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Autodefensa feminista
En Mérida, el Sitio de las Mujeres
El pasado sábado tuvo lugar la inauguración del Sitio de las Mujeres, un espacio en el que la autodefensa feminista toma forma a través del apoyo a las luchas cotidianas de las mujeres extremeñas.
Se inauguró la tarde del sábado 24 de noviembre, en Mérida, el Sitio de las Mujeres. Un espacio feminista y solidario levantado a iniciativa de Mujeres Sembrando en el que se pretenden conciliar apoyo mutuo, cuidados y reivindicación. Según ellas mismas explican, haciéndolo desde abajo, dando voz a la exclusión y la periferia, repartiendo solidaridad también en lo material, generando comunidad, tejiendo redes, ocupando la calle en el sentido más amplio de la palabra.
Un local enorme en la Avenida Reina Sofía que llevaba cinco años vacío, antigua sede de la Dirección General de Infancia y Familia de la Junta de Extremadura, un largo camino de burocracia, de presentación de la iniciativa en las instituciones pertinentes, de defensa de un proyecto de reversión a la comunidad y, al final, una cesión por un período de diez años. Así cabría hacer el resumen más técnico y material del camino recorrido hasta hacer realidad el Sitio de las Mujeres. Pero hay más, hay vida dentro de las paredes y a pesar de los papeleos, hay latidos necesarios que merece la pena conocer.
Es la intención de las promotoras del proyecto crear un lugar desde el que organizar reparto de alimentos, recogida de ropa y enseres de primera necesidad
Tras acceder al local, blanco, frío, inmenso visto desde fuera, siguiendo una cuidada senda de globos lilas que conduce hasta su entrada, Marisa Prudencio, un alma de este proyecto de muchas almas, nos fue guiando por el interior, mostrando los propósitos, los destinos, la intrahistoria de las baldosas, de las paredes y de las puertas abiertas. Después, en un acto sencillo que congregó a cerca de un centenar de personas, hubo palabra, micrófono abierto y tanta ilusión como agradecimiento. Podría relatarse todo esto de muchas maneras pero igual lo justo, en función de lo que esa tarde se pudo vivir allá, sea mezclar como se pueda la ruta por el edificio y lo que la gente contó, lo que se dijo cuando llegaban los turnos de palabra, los deseos y los relatos.
Es la intención de las promotoras del proyecto crear un lugar desde el que organizar reparto de alimentos, recogida de ropa y enseres de primera necesidad. Y hacerlo “desde la solidaridad, no desde la caridad ni el asistencialismo”. “Que a nadie le falte casa”, comentaban mientras subíamos las escaleras a la segunda planta, con el deseo de que “ojalá esta pueda ser la casa de muchas, de todas”. Mujeres en exclusión, mujeres con biografías de dureza mineral nos abrieron las puertas, mientras tanto, para aproximarnos a su sitio. “Fijaros, tanto tiempo cerrado todo esto y tantas compañeras amenazadas de desahucio”. La decoración, sencilla y amable, la justa. Con una sonrisa comentaban que “la gente colabora con lo que tiene, sabes, compañero... “.
Habrá otro taller, nos recordaron, de alfabetización, introducción a la lectura comprensiva y escritura
Fueron mostrando los despachos, escuetos, para pasar a ver la cocina (“será con pocas cosas, manejable, no como para un restaurante, que dé un servicio justo”). Y muchos talleres; uno, para coser -"que coser también puede ser revolucionario”-; una habitación llena de zapatos (“cerró una zapatería y... nos dio todo lo que tenía”), otra con herramientas diversas, otra para la clasificación de la ropa. Porque también se recogerá ropa, todo tipo de ropa. La que tiene primera salida tras la clasificación cubrirá necesidades inmediatas, el resto reutilizable encontrará destino en otras iniciativas solidarias y, finalmente, aquello de apariencia inservible irá a reciclaje para componentes industriales. “Todo aporta”.
La recogida y distribución de alimentos, en la planta baja. “No puede ser que, habiendo familias con problemas para poner un plato en la mesa, se tiren cientos de contenedores de comida a la basura, eso tiene que terminar”. Y habrá otro taller, nos recordaron, de alfabetización, introducción a la lectura comprensiva y escritura.
En el acto, que se prolongó toda la tarde, se fueron dando reconocimientos a las personas colaboradoras. Personas anónimas a las que se puso nombre, identidad. Todo, absolutamente todo, ha sido aportado de forma solidaria. El mobiliario (“si no es por la furgoneta de Jesús no sé qué habríamos hecho”, la vajilla (“cerró Sole el restaurante y, en un momento, en cuanto se lo dijimos, venga platos, vasos y cubiertos”). Y se fueron dando, uno a uno, certificados de amistad en reconocimiento del compromiso, de la cooperación. Por ejemplo: “nos queremos acordar de Vita, que no ha podido venir, anda muy liada con el bar”... pero sí vino su chiquillo y, entre aplausos, recogió el diploma de su madre.
Todas las salas tendrán nombre de mujer. La biblioteca se llamará Suceso Portales, anarcofeminista extremeña de Zahínos, Badajoz, que ya en los años treinta del pasado siglo creyó en las Mujeres Libres
Porque hubo niños, muchos. Mientras se sucedían las intervenciones fue permanente el rumor dentro de la sala cuyo propósito es el de espacio infantil. Se llamará Maruja la Comadrona -María Martín Galán-, la que vio nacer a miles de emeritenses. Porque todas las salas tendrán nombre de mujer. La biblioteca se llamará Suceso Portales, anarcofeminista extremeña de Zahínos, Badajoz, que ya en los años treinta del pasado siglo creyó en las Mujeres Libres (“gracias al librero y la librera, ahí ayudando a crecer la biblioteca”); el salón de actos recordará a Pepita Luengo, la inolvidable creadora de Paideia, la escuela libertaria al otro lado de la ciudad, referente pedagógico indiscutido en Extremadura y fuera de ella. Salieron más nombres: Pachamama, María de Lena...
Un espacio de economía social y de mucho más. De mujeres fuertes, como nos recordó el poema de Gioconda Belli, de mujeres que tuvieron memoria, con nombre y apellidos, para sus compañeras víctimas de la violencia machista (“una mujer violada es hermana del grito en cualquier parte”). Que supieron echar de menos a quienes no pudieron estar: “un recuerdo a Carmen, que está enferma, pero que lo va a superar...”.
Tenemos wi-fi, contaron con orgullo, “la ha montado, gratuita, ese chaval”. Y hubo un poco de teatro, y un recuerdo a Federico; y poesía, comunidad.
No hubo en el acto representación institucional ni tampoco oficial de ninguna de las fuerzas del arco parlamentario extremeño. Quizás todo sucedió así para dar carta de autenticidad y certeza a una de las voces intervinientes que, en tono jocoso, comentó acerca de la clase política: “me gustan cuando callan, porque están como ausentes”.
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Leo este artículo desde California.
Se para el mundo un instante para trasladarme a ese espacio lleno de tanta lucha y trabajo.
Me enorgullece haber estado ahí, de haber tenido noticias siempre, de que mi madre sea una de las grandes almas,
Y de que ese salón de acto tenga el nombre de Pepita.
Maximo apoyo y fuerza para ese proyecto que por fin, ya ha visto La Luz !!
Viva!
Bravo, enhorabuena, salud y suerte a las compañeras.