Opinión
Parar el mundo para que la esperanza camine
(Adaptación del inicio de un famoso poema de Martin Niemöller)
Tal vez creemos que sólo hay que tener solidaridad con Palestina por humanidad, por empatía o por compasión. Con ello ya sería más que suficiente para despertar, prestar atención y no mirar para otro lado, levantarse y actuar. Pero no es sólo eso lo que la destrucción de Palestina muestra, no son esas las únicas razones para indignarse y reaccionar.
Miremos con más atención. ¿Cuál es, dentro del plan de sumisión que imponen Trump y Netanyahu, con el consentimiento y la complicidad de los gobiernos europeos, su horizonte idílico sobre el pueblo y la tierra de Palestina? Un nuevo paraíso artificial de lujo y consumo imperial (playas, casinos, salas de fiestas…) y una nueva oportunidad de emplear el capital sobreabundante y necesitado de expectativas de lucro infinito. ¿Qué ofrece a cambio al pueblo y a la tierra de Palestina? Exterminio, expulsión, expolio y trabajo servil para una pequeña porción superviviente, siempre que se vuelva dócil y sumisa.
Recapitulemos: lujo y poder para la minoría invasora, exterminio y/o sumisión para la mayoría residente. No sé qué pensáis, pero a mí me parece que es la fórmula mágica que preparan para salir de la crisis de exceso de capital ―con menguantes expectativas de nuevos y buenos negocios― en muy pocas manos.
¿Creéis que es una exageración? Repasemos la realidad: violación creciente de los derechos individuales y colectivos por parte de gobiernos y corporaciones muy poderosas con la más absoluta impunidad ―al menos, de momento―, incremento espectacular del gasto militar (sí, también del gobierno español) que suponen un aumento exponencial en cantidad y peligro de toda clase de armas, burla de todos los supuestos compromisos de atajar la emergencia climática, ceguera ante el agotamiento de recursos y aceleración de su producción y consumo, manipulación cada vez más eficaz de las conciencias creando falsos enemigos y obstáculos, poniendo a luchar a las mayorías entre sí, incrementando el odio, la insolidaridad, el racismo, todas las fobias imaginables y todas las formas de violencias y microviolencias… Se pueden seguir enumerando amenazas, pero no creo que haga falta.
“Si vinieron aquí para ayudarme, están perdiendo su tiempo, pero si han venido porque su liberación está íntimamente relacionada con la mía, entonces, trabajemos juntos”
Hay que parar el mundo para que la esperanza no muera del todo. Hay convocada una huelga general de 24 horas para el próximo día 15 de este mes de octubre. Esto puede ser un paso más, incluso un salto cualitativo, para detener esta masacre ―aunque vayamos tarde para decenas o centenares (según los cálculos) de miles de víctimas y para una destrucción casi completa―.
Millones de personas demuestran, poniendo su cuerpo, su voz y su determinación, que no todo está perdido e incluso algunas con bastante riesgo y dedicación. Si el día 15 paramos, tanto de producir como de consumir, de tal manera que sea un mensaje claro de potencia y de firmeza, nuestra esperanza en parar lo peor de lo que está sucediendo en Palestina y en el mundo y de las amenazas que se ciernen sobre nuestro futuro inmediato se habrá afianzado y consolidado. Como una promesa de un futuro más digno y menos terrible. Nos lo debemos a nosotras y a quienes vienen detrás.
Ingenuamente creemos que nunca vamos a ser parte del pueblo “palestinizado”, pero ya estamos viendo muchos síntomas (y más que síntomas) de gente y tierras de sacrificio. Sin ir más lejos, aquí, en Extremadura. No es probable que una acción aislada, como la huelga general, cambie el rumbo de la historia, pero hay necesidad de esas acciones que aceleran un proceso de lucha y, en todo caso, lo inconcebible ante un genocidio es no hacer nada, como si diéramos por supuesto que no nos afecta ni nos va a afectar.
Quiero terminar citando la respuesta que un aborigen le dio al antropólogo De Angelis: “Si vinieron aquí para ayudarme, están perdiendo su tiempo, pero si han venido porque su liberación está íntimamente relacionada con la mía, entonces, trabajemos juntos”.
Laboral
¿Es legal la huelga general por Palestina?
Los artículos de opinión no reflejan necesariamente la visión del medio.
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