El estado emocional de la infancia, la mayor preocupación de las familias un año después de la dana

Un 45,7% de los niños, niñas y adolescentes de los municipios afectados por la dana de València han dejado de realizar actividades deportivas y el 24% presenta problemas para dormir. Un nuevo informe de Save The Children muestra que la salud mental de la infancia afectada sigue corriendo peligro.
Colegio Dana - 1
Álvaro Minguito El CEIP Cristobal Colón de Benetússer tras el paso de la Dana en el otoño de 2024.

Mari Carmen tardó tres meses en volver a vivir en su casa. Fue una de las afectadas por la dana que asoló las localidades de L'Horta Sur de València hace un año. Explica que además de todos los daños materiales, están las secuelas psicológicas que ha dejado este fenómeno en sus hijos. Cada vez que llueve no quieren ir a las actividades extraescolares ni salir de casa. “Tienen miedo y preguntan si va a volver a pasar”, relata mientras enfatiza en la importancia de volver a sus actividades diarias para su salud mental. Su hija hacía hockey sobre patines en el polideportivo de Sedaví, localidad afectada por el desbordamiento del barranco del Poyo. Hasta hace poco no han podido volver a las pistas del polideportivo. Y lo ha hecho a medias. “La pista está arreglada pero el polideportivo no. No hay vestuarios”, relata.

Un nuevo estudio de Save The Children, realizado con la Universitat de València y titulado Con el barro en la mochila demuestra que la situación de los hijos de Mari Carmen no es excepcional, en una zona donde viven 89.000 niños y niñas: más del 30% reconocen sentir miedo a la lluvia, las tormentas o los truenos y el 24% presenta problemas para dormir, lo que genera un grave impacto en su salud emocional. El estudio, el que se ha consultado a más de 2.300 familias afectadas por la dana, refleja que casi la mitad (45,7%) afirma que su mayor preocupación es la salud mental de la infancia, siendo esta la principal preocupación.

“No entendemos cómo, todavía hoy, muchos de los espacios donde niños, niñas y adolescentes se relacionan siguen sin estar rehabilitados, cuando son esenciales para su desarrollo”, Save The Children

Una salud emocional que tampoco ha sido atendida como debiera y sus vidas siguen suspendidas en lo que ocurrió aquel 28 de octubre de 2024. Tal y como explica el estudio, el acompañamiento social y emocional de niños, niñas y adolescentes ha sido muy deficiente, y se ha fiado todo a su capacidad de resiliencia. Así, un 45,7% de los niños, niñas y adolescentes de los municipios afectados por la emergencia han dejado de realizar actividades deportivas, al aire libre (28,0 %), recreativas o culturales (25,0 %) y extraescolares (24,7 %). “No entendemos cómo, todavía hoy, muchos de los espacios donde niños, niñas y adolescentes se relacionan siguen sin estar rehabilitados, cuando son esenciales para su desarrollo”, lamenta Rodrigo Hernández, director de Save the Children en la región.

Tal y como se valora en el estudio, la reconstrucción sigue pivotando particularmente sobre la situación que presentan las grandes infraestructuras dañadas o la mitigación del impacto sobre el tejido económico y productivo de la provincia. “Estas cuestiones son importantes y fundamentales. Pero también lo es priorizar al alumnado y reparar y volver a levantar cuanto antes nuevos colegios e institutos, ampliar los recursos en salud mental infantojuvenil o asegurar el acompañamiento de las familias, particularmente de las más vulnerables, para que recuperen sus medios de vida”, añaden, en una zona donde 36.000 niños, niñas y adolescentes menores de 16 años están en riesgo de pobreza o exclusión social.

Dar una respuesta en clave de salud mental

El documento refleja que casi el 15 % de las familias encuestadas perdió su vivienda y cuatro de cada cinco familias (80,3 %) residentes en los municipios de la “zona cero” viven en edificios aún con reparaciones pendientes o directamente en viviendas muy afectadas, pero en las que se ven obligadas a seguir residiendo. En este sentido, una de cada cuatro familias (24,6 %) considera que su hogar es ahora menos seguro para los niños, niñas y adolescentes que antes de la dana. Además, el 40% de los trabajadores y trabajadoras perdieron su empleo de manera temporal y el 20% lo han perdido de manera definitiva.

“Tenemos que reconstruir València empezando por la infancia para asegurar un futuro para a toda una generación de niños y niñas”, asegura Hernández, quien explica que desde el primer momento las familias les manifestaron su temor por la salud mental de sus hijos e hijas. “Tienen pesadillas, tienen miedo al agua, han cambiado el comportamiento, tienen regresiones. Lamentablemente esa situación sigue para muchos niños y niñas. Tenemos que dar respuesta en clave de salud mental para recuperar a toda una generación de niños y niñas”, asegura.

Según los datos del informe, la mitad de las familias (52,4%) reconoce que sus hijos e hijas han sufrido un retraso en el aprendizaje

Tras la dana, 115 centros educativos acabaron con destrozos, ocho declarados en estado catastrófico. Durante muchos meses los colegios permanecieron cerrados, hecho que afectó al estado emocional del 71,6 % de los niños y niñas y al estado relacional del 33,3 % del alumnado. Según los datos del informe, la mitad de las familias (52,4%) reconoce que sus hijos e hijas han sufrido un retraso en el aprendizaje. “Es en los colegios donde debemos trabajar, tenemos que asegurar que estén bien dotados, tenemos que preparar a los profesores, tenemos que dotarles de profesionales de salud mental para que en el colegio se inicie el camino de la recuperación de la infancia valenciana”, añade el portavoz de Save The Children, quien incide en que se ha echado en falta que la administración habilitara más espacios seguros, protectores y de buen trato hacia la infancia.

María Jesús Perales, profesora de la Universitat de València, explica que el informe demuestra que hay que aprovechar los mecanismos insertos en la ley de protección a la infancia, la LOPIVI, una ley macro que se revela fundamental en dos pilares: el primero la participación de la infancia que les permita tener voz en la reconstrucción y la segunda la coordinación entre las administraciones. “Una de las quejas es la falta de coordinación”, avisa Perales. 

Mientras, Mari Carmen sortea los huecos que ha dejado la administración y asegura que se seguirán enfrentan al miedo porque no pueden abandonar su hogar. “Yo voy a seguir viviendo en mi casa. Yo me niego a vivir con miedo”, afirma rotunda, mientras acompaña emocionalmente a sus hijos para que puedan salir tranquilos los días de lluvia.

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