Palestina
Nathan Trall: “No pensar en el futuro a largo plazo es algo muy característico de la política israelí”
El día que Nathan Thrall, periodista estadounidense residente en Jerusalén, publicó Un día en la vida de Abed Salama. Anatomía de una tragedia en Jerusalén (Anagrama 2024), no pensó que la situación en Palestina estaba a punto de cambiar.
Presentado en el mercado editorial cuatro días antes del 7 de octubre de 2023, fecha del inicio del genocidio en Gaza, este libro de no ficción, ganador del Premio Pulitzer de 2024, se adentra en un hecho que tuvo lugar el 16 de febrero de 2012. Aquel día, un autobús escolar que llevaba a un grupo de niños palestinos de excursión, sufrió un accidente. Siete niños murieron calcinados, entre ellos Milad Salama, el hijo del protagonista de esta historia.
Nadie asumió ninguna responsabilidad moral y ni el juicio ni la investigación llevados a cabo sirvieron para señalar las verdaderas causas del problema: la existencia de ciudadanos de primera y de tercera
Sin embargo, este no es el relato de un accidente; este es el relato de una carretera no acondicionada, de una respuestas de emergencia tardía que agravó el suceso (el ejército israelí retrasó la llegada de las ambulancias palestinas al lugar de los hechos por tratarse de niños palestinos) y es el relato de una aberración moral. A tan solo un par de minutos se encontraba una estación de bomberos y una estación de emergencias israelí. Nadie acudió al lugar donde se encontraba el autobús accidentado. Nadie asumió ninguna responsabilidad y ni el juicio ni la investigación llevados a cabo sirvieron para señalar las verdaderas causas del problema: la existencia de ciudadanos de primera y de tercera.
En el libro Thrall conversa con algunos de los protagonistas, entra en sus casas y desgrana, detalle a detalle, la realidad de la población palestina en Cisjordania, sus esfuerzos por sobrevivir a pesar de las humillaciones, de las restricciones y de la vulneración sistemática de sus derechos.
El libro se publicó cuatro días antes del 7 de octubre de 2023. ¿Cómo afectó eso a la salida del libro?
El efecto inmediato fue que muchas de las instituciones y organizaciones que querían organizar charlas sobre el libro dejaron de hacerlo después del 7 de octubre. De hecho, teníamos planeadas seis semanas de promoción en Estados Unidos y en el Reino Unido, y aproximadamente una cuarta parte de nuestros eventos se cancelaron justo después del 7 de octubre.
Lo que realmente nos sorprendió fue que la mayoría de organizaciones que cancelaron sus eventos eran de centroizquierda o de izquierda; progresistas. Sólo una de estas organizaciones progresistas de Estados Unidos consideró la idea de tener un debate sobre la vida palestina bajo la ocupación. Tras el 7 de octubre, hubo mucha gente que pensó que no había lugar para esta conversación. Debo decir, sin embargo, que antes del 7 de octubre, sentía que todo el movimiento iba en la dirección opuesta. Tenía la sensación de que el debate sobre el apartheid en Israel y Palestina se estaba volviendo bastante más común en Estados Unidos y en el Reino Unido; que cada vez se hablaba más abiertamente del apartheid, incluso lo hacían figuras influyentes. Inmediatamente después del 7 de octubre, sentí que toda esa conversación se detenía y que todo empezaba a girar alrededor de Hamás y el ataque.
Esto ha ido cambiando con el tiempo, a medida que ha ido aumentando la escala de la matanza israelí y ha ido in crescendo el consenso de que Israel ha perpetrado un genocidio. Esto ha cambiado la manera en la que la gente ha llegado al libro, pero no en todas partes. En Estados Unidos, por ejemplo, esas mismas instituciones que no quisieron abrir el debate tras el 7 de octubre, no han vuelto a invitarnos o se han disculpado. Las instituciones sionistas liberales o las organizaciones judías de izquierda realmente aún no han regresado políticamente a la posición en la que estaban antes del 7 de octubre.
En su reciente libro El mundo después de Gaza, Pankaj Mishra escribe en detalle cómo hay comunidades judías en Israel con un discurso mucho más duro contra la población palestina que una parte de los judíos en Israel. ¿Por qué sucede eso?
¿Hablas de los judíos estadounidenses que apoyan a Israel?
Sí.
