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Precariedad laboral
Extremeños contra Goliat: la lucha obrera vence a multinacionales eléctricas y de construcción en Francia
Hace un año, José Manuel, natural de Montijo, terminó un máster para ejercer como profesor de Lengua y Literatura en la escuela secundaria. De este modo ponía fin a un ciclo empezado cinco años antes, cuando, tras ser despedido de su trabajo como carpintero, se apuntó a las pruebas para mayores de veinticinco años de acceso a la Universidad. En mayo de 2015, tras aprobar el examen, comenzó a cursar un Grado de Filología Hispánica. Tenía veintisiete años, algunos ahorros y unos pocos meses de paro.
En el recuerdo, la conquista de la aspiración universitaria y los momentos personales vividos se le solapan con las dificultades económicas: “Cada año, después de los exámenes de junio, sufría ansiedad y estrés por buscar trabajo, un trabajo que debía de ser intensivo, pues debía de ahorrar en verano el suficiente dinero para estudiar en invierno”. El primer año se fue a Mallorca y encontró trabajo de carpintero, su oficio; en el segundo curso se dedicó a la limpieza y el mantenimiento de plantas de energía solar en ciudades como Olivenza, Zafra o Murcia; después del tercero, estando haciendo Erasmus en Cracovia, regresó al término de los exámenes para trabajar en los mismo que el año anterior; en el cuarto y último año, terminada ya la carrera, entró a trabajar en una fábrica de armarios en Bilbao tan sólo un día después de su graduación.
“Cada año, después de los exámenes de junio, sufría ansiedad y estrés por buscar trabajo, un trabajo que debía de ser intensivo, pues debía de ahorrar en verano el suficiente dinero para estudiar en invierno”
Aunque hasta entonces se mantuvo fuerte, nos reconoce que la inestabilidad económica y la incertidumbre provocaron alguna que otra lágrima. “Aun así, estuve trabajando en Bilbao en una fábrica de armarios, conseguí algo de dinero para empezar el máster y logré terminarlo en 2020, el año de la pandemia”. Ese mismo verano —carrera universitaria, cuatro trabajos y un máster después —, debido a la negativa de la empresa bilbaína a recontratar personal por la crisis de la covid-19, empezó de nuevo a buscar trabajo para poder prepararse las oposiciones al cuerpo de docentes. Tras otra inagotable búsqueda de empleo, por fin un nuevo trabajo le esperó en la planta fotovoltaica Augusto, situada al lado del campo de golf de Badajoz.
La empresa, construida por Enel Green Power España (la compañía de renovables de Endesa), parecía ser una provechosa oportunidad laboral. Vendida mediáticamente como una oportunidad irrechazable para Extremadura que, además de proceder a la instalación de más de 120.000 paneles fotovoltaicos bifaciales, permitiría emplear a más de 300 trabajadores en la región, la ocasión terminó significando, sin embargo, el inicio de un calvario impensable para José Manuel y los trabajadores de la planta.
“Las condiciones de trabajo eran durísimas: trabajábamos más de 50 horas a la semana con temperaturas de entre 38 y 42 grados. Desde el principio se nos metió presión bajo el pretexto de que si no se certificaba producción no íbamos a poder cobrar. La realidad fue que solo cobré 15 días que trabajé en julio y que seguí trabajando en agosto, septiembre y parte de octubre con la esperanza de cobrar parte del dinero al menos. Ahora mismo esa empresa (Grupo Teofi) ya no existe y la contrata de la misma (Tozzi) no da señales de vida, una empresa italiana que debe varios millones de euros en concepto de salarios a un grupo numeroso de subcontratas”. De hecho, hace un mes el Diario Hoy recogía en su web cómo “la empresa que levantó la fotovoltaica Augusto adeuda más de 880.000 euros”. A día de hoy, muchas familias siguen esperando cobrar hasta tres meses de trabajo. Green Power, filial verde de Endesa presente en más de 32 países y responsable de la gestión de 1.200 plantas en los cinco continentes, se lava las manos.
