Werner Rügemer: “Europa tiene que salir de la OTAN y hay que disolver los monopolios de BlackRock”

El intelectual Werner Rügemer ha publicado un libro sobre cómo se organizó la subordinación de Europa a Estados Unidos y cómo podría acabarse con ella por razones de supervivencia, en el contexto multipolar.
Werner Rügemer
Werner Rügemer. Foto: C. Negrete.
25 dic 2025 05:39

A Werner Rügemer le gusta definirse como filósofo intervencionista. Aunque no esté bien subrayarlo, llama la atención la enorme energía con la que sigue trabajando este octogenario. Vive en Colonia, desde donde continúa desarrollando una actividad intelectual y política constante. Es miembro del consejo asesor de la World Association for Political Economy (WAPE) y coeditor y autor de la World Marxist Review, con sedes en Londres y Shaanxi. Su libro Una amistad condenada: La conquista de Europa por los Estados Unidos ha sido publicado en alemán, francés, inglés y castellano. En 2026 está prevista su publicación en griego y chino.

Este intelectual de fuerte carácter no deja de escribir, investigar y participar en debates públicos, con un perfil muy crítico e independiente. Rügemer ha desarrollado un profundo análisis del poder económico y político del capitalismo occidental. En este momento está escribiendo una biografía de Konrad Adenauer. En castellano se publicó un libro suyo sobre las agencias de calificación en la editorial Virus. En Alemania, además, ha realizado documentales de investigación sobre criminalidad económica.

Hace poco fue traducido al castellano su libro Una amistad condenada: La conquista de Europa por los Estados Unidos. ¿Cree que esta obra es de especial importancia en la situación actual?
En el libro documento la historia previa de cómo Europa cayó en una catastrófica dependencia de los Estados Unidos. España, en concreto, ya desde la década de 1930. Si esta dependencia continúa, las poblaciones europeas se empobrecerán económicamente aún más y, debido a la incitación y al rearme contra Rusia, existe también la amenaza de una guerra nuclear, que Estados Unidos contempla como posible en sus planes de guerra y que se libraría en suelo europeo.

¿Cuándo comienza esa dependencia?
Esta dependencia comenzó durante la Primera Guerra Mundial: Wall Street, bajo el liderazgo de JP Morgan, concedió créditos a las potencias europeas en guerra, que no podían producir suficiente armamento para sus ejércitos de diez millones de soldados y compraron gran parte de ellos a US Steel, Bethlehem Steel y DuPont con ayuda de esos créditos. El aprovisionamiento de los soldados también se adquirió a consorcios alimentarios estadounidenses como Armour o Swift. No solo los aliados, Inglaterra, Francia e Italia, quedaron endeudados con Estados Unidos. También Alemania fue obligada a pagar reparaciones en las negociaciones de paz de Versalles de 1919, bajo el liderazgo del presidente estadounidense Woodrow Wilson. De este modo, Estados Unidos convirtió a Europa en pagador neto de deudas, así como en un nuevo mercado de ventas y espacio de inversión.

¿Qué papel tuvo en la política de ese tiempo?
Estados Unidos promovió partidos y medios antidemocráticos, de derechas y pro-estadounidenses. Apoyó, financió y abasteció a todos los dictadores fascistas de Europa, comenzando ya en 1922 con Mussolini en Italia, Metaxas en Grecia, Salazar en Portugal, Franco en España y, sobre todo, Hitler, quien fue convertido en una estrella mediática en Estados Unidos. La Alemania de Hitler se convirtió en el mayor comprador de películas de Hollywood. Corporaciones como Ford, General Motors, IBM, ITT y Raytheon transformaron a la Wehrmacht alemana en el ejército más moderno del mundo y la abastecieron también para la guerra de exterminio contra el enemigo común, la Unión Soviética.

Se protegió de cualquier castigo, con pocas excepciones, a los antiguos cómplices del fascismo. Su potencial anticomunista fue utilizado contra el enemigo principal común: el “bolchevismo”

Has mencionado antes cómo España fue uno de los primeros intervenidos.
En el caso de España, General Motors, Ford y Studebaker suministraron 12.000 vehículos militares al golpista Franco; Texas Oil y Standard Oil aportaron combustibles; y el Chase Bank de Rockefeller le proporcionó financiación. El presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt reconoció al gobierno de Franco inmediatamente después de Hitler y del Vaticano. Durante la Segunda Guerra Mundial, España se convirtió en un baluarte estadounidense en Europa para el suministro a la Alemania nazi. Posteriormente, Estados Unidos estableció bases militares y apoyó al dictador hasta su muerte, así como a sus herederos después.


