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Medio ambiente
Pablo Lorente Zapatería: “Ecología sin lucha de clases es jardinería”
Militante ecologista contra las centrales térmicas y el Tren de Alta Velocidad.
Castejonero nacido en Tudela hace 50 años, es primogénito de madre soltera y ateo. Ha trabajado desde que acabó el Bachillerato, y ahora echa en falta tiempo para leer filosofía política y poesía. Sus gestos quedos y su dicción suave y poco estridente se hacen raras en un viajante especializado en productos ecológicos. Dirigente del PCE y luego militante en el PCPE, fue el primer comunista elegido como parlamentario para la Diputación de Navarra en 1995. Año y medio después abandonó todos sus cargos institucionales, tras quedarse en minoría en el buró de Izquierda Unida, cuando defendía el diálogo entre ETA y el Gobierno español. Aquello le convirtió en la primera persona en dimitir por motivos políticos de su sillón en el Parlamento navarro. Desde entonces, ha sido militante ecologista contra las centrales térmicas, el Tren de Alta Velocidad (TAV), las urbanizaciones de lujo o las canteras ilegales. En primera instancia, su tez morena y unas lentes circulares cuya montura apenas visible en los pómulos acaba desapareciendo bajo la barba, le dan un aire entre ribero que acaba de aparcar la mobylette junto a la acequia y profesor de Secundaria de instituto público. Más en detalle, su figura recia y una perenne sonrisa contenida lo mismo evocan a un jesuita sabiondo de la Teología de la Liberación centroamericana que al típico cantante de grupo folclórico vasco. Es una de las caras públicas de Sustrai.
Renunciaste cuando Izquierda Unida y Eusko Alkartasuna votarón una resolución a favor del Pantano de Itoiz y del Canal de Navarra...
No es correcto. Me fui justo antes de que se votara el famoso Acuerdo de Irlanda, después de que llevaran a Adolfo Araiz y a Floren Aoiz esposados a la cámara. Anteriormente ya había perdido tres votaciones en IU y no tenía estómago para más.
Dicen que de los sitios no hay que irse nunca.
Habíamos tenido una bronca monumental cuando prometí la Constitución reivindicando mi condición republicana, por imperativo legal y con una camiseta que pedía la paralización de la presa de Itoiz. De hecho, me tuve que buscar la vida, porque había dejado el trabajo para entrar en el Parlamento, pero los que mandaban en mi propia organización no quisieron que estuviera liberado.
Los representantes de la nueva política en Navarra también explican, a quien les quiera oír, que desde la acción de gobierno pueden cambiarse muchas cosas.
Yo voy de sorpresa en sorpresa. Alguno de ellos fue un abogado medioambientalista brillante, y gracias a él y a otra gente ganamos los juicios que ganamos. Y sin cobrar ni un euro, por convicción. Pero cuando me dijo que se metía en política me extrañó porque nunca le había visto interesado. Ya veremos cómo acaba la legislatura.
¿Y cómo va la legislatura?
Soy pesimista. Y más, teniendo en cuenta al Gobierno del Cambio anterior.
¿Por qué?
Te pondré un ejemplo. Veníamos de pleitear con UPN por una cantera en la zona de Urdax cuyas voladuras estaban afectando al patrimonio arqueológico de la Cueva de Alkerdi. Lo había corroborado un informe de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Y el Gobierno del Cambio quiso sacarnos de la contienda jurídica argumentando que no éramos parte interesada. Nos atacó de una manera que la derecha no había hecho antes. No pudieron, claro, porque ya en su momento el Gobierno de Navarra de UPN nos había declarado entidad de utilidad pública y con un ámbito de actuación en toda Navarra. Pero aunque los tribunales nos dieran la razón, la hostilidad política hacia Sustrai quedó sorprendentemente clara.
¿Una excepción quizás?
Dejemos los paños calientes. El Gobierno del Cambio ha suspendido en materia medioambiental. Para empezar, porque su programa nunca garantizó una transformación real de las políticas encaminadas a afrontar el cambio climático, a promover un modelo de participación real y, sobre todo, a frenar a los lobbies empresariales. Y, para continuar, porque quienes tendrían que haber sido un contrapeso al PNV, los partidos de izquierda del cuatripartito, no han estado a la altura de las circunstancias en los asuntos cruciales. En otoño de 2015, les dijimos que lo que habían firmado del TAV iba a facilitar el inicio de las obras. Más o menos un año después, les volvimos a advertir de que se estaban celebrando reuniones con Madrid a distintos niveles, y que el PNV estaba mercadeando con el tema en las negociaciones presupuestarias del Gobierno de España. Y también les explicamos que había una cosa muy sencillita que podían hacer: meter en un cajón los proyectos constructivos cuya elaboración dependiera del Gobierno de Navarra. Si lo hubiesen hecho, no se habrían adjudicado más tramos en la pasada legislatura. Pero, ¿qué pasó? Apareció el paquete publicitario de que Madrid no quería convenio, el PNV jugó al despiste y la izquierda no se enteró de qué iba la fiesta.