“Las condiciones de trabajo eran durísimas: trabajábamos más de 50 horas a la semana con temperaturas de entre 38 y 42 grados. Desde el principio se nos metió presión bajo el pretexto de que si no se certificaba producción no íbamos a poder cobrar”
“En mi caso, reclamo unos 4.500 euros en un caso de demanda colectiva que está llevando Comisiones Obreras. Sin ese dinero, mis planes se fueron al traste. Aun así, conseguí trabajar dos meses en la campaña de las nueces en una empresa familiar que se dedica a pelarlas y secarlas”. En diciembre del 2020, consciente del retraso y del desgaste mental, José Manuel comenzó a estudiar oposiciones. “Estuve intentando gastar lo menos posible, vivir austero con el poco dinero que tenía y que mi familia me había prestado”, pero las necesidades económicas apretaban. “A primeros de marzo, un antiguo compañero de Teofi me llamó para trabajar con él en Francia”.
Una vez más, el sector fotovoltaico necesitaba mano de obra con experiencia. “En ese momento desobedecí lo que mi prudencia y otros seres queridos me decían, no me podía permitir a mí mismo rechazar un trabajo en la situación en la que me encontraba. Acepté el trabajo con la esperanza de volver al mes o mes y medio para terminar de preparar las oposiciones de junio, una meta que ya daba por perdida”. En esta ocasión, la empresa empleadora era Eiffage, tercera compañía más importante de Francia y quinta europea en el sector de la construcción, aunque los trabajadores eran contratados por Andex, una subcontratista a su vez de otra empresa, Axial, que trabaja para el gran grupo francés.
En Francia, un grupo de extremeños naturales de Madroñera recibieron al paisano con el cariño propio de quien nace en la misma patria chica. “Al principio todo fue bien. El jefe estaba contento conmigo. A pesar de esto, las condiciones de trabajo eran duras: 60 horas a la semana, frío, nieve, lluvia y viento. La obra era un barrizal y el simple hecho de andar ya suponía un desafío”. Los trabajadores de la empresa, aunque trabajaban en Lot-et-Garonne y Saint-Quentin-du-Dropt, se alojaban en el motel más barato de Dordogne, a 100 kilómetros de media de distancia del lugar de trabajo. En el motel tenían baños comunitarios, habitaciones con literas compartidas y no disponían de acceso a cocina o frigorífico. “Sólo teníamos los miércoles y los sábados para comprar porque se trabaja una hora menos con ese fin, ya que todo cerraba a las siete por el toque de queda. Con solo dos días para comprar a la semana, sin nevera ni frigorífico, sólo podíamos comer cosas frías, precocinadas o bocadillos, muchas veces con el pan duro y pasado”.
Esas condiciones ocasionaron la preocupación lógica de José Manuel y sus compañeros. “En nuestro acuerdo entraba el alojamiento, pero nosotros teníamos que pagar nuestra comida y en estas condiciones estábamos gastando mucho y no comíamos ni dormíamos bien. Además, muchos días, cuando llegábamos por la tarde, cansados y mojados, no podíamos entrar porque la empresa no había pagado las habitaciones y teníamos que esperar a que llegasen y pagasen la habitación para esa noche”.
“En nuestro acuerdo entraba el alojamiento, pero nosotros teníamos que pagar nuestra comida y en estas condiciones estábamos gastando mucho y no comíamos ni dormíamos bien”
Así, decidieron irse a vivir a una casa. En pocos metros cuadrados, José Manuel y siete compañeros se vieron empujados a dormir en colchones inflables, sillones o, en el mejor de los casos, compartir cama con otro compañero. “Durante ese tiempo, desde que llegué el 20 de marzo hasta el 15 de abril, me fui enterando que el jefe debía mucho dinero a Alipa y Favio, dos compañeros bolivianos que subieron a Francia engañados, con la promesa de que iban a cobrar ese dinero si se venían. También me enteré de que, si no se trabajaba algún día por enfermedad o por condiciones climatológicas, la empresa te descontaba esas horas de tus horas extras”. Que los convenios y la normativa laboral de la empresa asegurasen el pago de la nómina todos los días quince del mes fue otro de los muchos derechos arrebatados.
