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Crisis climática
Katharine K. Wilkinson: “Cuando navegamos sin control hacia un acantilado no queremos frenar, queremos dar la vuelta”
Esto no va solo de cambiar el modelo energético. Katherine K. Wilkinson es, junto al ambientólogo Paul Hawken, el cerebro detrás de Drawdown, un proyecto que pretende modificar la visión sobre el calentamiento global para ayudar a frenar la catástrofe.
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
Katharine K. Wilkinson es una de las piezas clave en Drawdown, un proyecto que engloba a personas del ámbito de la investigación, la política, la universidad, el mundo empresarial, la ciencia y el activismo, y que pretende llevar ante el público y las instituciones otra visión sobre el cambio climático para revertirlo. En Drawdown: The Most Comprehensive Plan Ever Proposed to Reverse Global Warming (Drawdown: el plan más completo jamás propuesto para revertir el calentamiento global), obra aún no traducida al castellano que en una semana llegó a la lista de los más vendidos de The New York Times, exponen su ideario: tenemos el conocimiento, la tecnología y la capacidad para revertir el desastre, pero no hemos sabido explicar cómo hacerlo y, por tanto, nuestra manera de afrontar el reto de forma conjunta está siendo un fracaso.
Doctora en Geografía y Medio Ambiente por la Universidad de Oxford, experta en cambio climático, estratega y escritora, Wilkinson ha coordinado, junto al conocido ambientalista Paul Hawken, el libro que recoge las aportaciones de todo tipo de expertos —desde ingenieros, climatólogos y biólogos a analistas financieros y activistas— para frenar la catástrofe a través de un centenar de medidas concretas, ordenadas de mayor a menor impacto, que podrían aplicarse desde ya.
No hablan solo de cambiar la movilidad y nuestra forma de obtener energía. Sus soluciones se engloban también en áreas como los derechos de las mujeres, la alimentación, los usos de la tierra y los materiales o la educación. El Salto charla con la estadounidense en Madrid, ciudad a la que Wilkinson viajó para presentar el proyecto en diferentes foros.
En vuestro libro proponéis cien soluciones concretas para frenar el cambio climático. ¿Aún estamos a tiempo?
Esa es una pregunta complicada. Lo que planteamos desde Drawdown es un plan de contingencia. La pregunta es cómo de rápido podemos reaccionar y con qué celeridad podemos poner en práctica las soluciones que ya tenemos a nuestro alcance y que ya vemos en el mundo a diferentes escalas y en distintos lugares. Tenemos que escalar estas soluciones mucho más allá. Así que la cuestión sobre el tiempo que queda es realmente una pregunta sobre la capacidad humana. Hoy en día tenemos todas las herramientas que necesitamos, solo hay que ponerlas en práctica.
Algunas de las soluciones que proponéis son, cuanto menos, sorprendentes. La primera de la lista, por ejemplo: una mejor gestión de los gases refrigerantes.
No es la solución más sexy, la verdad [ríe]. El protocolo de Montreal, que entró en vigor en 1989, se enfrentó al uso de clorofluorocarbonos (CFC) e hidroclorofluorocarbonos (HCFC), los principales refrigerantes que utilizábamos en nuestros aires acondicionados, neveras, coches y demás. El problema era que estos gases estaban destruyendo la capa de ozono, y el principal reemplazo de los CFC fueron los hidrofluorocarbonos (HFC) que, por un lado, cumplieron su cometido, porque parece que no dañan apenas la capa de ozono pero, por otro, tienen mucha mayor capacidad de retención del calor. Sus cualidades de efecto invernadero son de 1.000 a 9.000 veces superiores a las del dióxido de carbono. Así que solucionamos un problema incrementando drásticamente otro.
“Cuando estudias los gases de efecto invernadero en la atmósfera de los últimos 400.000 años te das cuenta de que vivimos en Terra Nova, un planeta nuevo”
Hoy, donde hay un aire acondicionado o un refrigerador, hay HFC. La buena noticia es que el mundo se ha comprometido a eliminar estos gases de cara a las próximas décadas bajo el mandato del Protocolo de Montreal, pero mientras tanto tenemos muchos de estos aparatos en circulación y más entrarán en el mercado, especialmente aires acondicionados introducidos en cada vez más lugares.
Hay que mejorar la gestión de estos gases, controlar las fugas y, especialmente, gestionar mejor su recambio, que es donde se producen mayores emisiones. El impacto potencial de todo esto entre 2020 y 2025 equivale a 90 gigatones de CO2. En 2016 el mundo emitió 36 gigatones de dióxido de carbono. Un mayor control de HFC equivale a eliminar tres años de emisiones mundiales.
La alimentación es otro de los grandes problemas que señaláis. De hecho, tres de las primeras diez soluciones de la lista Drawdown tienen que ver con ello.
