y la disminución de la nieve en primavera en el hemisferio norte. Estos fenómenos cambian la cantidad de radiación que es reflejada por la superficie de la Tierra, a menor radiación reflejada mayor calentamiento. Eso hace que se funda más hielo, y la radiación reflejada disminuya, y así sucesivamente.
Los autores temen que se produzca una cascada de puntos críticos, es decir, que traspasar un umbral a nivel regional, induzca que mediante el calentamiento creado o de otra forma se traspase otro, y así de forma sucesiva se produzca un efecto dominó. Por ejemplo, citan la pérdida de hielo en Groenlandia, la cual puede inducir una transición crítica en la corriente meridional del Atlántico y provocar, a su vez, pérdida de hielo en la capa este de la Antártida, en la otra punta del planeta. Traspasado un umbral, por lo tanto, las retroalimentaciones biogeofísicas se vuelven dominantes y el calentamiento se autosostiene sin intervención humana, lo que lleva inevitable e irreversiblemente (a escala humana) a la “Tierra estufa” sin que podamos hacer nada por evitarlo, salvo, evidentemente, evitar traspasar el umbral.
Este hecho cambia por completo la valoración de los riesgos que podemos hacer del cambio climático. Recordemos que en un artículo anterior explicábamos como otros autores establecían tres categorías de riesgos: por encima de 1,5º C peligroso, por encima de 3º C catastrófico, y por encima de 5º C desconocido, más allá de catastrófico, incluyendo riesgos existenciales (la extinción humana). Si ahora tenemos en cuenta el umbral de 2º C nuestras categorías de riesgo se reducirían a dos, por encima de 1,5º C peligroso, por encima de 2º C, lo que llevaría al calentamiento a automantenerse hasta sobrepasar los 5º C, riesgo desconocido, más allá de catastrófico.
Los autores hacen también una aportación para clarificar “lo qué está en juego”, al citar lo que
consideran “biomas críticos que sustentan a la humanidad” y su importancia para el ser humano y el riesgo que sufrirían bajo una trayectoria hacia la “Tierra estufa”.
"Los cambios lineales incrementales sobre el presente sistema socioeconómico no bastan para
estabilizar el Sistema Tierra. Transformaciones extensas, rápidas y fundamentales son probablemente necesarias para reducir el riesgo de cruzar el umbral y bloquear la trayectoria hacia la Tierra Estufa; ello incluye cambios en los comportamientos, tecnología e innovación, gobernanza y valores"
Transformaciones extensas, rápidas y fundamentales que no estaban en la agenda de la COP25, por lo que evidentemente tampoco están entre los acuerdos de la cumbre. No queda otra que seguir escuchando a la ciencia, seguir presionando y seguir tratando de entender qué fuerzas son las que mantienen este peligroso inmovilismo.
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