¿Qué ha sido de los 120.000 refugiados karabajíes que tuvieron que abandonar Nagorno-Karabaj hace dos años?

Entre el 19 y el 20 de septiembre de 2023, los armenios que vivían en el enclave de Nagorno-Karabaj lo perdieron todo. Aproximadamente 120.000 personas tuvieron que huir ante la ofensiva de Azerbaiyán, que se ha quedado el territorio.
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Tatev Hakobyan Una niña junto a su padre en Nagorno Karabaj, el 'país fantasma'.

A mediados de septiembre de 2023, aprovechando la debilidad de Rusia, centrada en la guerra de Ucrania, Azerbaiyán lanzó una ofensiva relámpago contra el enclave de Nagorno-Karabaj y se hizo con el territorio. Unas 120.000 personas tuvieron que dejarlo todo y marcharse forzosamente. Estos días se cumple el segundo aniversario de aquella ocupación; y estas personas no han podido volver a su tierra.  Tampoco está previsto ningún plan de reubicación o retorno para ellas.

Uno de los grandes conflictos olvidados

“Una semana después de que toda la población de Nagorno-Karabaj tuviésemos que desplazarnos por la fuerza, comenzó la guerra en Gaza, y nuestro conflicto quedó aún más ensombrecido”. Quien habla es  la periodista karabají Siranush Sargsyan, de visita estos días en Barcelona en el marco de unas jornadas organizadas por el CIEMEN- Centro Internacional Escarré para las Minorías Étnicas y Nacionales. Originaria de Stepanakert, la capital de Nagorno Karabaj, fue expulsada, junto al resto de población, en septiembre de 2023. Desde entonces vive, como la mayoría de los desplazados, en la capital de Armenia, Ereván. Durante estos dos últimos años ha estado documentado cómo es la vida de los que aquel mes de septiembre de 2023 lo perdieron todo.

Sargsyan explica que fueron recibidos con empatía y cariño por parte de sus compatriotas armenios, que les abrieron las puertas de sus casas, “incluso sin pagar”, pero que con el tiempo han tenido que empezar a “resolver los problemas” por ellos mismos. A lo largo de este tiempo, estos desplazados, refugiados en su propio país, también han recibido ayuda financiera internacional, sobre todo por parte de Occidente, así como ayuda económica por parte del gobierno armenio. Ahora sin embargo, estas ayudas han empezado a menguar, y la situación se está volviendo crítica: el pasado mes de abril de 2025 el gobierno armenio canceló, a la gran mayoría de familias, una ayuda financiera que se ofrecía para poder pagar el alquiler de viviendas. “Cada refugiado recibía 125 dólares al mes, que no es demasiado, pero ayuda; aunque los precios de la vivienda están por las nubes. Con este dinero, la gran mayoría de nosotros encontramos un lugar en el que vivir. Ahora esto se ha cortado y esta ayuda solo se ofrece a familias en condiciones especiales”, explica para El Salto la periodista, quien considera  que los karabajíes están en “mejores condiciones” que otros desplazados. “Estamos en nuestra patria”, dice. 

El pasado mes de abril de 2025 el gobierno armenio canceló, a la gran mayoría de familias, una ayuda financiera que se ofrecía para poder pagar el alquiler de viviendas

A pesar de eso, son muchas las familias que viendo las dificultades que se les vienen encima en Armenia, están pensando en marcharse a otros países donde puedan encontrar más oportunidades. Además, las redes de la población armenia son amplias a causa de una diáspora extensa y, en el caso de Estados Unidos, poderosa. Por otra parte, se han empezado a dar casos de discriminación contra los refugiados karabajíes: “Hay un parte de la Administración que ve a los refugiados como una carga. Y entiendo que en un país tan pequeño como Armenia, no sea fácil lidiar con esto”, explica Siranush Sargsyan.

Siranush Sargsyan Armenia
La periodista armenia Siranush Sargsyan en una conferencia organizada por CIEMEN en el marco del segundo aniversario de la invasión de Nagorno Karabaj por parte de Azerbaiyán. Foto cedida por CIEMEN.

