Palestina
            
            
           
           
Illan Pappé: “No esperaba esta magnitud de indiferencia europea ante lo que está sucediendo en Palestina”
           
        
         
El historiador israelí Illan Pappé (Haifa, Israel, 1954) destaca por su crítica del sionismo y de los terribles efectos de la ocupación de Palestina, a los que dedicó el volumen La cárcel más grande de la Tierra (Capitán Swing, 2018). Pappé también afirma que el movimiento palestino no es terrorista, sino anticolonialista. Los problemas para expresar libremente sus tesis en su estado de origen, junto con las amenazas de muerte que recibía, le llevaron a trasladarse al Reino Unido. Allí ejerce la docencia y continúa escribiendo libros como Breve historia del conflicto entre Israel y Palestina (Capitán Swing, 2025).
¿La  extensión de ‘Breve historia del conflicto entre Israel y  Palestina’ es una apuesta política? ¿Buscabas acercar el  contenido al máximo número de lectores posible?
Sí,  esa es la razón principal. Creo que la gente no está satisfecha con  la brevedad extrema de las piezas periodísticas de prensa, con su  falta de contexto, pero a la vez tampoco quiere leer libros muy  largos. Quizá buscan algo intermedio y pensé en un formato que  proporcione más contenido sin forzar a que se lean quinientas  páginas.
En  los principios del libro se habla de la discriminación del imperio  británico hacia una Palestina que no solo sufre las habituales  ingerencias geopolíticas, sino a la que se le niega su soberanía en  la descolonización. ¿Es una especie de pecado original que propulsa  todo este conflicto?
En  general, sí. Pero hay que recordar que esa no solo fue una decisión  británica, sino europea. No permitir que los palestinos tuviesen un  futuro, afirmar que su país ya no les pertenece, se consideró la  mejor manera de solucionar siglos de antisemitismo: crear un estado  judió europeo fuera de Europa. Era una idea inmoral, porque imponía  un estado europeo al pueblo nativo, y era una idea irrealizable,  porque claramente solo podía conseguirse y mantenerse por la fuerza.  Después de más de cien años, los palestinos continúan sin aceptar  que su país no les pertenece. Y mucha gente del mundo árabe tampoco  cree que sea algo correcto, ni moral, ni justo. Y parece que hay más  y más gente alrededor del mundo que comienza a comprender la  magnitud del problema. Añadiría que también era un proyecto  ilegal, pero en esa época no había una ley internacional.
Cuando aparecieron judíos que querían ir a Palestina, eso pareció perfecto en Europa porque servía para expandir el poder colonial
Retratas  a unos interlocutores hipócritas en las conversaciones de paz, los  Estados Unidos y la Unión Europea, que han permitido que la  colonización avanzase mediante una política de hechos consumados.  ¿El desplazamiento geográfico y la eliminación física han formado  parte siempre del proyecto israelí?
Creo  que es algo que se desarrolló con el tiempo. La primera idea de  convertir Palestina en un estado judío fue de sectores extremos del  cristianismo evangélico que consideraban que el retorno de los  judíos a Palestina precipitaría la vuelta de Jesucristo, el retorno  de los muertos y el fin de los tiempos. Ese primer impulso fue  teológico, pero encajó muy bien con los intereses imperiales. En el  siglo XIX, Europa quería expandir sus territorios y su influencia,  así que usaron esa idea cristiana para justificar la toma de control  de territorio perteneciente al imperio otomano. Cuando aparecieron  judíos que querían ir a Palestina, eso pareció perfecto en Europa  porque servía para expandir el poder colonial. Después de la II  Guerra Mundial, Estados Unidos tomó el relevo al Imperio Británico.
Se  suponía que entrábamos en un mundo nuevo con las Naciones Unidas.
Sí,  un mundo donde el colonialismo y la limpieza étnica era inaceptable.  Y aún así, los Estados Unidos apoyaron un proyecto de este tipo.  Fueron muy deshonestos en su apoyo, pero no es el único lugar en el  que ese gobierno ha cometido actos terribles en nombre de la  democracia: Indonesia, Malasia, Filipinas, Vietnam, América Central…  No hay nada nuevo en esta hipocresía de defender un proyecto porque  supuestamente es democrático y representa los valores americanos,  cuando no es así y solo responde a intereses económicos.
