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Música
Israel gana Eurovisión 2024 antes de la final
La ciudad sueca de Malmö acogió el martes 7 de mayo la primera semifinal del festival de Eurovisión. El pistoletazo de salida para la semana grande de la edición número 68 de este concurso musical organizado por el conglomerado de televisiones públicas europeas Unión Europea de Radiodifusión (UER) en el que compiten 37 países de los que 26 llegan a la final que hoy, 11 de mayo, coronará en el Malmö Arena a la canción sucesora de “Tattoo”, la representante de Suecia ganadora en 2023. Pero la semana grande de Eurovisión no ha estado protagonizada por los vaticinios y apuestas sobre qué canción ganará este año sino por la polémica participación de Israel en el festival.
Lo más comentado de esa primera semifinal fue la kufiya —el pañuelo tradicional— que lució en su muñeca el cantante sueco de origen palestino Eric Saade, participante en Eurovisión en 2011, durante la gala inaugural previa a la semifinal. La respuesta de la UER fue inmediata. Borró el vídeo de la actuación de sus redes sociales y la productora ejecutiva del festival, Ebba Adielsson, envió un comunicado al periódico sueco Aftonbladet en el que aseguraba que “Eric Saade es muy consciente de las reglas que se aplican cuando se encuentra en el escenario del Festival de la Canción de Eurovisión. Creemos que es triste que explote su participación de esta manera”. Adielsson lamentaba que Saade “haya optado por ignorar el carácter apolítico del evento”.
Días antes de la semifinal, el cantante ya había criticado a la organización del festival por parte de la UER, calificándola como vergonzosa en un mensaje en su cuenta de Instagram. “No permiten ningún símbolo palestino dentro del Arena, mientras que los símbolos que representan cualquier otra etnia son bienvenidos”, lamentaba al tiempo que justificaba su presencia en la gala previa a la primera semifinal: “Su eslogan ‘Unidos por la música’ (si no eres Palestina) ya es una broma, por lo tanto, es más crucial que nunca para mí estar presente en ese escenario”. Sin embargo, poco después publicó un segundo mensaje en el que suavizó el tono y liberó a la organización de responsabilidades, en lo que se puede entender como una reacción a un toque de atención por parte de la UER.
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La respuesta a la kufiya de Saade no fue el único incidente en la primera semifinal que cuestionó ese presunto carácter apolítico pregonado por la organización de Eurovisión. En rueda de prensa después de ganar el pase a la final, Bambie Thug, representante de Irlanda con la canción “Doomsday Blue”, reveló que la UER le exigió eliminar las palabras ‘Saor Don Phalaistin’ (‘Libertad para Palestina’) y ‘Ceasefire’ (‘Alto el fuego’) que se había pintado en la cara en ogham, un antiguo alfabeto celta, como parte del maquillaje. “Era muy importante para mí, porque apoyo la justicia y la paz. Desafortunadamente, tuve que cambiar esos mensajes hoy y dejar solo el de ‘Crown the witch’ (‘Corona a la bruja’) como orden expresa de la UER”, aseguró.
Bambie Thug fue una de los diez artistas participantes en Eurovisión 2024 (junto a los representantes de Dinamarca, Finlandia, Lituania, Noruega, Portugal, Reino Unido, San Marino, Suiza y Bélgica) que el 29 de marzo firmaron un comunicado conjunto en el que pedían el “inmediato alto el fuego en los territorios palestinos ocupados, particularmente en Gaza”. Otro de los firmantes, el cantante y actor británico Olly Alexander, mostró un talante más conciliador, menos problemático para la organización, en una entrevista publicada por El País el 7 de mayo, donde aseguraba que entre los artistas “hay un acuerdo tácito de centrarnos en la música y en las actuaciones en directo, que es lo que nos une a todos nosotros. Nos centramos en que es una oportunidad única que debemos aprovechar”.
El jueves 9 de mayo llegó el turno de la representante de Israel, Eden Golan, en la segunda semifinal. Durante los ensayos previos y en la misma actuación, el público presente en el Malmö Arena abucheó su interpretación de la canción “Hurricane”, la tercera opción presentada por Israel después de que la UER instase a modificar las letras de las dos precedentes, por sus connotaciones políticas, y los representantes israelíes se negasen a cambiar una coma.
Antes y después de la semifinal, la cantante Eden Golan se mostró orgullosa de representar a Israel, “especialmente este año” llegó a decir
Antes y después de la semifinal, Golan se mostró orgullosa de representar a Israel, “especialmente este año” llegó a decir, en una muestra del escaparate propagandístico que Eurovisión supone para el gobierno de Benjamin Netanyahu.
Los abucheos a Golan y los gritos en favor de Palestina del público asistente a la semifinal no se escucharon en la retransmisión televisiva, ya que la UER activó un sistema de aplausos pregrabados. La televisión pública de Bélgica interrumpió la retransmisión de la semifinal con un fundido a negro y un aviso en el que se leía un comunicado firmado por un sindicato con el mensaje: “Condenamos las violaciones del Estado de Israel. Israel también está destruyendo la libertad de prensa. Por eso interrumpimos temporalmente la pantalla”.
Fuera del Malmö Arena, las manifestaciones convocadas en la ciudad anfitriona de Eurovisión contra el genocidio que Israel está cometiendo en Gaza obtuvieron una respuesta multitudinaria durante la tarde del jueves, poco antes del inicio de la segunda semifinal.