¿Cómo influyeron los Estados Unidos en Europa tras la Segunda Guerra Mundial?
Después de 1945 también se hizo evidente la despiadada producción de mentiras por parte de las élites estadounidenses: en poco tiempo pasaron de ser profascistas a antifascistas. El exterminio de los judíos durante la guerra fue aceptado por Estados Unidos sin apenas ayuda ni crítica; pero tras la guerra se presentaron (y siguen presentándose hasta hoy) como los mayores defensores y amigos del pueblo judío. Tras la Segunda Guerra Mundial continuó la penetración estadounidense en Europa, primero por el oeste, el sur y el norte: en Francia, Inglaterra, Irlanda, Italia, Bélgica, Luxemburgo, los Países Bajos, España, Portugal y también en Escandinavia. La pinza formada por el Plan Marshall y la OTAN fue la medida más conocida de este proceso: inversiones, bases militares, medios de comunicación, servicios secretos, fundaciones y asesores estadounidenses.

¿Cómo se extendió esa influencia?
En todos estos Estados, en función de cada contexto nacional, se formaron élites capitalistas locales que operaron en conjunto con políticos vasallos de derechas. Se protegió de cualquier castigo, con pocas excepciones, a los antiguos cómplices del fascismo. Su potencial anticomunista fue utilizado por Estados Unidos contra el enemigo principal común: el “bolchevismo”. Esto es lo que ocurrió y sigue ocurriendo muy claramente en la República Federal de Alemania, fundada en 1949 por Estados Unidos en principio como un Estado parcial e independiente, pero al mismo tiempo como Estado sucesor del Tercer Reich.

¿Cómo evolucionó después de la caída del muro0?
Tras el colapso del socialismo en 1990, Estados Unidos extendió esta estrategia también a Europa del Este: invertir, promover oligarcas y políticos de derechas e integrar a los Estados en la OTAN. La Unión Europea es también un producto de este proceso impulsado por Estados Unidos. En un principio, en los seis Estados fundadores, la República Federal de Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos, se recurrió a antiguos cómplices de la ocupación fascista para crear la denominada Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Esta estructura se fue ampliando de forma gradual hasta convertirse en la actual UE y fue cada vez más subordinada a la OTAN: todos los Estados de Europa del Este ingresaron primero en la Alianza Atlántica antes de poder convertirse en miembros de la UE.

Usted estudió filología alemana y románica, y realizó su doctorado en antropología filosófica. ¿Por qué se convirtieron los Estados Unidos en un tema central de su trabajo a lo largo de su carrera profesional?
A comienzos de la década de 1980 hubo una amplia resistencia contra una mayor subordinación de la República Federal de Alemania a la hegemonía estadounidense: la potencia dirigente de la OTAN quería desplegar aquí misiles de medio alcance en el contexto de una intensificada agresión antirrusa y anticomunista. Contra ello hubo protestas también del movimiento por la paz en Estados Unidos. Así fué como entré en contacto con activistas estadounidenses: informaban de tantas cosas poco conocidas sobre su país que en 1983 y 1984 decidí emprender investigaciones de varias semanas en Estados Unidos. Primero me centré en el sistema escolar y universitario, realicé entrevistas con maestros, profesores, alumnos y estudiantes, también con el entonces ministro de Educación estadounidense en Washington, Terell H. Bell. Publiqué dichos reportajes recopilados bajo el título de “El policía mundial enfermo”. Después, en 1984, exploré durante seis semanas en mis vacaciones la “nueva tierra prometida”, Silicon Valley, al sur de San Francisco.