Una  de las cosas que sorprende de este siglo de desarrollo de la  colonización de Palestina es la aparente falta de inflexiones. Hemos  vivido etapas de hegemonía socialdemócrata y neoliberal, contextos  diversos que no parecen haber influido demasiado en los  acontecimientos. ¿A qué se debe esta aparente inexorabilidad?
Antes  de este último libro escribí Lobbying for zionism on both sides  of the Atlantic (“El lobby del sionismo en ambos lados del Atlántico”), que me temo que es un libro muy largo. Era tan  largo porque pretendía explicar porqué el proyecto sionista ha sido  exitoso durante tanto tiempo. El sionismo ha ejercido mucha presión  en el Reino Unido y en los Estados Unidos. También la ha ejercido en  Europa, pero eso es menos importante. Al comenzar el libro, entendí  que es difícil hacer que un grupo de presión funcione bien. Tras un  siglo, en cambio, puede funcionar perfectamente. De alguna manera es  impresionante como se ha conseguido que cualquier político  estadounidense o británico que tenga poder para cambiar cosas en  Israel o Palestina no se atreva a hacerlo por miedo a que el lobby  sionista acabe con su carrera. Estas organizaciones dejan claro a  cada político, desde el principio de su carrera, que, si no asume  las posiciones que defienden, apoyarán a su rival. Se aprovechan del  sistema democrático que te obliga a ser reelegido constantemente. Ya  mucho antes del famoso AIPAC (American Israel Public Affairs  Comitee), el poderoso grupo de presión estadounidense, se empleaban  las mismas tácticas. Forman un lobby muy poderoso, pero un lobby es  tan efectivo cuando trabaja en terreno fértil. Occidente es  islamofóbico, es orientalista, además de ser también antisemita en  algunos puntos. Por ello, fue fácil conseguir un posicionamiento  contra una sociedad que se compone mayoritariamente de musulmanes y  que forma parte del mundo árabe. Era un blanco fácil: ¿qué  preferís, judíos occientales que son leales a Occidente, o esos  árabes y musulmanes de los cuales no tenéis muy buena opinión?
Los  grupos de presión no solo han sido efectivos en la consecución de  adhesiones políticas, sino en cultivar un clima de opinión que  castiga duramente la disidencia. Tú mismo tuviste que abandonar tu  país.
Sí,  es cierto: parte de lo que hacen las entidades de este tipo es  intimidar, aterrorizarte, para asegurarte de que tú y otros como tú  no se atreverán a disentir. AIPAC interviene a veces a pesar de que  Israel no se lo pida. No lo hace con ningún objetivo concreto, solo  para demostrar su poder.
De alguna manera, la situación en Palestina irá en consonancia con la salud democrática del mundo. Si en el mundo hay más democracia, la situación será mejor para Palestina
A  menudo se tiende a normalizar el pasado, como si lo sucedido fuese lo  único que podía suceder, pero en tu libro hablas de momentos que  quizá podrían haber cambiado las cosas. Por ejemplo, el imperio  británico redactó un libro blanco de contención del colonialismo  sionista en 1930, pero hubo una posterior retractación después del  correspondiente trabajo lobístico...
La  historia está llena de puntos de inflexión, momentos en que las  cosas podrían haber continuado por otro camino. Normalmente, esas  oportunidades surgían gracias a que había personas que pensaban  diferente. Cuando esos puntos de inflexión no fructifican, quiere  decir que esas personas que pensaban diferente no tenían suficiente  poder en ese momento. Esperemos que en la próxima ocasión sí que  sea así. De alguna manera, la situación en Palestina irá en  consonancia con la salud democrática del mundo. Si en el mundo hay  más democracia, la situación será mejor para Palestina. Y si hay  menos democracia, los palestinos sufrirán mucho.
En  tu libro explicas tu idea de que en Israel operan dos estados en  paralelo, que has bautizado como el estado de Israel y el estado de  Judea. ¿Puedes explicarnos brevemente esta dualidad?
Sí,  el Estado de Judea se ha formado alrededor de los asentamientos de  colonos y tiene una visión de país teocéntrica. Hace décadas  ocupaba una posición marginal, pero en los últimos veinte años ha  incrementado su poder, en parte gracias a las alianzas con  gobernantes como Benjamin Netanyahu, que tiene su propio proyecto.  Además, ese Estado de Judea ha conseguido ganar más y más peso en  el ejército, la policía, los servicios de inteligencia… Solo  parece resistírsele el aparato judicial, pero puede ser que también  termine controlándolo. El Estado de Israel es el antiguo Israel  laborista, laico, que garantiza unas libertades a los ciudadanos que  sean judíos.
