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Galicia necesita más que nunca un periodismo libre que esté financiado por las mayorías sociales
Estamos ante un momento clave en la historia de la democracia gallega. Después de 15 largos años de gobiernos conservadores y una agenda neoliberal atroz, la Galicia que vivimos hoy es una sociedad mucho más hostil para las mayorías sociales que la de 2009, cuando comenzó esta deriva. En cuatro legislaturas, la tijera del moderado y buen gestor y su sucesor a dedo han ido quebrando los pilares básicos sobre los que se sustenta una sociedad. En este tiempo, un periódico como O Salto se revela más necesario que nunca.
Quisieron segregarnos y limitar el acceso a la educación a mínimos históricos. Para eso, cerraron 145 centros de enseñanza pública, la mayor parte, escuelas e institutos; autorizaron la creación de la primera universidad privada de Galicia, promovida por el banco que surgió de la desastrosa fusión de las cajas gallegas que se llevó 9.000 millones de euros de dinero público que nunca recuperaremos; eliminaron la gratuidad de los libros de texto en la enseñanza obligatoria, a pesar de que ahora hagan la promesa de recuperarla; y con el mal llamado decreto del plurilingüísimo, eliminaron la prioridad de nuestra lengua en las aulas, forjando su primero retroceso legal en la historia de la autonomía.
Cerraron centros de salud, hospitales y camas, mientras enfrentamos las mayores listas de espera médicas del Estado
Quisieron desesperarnos ante una sanidad que se desangra y que ponen en riesgo nuestras vidas. Cerraron cinco centros médicos y 13 hospitales favoreciendo la creación del primer hospital de gestión privada, el Álvaro Cunqueiro, cuyos déficits seguiremos pagando durante décadas; redujeron casi el 15% de camas disponibles; cedieron la mayor parte de la gestión de las residencias de mayores a empresas privadas; congelaron la contratación de personal médico en Atención Primaria; y ante las inconmensurables listas de espera para los centros de salud y para las cirugías, consiguieron que la sanidad privada siga avanzando para quien pueda pagarla o para quien desesperadamente gaste sus ahorros en salvar la vida.
Luchan por mantener viva ENCE, por reabrir viejas minas y son responsables de las mayores fracturas sociales y medioambientales por la implantación descontrolada de la energía eólica
Quisieron espoliar nuestros recursos naturales para regalárselos a las multinacionales que son las principales responsables de la crisis climática que todas padecemos. Autorizaron la reactivación de las minas de San Finx y de Penouta que envenenan nuestras aguas; fueron cómplices en la intimidación del activismo ecologista que las enfrenta; produjeron algunas de las mayores fracturas sociales y brechas medioambientales con una implantación descontrolada de la energía eólica que arrasa espacios de alto valor ecológico, especies en peligro de extinción y amenaza a cada vez menor actividad vital en el mundo rural; pleitearon para conseguir mantener la fábrica de celulosa de ENCE en la ría de Pontevedra; y el más reciente: trataron de tapar el desastre medioambiental de los pellets transportándonos a través de la historia a la peor parte de la gestión política de la catástrofe del Prestige.
Quisieron erigirse como los grandes gestores de la economía y no sólo dilapidaron miles de millones cubriendo los disparates de los directores de las cajas de ahorros, sino que permitieron la destrucción de más de 2.200 empresas, reduciendo la población activa en más de 70.000 personas y cargando más presión sobre el resto de trabajadores y trabajadoras. Eso explica en buena medida no solo que no consigan frenar la sangría demográfica del país que parece no tener fin, sino que más de 637.000 gallegas y gallegos vivan en riesgo de pobreza.
Pretenden acallar las voces críticas reprimiendo a las trabajadoras de la radio y televisión públicas y sostienen la financiación de los principales medios de comunicación privados
Y, por supuesto, quisieron acallar las voces críticas sometiendo a las trabajadoras y trabajadores de la radio y televisión públicas la mayor estrategia de manipulación periodística de su historia provocando una huelga que dura ya seis años. Pero no sólo impusieron un candado informativo a los medios públicos, sino que a través de la financiación millonaria, arbitraria y a dedo, controlan la línea editorial de los principales medios de comunicación privados. Sólo en 2023 les repartió 19,5 millones.
Pero el 18 de febrero, en las elecciones, todo puede cambiar, pero necesitamos periodismo independiente financiado por las mayorías sociales
Esta síntesis que te contamos, pudimos seguirla día a día gracias a las más de 9.000 socias que nos apoyan desde todo el Estado y al medio millar que nos sostienen desde Galicia. Pudimos porque dependemos de todas ellas y no de los poderes económicos ni políticos que intentan aplastar los pocos medios de comunicación como nuestro que hay en el país: hechos desde abajo a la izquierda.
Pero el 18 de febrero, en las elecciones, todo puede cambiar. Por eso, te ofrecemos un compromiso: seguir trabajando en contenidos que alimenten tu capacidad crítica. Reportajes, análisis, entrevistas y noticias que se salen de los parámetros marcados por los poderes financieros y políticos y que hablan el lenguaje periodístico de la calle, de quien sale adelante día a día y trabaja en común por otro barrio, otra ciudad y otro mundo posible, el habla de quien no lo tiene fácil pero sigue creyendo en la solidaridad, el apoyo mutuo, la rebeldía y la alegría.
Galicia necesita más que nunca un periodismo libre financiado por las mayorías sociales.
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