Opinión
Zohran Mamdani y la política de los márgenes

La victoria de Zohran Mamdani ofrece varias lecturas y aprendizajes, también para la izquierda española. La principal: la población migrante ya es una fuerza política, aunque los partidos más progresistas no hayan sabido reconocerla.
Zohran Mamdani 2
Seguidores de Zohran Mamdani durante la noche electoral en el bario de Queens.
6 nov 2025 06:00

La victoria de Zohran Mamdani como alcalde de Nueva York es una señal de la posibilidad de que liderazgos surgidos desde los márgenes puedan disputar el centro del poder. Su triunfo no es sorprendente, considerando los diez puntos de ventaja que le daban las encuestas frente al exalcalde Andrew Cuomo, figura marcada por acusaciones de acoso sexual, pero sí reconfigura el escenario político global.

Hijo de Mahmood Mamdani, académico indo-ugandés y de Mira Nair, Mamdani llega al poder en un momento en que la derecha estadounidense reactiva un discurso de odio que convierte al migrante en chivo expiatorio de todas las crisis: la vivienda, la inseguridad, el empleo. En su discurso de victoria, envió un mensaje directo a Donald Trump: “Nueva York seguirá siendo una ciudad de inmigrantes, construida por inmigrantes, y ahora también gobernada por uno”. La frase sugiere resistencia frente al endurecimiento de la xenofobia institucional, pero también revela un dilema: ¿hasta qué punto una ciudad profundamente desigual y capitalista puede sostener ese ideal?

Nueva York, una de las ciudades más ricas y diversas del mundo, es también una de las desiguales y hostiles con quienes la sostienen, desplazando a sus comunidades migrantes mediante el precio del alquiler, la precariedad laboral y el control policial de los barrios. Durante la pandemia de covid-19, las comunidades migrantes registraron las tasas de mortalidad más altas, sufrieron una pérdida masiva de empleo y quedaron excluidas de los programas de ayuda. El resultado fue un deterioro estructural de sus condiciones de vida, acompañado de un colapso en las organizaciones que sostienen el tejido comunitario.

A la precariedad se sumó la violencia. Un reportaje de Documented NY reveló que los crímenes de odio contra personas migrantes, especialmente latinas y afrodescendientes, aumentaron un 900% en Manhattan durante 2024. No se trató de un incremento de la criminalidad, sino de un clima político alimentado por el discurso trumpista y amplificado por medios que asocia migración con delincuencia o saturación de servicios públicos, sin evidencia empírica. El resultado ha sido un entorno de desconfianza, donde las comunidades migrantes son vistas simultáneamente como mano de obra esencial y como amenaza. Un relato que no resulta ajeno a los discursos que avanzan también en Europa.

La campaña de Mamdani no apeló a la identidad como consigna, sino como punto de partida para una política material: el derecho a la vivienda, al transporte, al trabajo digno

El triunfo de Mamdani se explica por su lectura de ese malestar. Su campaña no apeló a la identidad como consigna, sino como punto de partida para una política material: el derecho a la vivienda, al transporte, al trabajo digno. Aunque Nueva York ha sido históricamente un bastión del progresismo liberal, buena parte de la comunidad migrante votante se ha convertido en una aliada renuente, decepcionada por la falta de cambios estructurales y por el lenguaje complaciente de sus dirigentes.

El programa político de Mamdani se apoya en tres ejes: vivienda asequible, transporte público gratuito y redistribución fiscal. Su propuesta prioriza las condiciones materiales sobre la retórica moral, entendiendo que la pertenencia se define por la vida cotidiana. En lugar de ofrecer integración simbólica, propuso reorganizar la ciudad desde las necesidades de quienes la mantienen en funcionamiento: repartidores, personal de limpieza, migrantes en situación irregular.

El enfoque se inscribe en una tradición municipalista del noreste estadounidense y en la idea de que los gobiernos locales pueden ser laboratorios de innovación democrática. Sin embargo, el reto será traducir ese impulso en gestión. Gobernar Nueva York implica negociar con actores financieros y mediáticos de enorme influencia. La pregunta es si el capital político acumulado desde los márgenes puede sostenerse sin diluir su contenido.

La lección pendiente para España

El caso de Mamdani ofrece un espejo incómodo para la izquierda europea y, en particular, la española. En España, la población migrante representa más del 15% de la fuerza laboral, pero casi no tiene representación política. Su papel en la economía, principalmente en agricultura, cuidados y hostelería es estructural e indispensable, aunque su reconocimiento institucional sea marginal.

En 2023, se presentó la Iniciativa Legislativa Popular para la regularización extraordinaria de medio millón de personas en situación administrativa irregular. Fue una de las mayores movilizaciones ciudadanas de los últimos años, impulsada desde por colectivos migrantes y de derechos humanos. Pese a ello, la izquierda parlamentaria evitó respaldarla de forma clara, temerosa de reacciones mediáticas o de ceder terreno al discurso antiinmigrante. La iniciativa sigue sin ser aprobada en el Congreso sin que ningún gran partido asumiera su firme defensa como causa propia.

La legitimidad no se hereda desde la ideología, se construye desde las condiciones materiales de vida. El migrante que exige vivienda o derechos laborales no busca caridad ni reconocimiento

La lección de Mamdani es, por tanto, doble. Primero, que la población migrante ya es una fuerza política, aunque los partidos de izquierda no hayan sabido reconocerla. Y segundo, que la legitimidad no se hereda desde la ideología, se construye desde las condiciones materiales de vida. El migrante que exige vivienda o derechos laborales no busca caridad ni reconocimiento, sino participación y redistribución.

En su discurso de victoria, Mamdani afirmó: “Para llegar a cualquiera de nosotros, tendrán que pasar por todos nosotros”. Esa frase condensa una idea de comunidad que la izquierda española parece haber perdido en medio de la fragmentación y el repliegue.

El triunfo de Mamdani no disuelve las desigualdades estructurales de Nueva York, pero introduce una nueva variable: la posibilidad de gobernar desde la visión de las periferias sin renunciar a la complejidad de la gestión. Su victoria recuerda que el poder migrante no es un bloque homogéneo ni una minoría que necesita tutela; es una fuerza plural, organizada y con capacidad de propuesta.

Para la izquierda española, la catalana, y la europea, el desafío es similar: transformar el discurso en política, y la política en resultados tangibles. No es solo representar a la población migrante, sino integrarla como actor político central. 

Reconocer el poder migrante no es una concesión moral, sino una necesidad estratégica: mientras la desigualdad y el miedo continúen articulando el espacio público, la extrema derecha seguirá encontrando terreno fértil.

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