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Música
Rubén Blades: “El poder no corrompe, desenmascara”
Figura inconmensurable de la creación con acento latinoamericano y múltiples rostros, el panameño Rubén Blades sigue teniendo claro que la vida te da sorpresas hasta en su última curva, esa que él encara sin esconderse en la nostalgia ni anhelar regresar a lo que se ha ido. Asegura que dispone de un plan z.
Siempre es un placer zambullirse en la apasionante biografía de un personaje como el panameño Rubén Blades (Panamá, 1948), quien ha cultivado tantas disciplinas artísticas distintas —literatura, poesía, canción, actuación, gestión pública— que se hace ciertamente complicado poder abordarlas todas en una entrevista.
No resulta del todo sencillo conseguir que responda a preguntas de calado, lo que retrasa de forma considerable el proceso, en pleno desarrollo de la gira europea que realiza en compañía de la big band de Roberto Delgado, pero es merced a las gestiones realizadas por el escritor venezolano residente en nuestro país Edgar Borges —autor del recomendable Vínculos. Apuntes con Rubén Blades— como conseguimos que el entrevistado aporte algunas claves sobre su actual perspectiva de la vida, “una vez doblada la curva”, los actuales derroteros que está tomando su tan amada y sufrida Latinoamérica, y también acerca de los “planes hasta la z” que aún le quedan por emprender a sus 70 años.
¿Te sientes bien retratado en la etiqueta de ‘poeta de la salsa’ con la que se te ha catalogado, debido a tu habilidad para devolver al pueblo con armonía, palabras y musicalidad lo que este te aporta?
Soy un escritor, un cronista de la urbe y de su gente, que musicaliza sus escritos. No sé qué piensa el resto.
¿En qué escritores o poetas latinoamericanos, contemporáneos o más antiguos, existe una mayor musicalidad y son, por consiguiente, más fáciles de adaptar?
No tengo idea. No adapto a otros escritores, ni planeo hacerlo.
¿Te has planteado adoptar a la salsa poemas o escritos de cantautores latinoamericanos como Violeta Parra, Carlos Puebla, Chabuca Granda o Víctor Jara?
No. No es necesario que lo haga.
Música
Violeta Parra: buscando América
Muchos conocen tu repertorio como solista, pero quizá no tantos estén al tanto de tus comienzos como repartidor para el sello Fania Records, periodo en el que hacías coros cuando te dejaban y componías para figuras del sello, como Héctor Lavoe —su clásico “El cantante” es de tu autoría—, Roberto Roena, Ismael Miranda o Bobby Rodríguez, entre otros. ¿Cuál fue el aprendizaje más valioso que recibiste de aquel periodo de tu vida como “meritorio” de Fania?
Mi aprendizaje más valioso no lo obtuve por la Fania. Si a lo que se refiere es a mi experiencia en Nueva York, le diré que, como inmigrante, allí aprendí a trabajar bajo las condiciones más difíciles posibles y a cómo hacerlo con calidad.
¿Fue Pete Rodríguez quién te dio la alternativa de forma definitiva?
A Pete Rodríguez lo contrató el sello Alegre para que hiciera un álbum con un artista, yo, producido por Pancho Cristal y Miguel Estivill. El señor Pete Rodríguez no fue el de la idea de grabarme. Él ni siquiera sabía que yo existía. Fue una decisión original de Pancho Cristal, un productor de discos de Nueva York. Su voluntad, no la de otro.
¿En qué momento comenzaron a considerarte un artista más del sello a todos los efectos?
Quizás después de que grabé con Ray Barretto por primera vez, en el álbum Barretto. Ese tipo de pregunta la pueden responder los que estaban a cargo del sello, no yo.
De forma inevitable, muchos asocian tus comienzos en la música a la figura de Willie Colón, dejando álbumes memorables como Metiendo mano (1977), Siembra (1978), Canciones del solar de los aburridos (1981) o The last fight (1982). ¿Cómo surgió esa afinidad tan productiva en vuestra relación?