La disminución de las ayudas internacionales, con el decretazo de Trump de cortar las asignaciones a USAID, ha empezado a notarse; hay sin embargo sitios a los que esas ayudas, ofrecidas por países de la Unión Europea y organizaciones internacionales, nunca llegaron: en la frontera. “Allí la población no se ha enterado de los diferentes programas que se han llevado a cabo para que la población pudiera desarrollar sus habilidades”. También ha habido gente, unas 17.000 personas, según los cálculos del gobierno armenio que se han ido del país y no han vuelto. La gran mayoría se han instalado en Rusia. “Van allí porque hablan el idioma y tienen familiares instalados desde la primera guerra [1988-1994]. Ya en los 90 muchos armenios se fueron hacia allí”. Tras la guerra que menciona la periodista, en 1994, nació la autoproclamada República del Alto Karabaj (República de Artsaj para los armenios), de donde se expulsó a casi medio millón de azeríes.

El acuerdo de paz entre Azerbaiyán y Armenia

El pasado 8 de agosto, el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, y el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, firmaron un acuerdo de paz histórico bajo el auspicio de Donald Trump, quien ha puesto el ojo en los recursos gasístico y petrolíferos de la región y aspira a firmar otros acuerdos bilaterales para explorar “oportunidades económicas”. El plato fuerte es el desarrollo del corredor de Najicheván, un punto geoestratégico vital [el enclave pertenece a Azerbaiyán, pero está incrustado en Armenia] que, de desarrollarse, serviría para trasladar petróleo, gas y otras mercancías. Eso no solo le daría dividendos económicos a Estados Unidos, sino que le garantizaría una presencia en la región, lo que debilitaría aún más a Rusia, aún muy presente en la zona.

Preguntada por cómo ve la firma de ese acuerdo, Sargsyan se muestra práctica: “Mi generación ha presenciado cuatro guerras en Nagorno-Karabaj y somos los primeros en querer la paz, porque sabemos su precio. Y no solo la gente de Artsaj, también el resto de armenios, aunque haya una parte de la población que no le de credibilidad al acuerdo. Me sorprendió, eso sí, la reacción de los líderes internacionales: todo el mundo felicitó a los países [Azerbaiyán y Armenia], pero no vi ni una palabra de recuerdo hacia nosotros, los refugiados; o sobre nuestro derecho a regresar. Esto resulta traumático, porque es como si no existiéramos para nadie”, se lamenta la periodista. 

“Mi generación ha presenciado cuatro guerras en Nagorno-Karabaj y somos los primeros en querer la paz, porque sabemos su precio. Y no solo la gente de Artsaj, también el resto de armenios, aunque haya una parte de la población que no le de credibilidad al acuerdo"

La reacción positiva de los diferentes líderes internacionales a la que se refieren Sargsyan, sobre todo los de la Unión Europea, contrasta con la actitud que tenían hasta hace relativamente poco hacia Aliyev, uno de los dirigentes más autoritarios del mundo. La razón de este cambio de tercio es relativamente fácil de entender: Azerbaiyán es un país rico en recursos energéticos. A tal efecto, ya en 2023, la UE firmó un acuerdo histórico en el que acordaba la duplicación de las exportaciones de gas procedentes de allí. Por otra parte, no hay que olvidar que, a pesar de las sanciones y prohibiciones impuestas por parte de la UE a Rusia a causa de la invasión a Ucrania, una parte importante del petróleo ruso sale hacia Europa occidental a través de Azerbaiyán; mismo producto con diferente etiqueta. 

‘¿Qué quieren de nosotros?’

Ahora que se cumplen dos años de la invasión y con el regusto de un acuerdo de paz que ha hecho sonreír a más de uno, la población karabají se pregunta qué va a ser de ellos. Siraush Sargsyan, que a lo largo de todos estos meses ha estado documentando la vida de los refugiados, también siente esa incerteza: “Estamos en un agujero negro”; y precisamente por eso no desiste en dejar por escrito las historias de estas personas. “Estamos muy decepcionados, pero si contamos nuestra historia, quizás algo pueda cambiar. Es traumático. A veces llegan a Ereván periodistas extranjeros; y los refugiados se extrañan, sospechan. ‘¿Qué quieren de nosotros?’, me preguntan. Nadie cree que sus historias puedan interesar”, concluye con tristeza.

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