Y ocho entre las veinte primeras. El sector de la alimentación es el que más impacto tiene, algo que sorprende a mucha gente porque a menudo hablamos del cambio climático como un problema energético que necesita soluciones energéticas. Por supuesto, esa es una gran pieza del puzle, pero la alimentación implica un montón de posibilidades.
Tenemos toda una serie de cambios posibles en lo que respecta a prácticas en la agricultura y ganadería que pueden reducir las emisiones. El desperdicio de comida está entre ellas. Lo que también sorprenderá a muchos es que es la solución número tres de la lista. Alrededor de un tercio de la comida que producimos en el mundo no se consume. Como imaginarás, en esa producción se han creado muchísimas emisiones. El desperdicio de alimentos genera el 8% de los gases de efecto invernadero, y tenemos la oportunidad para acabar con ello. En los países desarrollados el desperdicio de comida se realiza por elección personal, está pasando a nivel del pequeño consumidor.
“Un pasto con árboles secuestra de cinco a diez veces más carbono que uno sin ellos”
Lo que encuentro fascinante de esta solución en concreto es que es algo que cualquiera puede hacer inmediatamente y sin ningún coste; al contrario, es un ahorro para la economía familiar. Y, además, tiene una intervención política bastante simple. Por ejemplo, en Francia los establecimientos que venden comestibles tienen prohibido tirar comida sobrante, con lo que esta acaba en manos de gente que lo necesita o quizá en una granja. En el peor escenario se utilizaría para compostaje.
Una de las soluciones que más llama la atención es el silvopastoreo, la integración de pastos y árboles en el mismo espacio.
¿Cuál es el jamón español más famoso?
Te refieres al jamón serrano.
Eso es. Si no me equivoco, esos cerdos se crían en este tipo de sistemas de silvopastoreo. Es la solución número nueve en la lista Drawdown, y tener algo de lo que nunca has oído hablar en el top 10 es, cuanto menos, sorprendente. A menudo pensamos que ganado y árboles son dos cosas que no se mezclan, pero en realidad es una práctica muy antigua el mezclar forraje y, por ejemplo, frutales. Tener ambas cosas integradas. Para los granjeros, además, es positivo porque les permite tener distintos productos en momentos diferentes del año, con menor riesgo ante el mercado y más resistentes a la sequía y a los climas extremos. En lo referente a emisiones de carbono, un pasto con árboles secuestra de cinco a diez veces más carbono que uno sin ellos. Los árboles son el secreto del silvopastoreo. A través de la fotosíntesis, recuperan el carbono.
Varias de vuestras propuestas tienen que ver con el control del aumento de población mundial. Sin embargo, no habláis de ‘control de población’, sino de ‘empoderamiento de las mujeres’.
Uno de los epígrafes en los que englobamos las soluciones de Drawdown es “Mujeres y niñas”. Obviamente, todas las soluciones afectan a las mujeres, pero las incluidas aquí se centran en áreas de especial interés en lo que se refiere a los derechos de las mujeres y van en la dirección de proporcionar aquello a lo que no tienen un acceso adecuado. Todo esto puede ser positivo para el cambio climático.
“Se habla de ‘control de población’, pero creemos que esta es una expresión errónea. Esto no va de control, va de elección, de empoderamiento y de acción”
Me gusta tu pregunta porque te fijas en un cambio clave. Desde hace décadas utilizamos ese lenguaje en el que se habla de “control de población”, pero creemos que esta es una expresión errónea. Esto no va de control, va de elección, de empoderamiento y de acción.
La sexta solución es la educación de las niñas y la séptima es la planificación familiar, el acceso adecuado y de alta calidad a los anticonceptivos y a una salud reproductiva. Cuando te fijas en estas dos soluciones ves que están muy interrelacionadas porque las mujeres que están más años estudiando eligen tener familias más pequeñas e invierten más recursos en los hijos que tienen, y para tener familias más pequeñas necesitas acceso a los anticonceptivos. Mediante estas dos soluciones conjuntas tenemos la solución al problema de llegar a mitad de siglo con una proyección de aumento de población alta o una más baja, rebajando el impacto que produce la huella ecológica de miles de millones de personas en el planeta. Llegamos hasta ahí comenzando con los derechos y terminando con los derechos.
¿Podemos cambiar la tendencia actual con un negacionista del cambio climático como Trump en la presidencia de EE UU?
No es un buen momento para estar orgullosa de ser estadounidense… [ríe]. En cualquier caso, creo que lo que se ve a través del trabajo de Drawdown es que el calentamiento global no es un problema que se resolverá en los despachos. Necesitamos a todo el mundo remando en la misma dirección, pero creo que el cambio va a ser más efectivo si se actúa a nivel de empresas, ciudades, comunidades, universidades o granjas. En estos espacios es donde se rompe la baraja y donde las soluciones tienen efecto. Incluso con los mejores resultados posibles en las negociaciones internacionales necesitamos un plan, centrarnos en realizar el trabajo para conseguir los fines que buscamos.