Es una característica común de muchas diásporas. Suelen ser más ‘militantes’ que la gente que está en terreno. La gente que reside allí [comunidad judía en Palestina] vive una realidad compleja, con muchos matices. Según mi experiencia, la gente en la diáspora puede ser muy inflexible porque no tiene que hacer concesiones en su vida. Toda su participación en el tema es puramente retórica; así que solo tiene que adoptar una postura moral, pero no trata con la realidad, por eso sus voces suelen ser autoritarias. Por lo que sea, se acaba creando una especie de atracción gravitacional hacia esas voces. Así que creo que es un fenómeno bastante común.
Llevas más de 15 años viviendo en Jerusalén. ¿Has advertido una radicalización de la juventud? En referencia a las posturas antipalestinas.
Sí, aunque no me gusta usar la palabra ‘radical’; pero sí que es verdad que sus posturas contra la población palestina se han vuelto más severas y deshumanizantes. Durante años ha sido algo que se ha ido viendo en las encuestas que se iban publicando: Israel ha sido por mucho tiempo el único país en el que la población joven era mucho más de derechas que las personas mayores. No sé si Israel sigue siendo un caso atípico en ese sentido, pero ha sido una tendencia muy arraigada en el país.
El caso es que cuando tienes un presidente que proviene de un partido de centroizquierda, el principal partido de centroizquierda en Israel, y dice que “que no hay inocentes en Gaza porque toda la nación es responsable [de lo ocurrido el 7 de octubre de 2023]… El Partido Laborista ahora se ha derrumbado, pero en un momento dado obtuvo una gran cantidad de votos. Él [Herzog] es el presidente del país, y dice estas cosas. El 76% de los judíos israelíes dijeron recientemente en una encuesta que consideran que no hay inocentes en Gaza. Creen que estos miles de bebés asesinados en Gaza en los dos últimos años no son inocentes.
Mientras escribía este libro este tipo de personas iban en aumento, pero no era la visión dominante. Una parte importante de la sociedad pensaba así pero no era lo habitual. Había voces mucho más importantes y poderosas dispuestas a condenar estas muertes. Hoy esto ha cambiado; y esta percepción, la deshumanización de todas las personas, es la dominante en Israel.
¿Qué sucede con este poco más de 20% de israelíes que no creen que todo el mundo sea culpable en Gaza?
Que ese 24% restante no haya dicho “no hay inocentes en Gaza” no significa que tenga motivaciones para detener el genocidio. El número de personas que salieron para protestar por lo que se estaba llevando a cabo es mucho menor que el 24%. Es menos del 5%, una fracción minúscula de la sociedad israelí. Sí que salió mucha gente a protestar para pedir la liberación de los rehenes, pero muchas de esas personas tienen opiniones muy racistas y deshumanizantes sobre los palestinos.
Pero para responder a la pregunta sobre cómo es la vida para los israelíes que se preocupan por las vidas de los palestinos… Cada vez se reduce más el espacio para que sus voces sean escuchadas. Creo que estas personas terminarán yéndose.
Descartar el futuro es algo que los israelíes vienen haciendo desde hace décadas
La población israelí se ha radicalizado contra los palestinos, pero el mundo se ha radicalizado contra Israel. No sé si los líderes israelíes han pensado en lo que esto puede significar a largo plazo. ¿Podría esta situación hacer aumentar el antisemitismo?
Este asunto tiene varios matices. En primer lugar, hay que decir que no pensar en el futuro a largo plazo es algo muy característico de la política israelí. Israel piensa en las próximas 24 horas. Incluso los líderes a favor de la existencia de un Estado palestino, para asegurar una mayoría demográfica judía en Israel, han formado parte de gobiernos que han apoyado los asentamientos. Entonces, descartar el futuro es algo que los israelíes vienen haciendo desde hace décadas.
En segundo lugar, el mundo sigue y seguirá apoyando a Israel. Es cierto que la opinión pública ha cambiado, pero no se traducirá en cambios reales que puedan afectar al israelí de a pie. Lo que realmente importa aquí es si el país ha sido sancionado; y la respuesta es que no. Alemania ha firmado este año un acuerdo por 2.000 millones de dólares por la compra-venta de misiles israelíes. Incluso durante el genocidio, mientras se estaban llevando a cabo protestas masivas en diferentes ciudades europeas, Israel vendía y exportaba cantidades récord de armas, la mitad de las cuales se dirigían a Europa. La industria armamentística israelí ha batido récord de exportaciones en 2024.