Unos dicen que fue Jerry Masucci, otros dicen que fue [Johnny] Pacheco el que sugirió que nos uniéramos. No fui yo, eso lo sé. Willie Colón era una persona con un entendimiento superior al promedio cuando se trataba de Latinoamérica. Tenía una conexión con Latinoamérica y su realidad, quizás por sus viajes con Héctor Lavoe a numerosas presentaciones, y por eso estuvo dispuesto a grabar mis temas, con letras eminentemente latinoamericanas y relacionadas con sus situaciones y sus realidades, urbanas y políticas.
Que se terminara esta prolija relación, ¿se debió a la polémica de tu vinculación con Fania —que te obligaba, por contrato, a elaborar álbumes en solitario— o a divergencias en los propósitos musicales de cada uno de los componentes de la dupla?
No voy a comentar sobre eso porque sería invitar a polémicas inútiles. Como dijo Héctor Lavoe, “todo tiene su final”.
¿Habéis pensado en retomar la colaboración a futuro?
No.
Aunque concibes tu trayectoria musical como un todo indisoluble, como el fruto de un proceso, hay una obra que podríamos considerar de tipo conceptual, una suerte de “ópera salsa” en dos actos que fue Maestra vida (1980). ¿Cómo te planteaste aglutinar todas esas historias que integran dicha obra en una sola con un hilo conductor, y en qué medida condiciona el proceso de composición de un álbum, distinguiéndolo de la forma en que han sido creados los otros que constan en tu discografía?
Todo mi trabajo forma parte del concepto de Maestra vida. Ahora estoy en proceso de conectar las historias, escritas en distintos momentos y edades de mi existencia, muchas veces sin entender que todas forman parte de la narración de múltiples experiencias, en un lugar específico. Todo mi trabajo, desde 1968, es Maestra vida.
Tu repertorio musical se encuentra plagado de referencias a mujeres como Paula C., Manuela, María Lionza, Madame Kalalú, Ligia Elena, Laura Farina, Isabel o Juana Mayo. ¿Hasta qué punto te han ayudado las distintas mujeres que han pasado por tu vida a expresar tu personalidad, la creatividad que había en ti?
La mujer siempre ha sido y será parte esencial de toda persona. Nos paren y crían, nos influyen y educan. No veo cómo pueda ser desatendida esa realidad, menos por un escritor de crónicas urbanas latinoamericanas.
Has reconocido que “nuestros actuales problemas no han sido creados exclusivamente por el Estado y su corrupción, mediocridad e ineficacia; también por nosotros, los asociados”. Habida cuenta de nuestra corresponsabilidad en el mundo que habitamos, ¿qué podemos hacer en las circunstancias actuales o en qué medida podemos intervenir en la vida pública para generar un marco propicio a las mayorías sociales?
El artista es un ser humano, un ciudadano, que se ve perjudicado o beneficiado por la administración del entorno en el cual vive. Es absurdo argumentar que, por ser artista, no tiene derechos, ni obligaciones civiles. En cuanto a la corrupción, no te compran si no te vendes. La aceptación de la corrupción te hace su cómplice.
Al haber podido ejercer como servidor público —de 2004 a 2009 fuiste ministro de Turismo en el Gobierno de Martín Torrijos, en Panamá—, ¿cuál ha sido tu logro más satisfactorio de este periodo, tanto a nivel personal como en lo que se refleja en el día a día de los panameños?
Hice, no me limité al discurso desde la distancia, ni me quedé en la música de propuesta. A ‘Pablo Pueblo’ lo va a mejorar un sistema justo, no una canción. La canción propone, pero el proceso político es el que dispone. Por eso me alegro de no haberme quedado hablando pendejadas y haber dedicado cinco años de mi vida al servicio público en Panamá. No hice giras, ni películas, ni gané Grammys, ni hice discos. Recibí el mejor premio posible: el verme la cara en el espejo todos los días y saber que predicaba con el ejemplo de la acción, no solo del intelecto. El premio de contribuir a mejorar honestamente la posibilidad de tu país y de tu pueblo desde ese servicio no tiene precio. La experiencia me hizo menos egoísta, mejor ser humano, mejor panameño. Creo en lo que escribo. Eso es invaluable para mí. Y me probó que el poder no corrompe: desenmascara. Tuve acceso a ese poder y salí de él sin utilizarlo para mi beneficio o el de los corruptos.
