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Unión Europea
La Comisión Europea rebaja las expectativas de un acuerdo continental contra el trabajo esclavo
En septiembre de 2021, la presidenta de la Comisión Europea se gustó en una alocución en el Parlamento: “Propondremos la prohibición de productos en nuestro mercado que se hayan elaborado con trabajo forzoso porque los derechos humanos no están a la venta, a ningún precio”, dijo Ursula Von der Leyen. El anuncio, no obstante, va perdiendo peso a medida que pasan los meses.
Las tensiones entre Estados Unidos y China y el posicionamiento a favor de su tradicional socio por parte de la Unión Europea han sido el principal motor de la campaña que la Comisión Europea ha puesto en marcha contra el trabajo forzado.
Según la Comisión Europea trataba de prohibir la importación de bienes producidos por prisioneros y reclusos en campos. Todas las miradas apuntaron entonces al textil procedente de Xinjiang, fabricado en buena medida por la comunidad uigur.
China no reconoce bajo ningún concepto que estos trabajadores estén en condiciones de esclavitud. Estados Unidos estima que un millón de personas son empleadas forzadamente en la región algodonera china, pero, de haber salido adelante la medida de Von der Leyen, podía haber beneficiado a los casi 21 millones de personas que, según las estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo, son víctimas de trabajo forzoso.
En la previa de la navidad, el comisario de comercio, Valdis Dombrovskis, rebajó las expectativas generadas por el anuncio y alertó de la reacción que podía acarrear una medida de ese calibre. En primer plano está el peligro de que la medida sea contrarrestada por “socios comerciales”, que puedan considerarla “discriminatoria”, insinuó Dombrovskis, pero también el hecho de que requeriría una revisión de los códigos aduaneros de la UE.
A medida que han pasado los meses, la UE ha ido rebajando el primer impulso —que seguía a EE UU, que en diciembre ha aprobado una Ley para la prevención del trabajo forzoso uigur—y ha admitido ahora que es difícil determinar cuáles son las cadenas del trabajo forzoso. Para ello, el comisario ha instado a medidas de responsabilidad corporativa (“debida diligencia”) que dispongan las empresas para evitar abusos en sus cadenas de suministro.
Los datos más recientes de la OIT sobre trabajo forzoso son de 2016. Según es informe, la esclavitud moderna afecta en mayor medida a las mujeres, que son asimismo la inmensa mayoría de las víctimas de trata. La mayor proporción de los adultos en situación de trabajo forzado son trabajadores domésticos (24% del total), sectores de la construcción (18%), la manufactura (15%) y la agricultura y la pesca (11 por ciento).
Escándalo en Europa
Pese a que no aparecen contabilizadas como trabajo esclavo para la OIT, las cadenas de suministro del textil han vuelto a saltar a la palestra en la última semana del año después de que una investigación publicada en The Guardian haya mostrado cómo las maquilas indias adeudan más de 41 millones de libras en salarios (48,4 millones de euros) a los trabajadores de grandes marcas europeas. Son más de 400.000 trabajadoras de la región de Karnataka, que son pagadas por debajo del sueldo mínimo pactado en ese área geográfica, desde donde se provee a marcas como Zara, Puma o H&M.
El Worker Rights Consortium (WRC) ya había advertido a estas compañías de la situación fraudulenta establecida por los intermediarios, que se ha prolongado por más de dos años. Esta organización sindical denuncia que las marcas han hecho caso omiso de las denuncias, que han llegado a los tribunales hindúes, que han dado la razón a las personas que trabajan para esos intermediarios. WRC denuncia que el sector textil de Karnataka se niega reiteradamente a cumplir la ley.