We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Conferencias sobre cambio climático
COP28: una cumbre del clima feminista
Cansadas de hacer seguimiento año tras año a las cumbres del clima sin que lleguen a ningún acuerdo relevante para el sostenimiento de la vida, sabedoras de que vivimos una crisis ecosocial en la que la mayoría de los límites del planeta y de las personas ya están traspasados y que necesitamos por tanto acuerdos internacionales verdaderamente transformadores, desde Feministas por el Clima nos hemos preguntado cómo sería una cumbre del clima si fuera feminista.
De qué se hablaría, a qué acuerdos se llegaría en una cumbre en la que las personas participantes se consideraran a sí mismas feministas, ya fueran expertas en economía feminista y ecológica, participasen en movimientos sociales por derechos fundamentales o estuviesen encargadas cotidianamente de reconstruir las vidas en mitad de una inundación o una guerra.
Punto número 1: La presidencia
Una cumbre del clima feminista nunca estaría presidida por un señoro, obviamente. El Sultán Al Jaber ni estaría ni se le esperaría, a sabiendas de que dirige una petrolera. Le dejaríamos entrar, si se inscribe en tiempo y forma como el resto, pero en la última fila y calladito, por favor.
La presidencia, en cambio, sería compartida por un grupo de mujeres feministas de diversas procedencias y experiencias vitales. Porque sabemos que evitar los peores escenarios climáticos no depende de conocimientos técnicos ni de directivos de empresas multimillonarias, sino de reconocer que mientras lo que mueva el mundo, y por ende estas cumbres, sea la acumulación de poder y capitales en lugar del sostenimiento de vidas dignas para todas, será inviable un acuerdo transformador y esperanzador. Para muestra un botón: según un informe de la ONU, los productores de combustibles fósiles del mundo están planeando expansiones de la extracción de carbón, gas y petróleo que duplicarían el presupuesto de carbono del planeta. Y estos mismos, entre otros, presiden esta COP, que tiene como principal objetivo, dicho sea de paso, acordar que no se queme ni una tonelada más de combustible fósil. Con esta doble agenda, igual podrían ahorrarse el viaje hasta Dubai.
Punto número 2: Las fechas
Sólo unos señoros pueden convocar sistemáticamente la COP en mitad del puente de diciembre. ¡Hombre, por favor, que ni a la mani se puede ir en condiciones!
Pareciera que tienen urgencia por pavonearse con sus últimas compras realizadas en el día de la glorificación mundial del consumismo: “¡Me acabo de comprar mil misiles probados en combate!”, “¡Yo tengo un proyecto de captura de carbono del aire ultra caro!”, “¡Yo me acabo de comprar un mega parque eólico marino de más de 500 km²!”
Punto número 3: El papel de los movimientos sociales
Cualquiera que haya visto fotos de alguna cumbre del clima se habrá dado cuenta de quiénes son los protagonistas. Básicamente son señores. El summum este año con petroleros de primera división presidiendo la reunión y más lobistas de la industria de los combustibles fósiles que en ninguna cumbre previa. Señores que bien podrían salir fumándose un puro con una copita mientras negocian con el futuro de la humanidad. Si bien es cierto que este tipo de eventos han servido para conformar una red global de activismo climático, esto es algo que cada vez se dificulta más y los espacios que se abren a los movimientos sociales no tienen repercusión.
Las ecofeministas nos recuerdan que son los cuerpos y los territorios los que sostienen la vida. En una cumbre del clima feminista no serían los mandatarios quiénes estarían negociando, sino los movimientos sociales y colectivos de todo el mundo cuyas vidas están atravesadas por el cambio climático. De aquí emanarían los acuerdos consensuados entre todos los territorios. Luego los mandatarios tendrían que ponerlos en marcha. Parece utópico, naif, y algunos pensarán que hasta ridícula esta forma de imaginar una reunión mundial. Pero realmente creemos que no difiere delo que ocurre ahora. Unos señores llegan, hablan de sus intereses como si fueran los intereses de todos, les ponen números y plazos y la economía, la política de los Estados, la producción y el consumo tienen que amoldarse a esas decisiones. Estamos hartas de escuchar todo lo que no se puede hacer mientras ese 1% se fuma nuestro futuro.
Punto número 4: La agenda
Si la COP28 fuera feminista no se estaría discutiendo sobre si dejar o no de quemar combustibles fósiles sino que sería el punto de partida ya aceptado. La cumbre sería el espacio para articular el debate social y global para decidir cómo organizar la transición justa de los sectores con mayor demanda de estos combustibles, de qué actividades económicas prescindir, porque destruyen las bases que nos sostienen (ecosistemas y vínculos), y cómo organizar y repartir todos los trabajos de cuidados que puede acarrear un cambio socioeconómico de tal envergadura, además de los que están acarreando ya las consecuencias del cambio climático.
Estaríamos hablando también de un Fondo para Daños y Pérdidas, fondo que ya se ha aprobado en esta cumbre pero con mucho, muchísimo, menos dinero del que se sabe necesario. En una cumbre feminista se financiaría básicamente con las fortunas de los ricos puesto que el 1% más rico genera más emisiones de carbono que el 66% más pobre. El lema “quién contamina paga” estaría desterrado de todos los comunicados de prensa y en su lugar se hablaría del principio “no está permitido contaminar más” y se sumaría otro: no está permitido ser rico. Cualquiera que haya visto un terreno quemado, el río de su pueblo mucho más seco en verano, las montañas de su juventud sin nieve o que compre fruta y verdura fresca, sabe que muchísimas cosas esenciales no pueden repararse o sustituirse por mucho dinero que tengas. Además, el uso del fondo nunca se haría en base a la generación de deuda y se nutriría también de las condonaciones de deudas ilegítimas a los países del Sur.
También habría un punto sobre cómo hacer la transición energética y el papel de las energías renovables, como se está hablando en la COP28. Pero no sin antes establecer colectivamente cuánta energía necesitamos para sostener la vida de todas las personas dentro de los límites del planeta. Desarrollar energías renovables por los mismos actores que llevan toda la vida enriqueciéndose con los combustibles fósiles y sin una reducción clara del consumo total de energía, en el que globalmente nos pasamos tres pueblos, no nos sirve.
Punto número 5: El Acuerdo
¿Cuáles serían los principales acuerdos de una COP del Clima feminista?
Para responder a esta pregunta nos hemos preguntado por qué es lo que de verdad importa, que es lo que hace que vivamos todas bien y lo que habría que hacer para cambiar la forma en la que pensamos, imaginamos e intervenimos en el mundo. De esto debería ir una cumbre mundial que pretende no seguir modificando el clima para que la humanidad y el resto de seres vivos puedan sobrevivir. Si esto es lo que está en el centro, el acuerdo de la COP28 incluiría el fin de todas las guerras, con especial atención al cese inmediato del genocidio en Palestina. Como segundo punto, el acuerdo recogería la obligación de todos los países para establecer sistemas públicos de cuidados que repartieran y sacaran de la esfera privada todas las tareas que nos sostienen. ¿Y qué tiene que ver esto con el clima? Tiene que ver todo. Un mundo en paz, libre de los intereses que hay detrás de las guerras y la destrucción y libre de patriarcado, será un mundo que conserve los ecosistemas y no destruya el clima.
Como colofón, suponemos que en una cumbre del clima feminista comeríamos menú de temporada de huertos agroecológicos, habría menos trajes grises y menos heteronormatividad, bordaríamos en un tapiz de colores gigante todos los acuerdos alcanzados y, por supuesto, no invitaríamos al Papa.