Lo que realmente importa aquí es si el país ha sido sancionado; y la respuesta es que no
Así que sí, estoy de acuerdo en que habrá consecuencias a muy largo plazo, por lo que a la percepción de las sociedades en Estados Unidos o Europa respecta; y habrá consecuencias políticas a largo plazo; pero no de manera inmediata. De todos modos, creo que Israel seguirá siendo aceptado y que ni siquiera se conseguirá lo más simple, como prohibir los productos procedentes de los asentamientos. Esta es la realidad en la que vivimos.
Y por último, y respecto a la última parte de su pregunta en referencia al antisemitismo, debo decir que a los líderes israelíes les importa mucho más promover sus propios intereses políticos y los proyectos expansionistas de Israel en Palestina que el destino de los judíos en otras partes del mundo. Y yo diría incluso más que eso: históricamente y también en la actualidad, muchos líderes israelíes han creído y creen, con razón, que el antisemitismo también beneficia al sionismo, porque significa que más judíos van hacia Palestina y se convierten en ciudadanos israelíes, impulsando así su guerra demográfica contra los palestinos.
Sobre sí es peligroso confundir el antisionismo con el antisemitismo, sí, y mucho; pero ha sido Israel quien ha inflado deliberadamente estas dos cosas, mezclándolas para favorecer sus intereses. Esto explica en gran medida cómo la gente ha llegado a esta confusión.
a Los líderes israelíes les importa mucho más promover sus propios intereses políticos y los proyectos expansionistas de Israel en Palestina que el destino de los judíos en otras partes del mundo
El libro tiene sus orígenes en un artículo escrito en The New Yorker. ¿Cómo decides que quieres escribir un libro entero sobre este accidente?
El artículo original tenía unas 21.000 palabras, y a pesar de eso, el libro solo comparte una página o página y media con el artículo. Casi todo el material del libro es completamente nuevo, a pesar de que ambos tratan sobre el mismo evento y llevan el mismo título.
Cuando terminé el artículo, sentí que la historia estaba incompleta. Había, como en el resto de mis artículos, mucho de historia y de análisis. Empecé a escribir, y me di cuenta de que, a medida de que iba avanzando, cada vez me importaban menos los puntos políticos que quería plantear; y más la historia humana. Quería compartir las perspectivas de las personas que, de una forma u otra, se vieron afectadas por este accidente.
Empecé prácticamente desde cero. Quería hacer algo distinto; quitarme el sombrero de analista y de historiador y sumergirme narrativamente en la historia. Una de las decisiones que tomé fue imponerme una restricción al escribir: no iba a ser un narrador omnisciente. La idea siempre fue intentar obtener una historia real a través de las experiencias y las historias familiares de los personajes, a través de su mirada. De esa manera, sentí que le daría al lector una idea de lo que realmente significa vivir en este lugar.
Este libro no va sobre un accidente fatal que se cobra la vida de siete niños. Va de una situación concreta que se vive en esa parte del mundo. Es prácticamente un ensayo, con una crítica feroz al sistema y a Israel. ¿Cómo encontraste el equilibrio entre la forma novelística y el ensayo?
No me resultó complicado, ya que el material, la historia, ya era en sí misma muy perturbadora. Se trata de una muestra tan clara de injusticia que no necesité reforzar nada; ni añadir una pizca de emoción o de detalle extra. Los hechos de la historia son tan poderosos que lo mejor que pude hacer fue retirarme y no intervenir. Esto es algo que enseñan en todas las escuelas de escritura: menos es más. La sutileza es la herramienta más poderosa que tienes como escritor.
Lo que sí tuve que hacer fue desvincularme de mí mismo. Gran parte de lo que se escribe sobre Israel y Palestina tiene una ideología detrás. Las personas están en un bando o en otro; y eso se ve en las palabras que usan. ¿Hablan de guerra o de genocidio? ¿De tierras ocupadas o tierras en disputa? Cada aspecto de este conflicto tiene su campo semántico según el grupo que hable. Eso se ve fácilmente leyendo lo que se publica: en las primeras líneas ya se puede saber si se está de un bando u otro. Yo quería evitar eso con este libro. No quería que se me incluyera en ninguna categoría y la manera de lograrlo fue desaprender de esas palabras comunes que todos usamos y, en su lugar, encontrar palabras más precisas; palabras que no estuviesen ligada a una línea de pensamiento, sino que describieran los lugares y los eventos. Esto es algo que cautiva al lector, sobre todo a quien conoce este lugar. Todo esto ha contribuido a que la historia se sienta real.