¿Te fue posible terminar con las coimas [sobornos] y la corrupción, como era tu propósito inicial?
Nadie va a mágicamente terminar con las coimas y con los corruptos. Podemos limitar la posibilidad de la corrupción y sus accesos, castigarla fuertemente para desanimar su existencia, evitar la impunidad del corrupto; eso podemos. Mi propósito inicial fue crear un plan a largo plazo para el desarrollo del turismo en Panamá, crear la primera ley de turismo en Panamá, dejar su ingreso superior a cuando lo encontré, crear un nuevo programa de publicidad turística a cinco años y no anual como existía cuando llegué al puesto, salir del lugar donde estaban ubicadas las oficinas del entonces llamado IPAT —hoy autoridad de turismo—, disminuir el personal eliminando los puestos y gastos innecesarios. Todo eso fue logrado. Mis cinco años de servicio fueron examinados minuciosamente por la administración nueva y nadie me acusó de ser corrupto.
¿Hasta qué punto es posible maniobrar con cierta libertad como gestor público en un continente sobre el que siempre planea acechante la alargada sombra del imperialismo estadounidense que denunciabas en tu tema “El tiburón”?
El mayor tiburón que existe es el de la corrupción civil y política. Los gringos cada vez se encierran más en ellos mismos. Somos nosotros los que hoy desbaratamos a nuestros países. Daniel Ortega está destruyendo Nicaragua. Nicolás Maduro está destruyendo Venezuela. Cuba ha sido desbaratada desde adentro por un sistema ya rechazado, incluso por quienes lo crearon. La China comunista es hoy más capitalista que los gringos mismos. Fuera de la obvia ventaja que tiene Estados Unidos por su poderío bélico, la ventaja moral debiera ser nuestra mayor fuerza y no existe, por la corrupción y mediocridad de las dirigencias y partidos políticos, y por la aceptación de la corrupción y el clientelismo de la clase popular votante. ¿Hasta cuándo vamos a seguir culpando a los gringos por nuestros problemas? No son marines los que están matando gente en Masaya (Nicaragua): son sicarios al servicio de un gobierno incapaz de actuar eficiente y transparentemente. Fueron miembros de agencias del gobierno los que secuestraron y desaparecieron a 43 personas en Ayotzinapa, todo bajo democracia. La figura del tiburón no son solo los imperialistas, sean gringos, chinos o rusos. Es el tiburón de la maldad, de la corrupción, de la mediocridad, de la impunidad protegida por la coima. Nosotros mismos.
¿Hasta qué punto te ha dificultado o facilitado relacionarte de tú a tú con el resto de los ciudadanos de a pie el hecho de convertirte en una celebridad —ya fuera por tu fama como cantante, tu desempeño como servidor público o por ambas facetas— y cómo se ha reflejado dicha situación en tus composiciones posteriores?
El problema para mí no es ser famoso, sino cómo la gente interpreta que alguien sea famoso. Sigo caminando por la calle en Nueva York, uso el subway [metro], el bus no sé manejar, no tengo auto. Yo visito la fama; no vivo en ella, ni de ella. La gente, no todos, cree de alguna forma que el ser famoso te obliga a comportarte de cierta forma, y eso no es correcto. Cada cual debe despojarse de sus complejos y no proyectarlos hacia los demás. Mis amigos, los de más de cincuenta años, me conocen y pueden opinar de mí con propiedad. Pero eso no impide, ni impedirá, que gente que no me conoce juzgue en función de lo que creen que debo ser. No tengo control sobre eso y no permito que me defina, o que incomode mi vida.
