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Coronavirus
Reflexiones sobre un futuro vacío
La autora del texto, socia y lectora de El Salto Andalucía, comparte con nosotras esta reflexión camino del super por las vacías calles de Sevilla en tiempos de coronavirus.
Sevilla, 25 de marzo de 2020. Son las 16:02h y me dispongo a salir para realizar la compra. Es quizás la única excusa que tengo para que me dé el aire y, y con suerte, algún rayo de sol.
Como no puede ser de otra forma, me pongo mis guantes y mi mascarilla, y paseo tranquilamente por las calles de mi barrio hasta el supermercado más cercano. O siendo sincera al más lejano, porque así puedo pasar cinco minutos más sin estar encerrada entre cuatro paredes. Y ya que hablamos de verdades, tampoco paseo tranquilamente, porque tengo miedo a que en cualquier momento un policía me pare por la calle y me multe por no ir al supermercado más cercano.
Y en ese camino sola al super, por calles vacías y desoladas, acompañada únicamente por mi propia sombra, me da tiempo suficiente a reflexionar.
La producción social de riqueza va acompañada de una producción de riesgos, y como esta misma frase dice, nuestro neoliberalismo económico no podía quedar exento de dichos riesgos. Nos encontramos ahora frente a una epidemia mundial, frente a una pandemia. Una pandemia que nos está dejando ver las dos caras de una misma moneda. Y recordemos, que es en los peores momentos cuando se ve realmente cómo es el ser humano.
Una cara de la moneda nos da una lección de solidaridad gracias a los héroes encerrados en sus propias casas, porque nunca había sido tan fácil convertirse en héroe. Personas que dejan de mirar por un bien individual para enfrentarse juntas a algo mucho más grande. Una lección también de creatividad ante todas las propuestas que se están llevando a cabo para apaliar el encierro. En tiempos de crisis no puede faltar el humor. Quizá esta fuera la excusa que muchos de nosotros necesitábamos para pasar más tiempo en casa con los nuestros. Y para dedicarle tiempo a todas esas cosas que jamás hacíamos, porque decíamos precisamente, que no teníamos tiempo.
Y cómo no podía ser de otra forma, también el ser humano está demostrando todo lo que ya se está escuchando por las redes sociales. Que es la clase trabajadora la que nos va a sacar de esto, como siempre, y que la sanidad pública es más eficaz que cualquier sistema privado.
Por otro lado, nos está evidenciando todo lo anteriormente citado. Que el liberalismo económico no funciona, que la figura del rey no sirve para nada y que el gobierno no está preparado para hacer frente a lo que se les viene encima.
Si nos ponemos a pensar un poco, de manera fría, ¿A quién se está llevando este virus? En su inmensa mayoría, son personas mayores, jubiladas y enfermas. Casualmente las menos rentables a los estados de un país. Es un virus con una naturaleza un poco selectiva, y aunque muchos se llenen la boca diciendo que este virus no entiende de fronteras, de clases sociales, creo que hay una gran diferencia entre vivir el confinamiento encerrado entre cuatro paredes donde no entra un rayo de luz, que en tu casa del campo con jardín, piscina, patio, terraza… Igualmente, no es lo mismo pasar el virus en la camilla de tu casa, que en la de un hospital saturado o en el Ifema de Madrid. Y mucho menos pasarla en un país como EE.UU, o en Europa, o en África, por ejemplo. Porque efectivamente, este virus no entiende de fronteras, pero sí sus gobiernos.
Quizás esa III Guerra Mundial de la que tanto se hablaba ya esté aquí. Quizás no. Pero la única diferencia que veo es que las guerras ahora no se libran con armas de fuego, sino con armas biológicas. Que antes los hombres eran llamados para combatir en el frente de batalla y ahora ese frente son los hospitales. Los que morían eran los que estaban en primera línea de batalla, que es donde está ahora el personal sanitario. Pero el rey y la reina siempre han movido las piezas de este tablero desde su trono.
Si hacemos memoria o preguntamos a nuestros mayores, nos dirán que en las guerras los países mandaban a sus industrias a fabricar armas, por ejemplo. ¿Por qué ahora, que estamos en un estado de alarma, nuestro gobierno no manda a las industrias paradas a fabricar respiradores? Y quizás de lo que menos cuenta nos estamos dando es que, aunque nos estemos encerrando en casa porque es lo mejor que podemos hacer para ayudar, y eso no lo niega nadie, realmente estamos auto aceptando esta represión por parte de la autoridad, volviendo el panóptico digital en el que vivíamos. Un panóptico real, tal como expuso en su tiempo el filósofo Bentham y nos mostró Orwell en su libro “1984”.
Y a los que preguntáis si esto aún puede ir a peor. Tan solo pensad que después de todo esto, la economía de España, por centrarnos en este país, va a estar tan mal, que ya no harán falta excusas para que trabajemos más y por menos, si aún era posible.
Me despido con una frase que dijo Karl Marx, parafraseando a Hegel: “La historia se repite; primero como tragedia, y después como farsa”.
Bienvenidos a la farsa del siglo XXI.
“Psicopolítica” y “La sociedad de la transparencia”, Byung-Chul Han.
“1984”, George Orwell
“Sobre el panóptico: Bentham, Foucault y Han”. Maximiliano García. 28 marzo, 2019.
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El autor de la obra "1984" se llama George Orwell.
Buen artículo.
Sí, ya lo hemos corregido. Muchas gracias por el apunte.