“No deberíamos poner todas las esperanzas en las negociaciones en sí como el espacio donde se va a resolver todo esto”
Creo que el resultado no intencionado del anuncio de Trump en junio de 2017 de abandonar los Acuerdos de París, con su intento de hundir el acuerdo político, fue que provocó un incendio e hizo que se moviesen los actores que van a hacer la mayor parte del trabajo. Vimos a alcaldes en EE UU duplicando sus compromisos y a compañías elevando el listón en lo que se refiere a sus objetivos medioambientales. No hemos perdido la esperanza y Trump está aislado en este sentido. El mundo así lo ha entendido y con suerte solo le veremos dos años más en la Casa Blanca.
La última cumbre del clima fue un fracaso y los países no llegaron a un consenso sobre cómo desarrollar los Acuerdos de París. ¿Crees que en la próxima, en Katowice, las cosas serán distintas?
No tengo una bola de cristal especializada en negociaciones climáticas; sí sé que son increíblemente duras, pero tengo esperanza. Líderes como el presidente Macron están dando un impulso a todo esto, pero creo que no deberíamos poner todas las esperanzas en las negociaciones en sí como el espacio donde se va a resolver todo esto. Podemos cambiar las cosas avanzando juntos, en colectivo. No tenemos que esperar a las negociaciones para hacer las cosas bien. No hay una fórmula mágica. Tenemos que usar cualquier posible brecha. Lo que necesitamos es que todo individuo y toda institución de este planeta pasen a la acción. Ojalá esté cada vez más en la agenda de más individuos, organizaciones y comunidades para que tenga efecto.
Hay quien plantea que hay que estabilizar las emisiones, pero que no es necesario reducirlas tanto.
Drawdown, tal como usamos el término, significa el momento histórico en que la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera llega a su tope y comienza a decrecer año tras año. Creemos que es el objetivo crítico de la humanidad. Cuando miras atrás y estudias los datos sobre gases de efecto invernadero en la atmósfera de los últimos 400.000 años te das cuenta de que vivimos en Terra Nova, un planeta nuevo. La humanidad nunca ha vivido bajo las actuales condiciones atmosféricas. La simple idea de estabilizar, en Terra Nova, es un sinsentido.
El pasado octubre estuve frente a un gran auditorio de niños de doce años y les mostré una gráfica de las emisiones de CO2. Les explicaba: “Mirad, así están las cosas con el cambio climático. ¿Qué tenemos que hacer?”. Y un chico hizo [dibuja una gráfica decreciente con la mano mientras silba]. Realmente es algo muy simple. Cuando navegamos sin control hacia un acantilado no queremos frenar, queremos dar la vuelta.
1,5 es el número de grados que las comunidades científica e internacional pretenden establecer como el máximo aumento de la temperatura media global respecto a los niveles preindustriales. ¿Será suficiente?
Intentamos no entrar demasiado en objetivos de temperatura, sea 1,5 o 2. Principalmente porque son abstracciones, no significan nada para la mayoría de la gente; incluso para mí, que trabajo en esto. Los objetivos de temperatura máxima para unas negociaciones climáticas son una cosa, pero no son una estrategia de implicación. Si tenemos alguna esperanza de estar por debajo de 1,5 grados tenemos que llegar a Drawdown primero. Así que creo que lo esperanzador es poner delante una meta que la gente pueda entender de forma muy simple y para la que cualquier colectivo pueda tomar medidas. Si cada ciudad, cada empresa, cada individuo, comienzan a reducir sus emisiones, estaremos en la buena dirección.
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En fin, vistos los enlaces de esta organización, y su mercadotécnica manera de vender el libro intuyo un capitalismo flower-power asomando la patita. Mis condolencias a los creyentes y mis saludos a #18853
La pregunta que le haría yo sería: ¿Crees que se puede llegar a Drowdon en el sistema capitalista?
Respondería alto y claro que no, ya que ella no va a hacerlo, aunque si no je entendido mal la entrevistada milita en el Decrecentismo y esto lleva implícita de hecho la negación del Capitalismo.
Respecto al control "autogestionado" del crecimiento demográfico, y si no se me ha escapado nada del artículo, éste no puede obviar la necesidad de igualar en lo posible las condiciones económicas y culturales a nivel global, de lo contrario la desproporción del crecimiento en unos y otros países acrecentaría más aún la desigualdad, y no sería descabellado pensar que produciría un control eugenésico similar al del Nazismo. De hecho algo parecido se está dando de manera larvada, de fotma informativamente opaca: vean si no a donde apuntan las hambrunas, las epidemias y las guerras...
Siendo partidario y partícipe del Degrow veo con impotencia la utopía que este movimiento defiende y propone.