En 1979 dijiste que “la salsa es un folclore internacional a nivel urbano, el cual refleja el sentir de Hispanoamérica en busca de su unificación”. ¿Consideras que este mensaje de unificación, empleando la música como canal, sigue de plena vigencia o ha perdido fuelle con el transcurso del tiempo?
Es una buena idea que no se plasmará en realidad mientras dure la corrupción de dirigentes y dirigidos. Pero no es imposible. Los pueblos son los que definen sus posibilidades, lo que es posible.
¿Crees que la salsa logró erigirse en la banda sonora de la América Latina emancipada y articulada en torno a un proyecto común de la que hablaba el libertador Simón Bolívar?
El proyecto de Bolívar no se cumplió en su época por las ambiciones y la corrupción de sus propios compañeros y grupos políticos. Lo mismo ocurre hoy, en toda Latinoamérica. Nada ha cambiado en la realidad de ese aspecto de la política allí, con muy honrosas excepciones: Chile, Uruguay, Costa Rica. Ha habido sorpresas internacionales: el triunfo de Obama. La música salsa, por su tema urbano, logró, por un periodo, convertirse en algo más que una moda: fue un referente de la realidad y aspiraciones del ciudadano de la urbe latinoamericana, especialmente los miembros del sector popular.
¿Cuál es tu posicionamiento con respecto al reguetón, por su expansión y receptividad sobre los latinos en la diáspora mundial, como posible nuevo aglutinante de esta confluencia a nivel latinoamericano?
Para los gustos, los colores. Rene Pérez para mí es el mejor y está evolucionando. Él y su hermano Eduardo creo que continuarán sorprendiendo. Su hermana Ile también es muy buena. Making Movies también es bueno. Están pasando cosas positivas en el género alternativo urbano.
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'Tamos redy', Tomasa del Real, préndelo
Hace años decías en una entrevista que “si no existiera la muerte, la vida sería algo tan normal como un aguacero”. ¿En qué medida se ha ido modificando tu relación hacia la muerte —y, por extensión, hacia la vida— conforme han ido transcurriendo los años, acumulándose las experiencias y aproximándote de un modo inexorable en la línea temporal a esta?
Llegamos a un momento en el que tenemos más pasado que futuro. Estoy organizando mi posibilidad de tiempo, ya que nada está definido en ese aspecto, pero sé que no voy a vivir siete décadas más. Continúo sin miedo, sin esconderme en la nostalgia ni anhelando regresar a lo que se ha ido. Eso es una absurda y patética pérdida de tiempo. Estoy considerando hoy que más puedo hacer bien mientras tenga salud. Mucha gente no tiene un “plan b”. Yo tengo planes hasta la z.
¿Dónde encuentra motivación para seguir ilusionándose con su vida el actual Rubén Blades que, entiendo, ya ha cumplido buena parte de los objetivos vitales que se marcó en su momento?
En la curiosidad, que a mi juicio es la verdadera cualidad del intelectual. No puede existir un intelectual sin curiosidad: el proceso de aprendizaje no termina nunca. La espiritualidad siempre formó parte de mi vida. Por eso no cifré mi felicidad en lo material. Trato de crear claridad para ser feliz, integrar lo que pienso, digo, siento y hago. De allí surge lo que defino como felicidad y mi posibilidad de continuar la ruta que aún quede por seguir.
Una de las últimas aportaciones ajenas a tu legado es el documental de Abner Benaim Yo no me llamo Rubén Blades. ¿Has tenido ocasión de verlo íntegro?
No lo veré hasta después de un par de años, para no tener que responder preguntas como: ¿y le gustó? Eso no es un trabajo para que me guste o no. Es la visión de él, de Abner. Es su personal producción y él sabe que pretender condensar 70 años en hora y media, con tantas áreas de exploración posible, es una tarea imposible. Al final espero que parte de mis respuestas ayuden a algunas personas, que mis experiencias compartidas contribuyan a la aclaración de dudas, a presentar posibles soluciones y direcciones para otros. ¿De qué vale saber si no lo compartes?
