Violencia machista
Feministas se organizan contra la ciberviolencia de género mientras la red da vía libre al discurso de odio

Investigadoras y activistas muestran su preocupación por la violencia digital, que algunas leyes ya conceptualizan. Miles de mujeres y niñas sufren esta violencia sin que existan mecanismos para frenarla. 
24 nov 2023 06:00

“Es una extensión de lo que pasa en la vida real, pero puede ser más agobiante. Hay muchas cosas que en este momento tengo prácticamente normalizadas y no son normales en absoluto”. Quien habla es Sara Riveiro, una creadora de contenidos en la red y la voz detrás del podcast Personal y político. Esta graduada en periodismo y comunicación audiovisual lleva siendo una figura pública en las redes sociales más de una década. “Calculé el otro día que llevo más de media vida en Twitter, para bien y para mal”, dice entre risas. Pero el tema del que habla no le divierte.

Ella, como tantas otras mujeres que son figuras públicas en Internet, sufrió en sus carnes la violencia que subyace en el ciberespacio. “Internet es el sitio perfecto para encontrar gente, validar vivencias y generar red. Pero, también es un lugar superviolento, tanto como el mundo real o incluso un poco más, porque parece que no hay consecuencias de esta violencia. En concreto las mujeres sufrimos mucho acoso. En mi experiencia, cuanto más joven eres, peor es la violencia”.

Sara Riveiro es una de las miles de mujeres y niñas que cada año son víctimas de lo que se conoce como violencia de género digital o ciberviolencia de género, un concepto que lleva muy poco tiempo definido como tal aunque su incidencia, según las expertas, es cada vez más visible. En los últimos años, incluso aparecieron ataques coordinados para “impedir que las mujeres hablen y se expresen”, como ocurrió con la activista Pamela Palenciano o con la propia Riveiro. “Se está dando como una especie de reacción misógina en red para intentar que tengamos miedo y no hablemos porque Internet hizo que históricamente el feminismo avanzara. Saben que es una herramienta poderosa”, asegura Riveiro.

La violencia digital de género: la importancia de una definición

Internet lleva formando parte de nuestras vidas desde hace años, “pero no fue hasta el 2018 que el concepto ciberviolencia de género entró a formar parte del ámbito institucional”. Eva Cruells es miembro de la asociación catalana Alia y lleva años colaborando con FemBloc, “una iniciativa feminista para la prevención, detección, atención y reparación de las violencias machistas digitales”. “A nivel internacional es la relatora de las Naciones Unidas quien hizo un informe sobre las violencias machistas digitales de género y es ahí donde hay una primera definición.

En ella se dice que son esas violencias estructurales de género que están facilitadas o amplificadas por las tecnologías de la relación, información y comunicación. Nosotras, a mayores, incorporamos los impactos que tiene: físicos, psicológicos, de oportunidades laborales, económicas, de daño a la reputación y de la capacidad de mermar la libertad de expresión de las mujeres“, explica Cruells. “Esto marca un poco un antes y un después porque empieza a entrar también en la agenda política y pública de algunas instituciones como la Comisión Europea o el Consejo de Europa”.

Las ciberviolencias de género son esas violencias estructurales de género que están facilitadas o amplificadas por las tecnologías de la relación, información y comunicación

Cruells explica que fue a raíz de esta definición “que se trasladó después a la reforma de la ley catalana 5/2008, donde por primera vez entra la conceptualización de las violencias machistas digitales como forma y ámbito de violencia machista”. En el Estado español, la ley más asentada es la ley integral de violencia de género, de 2004 “pero está muy centrada en las violencias de género en el ámbito de la pareja y expareja porque todo lo que se aplica a lo digital se entiende como una extensión de lo analógico”, continúa Cruells. En 2022 se aprobó la ley de libertad sexual que sí plantea en su preámbulo “dar respuesta especialmente a las violencias sexuales cometidas en el ámbito digital”, con tres tipos de violencia en ese sentido: la difusión de actos de violencia sexual a través de medios tecnológicos, la pornografía no consentida y la extorsión sexual. Pero Cruells añade que “hay otras formas de violencia digital que ahora mismo no están tipificadas dentro del marco legal amplio. Si alguien te amenaza por un DM de Twitter o Instagram, esto está tipificado como amenaza, no como violencia de género".

Para esta colaboradora de FemBloc, “estamos en un momento de poca definición y mucha interpretación”. “Además la policía, las juezas, las abogadas... muchas personas no conocen el mundo digital”, explica Cruells. “¡El otro día hablamos con una chica que decía que la jueza que le tocó no sabía lo que era un perfil de Twitter!”.