Se trata de una muestra tan clara de injusticia que no necesité reforzar nada
Te metes en la casa de los personajes; ¿cómo pudiste acercarte tantísimo a ellos en una situación tan delicada, con un hecho tan traumático?
El mérito de la intimidad que existe en este libro es 100% de las personas con las que hablé y que generosamente quisieron compartir su relato conmigo. No hice nada especial más que acercarme a ellos con la mente y el corazón abiertos. Los escuché atentamente. Este accidente sigue siendo el evento más importante de sus vidas. Y sigue siendo un evento que moldea su día a día, en el que piensan constantemente. Entonces llega alguien de fuera, toca a su puerta y les dice: “Estoy escribiendo sobre esto, tengo todo el tiempo del mundo y quiero que me cuentes tu historia; todo lo que sentiste”.
No creo que eso les hubiera pasado antes. Tal vez se acercaron en su momento algunos periodistas y pasaron cinco o treinta minutos con ellos. Esa no fue la forma en la que yo me acerqué a ellos. Y cuando llegué, descubrí que ansiaban hablar y desahogarse. Luego, por supuesto, debe haber un elemento de confianza, algo que surge naturalmente cuando miras a una persona a los ojos y demuestras interés y que le muestras que comprendes lo que dice.
¿Han tenido la oportunidad de leer el libro?
Estoy en contacto, sobre todo, con Abed, porque lo veo constantemente. Él está muy contento con el libro y como ha llegado al resto del mundo. Creo que para él en particular supuso un riesgo compartir tantísimo para que yo pudiese escribir este libro. Hay historias que revela en este libro que no había compartido antes con nadie, ni siquiera con sus familiares más cercanos. Le costó un tiempo sentirse seguro, sobre todo porque creía que explicar su historia podía tener repercusiones personales. Lo más importante, sin embargo, es que este libro, de alguna manera, honra a su hijo. Y por eso creo que siente un enorme orgullo y una conexión con el libro en sí.
Volviendo a lo que ocurrió el 7 de octubre. ¿Cómo ha cambiado la vida en la Cisjordania ocupada desde entonces?
El hecho de que la atención mundial se haya centrado en Gaza desde el 7 de octubre ha sido una enorme oportunidad para que el gobierno israelí y la derecha israelí avancen en su agenda en Cisjordania. Esto ha significado un aumento de la confiscación de tierras, por ejemplo. En el año posterior al 7 de octubre, Israel confiscó más tierras palestinas en Cisjordania que en los 20 años anteriores juntos. Israel se ha apresurado a continuar colonizando Gaza mientras perpetraba el genocidio en Palestina. Saben [los líderes] que el mundo tiene una capacidad de atención muy limitada. Esto ha significado para los palestinos de Cisjordania un enorme deterioro de sus condiciones de vida. Por ejemplo, uno de los pilares de la economía palestina son los empleos dentro de Israel y dentro de los asentamientos. Este es el sector laboral más grande para los palestinos y los empleos suelen estar mucho mejor pagados. Casi todos han desaparecido desde el 7 de octubre. Israel ha reemplazado a esos trabajadores palestinos con extranjeros traídos del sur de Asia y otros lugares.
Viven [los palestinos] económicamente estrangulados. Además, las restricciones de movimiento han empeorado porque se han instalado nuevos checkpoints y controles a las entradas de las aldeas, lo que permite al ejército cerrar estas comunidades enteras e impedir que cualquiera salga. Se ha producido, asimismo, un incremento de las detenciones de palestinos. Muchos de ellos están detenidos sin juicio ni acusación, algo que Israel puede hacer bajo su sistema. El trato a los prisioneros es el peor que jamás haya habido en las cárceles israelíes, que operan como auténticos centros de tortura, según la principal organización israelí de derechos humanos, B'Tselem. Los prisioneros que son liberados se ven tan demacrados que a veces parecen irreconocibles incluso para sus familiares.
En el año posterior al 7 de octubre, Israel confiscó más tierras palestinas en Cisjordania que en los 20 años anteriores juntos
Hemos visto qué venía después del 7 de octubre. ¿Y a partir de ahora?