¿Con qué objetivo?
Hablé con sindicalistas, trabajadores, científicos de la universidad de élite Stanford, bomberos, abogados y periodistas. Y también con inmigrantes ilegales, personas explotadas sin protección y con trabajdaores precarios que ensamblaban chips para Intel en sweatshops: enfermaban, sufrían abortos espontáneos... Un ingeniero de la mayor empresa allí, el consorcio armamentístico Lockheed, me explicó quién necesitaba los mejores chips para los misiles de los submarinos estadounidenses. Steve Jobs me explicó que la fabricación de sus ordenadores se estaba trasladando a Taiwán porque allí, bajo la ley marcial, los salarios eran aún más bajos. De todo ello surgió el libro: “Nueva tecnología, vieja sociedad: Silicon Valley” (1985). Pero como en Alemania y en la UE se seguía creyendo en las mentiras profesionales estadounidenses sobre «la libertad y la democracia», decidí seguir profundizando en el tema. La desmitificación de estas mentiras forma parte de la independencia que Europa necesita del país que aún se autoproclama dominador mundial, y que ha de ser no solo militar y económica, sino también intelectual y cultural.

El proxy estadounidense Israel bombardea no solo el territorio del llamado Gran Israel, sino todo Oriente Próximo para las inversiones estadounidenses

Políticos y analistas se muestran sorprendidos por el comportamiento de Donald Trump hacia Europa, como si nuestro aliado, ahora nos diera la espalda. Usted, en cambio, habla de una continuidad de la política estadounidense. ¿Por qué?
Con Trump, los capitalistas estadounidenses intentan adaptarse a la nueva situación: China se ha convertido en un periodo históricamente corto en la mayor nación industrial y comercial, con una base industrial incomparablemente mejor, que además cuenta con cooperaciones económicas globales estables que siguen creciendo. Y Rusia demuestra por su parte que el guerrero proxy Ucrania, armado durante tres décadas por Estados Unidos, no puede ganar la guerra. Y los capitalistas más jóvenes, más agresivos y aún no tan ricos, dirigidos políticamente por Trump, han hecho balance y han llegado a la conclusión: los capitalistas dirigentes hasta ahora, los globalizadores, han librado guerras largas y grandes como en Irak y Afganistán, pero no resultaron ser inversiones exitosas. Por eso, Trump ha establecido en su “Estrategia de Seguridad Nacional” de diciembre de 2025 una disminución de forma pragmática, al menos por ahora, en la enemistad persistente contra China y Rusia.


¿Qué significa esto?
La pretensión de una renovada dominación mundial permanece, pero primero debe ser preparada de nuevo: Trump aumentó aún más el presupuesto armamentístico estadounidense, así como la deuda pública. Los trumpistas quieren crear el ejército más peligroso y letal del mundo, según sus propias palabras. Lockheed debe construir inicialmente con 200.000 millones de dólares el “golden dome for America”, el sistema de defensa antimisiles más moderno del mundo. Con la “flota dorada” Trump quiere desarrollar “los buques de combate más peligrosos del mundo”, y así sucesivamente. Y también los vasallos de las alianzas militares dirigidas por Estados Unidos, como la OTAN en Europa y también en Asia (Japón, Corea del Sur, Taiwán, Australia, Filipinas) deben duplicar sus presupuestos militares, hasta el 5 % del PIB, y comprar aún más armamento en Estados Unidos. Pero EEUU mantiene el liderazgo, también en la OTAN y en la conducción operativa de la guerra de Ucrania contra Rusia, incluso durante las actuales negociaciones de paz. Y ninguna de las aproximadamente 850 bases militares estadounidenses en todo el mundo será desmantelada, sino que solo hay una redistribución relativa hacia las bases asiáticas.

En otras regiones, Estados Unidos no se muestra a favor del fin de la guerra, sino todo lo contrario.
Los capitalistas de Trump libran las guerras más fáciles de ganar o las preparan: sobre todo el proxy estadounidense Israel bombardea no solo el territorio del llamado Gran Israel, sino todo Oriente Próximo para las inversiones estadounidenses: en Gaza, donde Trump habla de la “la Riviera de Oriente Próximo”, en Líbano, en Siria, con ataques secundarios contra Yemen e Irán. El ejército estadounidense sigue estacionado en Siria y bombardea allí enemigos seleccionados sin siquiera consultar al nuevo gobierno. Con los Estados del Golfo, los capitalistas emergentes de Trump consolidan la cooperación militar y ponen en marcha inversiones mutuas multimillonarias. Al mismo tiempo, los trumpistas buscan primero la entrada en Estados débiles de todos los continentes: con ayuda de ocho acuerdos de supuesta paz, como en Gaza, buscan asegurarse inversiones en tierras raras e infraestructuras: con Congo y Ruanda, con Armenia y Azerbaiyán, etcétera. Los trumpistas quieren acceder a los recursos de Groenlandia, que en términos de política de seguridad sigue perteneciendo al miembro de la OTAN Dinamarca.