Galiza incluyó una reforma a la ley 11/2007 para añadir la violencia digital de género, pero aquí “también queda mucho por hacer”. En este sentido existe la conocida como Cátedra de Feminismos 4.0 Depo-UVigo de la Universidade de Vigo. Águeda Gómez es la directora académica de esta Unidad de Igualdad “que busca que la desigualdad de género no se reproduzca en el ámbito digital”. “Estuvimos la semana pasada con FemBloc debatiendo sobre este tema porque ellas llevan más tiempo que nosotras”, comenta Águeda. “Fue muy enriquecedor, la verdad”.

Desde la Cátedra de Feminismos, cuenta Águeda, “empezaron a aparecer grupos de investigación como el de Soledad Torres sobre el machismo de los chatbot, el de Rebeca Díaz, somo cómo identificar los espacios digitales de la manoesfera; o el de Xabier Martínez, que hizo un estudio sobre las agresiones digitales a periodistas”. “Empezamos a construir una epistemiología feminista del ámbito digital, que era un objeto de estudio un poco inédito en ese momento. Y, al mismo tiempo, empezamos a organizar workshops, seminarios, donde invitamos a expertas en redes sociales para que den otra perspectiva fuera de la academia”.

“¡El otro día hablamos con una chica que decía que la jueza que le tocó no sabía lo que era un perfil de Twitter!”,  señala Eva Cruells, de FemBloc

Por otra parte, desde el año 2020, la Cátedra tiene un Observatorio de Machismo Digital al que llaman Stop Machitroles. “Abrimos un buzón digital para recibir denunciar y al final se nos ocurrió hacer un análisis de la prensa, como los de www.feminicidio.net y otros observatorios. Y, con ese análisis, hicimos una tipología de violencias machistas digitales”, cuenta Gómez. Esta tipología, según el Observatorio, estaría conformada por tres tipos de ciberviolencia de género: por razón de sexo y género —como el ciberacoso, la violencia estética, el grooming, la sextorsión...—; la violencia digital sobre mujeres con presencia pública; y lo que se conoce como manoesfera o violencia machista digital organizada, los espacios virtuales que dan cabida a discursos misóginos y antifeministas.

El ciberespacio actual: un lugar masculino hegemónico, blanco, heterosexual y capitalista

Cando el Observatorio Stop Machitroles sacó su primer informe en rueda de prensa, “a los cinco minutos tuvimos un ataque de Forocoches”, cuenta Agueda Gómez. “Su argumento era, por un lado que éramos un chiringuito feminista y, por otro, que éramos unas ‘charos infollables’. Yo defiendo que la universidad es feminista en su mayor parte, pero nos quedó claro que teníamos gente en contra dentro. Porque fue tan rápido...”.

Forocoches o 4chan son algunas de las páginas web donde el “antifeminismo, la misoginia y la violencia contra las mujeres campa a sus anchas y donde se pretende educar a las nuevas generaciones”. “La mayoría social no es así, lo que pasa es que estos ‘grupúsculos’ se crecen. Hacen mucho ruido y quieren disciplinar la presencia de las mujeres en el ámbito digital y conseguir que sea un espacio hostil”, continúa Gómez.

Sara Riveiro coincide. “Es un tipo de violencia muy concreta y muy difícil de ver si la víctima no habla del tema. Pero, cuando estás muy metida en las redes sociales es como si te estuvieran gritando en tu habitación, en tu cabeza. Sobre todo cuando eres víctima de ataques coordinados porque alguien compartió un tweet tuyo en 4chan o reddit y de pronto recibes 300 mensajes de odio. Y lo hacen así porque quieren que abandonemos los espacios porque les molestan nuestras reivindicaciones. Porque odian a las mujeres, tal y como odian al colectivo LGTBI, etc., y no van a parar hasta convertir en hostil el lugar que tú usas para generar red y ayudar a otras personas”.

Sara Riveiro, como ocurre con el resto de mujeres entrevistadas, opina también que este es un “intento del patriarcado por recuperar los espacios que antes tenían, pero que no tendrían que haber sido suyos en primer lugar”. “Lo que pasa es los hombres no necesitaban Internet en ese aspecto, ya tenían la vida real. Los mensajes increíblemente misóginos que se escuchan hoy, antes se escuchaban en todos lados”, reflexiona Riveiro. “Antes salían en los telediarios, por lo que no necesitaban encontrar una especie de refugio para lanzar estos mensajes que hoy, por lo menos en lo mainstream, ya no son válidos. Entonces, tal y como las mujeres estamos usando este medio para luchar de abajo a arriba, ellos, por reacción, se están coordinando para hacer lo contrario. Usan Internet para decir esas cosas que ya no se aceptan en rincones como reddit, 4chan, Forocoches...”.