Es complicado, pero lo primero que diré es que este alto el fuego no es una paz; a pesar de que Donald Trump, Marco Rubio o los líderes europeos lo describan como tal. En estos momentos, Israel ocupa el 53% de Gaza, la gente sigue muriendo y no hay indicios de cómo, cuándo o si Israel va a abandonar el enclave por completo.
Sin duda, [Israel] continuará ocupando el territorio, ya sea desde dentro o desde fuera, y continuará controlando la vida de los palestinos allí, tal como lo hizo hasta el 6 de octubre de 2023. En Cisjordania, continúa con la expropiación de tierras palestinas, y la constricción de los palestinos a espacios cada vez más pequeños. Mientras, el resto del mundo se conforma con señalar con el dedo y decir “queremos dos estados”, “esta situación debe terminar”, “esto es insostenible”, pero en la práctica nadie hace nada. El mundo continúa apoyando a Israel, teniendo relaciones comerciales normales con Israel, sin sancionarlo. Se protege a Israel en foros internacionales y hay países que se niegan a cumplir las órdenes de arresto de la Corte Penal Internacional (CPI) contra líderes israelíes, y así sucesivamente. En definitiva, lo que veo es una continuación de las condiciones que nos llevaron al 7 de octubre y que, sin duda, traerán un derramamiento de sangre en el futuro.
Este alto el fuego no es una paz; a pesar de que Donald Trump, Marco Rubio o los líderes europeos lo describan como tal
¿Cuál es el peso real de los ministros ultra Ben Gvir y Smotrich? Se han dado a conocer al mundo entero por sus soflamas antipalestinas.
Hay una diferencia entre su peso entre el electorado y su peso en el Gobierno. En este último, es enorme. Su peso en el electorado es lo suficientemente grande como para conseguir puestos ministeriales en el gobierno, pero no tanto si nos fijamos en las encuestas, que indican que Smotrich no conseguiría, hoy por hoy, una buena posición de su partido en el caso de celebración de unas hipotéticas elecciones. Casi todas las encuestas muestran que su partido tendría que fusionarse con otro si quiere sobrevivir. Con Ben Gvir la cosa es distinta, porque él sí está creciendo. Sin duda, está teniendo una enorme influencia en este gobierno y sus políticas.
Sin embargo, quiero señalar algo importante, y es que estas dos personas sirven de chivo expiatorio de las políticas del gobierno israelí. No hay que olvidar que todos los gobiernos israelíes desde 1967 han impulsado los asentamientos; mucho antes de que Netanyahu llegara al poder. En realidad, fueron los gobiernos de centroizquierda los iniciadores de este proyecto de asentamientos, y quienes crearon los primeros en Cisjordania. Sin ir más lejos, la política de asentamientos del gobierno anterior fue peor que la actual de Netanyahu.
Creo que existe una especie de tendencia a exonerar a Israel y atribuir todos los pecados a estas dos personas, Ben Gvir y Smotrich, porque eso nos permite, a Occidente, decirnos a nosotros mismos que ellos son el problema; y que basta con que se celebren nuevas elecciones para poder así continuar apoyando a Israel. Hay que dejar de engañarse: el problema es Israel y debemos dejar de buscar excusas para no exigirle rendición de cuentas.
Existe una especie de tendencia a exonerar a Israel y atribuir todos los pecados a Ben Gvir y Smotrich, porque eso nos permite, a Occidente, decirnos a nosotros mismos que ellos son el problema
Por último, hace unos meses se habló de la posibilidad de excarcelación de Marwan Barghouti; que podría ser un líder fuerte para encabezar el proyecto palestino. Esto no sucedió, ¿pero qué opinión te merece Barghouti?
Sin duda, es una de las figuras más populares entre los palestinos. Y las encuestas muestran que sería un candidato a tener en cuenta si alguna vez hubiera elecciones presidenciales. A menudo se lo compara con Mandela, pero no por los palestinos, sino por Occidente. Y ahí, creo que la analogía no es precisa, porque el movimiento palestino está profundamente dividido y no pasa lo mismo que sucedía en Sudáfrica, donde Mandela era un líder para todos. Barghouti es miembro de Fatah, y sus partidarios votarían por él. Sin embargo, no todos los palestinos lo prefieren. Barghouti es importante, pero no se deberían depositar todas las esperanzas en su liberación, porque además, los problemas de Palestina son mucho más profundos.
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