“Según las leyes internas de la empresa, todo el mundo cobra el día 15, es decir, nosotros tendríamos que haber cobrado el mes de marzo (del 20 al 31), el 15 de abril y el mes de abril se cobraría el 15 de mayo y así sucesivamente. El primer mes lo cobramos tarde, yo cobré el 17 porque le dije al jefe que lo necesitaba, pero otros compañeros no cobraron hasta el 19 de abril”.
Mediante esta técnica, nos asegura José Manuel, “las empresas se aseguran de tener siempre mucho dinero de los trabajadores (hasta 45 o 50 días de trabajo) y pueden chantajearlos con este poder: si no sigues trabajando no cobras. Terminaba el mes de mayo y nadie había cobrado el mes de abril. La situación llegó a tal término que el jefe desapareció, y no respondía a las llamadas de teléfono. “El jefe ya no coge el móvil ni responde a los mensajes. No me ha dado ninguna nómina a pesar de que se las he pedido en repetidas ocasiones. Creo que los que siguen trabajando en la obra de Burdeos han cobrado algo, pero los que ya no somos útiles para él estamos siendo ninguneados. Yo no tengo nada, mis pocos ahorros me los he gastado en vivir aquí, he trabajado dos meses para esto, estoy en Francia, abandonado y perdiendo la oportunidad de estudiar. Ahora estoy en Burdeos, en casa de un amigo, mi hermano me ha dejado dinero para poder subsistir aquí, para luchar por lo que es mío. No pienso volver sin cobrar, mi cabeza no lo aguantaría. Muchos compañeros están en la misma situación y necesitan el dinero para volver o para ayudar a sus familias”.
“Las empresas se aseguran de tener siempre mucho dinero de los trabajadores (hasta 45 o 50 días de trabajo) y pueden chantajearlos con este poder: si no sigues trabajando no cobras”
Desesperados, los trabajadores empezaron a pedir ayuda. Querían denunciar la situación, conseguir apoyo legal y dar visibilidad a la injusticia que estaban padeciendo. Con la organización sindical CGT y la presión de unos veinticinco trabajadores organizados, las noticias empezaron a ser más halagüeñas. Unos diez trabajadores de Madroñera —núcleo referencial para el resto por su compromiso y unión—, seis entre centro y sudamericanos (Bolivia, Nicaragua, Honduras y Venezuela), cinco trabajadores del Sáhara Occidental, dos andaluces (Sevilla y Cádiz), un salmantino, un toledano y el resto de extremeños (dos de Plasencia y uno de Montijo), unieron fuerzas y decidieron pelear.
“Al final nos hemos reunido todos y hemos pensado que vamos a exigir que nos paguen según la ley francesa como ha dicho el del sindicato y que, si no nos pagan antes del martes, vamos a luchar todos y va a venir gente de España también”.
La semana pasada, un representante de Eiffage se reunió con los trabajadores para confirmarles que tendrían que pegarles según la ley francesa. Salieron en medios de comunicación como Franceinfo, emisora nacional perteneciente al grupo Radio France (la radio pública francesa), y ejercieron toda la presión posible.
“Dicen que las empresas gordas, que son Enerfit y Corsica Energía, están cabreadas y metiendo presión a Eiffage y Axial”. A finales de mayo, y a pesar de la desaparición del jefe, los trabajadores han mantenido reuniones casi diarias con Axial. La empresa Eiffage accedió a pagar el hotel desde el viernes 17 hasta que la situación se solucionara. “Ese mismo viernes 17 le hemos enviado a Axial, Eiffage y el sindicato un correo en el que exigimos el pago de nuestros salarios acorde al convenio francés, con finiquito y liquidación. Les hemos dado toda la información necesaria: días trabajados, horas extras, DNI, nombres y números de cuenta”. Los trabajadores le dieron de plazo a la empresa hasta el pasado martes 1 de junio. Si no cumplían, el miércoles llevarían a cabo acciones sindicales, convocarían a más trabajadores para organizar huelgas y manifestaciones hasta que sus derechos fuesen reconocidos.