La mayoría social no es así, lo que pasa es que estos ‘grupúsculos’ se crecen. Hacen mucho ruido y quieren disciplinar la presencia de las mujeres en el ámbito digital y conseguir que sea un espacio hostil

Pero, ¿por qué es tan difícil denunciar y por qué estos discursos misóginos no hacen saltar las alarmas de Internet? “La clave es que el Internet actual tiene su base en la ganancia económica. El tecnocapitalismo se alía con el patriarcado y es la combinación perfecta para que haya una explosión de violencias machistas digitales en Internet”, cuenta Eva Cruells. “Las tecnologías son diseñadas para poder extraer el máximo de información de nuestras vidas, nuestros datos; y para mantenernos el máximo de tiempo dentro de sus aplicaciones. En la pantalla”.

¿Y cómo consiguen esto? Laura M. Castro es ingeniera informática, doctora en informática, profesora en la Universidade d’A Coruña y experta en software libre. “Primero tenemos que pensar, ¿quién diseña esos productos? Porque son productos, no lo podemos olvidar. Es lo típico de, si no pagas nada, el producto eres tú”, recalca Castro. “Y lo que les interesa con su producto —por como funcionan las redes sociales y por el tema de la publicidad y de dónde sacan sus ingresos— es que pasemos cuánto más tiempo, mejor. Que nos enganchemos”, explica.. “Esto lleva a que estos productos no estén diseñados para favorecer una comunicación fluida o positiva, sino que están diseñados para apelar a las emociones más viscerales y menos racionales y dde ahí que la recompensa del algoritmo, los contenidos que más se divulgan y se repiten son los que van a hacer que la gente reaccione, y normalmente de forma negativa”.

“Este es también el motivo por el que personas terribles que para nosotras sería lógico que les quitaran la cuenta por su forma de ejercer violencia al usar las redes, siga activa. Porque dan mucho dinero”, añade Sara Riveiro. “Por eso tardaron en echar a Donald Trump cuando estaba básicamente enalteciendo el terrorismo. Porque les venía muy bien. En Twitter lo que hace la gente para conseguir más ingresos, más atención y visitas, es poner cosas que enfaden a los usuarios. Lo que llaman ragefarming (buscar ira)”.

Estos productos no están diseñados para favorecer una comunicación fluida o positiva, sino que están diseñados para apelar a las emociones más viscerales y menos racionales

Al mismo tiempo que los mensajes de odio se viralizan con más facilidad, Riveiro explica que es muy difícil “tumbarle la cuenta a esas mismas personas que generan odio en primer lugar”. “Es algo automatizado y hecho por algoritmos que no tienen ningún tipo de sentido. Si yo le comento a una amiga que subió una foto tonta en la que salgo “madre mía, ¿cómo subes eso? Jaja. Te mato”, a mí me pueden quitar la cuenta porque se entiende como una amenaza. Pero, si yo estoy recibiendo amenazas explícitas por parte de hombres terribles, si usan palabras ligeramente eufemísticas o ponen un asterisco en medio de una palabra, esas personas pueden seguir teniendo su cuenta. Porque no tienen un sistema diseñado para evitar la violencia, tienen un sistema diseñado para evitar denuncias”.

“Exacto. Hay una desprotección muy grande porque las violencias se dan en un marco de grandes transnacionales y, cualquier problema que tengas, lo tienes que denunciar por un mecanismo de reporte que seguramente lo verá una persona que trabaja en condiciones muy precarias y tiene que atender otras 50 mil denuncias. Y eso cuando, directamente, no es un bot”, añade Eva Cruells.

¿Qué hacer para que las mujeres recuperen su espacio digital?

“Las rrss que tenemos hoy están diseñadas por un conjunto de personas nada diverso —las grandes tecnológicas no se caracterizan por su diversidad—. Por eso, creo que una de las claves es convencer a más mujeres de que estudien informática para formar parte del proceso creativo —en los últimos años hubo una bajada en el número de alumnas yo creo que, en parte, por el estereotipo que existe sobre esta profesión—”, opina Laura Castro. “No puede ser solo un trabajo de hombres blacos de entre 25 y 35 años. Como sociedad, y como mujeres, tenemos que gritar: yo también quiero decidir. Y no necesariamente tiene que ser programando, porque la informática no es solo programar. El hecho de que la tecnología se volviese ubicua significa que hoy una persona informática tiene que hablar con todo tipo de gente”.

