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Memoria histórica
Madrid en retaguardia
El 25 de mayo de 2020 era asesinado George Floyd. Exactamente un año después de su muerte, el 25 de mayo de 2021, el periódico eldiario anunciaba la futura instalación de una estatua de seis metros de altura a cargo del Ayuntamiento de Madrid, con la que conmemorar el centenario de la Legión española. Puede que, a simple vista, estos dos eventos parezcan no tener conexión. Sin embargo, la coincidencia de fechas pliega el tiempo y el espacio, uniéndolos y permitiéndonos apreciar realidades sobre nuestros presentes, que de otra manera quizás pasarían desapercibidas.
El azar ha querido que, en este pliegue, la muerte de Floyd y, por lo tanto, la lucha de Black Lives Matter por las vidas de las personas racializadas se encuentren de frente con la presencia colonial de España en Marruecos a principios del siglo XX, y con esa imagen orgullosa que una parte de España aún le otorga a aquel evento.
El asesino de Floyd no ha salido impune, pero a juzgar por el futuro monumento, la idea de fuerza colonial sí lo ha hecho, al menos en España
Hace tan solo un año, monumentos que conmemoraban pasados coloniales eran derribados en Occidente. Ante la magnitud de la protesta, no pudimos seguir negando la urgencia de plantearnos cómo nos relacionamos con nuestros pasados (y presentes) imperialistas, y la necesidad de hacer reparaciones para terminar de una vez por todas con las consecuencias de estos periodos de nuestra historia. Tan solo un año después, se decide en Madrid alzar una estatua que concede un espacio de honor nacional al pasado imperialista de España. El asesino de Floyd no ha salido impune, pero a juzgar por el futuro monumento, la idea de fuerza colonial sí lo ha hecho, al menos en España.
En el artículo publicado por eldiario dice Salvador Amaya, escultor encargado de la pieza, que la estatua no padece de connotaciones franquistas por representar a un legionario de 1921. Esta apreciación confunde el foco del problema porque que algo no enaltezca el franquismo directamente no lo hace necesariamente apropiado. Las discusiones sobre monumentos en España están en gran medida monopolizadas por este tema, pero hay otras cuestiones de las que hacernos cargo.
Gracias a la decisión de José Luis Martínez-Almeida, reaparece en el presente de manera tangible la supervivencia de las ideologías colonialistas occidentales
La decisión de remontarse 100 años atrás, por mucho que se empeñen en presentarla como desideologizada, trae una narrativa específica consigo. Si miramos a 1921 nos encontramos con la Guerra del Rif. Entonces, la Legión era creada como una fuerza destinada a mantener el dominio español en territorio extranjero, en Marruecos en concreto. Cien años después, gracias a la decisión de José Luis Martínez-Almeida, reaparece en el presente de manera tangible la supervivencia de las ideologías colonialistas occidentales, y la impunidad con la que las tratamos los responsables. Aunque quizás problemático de otras maneras, diferente hubiera sido tomar de modelo un legionario de 2021.
La iniciativa parte de la Fundación Amigos del Ejército, pero ha sido aceptada por el consistorio madrileño por considerarla "favorable y entender que la unidad militar merece ‘un reconocimiento’”. ¿Qué es lo que merece ser reconocido? ¿los deseos expansivos de España en el pasado? ¿la crueldad derivada? Se mire como se mire, erigir un monumento a la Legión de 1921 implica glorificar la violencia colonial y, por lo tanto, perpetuar e ignorar la violencia estructural contra las personas racializadas originada en el mismo seno de la idea de imperio.
Los eventos del pasado año no han servido para que el actual Ayuntamiento de Madrid se ponga al hilo de los tiempos y recapacite sobre qué es un monumento, y qué queremos que sea en el futuro
La misma fuerza colonialista que se escondía tras los representados en las estatuas derribadas por BLM en 2020 es la que se esconde tras esta estatua. Lamentablemente, los eventos del pasado año no han servido para que el actual Ayuntamiento de Madrid se ponga al hilo de los tiempos y recapacite sobre qué es un monumento, y qué queremos que sea en el futuro.
Martínez-Almeida ha decidido desoír el debate surgido hace tan solo un año a escala global en torno a la representación simbólica de las sociedades en el espacio público, y mantener a la ciudad de Madrid anclada en modelos monumentales representativos de los nacionalismos nacidos a finales del siglo XIX en Europa.
El problema de la representación en el espacio público se origina, y por lo tanto se resuelve, en el gesto constructivo y no en el destructivo
La decisión de erigir este monumento da un hálito de vida a la violencia que, precisamente, se denunciaba hace un año. En vez de parar la regeneración de la barbarie, Martínez-Almeida ha decidido continuar su genealogía. Pero dejadme aquí anticipar algo: el futuro derribo de este monumento (si es que ocurre) no solucionará el problema. El problema de la representación en el espacio público se origina, y por lo tanto se resuelve, en el gesto constructivo y no en el destructivo. Es decir, el problema nace en la misma construcción de espacios simbólicos excluyentes, y no en el gesto que busca terminar con los símbolos de tal exclusión. Este último responde a una violencia reactiva. Lamentablemente, se ha desaprovechado una posibilidad de comenzar a poner final a este asunto, y también de poner a Madrid en la vanguardia de lo que serán en el futuro los símbolos de orgullo y unidad en el espacio público. Sin embargo, a esta ciudad se la ha hecho volver dos siglos atrás, ignorando la labor que ahora mismo enfrenta todo Occidente: dejar atrás la idea de héroe para pasar a formas inclusivas para todas las personas, impidiendo así que la violencia siga replicándose.
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A mi no me gustan las estatuas al ejército porque el ejército es el brazo armado del estado, el que ejecuta las órdenes de los genocidas y el que defiende en las guerras los intereses de los poderosos. Eso es una cosa y otra es que alguien pueda ofenderse por las afrentas de un pasado colonial porque entonces a mi me ofende el teatro romano de Mérida que engrandece a un imperio que conquistó a mi pueblo y destruyó su cultura.
¿Entonces piensas que el colonialismo está al margen de las guerras por intereses de los poderosos, de los genocidios y del estado ese que dices aborrecer?
La derecha de este país, tan moderna y último grito que se cree, llevan haciendo las cosas con la misma mentalidad arcaica que se pierde en los tiempos pasados. Y si les das otra tecnología increíble que te permita algo fascinante, lo único que se les ocurrirá será cobrarte entrada.
El colonialismo, visión del otr@ como mercancía. Y ahí siguen.