Al mismo tiempo, se están produciendo los asesinatos extrajudiciales en Venezuela.
También en el patio trasero tradicional estadounidense, América Latina, Trump intensifica el control: con ayuda de BlackRock, Estados Unidos ha comprado los dos puertos del Canal de Panamá. Contra los antiguos Estados enemigos Cuba, Nicaragua y especialmente ahora Venezuela se endurecen las sanciones y los bloqueos. En el caso de Venezuela, se comportan así debido a su cooperación con China, principal comprador del petróleo venezolano. Inventan mentiras contra el supuesto narcotraficante Maduro y preparan una posible guerra, continuando lo que no solo Trump en su primer mandato, sino también su sucesor Joe Biden ya intentaron con el presidente fabricado Guaidó. Y, de paso, los trumpistas subvencionan al neoliberal endeudado de la motosierra Milei en Argentina y apoyan al recién elegido presidente de Chile, el imitador de Trump Kast.

Usted describe la Doctrina Monroe como fundamento histórico del expansionismo estadounidense. ¿En qué se diferencia la versión de Trump de esta doctrina?
En principio, en nada, pero sí en su ejecución forzada. La Doctrina Monroe de 1823 establecía: ninguna otra potencia debe obstaculizar la expansión del Estado estadounidense. Hasta entonces, Estados Unidos se había expandido de 13 a 23 Estados federados y continuó expandiéndose con ejército, colonización y expropiación, también con ayuda del genocidio, que Trump hoy también apoya en Palestina. Trump se remite a la Doctrina Monroe y quiere continuar o reiniciar la expansión estadounidense a escala global. Pero el problema que ha reconocido, a diferencia de sus predecesores Bush, Obama y Biden, es que sobre todo China, pero también Rusia, muy vinculada con China, son mucho más poderosas que las potencias coloniales europeas Inglaterra y Francia en la Norteamérica del siglo XIX.

La cooperación internacional de China también es superior a la práctica de dominación global de Estados Unidos

¿Qué papel tienen los dos actores que acabas de mencionar?
Hoy Rusia es en parte superior en tecnología militar, pero sobre todo China está internacionalmente mucho mejor interconectada y es superior en muchos aspectos económicos y tecnológicos, por ejemplo, también en el suministro energético decisivo para la IA mediante centrales nucleares de cuarta generación, de las que Estados Unidos no dispone y por ello perfora desesperadamente en busca de petróleo y gas. El lema de Trump es “drill, baby, drill!” (perfora, nena, perfora). También en las ahora tan centrales tierras raras, Estados Unidos está en desventaja frente a China. Por cierto, los oligarcas estadounidenses con el gobierno de Trump cuentan como mucho con el apoyo activo de un 20 % de su propia población, y a nivel internacional Estados Unidos ha caído en desprestigio como nunca antes. Los trumpistas lo saben: incluso en su propio país solo cuentan con una minoría, además insegura.

¿Pero no se retira de Europa?
No, al contrario. Estados Unidos sigue dirigiendo la OTAN y ordena el aumento de los presupuestos militares. Y el ejército estadounidense y los servicios secretos estadounidenses siguen dirigiendo, a través de sus satélites en el espacio y de su mando europeo en Wiesbaden, la guerra de Ucrania contra Rusia y deciden qué armas suministran a Ucrania y cuáles no. Y en Ucrania los trumpistas quieren obtener la mayor cantidad posible de recursos, compras de tierras y empresas energéticas que hasta ahora siguen siendo estatales. Y las principales corporaciones digitales estadounidenses como Amazon, Facebook/Meta, Google, Apple, Microsoft y Nvidia, como ya se ha mencionado, están instalando enormes nuevos centros de datos en todos los Estados europeos importantes, obtienen encargos digitales y de IA del ejército, del Estado, de empresas y de medios. Las principales consultoras estadounidenses como Accenture y McKinsey, y los principales despachos jurídicos estadounidenses como Freshfields asesoran a los gobiernos y a la Comisión Europea. Las tres agencias de calificación estadounidenses S&P, Moody’s y Fitch se están forrando con las evaluaciones de solvencia de todos los Estados europeos y de las principales sociedades anónimas.