Para Eva Cruells, las soluciones pasan “por varios frentes”. “Por una parte, hay que regular a las empresas y obligarlas a tener prácticas legítimas y a proteger ciertos derechos en el marco de sus plataformas. No puede ser que puedan vulnerarlos a lo bestia solo porque sean empresas”, añade. “Pero la realidad va más rápido que la capacidad normativa, por mucha voluntad que haya, que tampoco es que haya mucha”. reflexion por su parte Águeda Gómez. “Por ejemplo, ahora están en el Parlamento Europeo intentando diseñar una ley que regule la forma de operar de las grandes tecnológicas, y van a dejar moderar los contenidos a las propias empresas. Eso no tiene sentido. Pero claro, tienen tanta persión de los lobbies que es muy difícil meter mano. La espranza sería que estuvieran a la altura y pasaran la defensa de los derechos humanos al ámbito digital”. “Yo lo veo complicado porque a las empresas, cuando sí van a juicio, les cuesta menos pagar la multa que todo el negocio que generan con estas prácticas”, añade Cruells.

“Hay que tener también un debate sobre qué modelo tecnológico queremos y pensar si estas transnacionales tienen que ocupar todo el espacio de la red. ¿Las instituciones públicas usando Google? ¿Por qué?”, se cuestiona Cruells. “Hay que empezar a generar conciencia de que quizás un gobierno no tiene que usar Microsoft como sistema operativo principal, porque así es como entran las grandes tecnológicas en todos los espacios de nuestra vida. A lo mejor habría que desenvolver otras tecnologías que pongan el derecho a la privacidad al frente. Que sean más éticas”.

Sobre esto, existe el debate de si el feminismo debería quedarse en las grandes plataformas, como Twitter o Instagram, o mudarse a aquellas aplicaciones de software libre como Mastodon o BlueSky. Laura Castro dejó Twitter en marzo de 2022 tras la compra por parte de Elon Musk. “Se dieron unos cambios en ese momento que superaron, para mí, el beneficio de tener ese altavoz”, comenta Castro. “Pero toda la sociedad está en Twitter. Es verdad que si el discurso feminista se va de ahí, desaparece en parte porque no hay una alternativa a toda la reacción de los troles. A pesar de eso, yo preferí irme”.

“Hay que tener también un debate sobre qué modelo tecnológico queremos y pensar si estas transnacionales tienen que ocupar todo el espacio de la red. Por ejemplo, ¿las instituciones públicas usando Google? ¿Por qué?”

Sara Riveiro es de las que se quedaron en la plataforma conocida ahora como X. “Para mí es muy complicado. Pienso en iniciativas descentralizadas que hay ahora mismo, como Mastodon, que son más parecidas al Internet de los comienzos que no estaba obsesionado con monetizarlo todo, y tienen muy poca gente”, dice la periodista. Riveiro entiende y defiende a la gente que se fue, como Nerea Pérez de las Heras. Pero, como activista, no le ve sentido “a renegar por completo de las redes sociales mayoritarias”. “Te quedas sola repicando para el coro. Yo lo que sí hice, como mucha gente que conozco, fue modificar mucho mis rrss para que ese tipo de mensajes ya no me lleguen. En este momento mi perspectiva es intentar estar lo más cómoda posible, pero no me voy a marchar porque a una gente le incomode mi mensaje”. “Deberíamos hacerles un hueco a las redes alternativas de software libre”. Twitter tampoco se hizo famoso de la noche a la mañana“, añade Laura Castro. “Estas redes, además, eliminaron esos aspectos de funcionamiento que hacen que sean más tóxicas, como los mensajes privados”.

Águeda Gómez termina haciendo un alegato a la risa como arma contra el machismo. “Pienso que una de las claves es el humor como forma de desactivar su cabreo. Y ahí necesitamos a las artistas y creadoras de contenido. De hecho, este año tuvimos un maratón de creación digital feminista en el que también surgieron muchos memes, gifs, etc. súper ocurrentes y llenos de humor y que vamos a poner en la web de la Cátedra a disposición de quien los quiera usar. Por si un día te ataca a ti un machitrol, pues que le puedas contestar con unas risas”.

Violencia machista
Feminismos contra a ciberviolencia de xénero

Mentres o feminismo gaña espazo público, o patriarcado agóchase e agrúpase en redes para atopar un 'refuxio' desde o que lanzar as súas mensaxes de odio.
24 nov 2023 06:00

“É unha extensión do que pasa na vida real, pero pode ser máis agobiante. Hai moitas cousas que neste momento teño practicamente normalizadas e non son normais en absoluto”. Quen fala é Sara Riveiro, unha creadora de contidos na rede e a voz detrás do podcast Personal y político. Esta graduada en xornalismo e comunicación audiovisual leva sendo unha figura pública nas redes sociais máis dunha década. “Calculei o outro día que levo máis de media vida en Twitter, para ben e para mal”, di entre risas. Pero o tema do que fala non a divirte.

