Opinión
No solo violencia de género, también la infancia: bulos de la extrema derecha más allá de las denuncias falsas

Con el título Ideología de género y denuncias falsas España/Argentina, por Sala Ernest Lluch del Congreso de los Diputados desfilará este jueves el 4 de septiembre el discurso negacionista de la violencia de género y sus mentiras en torno al feminismo y la violencia contra las mujeres en unas jornadas contestadas por organizaciones feministas. Los abogados argentinos Patricia Anzoátegui y Rubén Melloni, ambos del Observatorio de Falsas Denuncias de Argentina, el policía Samuel Vázquez, portavoz de Vox para Inmigración, Interior y Seguridad, o Jesús Muñoz, vicepresidente de la Asociación Nacional de Ayuda a las Víctimas de Violencia Doméstica (Anavid), son los ponentes que se espera en la sala.
Que la violencia no tiene género y las leyes para proteger a las mujeres son anticonstitucionales son algunos lugares comunes de quienes defienden este discurso. Lo aderezan, además, con supuestos datos ampliamente rebatidos. Uno de los falsos datos que más sacan a pasear estos grupos es el de que la Ley integral de violencia de género, aprobada en 2004 con unanimidad en el Congreso y con una ya asentada trayectoria, facilita la interposición de un gran número de denuncias falsas contra hombres inocentes, ignorando la estadística del Consejo General de Poder Judicial y confundiendo deliberadamente archivos, sobreseimientos y absoluciones.
El discurso de la extrema derecha no gira solo en torno a los derechos de las mujeres, sino que se utiliza para construir un concepto afín de la familia y de la infancia
Otro supuesto dato que utilizan estos grupos es el de que la ley de violencia de género explica más de 2.200 suicidios de hombres cada año o que es responsable de la detención de 450 hombres inocentes el día en España, como mantiene Anavid. En el argumentario anti leyes de violencia de género hay más: existe una “multimillonaria industria” tras las denuncias falsas y para sostenerla se riega a los “chiringuitos feministas” de subvenciones son las otras patas de este discurso.
Pero este discurso no gira solo en torno a los derechos de las mujeres, sino que se utiliza para construir un concepto afín de la familia y de la infancia. En julio de 2022, durante unas jornadas similares a las de este jueves, el vicepresidente de Anavid, Jesús Blanco, soltaba una parrafada donde decía resumir diversos estudios. Estas eran algunas ideas: un estudio en Noruega reveló que los hijos con custodias paternas tenían mejores hábitos de salud, bienestar y satisfacción que con custodias maternas noruega. En España, cuando las custodias son paternas “el índice de fracaso es cero”.
Los menores privados de un padre o de una custodia compartida tienen 20 veces más probabilidad de padecer depresión y ansiedad, cinco veces más de querer suicidarse, cuatro veces más riesgo de pobreza, dos veces más riesgo de tener problemas endocrinos y metabólicos, obesidad y diabetes, el doble de abandono escolar. El 63% de los suicidios juveniles son de niñas sin papá. El 58% de las mujeres en prisión no tuvieron figura paterna. El 71% de las niñas que tienen embarazos adolescentes no tuvieron papá. El 70% de las personas que abandonaron los estudios provienen de hogares sin padre.
Según Anavid, la carencia de figura paterna está detrás de mayores riesgos de abuso de droga, notas más bajas, situaciones de sinhogarismo y hasta embarazados no deseados
La lista sigue. Según Anavid, la carencia de figura paterna está detrás de mayores riesgos de abuso de droga y explica unas notas más bajas. Además, el 85% de los chicos que están en cárceles juveniles centro de menores no tuvieron figura paterna y el 90% de la gente sin hogar no tuvo figura paterna.
Podría pedirse a Anavid que revise estudios que apuntan a cómo la construcción de la masculinidad puede estar relacionada con la tasa de suicidios. O que explique por qué su lista de agravios se puede encontrar calcada en medios antifeministas, webs católicas o en hilos de usuarios que defienden a partidos nazis.
Pero importa el fondo. Y, en el fondo, lo que refleja este listado es un concepto de la infancia como propiedad del padre. Pater familias es un concepto con el que en la Roma clásica se denominaba al hombre de autoridad, no solo simbólica sino también material: él era el propietario de una serie de dominios entre los que se incluía a su descendencia. En esta concepción, los niños y las niñas son sujetos degradados, jerárquicamente inferiores, y de quienes se puede disponer. En este reportaje, algunas expertas reflexionaban sobre cómo esto facilita la violencia hacia la infancia, incluida la violencia sexual.
Las madres protectoras cuestionan la figura de pater familias y que tiran por tierra su papel cuando señalan que el padre puede ser violento y muestran que están dispuestas a alejar a las criaturas de ellos para protegerlas
En su defensa del pater, Anavid va de la mano con Vox: en 2023, el partido de extrema derecha promovió allí donde pudo —incluyendo Congreso Senado, asambleas autonómicas y ayuntamientos— mociones “en defensa de la figura del padre”. Lo hizo con un texto donde argumentaba que “ciertas teorías” radicales y extremistas han contribuido a la “demonización de la paternidad y, con ella, de la familia”.
Ese, el de la sacralidad del padre, es el núcleo el que tocan las madres protectoras. Porque ellas cuestionan la figura de pater familias sino que tiran por tierra su papel cuando señalan que el padre puede ser violento y muestran que están dispuestas a alejar a las criaturas de ellos para protegerlas. Y por eso son ellas quienes soportan en buena parte el peso de una batalla negacionista por el relato que es global y que no solo atenta contra los derechos de las mujeres. Es la infancia, también, lo que está en juego.
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