La fuerza colectiva, el amparo y apoyo de la organización sindical CGT y la presión mediática consecuencia de la organización de los trabajadores empleados en Francia han dado por resultado el pago de los salarios a todos y cada uno de los trabajadores. Tras las luchas laborales, se han reconocido sus derechos. Y los del resto. Desde el primer momento, José Manuel y los extremeños junto al resto de sus compañeros fueron conscientes de que sus luchas de hoy serían los triunfos de sus homólogos en el mañana. “Esta situación se está repitiendo en España, Francia e Inglaterra con el mismo modus operandi. En Extremadura hay un sinfín de proyectos que venden la idea de ‘dar trabajo’ para después vulnerar el derecho de los trabajadores y llevarse el dinero a través de un entramado de contratas. Los sindicatos tradicionales de España muestran una pasividad inexplicable y los trabajadores se muestran escépticos y desamparados, por su ignorancia y por la pasividad de estas instituciones. Espero que nuestra historia sirva de ejemplo”.
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Bravo por ellos, que lo hacen por todos nosotros. Toda mi admiración a Jose Manuel
Pues nada, a seguir abriéndoles los brazos a todas estas industruias oportunistas, publicitadas gratuitamente por ayuntamientos y gobiernos regionales con el mismo anzuelo de siempre: "puestos de trabajo" (sin especificar la precariedad de los mismos). Hablo de la cantidad de proyectos que hay en Extremadura de minas a cielo abierto, solares y eólicas, que es lo que está subvencionando la Europa capitalista de siempre, aunque lo disfracen de "eco-green-project" en zonas de sacrificio. El pueblo tampoco ha aprendido nada de estos timos empresariales. Los sindicatos...bueno, esa es otra película.
Esto a sido posible gracias a un Sindicalista francés que al enterarse de la situación de estos obreros, no a dudado en utilizar el sindicato que representa para hacer publico en Francia este atropello laboral, el cual no dudó en ofrecerles comida y alojamiento al ver que la empresa española se desentendía de estos obreros.
Luego denunció esta situación en un periódico de papel de tirada nacional con un volumen de tirada diaria de 300.000 ejemplares diarios y al ver que las empresas trataban de engañarlos diciéndoles que desplazasen hasta Valencia para pagarles, y al ver que se negaron, les amenazaron con no pagarles nada, pues hasta pretendieron que firmasen un documento o algo parecido y que luego en varios días les ingresarían el dinero en sus cuentas, pero gracias a ese Sindicalista han salido en los medios televisivos y es ahora cuando por fin les han pagado ayer y ahora mismo vuelven a España en los vehículos de algunos de los compañeros con los que se desplazaban a Francia.
Tanto los sindicatos como los sindicalistas españoles, deberían de tomar ejemplo de ese sindicato Frances y de ese Sindicalista que de forma altruista y sin pedir nada a cambio, les ofreció alojamiento y comida y no a parado hasta que esas multinacionales han pagado lo que se les debía a esos obreros.
Yo se todo esto, porque soy el padre de unos de esos obreros que en estos momentos viajan rumbo a España y a sus casas.
Esa opinión sobre sindicalismo y los sindicalistas españoles está muy lejos de la realidad. Lo que no se puede esperar es que un sindicato se comporte como si fuera una ONG. El sindicato lo forman las y los trabajadores. Y muchos, en su tiempo libre, se dedican a prestar solidaridad a otros con problemas. Lo que falta no es sindicalistas o sindicatos como este Francés, lo que hace falta quizá sean trabajadores que los llenen en España...y otro gallo cantaría.
Hola, soy Francis Reina, el autor del artículo. Muchísimas gracias por el comentario. Y gracias también por poner en valor el sindicalismo de verdad, el que lucha por los trabajadores, sea quien sea la empresa que esté en frente, y consigue hacer justicia. Según sé, el apoyo inquebrantable de las familias también ha sido clave en el éxito de la conquista. Lucha colectiva, derechos para todos. Enhorabuena.
Soy la madre de dos de ellos. La familia hemos estado, muy nerviosos y mal, por la, situación q estaban pasando ellos y sus compañeros. Todo pasó. Ellos ha vivido una situación muy difícil. Pero todo ha pasado. Muchas gracias por todo. Gracias por el artículo y gracias a los sindicatos. Tb a José Manuel. Gracias a dios q todo ha pasado. Ahora q de la cara el q la tiene q dar. Ole por estos trabajadores y por todos los q estén viendo este calvario. Muchas gracias por todo.