Ela, como tantas outras mulleres que son figuras públicas en Internet, sufriu nas súas carnes a violencia que subxace no ciberespazo. “Internet é o sitio perfecto para atopar outra xente, validar vivencias e xerar rede. Pero, tamén é un lugar súper violento, tanto como o mundo real ou incluso un pouco máis, porque parece que non hai consecuencias desta violencia. En concreto as mulleres sufrimos moito acoso. Na miña experiencia, canto máis nova es, peor é a violencia".

Sara Riveiro é unha das miles de mulleres e nenas que cada ano son vítimas do que se coñece como violencia de xénero dixital ou ciberviolencia de xénero, un concepto que leva moi pouco tempo definido como tal aínda que a súa incidencia, segundo as expertas, é cada vez máis visible. Nos últimos anos, mesmo apareceron ataques coordinados para “impedir que as mulleres falen e se expresen”, como aconteceu coa activista Pamela Palenciano ou coa propia Riveiro. “Estase a dar como unha especie de reacción misóxina en rede para intentar que teñamos medo e non falemos porque Internet fixo que historicamente o feminismo avanzara. Saben que é unha ferramenta poderosa”, asegura Riveiro.

A violencia dixital de xénero: a importancia dunha definición

Internet leva sendo parte das nosas vidas desde hai anos, “pero non foi ata o 2018 que o concepto ciberviolencia de xénero entrou a formar parte do ámbito institucional”. Eva Cruells é membro da asociación catalana Alia e leva anos colaborando con FemBloc, “unha iniciativa feminista para a prevención, detección, atención e reparación das violencias machistas dixitais”. “A nivel internacional é a relatora das Nacións Unidas quen fixo un informe sobre as violencias machistas dixitais de xénero e é aí onde hai unha primeira definición. Nela dise que son esas violencias estruturais de xénero que están facilitadas ou amplificadas polas tecnoloxías da relación, información e comunicación. Nós, a maiores, incorporamos os impactos que ten: físicos, psicolóxicos, de oportunidades laborais, económicas, de dano á reputación e da capacidade de mermar a liberdade de expresión das mulleres”, explica Cruells. “Isto marca un pouco un antes e un despois porque empeza a entrar tamén na axenda política e pública dalgunhas institucións como a Comisión Europea ou o Consello de Europa”.

As ciberviolencias de xénero son esas violencias estruturais de xénero que están facilitadas ou amplificadas polas tecnoloxías da relación, información e comunicación

Cruells explica que foi a raíz desta definición “que se trasladou despois á reforma da lei catalana 5/2008, onde por primeira vez entra a conceptualización das violencias machistas dixitais como forma e ámbito de violencia machista”. “No Estado español existe a lei orgánica de 2004, pero está moi centrada nas violencias de xénero no ámbito da parella e ex-parella, porque todo o que se aplica ao dixital enténdese como unha extensión do analóxico”, continúa Cruells. En 2022, aprobouse a lei de liberdade sexual que si propón no seu preámbulo “dar resposta especialmente ás violencias sexuais cometidas no ámbito dixital”, con tres tipos de violencia neste sentido: a difusión de actos de violencia sexual a través de medios tecnolóxicos, a pornografía non consentida e a extorsión sexual. Pero Cruells engade que “hai outras formas de violencia dixital que agora mesmo non están tipificadas dentro do marco legal amplo. Se alguén te ameaza por un DM de Twitter ou Instagram, isto está tipificado como ameaza, non como violencia de xénero”.

Para esta colaboradora de FemBloc, “estamos nun momento de pouca definición e moita interpretación”. “Ademais a policía, as xuízas, as avogadas... moitas persoas non coñecen o mundo dixital”, explica Cruells. “O outro día falabamos cunha rapaza que dicía que a xuíza que lle tocou non sabía o que era un perfil de Twitter!”.