No politicéis la política
La participación de Israel en Eurovisión 2024, a través de su canal de televisión KAN 11, ha sido muy cuestionada debido a la operación militar que su ejército está llevando a cabo en Gaza desde octubre de 2023, con un resultado de más de 35.000 civiles palestinos asesinados. En 2022, la UER expulsó del festival a la televisión rusa un día después del inicio de la guerra en Ucrania, justificando la decisión en que su entrada “desacreditaría al concurso”. Este doble rasero ha sido una de las críticas más comunes recibidas por la UER.
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En enero, una carta firmada por más de mil músicos suecos —entre ellos ex concursantes suecos de Eurovisión como el mismo Eric Saade o Malena Ernman, la cantante de ópera mezzosoprano que también es la madre de la activista climática Greta Thunberg, el dúo folk First Aid Kit o artistas como Robyn y Fever Ray— exigía que Israel fuese excluido de la edición de 2024 del concurso de canciones por su “guerra brutal en Gaza”. Publicada en Aftonbladet el lunes 29 de enero, la carta abierta expresaba que, al permitir que Israel participe, la UER “está mostrando un notable doble rasero que socava la credibilidad de la organización”. Esta carta llegó después de una petición similar firmada por unos 1.400 artistas de Finlandia e Islandia que también solicitaron que Israel fuera apartado del certamen.
La respuesta de la organización de Eurovisión a la misiva, también publicada en Aftonbladet, presentaba el argumento que la UER ha utilizado para no dejar fuera a Israel como sí ha hecho con Rusia, asegurando que “quiere preservar el estatus del concurso como un evento apolítico que une a audiencias de todo el mundo a través de la música”. Se da la circunstancia de que el principal patrocinador de Eurovisión, como ha informado La Marea, es la marca de cosméticos Moroccanoil, una empresa israelí. Según la organización, el Festival de la Canción de Eurovisión es una “competición entre televisiones públicas de toda Europa y Oriente Medio que son miembros de la UER. Es una competición para emisoras —no gobiernos— y la emisora israelí ha estado participando durante 50 años”.
Pocos días después, la UER ratificó su negativa a expulsar a Israel del festival, justificando el distinto trato con respecto a Rusia en el hecho de que “las relaciones entre KAN 11 y el gobierno israelí son drásticamente diferentes a las que existen entre los operadores rusos y el estado”.
Las canciones no tapan genocidios
Ante la inflexible posición de la UER sobre la participación de Israel en Eurovisión, se han producido numerosos llamamientos a boicotear el festival de variadas maneras, desde no ver la retransmisión televisiva de la final a criticar la situación en redes sociales. En España, la Red Solidaria Contra la Ocupación de Palestina (RESCOP) considera que “RTVE y el resto de cadenas que forman la UER debieron promover la expulsión de Israel y su cadena KAN 11 del festival, o bien retirarse del concurso. Ya que no lo han hecho, tendrán que enfrentar la llamada al boicot cultural del concurso porque las canciones no tapan genocidios”.
RESCOP recuerda también otra de las críticas que históricamente se han hecho a Eurovisión desde los movimientos de solidaridad con Palestina, que es el lavado de cara que permite a Israel sobre sus posiciones con respecto a la diversidad sexual: “El festival es la cita perfecta para el pinkwashing israelí, presentándose como un lugar de referencia para la comunidad LGTBIQ+. Sin embargo, en Israel no existen ni el matrimonio entre personas del mismo sexo, ni derechos para las personas trans, y su Gobierno de extrema derecha es aliado de líderes mundiales lgtbifóbicos y racistas”.
Esta red anima a prestar atención a la primera edición del FalastinVisión, un certamen internacional de canciones libres de genocidio cuya final también se celebra hoy en Malmö.
Una vieja polémica
La participación del Estado de Israel en el certamen de Eurovisión ha sido controvertida desde que lo hiciera por primera vez en 1973, cuando se convirtió en el primer país no europeo en hacerlo. La UER lo justificó porque la emisora de radiodifusión pública israelí ya era uno de sus miembros.
Israel ganó por primera vez Eurovisión en París en 1978 con la canción “A-Ba-Ni-Bi” interpretada por Izhar Cohen y Alphabeta. Un año después, el Festival de la Canción de Eurovisión viajó a Jerusalén, donde Israel ganó el concurso por segunda vez consecutiva.
Dana Internacional, nombre artístico de Sharon Cohen, fue noticia en todo el mundo en 1998 cuando se convirtió en la primera cantante abiertamente trans en ganar Eurovisión. La cantante israelí aseguró en noviembre de 2023 que quien no condene a Hamás “está en contra de las personas LGTBI, las mujeres y la paz”. En un mensaje en su cuenta de Instagram dijo que si una persona LGTBI “acaba accidentalmente en las calles de Gaza, no saldrá viva de ellas”.
El 12 de mayo de 2018, por casi 100 puntos sobre su rival inmediata, Netta Barzilai ganó el Festival de la Canción de Eurovisión para Israel, en lo que fue la cuarta vez que la representación israelí se alzaba con el premio. Su canción, “Toy”, hablaba del acoso y del empoderamiento mediante una coreografía y una puesta en escena llenas de color y de movimiento. Pocos minutos después de conocerse el resultado, Benjamin Netanyahu la felicitó en Twitter, multiplicándose las publicaciones en esta red social que leyeron la victoria como parte de un estudiado lavado de cara para el Estado israelí.
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He leído muchos comentarios al respecto del voto mayoritario del público español a Israel en Eurovisión. No debemos engañarnos y sacar conclusiones erróneas: Los votos del público son por sms de pago y os apuesto lo que queráis a que esa mayoría de votos está conseguida con un programa de esos en los que Israel es experta (recordemos el Pegasus) y qe permite manipular este tipo de votaciones... La mentira y la manipulación son otras de las virtudes del estado sionista, junto a la práctica del genocidio, claro.