¿Qué cambio representa esta fase con respecto a anteriores ciclos de tu vida?
No es mi legado musical lo que defiendo. No sé cuál será mi legado musical, ni siquiera sé si sobrevivirá en el tiempo. Lo que defiendo es la posibilidad del género de salsa de ilustrar y de satisfacer, a través de letras y arreglos, tanto al que está interesado en compartir experiencias urbanas comunes, como al que está interesado en moverse rítmicamente.
¿Qué terrenos te quedan aún por explorar?
Tengo 70 años. ¿Cuál etapa es esa? Estoy doblando la curva, hacia una meta inevitable, cuyas consecuencias desconozco. La edad puede ayudarnos a entender mejor las cosas, a escribir mejor, a contribuir mejor. Ese factor de tiempo vivido nos ayuda. Sobre los terrenos por explorar, estoy en eso. Hay aún muchísimos por ver, averiguar, aprender, por hacer. Amanecerá y veremos.
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El no fué el que sugirió tocar con Colón. Otra mentira más. Tocarle la puerta a cada rato sugiriendo que grabaran algo no cuenta.
Ese es Rubén Blades talvez a algunos no les gusta su forma de ser o de decir las cosas talvez a otros si sólo hay que respetar su opinión lo que podria resaltar de el es lo mucho que hizo por la comunidad latina llevando mensajes con salsa y dandonos a entender la cruda realidad que vivimos en nuestras tierras y fuera de ellas grande poeta
No sé qué
No tengo idea.
No. No es necesario que lo haga.
Mi aprendizaje más valioso no lo obtuve
Su voluntad, no la de otro.
no yo.
No fui yo, eso lo sé.
No voy a comentar sobre eso
No.
Ahora estoy en proceso de conectar las historias
La mujer siempre ha sido y será
Es absurdo argumentar que,
no me limité al discurso desde la distancia
Nadie va
Nosotros mismos.
No tengo control sobre eso
Para los gustos, los colores.
Mucha gente no tiene un “plan b”
No puede existir
No lo veré
No es mi legado
¿Cuál etapa es esa?
Yo me dedicaría a la música Blades, que lo haces mejor que opinando de política y sociología. No soy, pero lo que soy, no me condiciona, ni condiciona cómo me ven los demás, me parece ingenuo y naif
Buena entrevista, al principio se sentía a Blades muy cortante, pero, creo, que al ver que el entrevistador esta bien documentado, se soltó y empezó a responder con más amplitud y profundidad
.
Rubén es en primer lugar un ser humano. Con virtudes y defectos. Al inicio de la entrevista mas q soberbio pudo lucir cortante e incomodo. Quizas por las preguntas formuladas. Pero luego se vio mas suelto y empatico. Pero insistó ese él y no lo niega. Es auténtico y genuino. No para complacer a nadie. Asume su responsabilidad y trata de vivir con coherencia. Hace lo q le gusta sin buscar ni querer ser famoso.
Es borde y distante a partes iguales, parece estar por encima de los problemas actuales, con una soberbia antipática ¡Qué decepción!, pese a que sus razonamientos son interesantes, parece que no fueran con él. ¿De verdad es el autor de "El padre Antonio y el monaguillo Andrés"?
Totalmente de acuerdo, un personaje antipático y que se cree por encima del bien y del mal
Sin duda lo es, no lo dudes, cada cual tiene su propia personalidad, algunos gustaràn otros no, pero eso tambien es normal. Lo que interesa aquì en mi opiniòn es el aporte de Rubèn a la sociedad y al mundo musical; ojala todos pudieramos aportar al bienestar de la humanidad.
Cualquiera de nosotros puede aprobar o desaprobar la visión del mundo y de la sociedad latinoamericana que tiene Ruben Blades, sin embargo tenemos que ser muy mezquinos para no reconocer su autenticidad y valentia para plantear sus posiciones.
Finalmente, el dentro del ambiente en que se mueve, esta por encima del promedio
Me sorprende que no haya salido en la entrevista nada de Fear the walking dead.....