Opinión
Épica y picaresca en el polígono, Nou Barris
El colegio Tomás Moro de Canyelles (Barcelona) escondió las urnas de votación en el referéndum del 1 de octubre. Un vecino y activista del barrio narra en qué contexto tuvo lugar la acción.
El domingo bajamos desde Collserola a juntarnos con cientos de personas y defender las urnas en nuestro barrio, Canyelles. Vale, Nou Barris no es la cuna del independentismo que digamos.
Como dicen en El Salto, el "distrito con más desahucios de Catalunya y acento andaluz" prioriza otras luchas, por no hablar del abundante voto a Ciutadans o el PSC. Y encima, Canyelles en concreto arrastra la fama de ser el barrio con menos vida asociativa de la zona. Por todo ello, ha sido aún mas emocionante ver tanta gente y los gritos en castellano, "esto con Franco, si pasaba!", tan lejos de un supuesto esencialismo indepe.
Han sido horas de épica y picaresca en el polígono. Grande ver a tanta gente reconociéndose al calor de la auto-organización. Grande la patente diversidad de orientaciones de voto. Grande la determinada entrega desde las cinco de la madrugada, esas "tardes libres" que según Jorge Riechmann son la argamasa de la democracia. Grande la chica de las CUP, casi sola, poniendo orden con calma y desparpajo.
Grandes las colas bajo la lluvia, los selfies ante la mesa electoral. Cierto, ha habido desobediencia institucional y choque de legalidades, pero también ha habido una titánica autoorganización popular. Y grande también la picaresca de barrio, con unas urnas bien escondidas y otros llenas de votos falsos, anzuelo que los nacionales han picado para nuestro regocijo.
Casi me deshidrato de tanto llorar todo el día. Pero no ha sido miedo ni tristeza, era la alegría del empoderamiento. A nosotros casi no nos ha tocado leña, ni siquiera cuando empujábamos a los pitufos hacía atrás a gritos. Pero sentir esa comunidad política pasajera en la piel ha sido como tocarse un músculo desentrenado y gozar de toda su potencia latente. Hay líneas rojas, pasos atrás en la frágil convivencia de nuestras sociedades hacinadas, que muchos no estamos dispuestos a permitir. No estamos solas. No se si es suficiente, pero es mucho mejor que nada.
No se si ahora toca una DUI por coherencia, unas elecciones por estrategia o un proceso constituyente para ensanchar esta potencia "organizante" aún más hacía lo social. En cualquier caso, seguirá siendo necesario convencer, persona a persona, situación a situación. Y ahora será mas fácil. En una mano, lo visto desde los balcones, la represión mas burda acreditada por los medios internacionales.
En la otra, las leyes tumbadas por el poder judicial del Estado que presagian la utilidad de la independencia (o de cualquier otra forma de re-encaje que sea realmente soberana). Me refiero a las leyes contra el fracking, por el impuesto a los bancos, por la celebración de referéndums, por la renta básica garantizada, etc. Todas ellas paralizadas o demolidas.
Y tres reflexiones:
1- Los dedos rotos, las agresiones sexuales, el ojo vaciado.. las tripas se revuelven ante toda esa violencia. Pero la mayor de las violencias recae en la prohibición misma del voto. Si hubieran venido con amable profesionalidad a "arrancar cebes", ¿hubiera sido distinto en esencia? Negar la posibilidad de la política, del diálogo, de la resolución de conflictos, del voto directo, es profundamente violento, haya sangre o no haya sangre. Y esta es hoy la lógica de Estado. No solo del descarnado machirulismo del PP, también del PSOE en su infinita doblez, desde que empezó a recortar en el congreso el Estatut del 2006 hasta la "responsable" adhesión de Pedro Sanchez del domingo.
2- Cada vez se pone mas en cuestión el cómodo y reduccionista discurso del choque de burguesías corruptas y nacionalistas. Sin negar su parte de verdad, la creciente amplitud del apoyo social al independentismo en Catalunya refleja un acuerdo estratégico, también "desde abajo". Es cierto, Catalunya no es mas pobre que otros territorios de la península, mas bien lo contrario. Por eso, aun con picoletos en el puerto, me resulta incómodo hablar de "relación colonial". Cierto también que peores aún son las servidumbres hacia la Troika, los acuerdos de libre comercio, la OTAN o los conglomerados mediáticos. Pero todo eso no niega la desinversión, la recentralización y la negación de derechos políticos básicos que está sucediendo en este país. Si los catalanes desobedecemos, no es solo para transformar nuestro territorio, sino para hacer frente a las deficiencias, por decirlo suavemente, de la democracia española.
Amigos equidistantes, porfa, superad ya la pantalla de "la burguesía catalana manipulando por TV3", mi admirado Julio Anguita incluido. Los catalanes no somos idiotas, entendemos la geometría variable de las alianzas si esas nos permiten lograr objetivos. No por ello olvidamos la represión de los mossos contra el multireferéndum o en el "setge al parlament", ni las "retallades" ni la corrupción. Pero ya que este no es un conflicto entre iguales, ¿nos permitís un poco de pragmatismo estratégico? Al fin y al cabo, no solo luchamos por esperanzas constituyentes, también defendemos derechos básicos; ¿o aún no está claro que el derecho de autodeterminación forma parte de ellos?
3- Hay una lucha por el relato de los datos del referéndum: ¿ha votado suficiente gente? ¿cuántos votos han sido robados? ¿qué pasa con los del 'no'? ¿ha habido garantías? ¿De quién es responsabilidad si no han sido suficientes? Pero a mí me domina otro interrogante: ¿todas las voces valen lo mismo? La duda ofende, ya lo sé, pero no es gratuita. Estos días, como sucede en todas las luchas de la historia, un ejército de personas anónimas ha trabajado durante días, clandestinamente, para distribuir el material electoral. Muchos más han pasado horas sin dormir para defender las urnas. Y aún muchas mas han ido a votar a pesar de la lluvia, los vídeos dantescos, el lavado de cerebro mediático, las amenazas del Estado.
En contraposición, los que no nunca han luchado por defender los derechos que disfrutan, los que no se organizan con sus vecinos y ni siquiera están dispuestos a ejercer la más barata de las herramientas democráticas, que es votar un domingo (sea "legal" o no), ¿merecen tener la misma cuota de poder político? Estoy cansado de un paternalismo de izquierdas según el cual “la mayoría silenciosa”, ignorante, asustada o cómplice, no da para más. No, la información es hoy mas accesible que nunca, así que la responsabilidad es cada vez mas compartida. Todo mi amor por quienes la ejercen.
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