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Sector del juego
Madrid, territorio de apuestas
Madrid no impone límites a los locales de juego, importados de Reino Unido y que proliferan desde su regulación en 2006.
Esa antigua tienda de ultramarinos que después fue un bazar de ‘todo a 100’ y luego un intento de estanco de modernos cigarrillos electrónicos es hoy un local con cristales tintados que se dedica a las apuestas deportivas. Si vives en Madrid, esta situación probablemente te suene.
El meollo del juego en la capital ya no está en los bingos, ni en las máquinas tragaperras, ni en el casino de Torrelodones. El foco está ahora en las apuestas que se disputan dentro de unos locales exportados desde el Reino Unido y que se reproducen por las calles de la capital desde que en 2006 el Gobierno regional reguló el sector a través del Decreto 106/2006. Con esta ley Madrid se convertía en una de las comunidades pioneras en autorizar este tipo de actividades. En 2008 había apenas 84 locales. A finales de 2016 ya se contaban 485, según los datos de la Asociación Española de Empresarios de Salones de Juego y Recreativos (ANESAR) publicados en su web. Y el negocio suma y sigue.
Madrid es la única comunidad junto con Extremadura y Asturias que no impone ningún límite a la proliferación de salones dedicados al juego. La mayoría de comunidades establece una distancia mínima entre establecimientos. Es el caso de Aragón donde tiene que haber 300 metros entre locales, Andalucía donde el límite son cien metros o Murcia que lo sube a 400 (menos en municipios turísticos). Otras establecen una distancia mínima con respecto a los centros escolares, como Galicia o Castilla y León. Nada de eso se pide en la capital.
Desde las asociaciones que luchan contra la ludopatía este último punto preocupa especialmente. Y es que el perfil del jugador también ha cambiado; ya no tiene la imagen del divorciado, cincuentón, whisky on the rocks en una mano y máquina tragaperras en la otra. Las apuestas deportivas atraen a jóvenes de entre 18 y 24 años en su mayoría, tal y como se apunta en el estudio de Percepción social sobre el juego de azar en España VIII, del Instituto de Política y Gobernanza de la Universidad Carlos III de Madrid. En 2013 solo el 4,7% de los jóvenes afirmaba haber apostado alguna vez. En 2016 el porcentaje alcanzaba ya al 20,1%.
Menores y juego
En el madrileño barrio de Quintana conviven dos entidades que imparten terapias contra la adicción al juego y observan este fenómeno con preocupación, tal y como confirman a El Salto tanto la Asociación para la Prevención y Ayuda al Ludópata (APAL) como la Asociación para la Atención Terapeútica del Juego (ATEJ). “Aquí puedes tener un local de apuestas a 50 metros de un colegio perfectamente”, expresa un colaborador de ATEJ, quien asegura que hoy “cualquier local que tenga más de 150-200 metros es un posible negocio de apuestas”.
Este colaborador, que prefiere no dar a conocer su nombre, lleva doce años ayudando a gente en terapias y observa como los jóvenes y las apuestas han desbancado a las tragaperras, el bingo o los casinos. Todo ello también empujado por las nuevas tecnologías, mediante las cuales apostar es muy sencillo. “Los chavales abren una cuenta para apostar. No ven el dinero físicamente ni lo que se están gastando”, asegura, y añade que uno de los principales problemas es que la asociación no puede atender a menores de edad y, sin embargo, “desde los centros de salud nos llaman para intentar derivarnos a chicos con menos de 18 años que se supone no deberían jugar”.
Picaresca
Para José Antonio Gómez Yáñez, profesor de Sociología de la Universidad Carlos III y que colabora de manera académica con la patronal de las empresas de juego, esta actividad está bien supervisada. “En Madrid no hay una regulación para establecer distancias con colegios pero hay múltiples inspecciones y el número de sanciones es bajísimo”, afirma. “Los locales controlan la edad de las personas que entran. Los empresarios del juego no quieren menores en sus salas porque es ilegal y porque tienen poco poder adquisitivo”. Además, “si pierden pueden ser conflictivos”, asegura Gómez Yáñez.
Julián, exjugador que trabaja con un grupo de autoayuda del sur de Madrid, avisa de que la picaresca entre los chavales supera estas barreras. Los menores utilizan carnés falsificados o tiran de métodos más “sofisticados”. “Hay menores que se quedan en la puerta y los mayores de edad entran a apostar por ellos”. Esta táctica también la confirman desde ATEJ. “Si la apuesta es ganadora los mayores se llevan un porcentaje”, aseguran. Julián avisa de que el poder adquisitivo del menor no es el único que entra en juego. “En lo que va de verano ya hemos recibido unas cuantas llamadas de familias que llegan de vacaciones y sus hijos les han desvalijado la casa para conseguir dinero para jugar” cuenta este exjugador quien ha ayudado a más de 20 jóvenes en menos de tres años.
Franquicias asequibles
Otro de los motivos del crecimiento de los locales de apuestas es la relativa facilidad para su apertura, en un negocio que opera con el modelo de franquicia y que necesita una inversión inicial no muy elevada. Así, la cadena de casas de apuestas Sportium anuncia en su web que con una inversión de 30.000 euros puedes convertirte en tu propio jefe en un negocio rentable, sin canon de entrada, en un modelo de inversión compartida en la que la marca se hace cargo de la inversión tecnológica, el soporte, la licencia y los avales. Por su parte, el asociado lleva a cabo la reforma del local, la legalización, compra el mobiliario y le da al play para ganar dinero. Según los datos de ANESAR en Madrid se jugaron casi 310 millones de euros en apuestas en 2015, 50 millones más que el año anterior. Y la tendencia es ascendente.
Según estos mismos datos, también aumentan las cantidades jugadas en bingos, casinos y tragaperras. En total se jugaron más de 3,6 billones de euros en 2015, 500 millones más que el año anterior. No en vano, los empresarios del juego madrileños apuestan por incrementar sus negocios. Según el Barómetro de los Salones de Juego de 2017 de ANESAR, Madrid es la comunidad donde hay más predisposición para invertir en ampliación de salones o en incrementar el número de salas. Casi un 20% de los empresarios prevé aumentar su inversión y un 88% cree que hay un mercado en crecimiento. Un negocio que da dinero también a las arcas públicas, tal y como recuerda Gómez Yáñez. Las rebajas fiscales que pedía Sheldon Adelson para implantar su macro complejo del juego de Eurovegas en Alcorcón o Cordish con su última propuesta análoga en Torres de la Alameda, no son aún una realidad.
Ante las sospechas de evasión fiscal, el profesor de la Carlos III defiende que estas empresas pagan los mismos impuestos que el resto de actividades: “Las empresas del juego pagan los mismos impuestos que el resto de actividades. Además en Madrid tienen una tasa del juego que en el bingo es del 20%, en los salones está en función del número de máquinas y en el casino es del 25% de su margen”, explica el profesor de la Carlos III.
“A la administración la ludopatía le da dinero”, concluye Julián mientras pide más medidas para que el juego sea responsable y para alejar a los menores de “este pozo” del que confiesa que “nunca se sale”. “Yo soy ludópata y lo voy a ser siempre. De esta enfermedad nunca se sale. Tenemos que concienciar a nuestros jóvenes. El tiempo que se lleva el juego se lo estás quitando a la vida”, sentencia.