Galiza incluíu unha reforma á lei 11/2007 para engadir a violencia dixital de xénero, pero aquí “tamén queda moito por facer”. Neste eido existe a coñecida como Cátedra de Feminismos 4.0 Depo-UVigo da Universidade de Vigo. Águeda Gómez é a directora académica desta Cátedra “que busca que a desigualdade de xénero non se reproduza no ámbito dixital”. “Estivemos a semana pasada con FemBloc debatendo sobre este tema porque elas levan máis tempo ca nós”, comenta Águeda. “Foi moi enriquecedor, a verdade”. Desde a Cátedra de Feminismos, conta Águeda, “empezaron a aparecer grupos de investigación como o de Soledad Torres sobre o machismo dos chatbot, o de Rebeca Díaz, sobre como identificar os espazos dixitais da manoesfera; ou o de Xabier Martínez, que fixo un estudo sobre as agresións dixitais a xornalistas”. “Comezamos a construción dunha epistemoloxía feminista do ámbito dixital, que era un obxecto de estudo un pouco inédito nese momento. E, ao mesmo tempo, empezamos a organizar Workshops, seminarios, onde invitamos ás expertas en redes sociais para que deran outra perspectiva fóra da academia”.

O outro día falabamos cunha rapaza que dicía que a xuíza que lle tocou non sabía o que era un perfil de Twitter!

Por outra banda, desde o ano 2020, a Cátedra leva facendo un Observatorio de Machismo Dixital ao que chaman Stop Machitroles. “Abrimos un buzón dixital para recibir denuncias e ao final ocorréusenos facer unha análise da prensa, como a de feminicidio.net e outros observatorios. E, con esa análise, fixemos unha tipoloxía de violencias machistas dixitais”, conta Gómez. Esta tipoloxía, segundo o Observatorio, estaría conformada por tres tipos de ciberviolencia de xénero: por razón de sexo e xénero —como o ciberacoso, a violencia estética, o grooming, a sextorsión...—; a violencia dixital sobre mulleres con presenza pública; e o que se coñece como manoesfera ou violencia machista dixital organizada, os espazos virtuais que dan cabida a discursos misóxinos e antifeministas.

O ciberespazo actual: un lugar masculino hexemónico, branco, heterosexual e capitalista

Cando o Observatorio Stop Machitroles sacou o seu primeiro informe en rolda de prensa, “aos cinco minutos tivemos un ataque de Forocoches”, conta Águeda Gómez. “O seu argumento era, por un lado, que eramos un chiringuito feminista e, polo outro, que eramos unhas ‘charos infollables'. Eu defendo que a universidade é feminista na súa maior parte, pero quedounos claro que tiñamos xente en contra dentro. Porque foi tan rápido...”.

Forocoches ou 4chan son algunhas das páxinas web onde o “antifeminismo, a misoxinia e a violencia contra as mulleres campa ás súas anchas e onde se pretende educar ás novas xeracións”. “A maioría social non é así, o que pasa é que estes ‘grupúsculos’ se crecen. Fan moito ruído e queren disciplinar a presenza das mulleres no ámbito dixital e conseguir que sexa un espazo hostil”, continúa Gómez. Sara Riveiro coincide. “É un tipo de violencia moi concreta e moi difícil de ver se a vítima non fala do tema. Pero cando estás moi metida nas redes sociais é como se te estiveran berrando na túa habitación, na túa cabeza. Sobre todo cando es vítima de ataques coordinados porque alguén compartiu un tweet teu en 4chan ou reddit e de pronto recibes 300 mensaxes de odio. E fan así porque queren que abandonemos os espazos, porque lles molestan as nosas reivindicacións. Porque odian ás mulleres, tal e como odian ao colectivo LGTBI, etc., e non van parar ata converter en hostil o lugar que ti usas para xerar rede e axudar a outras persoas”.

Sara Riveiro, como acontece co resto das mulleres entrevistadas, opina tamén que este é un “intento do patriarcado por recuperar os espazos que antes tiñan, pero que nunca deberían ser seus en primeiro lugar”. “O que acontece é que os homes non necesitaban Internet nese aspecto, xa tiñan a vida real. As mensaxes incriblemente misóxinas que se escoitan a día de hoxe, antes escoitábanse en todos lados”, reflexiona Sara. “Antes saían nos telexornais, polo que non necesitaban atopar unha especie de refuxio para lanzar esas mensaxes que hoxe, polo menos no mainstream, xa non son válidas. Entón, tal e como as mulleres estamos usando este medio para loitar desde abaixo cara a arriba, eles, por reacción, estanse coordinando para facer o contrario. Usan Internet para dicir esas cousas que xa non se aceptan en recunchos como reddit, 4chan, forocoches...”.