¿Qué papel desempeñan empresas como BlackRock, las grandes corporaciones digitales y armamentísticas en la estrategia imperial de Trump?
Especialmente las corporaciones digitales y los nuevos organizadores del capital como BlackRock crecieron desde los años 1990 junto al Partido Demócrata y empobrecieron a los trabajadores y después también a la clase media con la globalización. Por eso, el demagogo Trump tuvo éxito entre ellos. Cuando Trump ganó las elecciones de 2024 con una clara mayoría, Gates, Bezos, Zuckerberg & Co. y BlackRock & Co. se pasaron rápidamente a Trump y financiaron su ceremonia de investidura. BlackRock fue bajo el presidente Biden el coordinador de la “reconstrucción” de Ucrania, y ahora forma parte del equipo de Trump para las negociaciones destinadas a poner fin a la guerra en Ucrania. Y BlackRock es en todos los Estados importantes de Europa el mayor accionista de las principales sociedades anónimas: en Inglaterra, Alemania, Francia, Bélgica, Países Bajos, también en Suiza.

¿Cuál es el papel de esos fondos?
BlackRock, Vanguard, State Street, Capital Group, Wellington y Fidelity obtienen aquí elevados beneficios y se aseguran, por ejemplo, de que las principales corporaciones químicas y automovilísticas inviertan lo máximo posible en Estados Unidos. BlackRock & Co. son también los principales accionistas de Amazon, Google, Apple, Facebook, Microsoft y Nvidia, que construyen en Europa los enormes nuevos centros de datos; y son también el mayor grupo de accionistas de Tesla, el mayor fabricante de coches eléctricos en Alemania. Además, BlackRock & Co. son ya el mayor grupo de accionistas del mayor consorcio armamentístico “alemán”, Rheinmetall, que ya ha construido dos nuevas fábricas en Ucrania.

¿Son formatos como BRICS, OCS, FOCAC y CELAC una alternativa?
Obama ya declaró a China enemigo principal, pidió a los miembros europeos de la OTAN aumentar sus presupuestos militares y también inició un rearme intensificado en Australia, Taiwán, Corea del Sur, Japón, Filipinas y Guam. La práctica desarrollada por China es sistémica y a largo plazo superior a la de Estados Unidos: soberanía nacional, industrialización de base amplia, trabajo y prosperidad creciente para la gran mayoría de la población, infraestructura amplia y moderna. Y la cooperación internacional de China también es superior a la práctica de dominación global de Estados Unidos. China además no necesita las casi 1.000 bases militares estadounidenses que Estados Unidos opera en todos los continentes e islas anexionadas, y a menudo se saltan las leyes nacionales.

¿Qué alternativas realistas ve para Europa más allá de la emancipación militar y económica de Estados Unidos?
Europa tiene que salir de la OTAN y hay que disolver los monopolios de BlackRock. Restablecer la soberanía de los Estados europeos para que puedan asociarse libremente, también por ejemplo con Rusia. Estas son demandas evidentes. Pero la soberanía pacífica, democrática y basada en el Estado de derecho tiene aún muchos otros ámbitos de actuación. Las fundaciones privadas estadounidenses de Gates, Soros & Co. deben ser reguladas o expulsadas. Las agencias de calificación estadounidenses deben ser expulsadas y sustituidas por agencias europeas.

¿Y desde los movimientos?
Los movimientos sociales deben internacionalizarse, dentro de Europa, pero también, por ejemplo, con el movimiento por la paz, de mujeres, ambiental y de derechos laborales, especialmente en Estados Unidos. Y también con movimientos en India, donde millones de hombres y mujeres, con salarios bajos y en una moderna esclavitud, ensamblan los iPhones de Apple y tras unos años enferman y son reemplazados. También la elaboración coordinada de los movimientos anticoloniales es una tarea a la que, por ejemplo, se dedica la revista internacional de la Nueva Ruta de la Seda,
Belt & Road Initiative Quarterly (BRIQ), cuya redacción trabaja en Turquía. Multipolaridades, cooperaciones en todas las profesiones y movimientos: el mundo nunca ha estado tan abierto y nunca lo ha necesitado tanto.

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