¿Su  punto en común es el rechazo al pueblo palestino?
Básicamente  es ese, sí, pero no es suficiente para aglutinar posiciones con  tantas diferencias. Muchas personas pensaban que los atentados de  Hamás y la guerra incrementarían un sentimiento de unidad nacional,  pero no ha sido así.
El  genocidio subsiguiente tampoco parece haber despertado grandes  protestas…
No,  porque no hay debate alrededor de la colonización. Ambos grupos  están comprometidos con ella. Recuerda un momento de conflicto  reciente en Israel: las manifestaciones contra la reforma del sistema  judicial. Se decía a los participantes que no trajesen pancartas que  aludiesen a Palestina. No hay debate sobre la colonización en  Israel. Los conflictos entre el Estado de Israel y el Estado de Judea  son de índole interna.
Filósofos  como Éric Sadin creen que la manera como se ha llevado a cabo la  digitalización ha contribuido a eliminar la experiencia de un mundo  común que nunca ha terminado de existir, pero que parece cada vez  más lejos. ¿La magnitud del genocidio palestino podría haber sido  algo que hubiese unido en el rechazo más allá de fronteras y de  circunstancias vitales, pero eso no está sucediendo?
Para  eso, hará falta que muchas personas estén en la calle. Pienso en  las acampadas en universidades estadounidenses, por ejemplo. Los  teléfonos móviles y los ordenadores también sirven, pero lo hacen  de verdad cuando hay gente sobre el terreno haciéndose visible.
En mi análisis, veo indicios de cambios de ciclo. No es algo que sucederá rápidamente, sino que quizá tardará unos años
¿Y  cómo ha evolucionado tu percepción durante este cerca de año y  medio de violencia extrema? ¿Creías que sucedería algo más, que  habría respuestas más decididas contra el genocidio?
Desgraciadamente,  no me sorprendió la violencia cometida por Hamás en octubre de 2023.  Tampoco me sorprendió la reacción que ha tenido Israel. Y no  esperaba gran cosa del gobierno de los Estados Unidos. Pero tengo que  reconocer que no esperaba esta magnitud de indiferencia europea ante  lo que está sucediendo en Palestina. La indiferencia de sus  gobiernos, de sus medios de comunicación… Sí que percibo que hay  protestas, que hay solidaridad, pero parece que las movilizaciones  están muy lejos de influir a quienes aplican las políticas. De  momento.
El  otro día entrevisté a un documentalista palestino, Kamal Aljafari,  y declaró que la situación de Palestina está en la raíz de la  situación del mundo. Me parece algo que sintoniza con lo que  afirmabas anteriormente: que la situación en Palestina se  relacionaría con la salud de la democracia en el mundo.
Así  es. La situación de Palestina tiene relación con lo que está  sucediendo. Y lo que está pasando también genera una brecha de  confianza del sur global hacia el norte global. Los pueblos del sur  ven que no pueden confiar en que se defienda la legalidad  internacional si se permite que suceda algo así.
Antes  se han vivido otros momentos importantes de corrosión de la  confianza en la comunidad internacional. La muerte de Lumumba en el  Congo acabado de independizarse y otras muestras de injerencia  geopolítica extrema del neocolonialismo, o la ‘guerra preventiva’  contra Iraq. ¿Vivimos un momento histórico de deterioro?
Sí,  pero a la vez soy optimista. En mi análisis, veo indicios de cambios  de ciclo. No es algo que sucederá rápidamente, sino que quizá  tardará unos años. Y es terrible explicarle algo así a personas  que sufren tantísimo sobre el terreno como sucede en Palestina, que  no pueden esperar, que necesitan soluciones inmediatas.
Tus  dosis de optimismo triste puede sorprender ante la proliferación de  gobernantes abiertamente sociopáticos como Trump o Duterte. También  podríamos pensar que afrontamos un futuro en que desproveer de  humanidad a un pueblo entero podría reproducirse en otros lugares...
Es  importante pensar que la historia no es lineal, no va a peor y a peor  y a peor. Hay ciclos. Ahora estamos viendo este éxito de políticos  populistas, pero creo que son políticos faltos de competencia. No  solo no están preparados para afrontar los grandes problemas del  mundo que requieren soluciones internacionales, como el calentamiento  global o las migraciones, sino que tampoco lo están ante los asuntos  domésticos de sus países y sus economías. Creo que ese cambio de  ciclo que digo puede estar cerca.
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