A maioría social non é así, o que pasa é que estes ‘grupúsculos’ se crecen. Fan moito ruído e queren disciplinar a presenza das mulleres no ámbito dixital e conseguir que sexa un espazo hostil

Pero, por que é tan difícil denunciar e por que estes discursos misóxinos non fan saltar as alarmas de Internet? "A chave é que o Internet actual se basea na ganancia económica. O tecnocapitalismo alíase co patriarcado e é a combinación perfecta para que haxa unha explosión de violencias machistas dixitais en Internet”, conta Eva Cruells. “As tecnoloxías son deseñadas para poder extraer o máximo de información de nós, das nosas vidas, os nosos datos; e para manternos o máximo de tempo dentro das súas aplicacións. Na pantalla”.

E como conseguen isto? Laura M. Castro é enxeñeira informática, doutora en informática, profesora na Universidade d’A Coruña e experta en software libre. “Primeiro temos que pensa, quen deseña eses produtos? Porque son produtos, non o podemos esquecer. É o típico de, se ti non pagas nada, o produto es ti”, recalca Castro. “E o que lles interesa co seu produto, —por como funcionan as redes sociais e polo tema da publicidade e de onde sacan os seus ingresos— é que pasemos canto máis tempo, mellor. Que nos enganchemos”, explica. “Isto leva a que estes produtos non estean deseñados para favorecer unha comunicación fluída ou positiva, senón que están deseñados para apelar ás emocións máis viscerais e menos racionais e de aí que a recompensa do algoritmo, os contidos que máis se divulgan e se repiten, son os que van facer que a xente reaccione e normalmente de xeito negativo”.

“Este é tamén o motivo polo que persoas terribles que para nós sería lóxico que lles quitaran a conta pola súa forma de exercer violencia ao usar as redes, siga activa. Porque dan moitos cartos”, engade Sara Riveiro. “Por iso tardaron tanto en botar a Donald Trump cando estaba basicamente enaltecendo o terrorismo. Porque lles viña moi ben. En Twitter o que fai a xente para conseguir máis ingresos, máis atención e visitas, é poñer cousas que enfaden aos usuarios. O que chaman ragefarming (buscar ira).

Estes produtos non están deseñados para favorecer unha comunicación fluída ou positiva, senón que están deseñados para apelar ás emocións máis viscerais e menos racionais

Ao tempo que as mensaxes de odio se viralizan con máis facilidade, Riveiro explica que é moi difícil “tumbarlle a conta a esas mesmas persoas que xeran odio en primeiro lugar”. “É algo automatizado e feito por algoritmos que non teñen ningún tipo de sentido. Se eu lle comento a unha amiga que subiu unha foto tonta na que saio, “madre mía, como subes iso? Haha. Mátote.”, a min pódenme quitar a conta porque se entende como unha ameaza. Pero, se eu estou recibindo ameazas explícitas por parte de homes terribles, se usan palabras lixeiramente eufemísticas ou poñen un asterisco no medio dunha palabra, esas persoas poden seguir tendo a conta. Porque non teñen un sistema deseñado para evitar a violencia, teñen un sistema deseñado para evitar denuncias”.

“Exacto. Hai unha desprotección moi grande porque as violencias se dan no marco de grandes transnacionais e, calquera problema que teñas, telo que denunciar por un mecanismo de reporte que seguramente mirará unha persoa que traballa en condicións moi precarias e ten que atender outras 50 mil denuncias. E iso cando, directamente, non é un bot”, engade Eva Cruells.

Que facer para que as mulleres recuperen o seu espazo dixital?

“As rrss que temos hoxe están deseñadas por un conxunto de persoas nada diverso —as grandes tecnolóxicas non se caracterizan pola súa diversidade—. Por iso, creo que a unha das chaves é convencer a máis mulleres de que estuden informática para formar parte do proceso creativo —nos últimos anos houbo unha baixada no número de alumnas eu creo que, en parte, polo estereotipo que existe sobre esta profesión—“, opina Laura Castro. “Non pode ser só un traballo de homes brancos de entre 25 e 35 anos. Como sociedade, e como mulleres, temos que berrar: eu tamén quero decidir. E non necesariamente ten que ser programando, porque a informática non é só programar. O feito de que a tecnoloxía se volvese ubicua significa que hoxe unha persoa informática ten que falar con todo tipo de xente”.

Para Eva Cruells, as solucións pasan “por varias frontes”. “Por unha banda, hai que regular ás empresas e obrigalas a ter prácticas lexítimas e a protexer certos dereitos no marco das súas plataformas. Non pode ser que poidan vulneralos ao bruto só porque sexan empresas”, engade. “Pero a realidade vai máis rápido que a capacidade normativa, por moita vontade política que haxa, que tampouco é que haxa moita”, reflexiona pola súa banda Águeda Gómez. “Por exemplo, agora están no Parlamento Europeo intentando deseñar unha lei que regule a forma de operar das grandes tecnolóxicas, e van deixar moderar os contidos ás propias empresas. Iso non ten sentido. Pero claro, teñen tanta presión dos lobbies que é moi difícil meter man. A esperanza sería que estiveran á altura e pasaran a defensa dos dereitos humanos ao ámbito dixital”. “Eu véxoo complicado porque ás empresas, cando si van a xuízo, lles custa menos pagar a multa que todo o negocio que xeran con estas prácticas”, engade Cruells.

“Hai que ter un debate sobre que modelo tecnolóxico queremos e pensar se estas transnacionais teñen que ocupar todo o espazo da rede. As institucións públicas usando Google? Por que?, “cuestiónase Cruells. “Hai que empezar a xerar conciencia de que quizais un goberno non ten que usar Microsoft como sistema operativo principal, porque así é como entran as grandes tecnolóxicas en todos os espazos da nosa vida. Quizais habería que desenvolver outras tecnoloxías que poñan o dereito á privacidade ao fronte. Que sexan máis éticas”.

Sobre isto, existe o debate de se o feminismo debería quedarse nas grandes plataformas, como Twitter ou Instagram, ou mudarse cara aquelas aplicacións de software libre, como Mastodon ou Bluesky. Laura Castro deixou Twitter en marzo de 2022 tras a compra por parte de Elon Musk. “Déronse uns cambios neste momento que superaron, para min, o beneficio de ter ese altofalante”, comenta Castro. “Pero toda a sociedade está en Twitter. É certo que se o discurso feminista marcha de aí, desaparece en parte, porque non hai unha alternativa a toda a reacción dos trolls. Aínda así, eu preferín marchar”.

Hai que ter un debate sobre que modelo tecnolóxico queremos e pensar se estas transnacionais teñen que ocupar todo o espazo da rede. As institucións públicas usando Google? Por que?

Sara Riveiro é das que quedaron na plataforma coñecida agora como X. “Para min é moi complicado. Eu penso en iniciativas descentralizadas que hai agora mesmo, como Mastodon, que son máis parecidas ao Internet dos comezos que non estaba obsesionado con monetizalo todo, e teñen moi pouca xente”, di a xornalista. Riveiro entende e defende “á xente que marchou, como Nerea Pérez de las Heras”. Pero, como activista non lle ve sentido “a renegar por completo das redes sociais maioritarias”. “Quedas ti soa repicando para o coro. Eu o que si fixen, como moita xente que coñezo, foi modificar moito as miñas rrss para que ese tipo de mensaxes xa non me cheguen. Neste momento a miña perspectiva é intentar estar o máis cómoda posible, pero non vou marchar porque a unha xente lle incomode a miña mensaxe”. ”Deberiamos darlle un oco ás redes alternativas de software libre”. Twitter tampouco se fixo famoso da noite á mañá”, engade Laura Castro. “Estas redes, ademais, eliminaron eses aspectos de funcionamento que fan que sexan máis tóxicas, como as mensaxes privadas”.

Águeda Gómez remata facendo un alegato á risa como arma contra o machismo. “Penso que unha das chaves é o humor como forma de desactivar o seu cabreo. E aí precisamos ás artistas e creadoras de contido. De feito, este ano tivemos un maratón de creación dixital feminista no que tamén xurdiron moitos memes, gifs, etc. súper ocorrentes e cheos de humor e que imos pór na web da Cátedra a disposición de quen os queira usar. Por se un día te ataca a ti un machitrol, pois que lle poidas contestar cunhas risas”.

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Paco Caro
25/11/2023 21:45

Contra el fascismo, más feminismo.

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jamfribogart
24/11/2023 12:21

Vamos a tejer una sociedad llena de leyes en la que el objetivo de implementar todas estas leyes no es contra lo que se vende, eso es el envoltorio. Esa gente contra la que se vende la ley, es parte del sistema y esta de acuerdo con el y ni lo cuestiona. El verdadero objetivo es implementar leyes con bonitos envoltorios en los que nadie estaría en desacuerdo para aplicarlo finalmente a aquellas personas que SI que están contra el sistema y lo cuestionan. Esos son los peligrosos para el sistema y los que busca eliminar del mapa.
Sigamos aplaudiendo que nos cosas a leyes. Luego nos echaremos las manos a la cabeza.

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Sirianta
Sirianta
24/11/2023 15:30

No estoy segura de entender su comentario. ¿Quiere decir que estas leyes contra la ciberviolencia de género podrían aplicarse para frenar la lucha sindical o las movilizaciones sociales, por poner un ejemplo?

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