¿Pura incompetencia?
Vuelvo al inicio de la legislatura. El día que se firmó el acuerdo de gobierno, el líder de uno de los partidos de izquierda nos llamó para contarnos que nos quería dar la buena noticia de que había quedado registrado por escrito que el TAV no iba a hacerse en esa legislatura. Les pedimos el documento, lo leímos y, cuando vimos que daba carta blanca para que Manu Ayerdi, el consejero de Economía del PNV, concediera todas las licitaciones que quisiera, se nos cayó el alma a los pies. Hicimos una campaña de denuncia y nos dijeron que estábamos excediéndonos. Y les decíamos: “Están haciendo un paripé, al final va a haber tantas adjudicaciones como permitan los plazos, y tiene pinta de que van a ser más que nunca”. Así ha sido: entre 2015 y 2019 se licitaron más tramos de obras que en todos los gobiernos anteriores. Ese ha sido el Gobierno del Cambio de Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra.
Derrota por incomparecencia.
El problema de los políticos del cambio fue la falta de madurez ideológica. Cuando eso ocurre, puedes llegar a creer, políticamente, en los Reyes Magos, y tiendes a hacerte continuamente trampas al solitario. Ni siquiera se han intentado esbozar políticas alternativas. Demasiado miedo al enemigo de clase, ese poder económico con el que realmente confrontas también en la lucha ecologista.
Y a mucha honra. Soy de los que piensan que la ecología sin lucha de clases es jardinería. Y, sin feminismo, más todavía.
Pues no parece que la lucha de clases esté despuntado por estas tierras últimamente.
Me refiero a entender qué tienes delante y a operar a partir de análisis coherentes y con proyección. Yo vivo en Sakana, pero acostumbro a ojear la prensa local. Cuando vi que Aranzadi se oponía frontalmente a las operaciones urbanísticas en Pamplona supe que no se andarían con chiquitas para destruir su posición política, y la imagen personal de sus concejales. Los poderes fácticos son tolerantes con la socialdemocracia, todo la que quieras y más, pero como impugnes este modelo capitalista energéticamente despilfarrador y ecológicamente insostenible, ya puedes irte preparando porque van a ir a por ti.
Pero, por ser honestos, ¿no se vio enseguida que el TAV era muy complicado de parar?
¿Y las tres centrales térmicas contaminantes que tenemos en Castejón? A comienzo de legislatura solicitamos información y nos enviaron el mismo informe elaborado por el mismo técnico funcionario de la época de UPN. Lo lees, no te lo puedes creer... Pasado el plazo de cortesía que se guarda a todo gobierno entrante, les pedimos que se ejecutara la sentencia del Tribunal Supremo que declaró ilegal una de las tres centrales, porque para las otras dos llegamos tarde al contencioso administrativo. Creíamos, además, que podía sentar jurisprudencia para paralizar los dos conjuntos termoeléctricos. El Gobierno del Cambio pudo analizar la sentencia y, de manera fundada, haber retirado la autorización a Hidrocantábrico e Iberdrola, pero no lo hizo.
¿No han estado paradas casi toda la legislatura?
Fíjate si eran innecesarias. Las activarán de forma permanente cuando tengan construidas sus autopistas de Muy Alta Tensión y pueda exportar electricidad a Francia. Así funciona el oligopolio de las eléctricas: primero planifican, luego criminalizan a la oposición social y compran voluntades en la izquierda política, más tarde ejecutan las obras con los porcentajes de sobrecostes correspondientes, y solo empiezan a repartir dividendos cuando se dan las circunstancias. Es un ejemplo muy bueno para entender que la industria energética está básicamente orientada al beneficio privado. Antes, durante el franquismo, se solían ofrecer contrapartidas a las personas afectadas por este tipo de infraestrucutras contaminantes, subvencionado la factura eléctrica doméstica y ese tipo de cosas, pero ahora ni eso.
Generan empleo.
La creación de puestos de trabajo es un argumento que el capital emplea como chantaje. Frente a ello, el Gobierno del Cambio, o la izquierda navarra, no han tenido la audacia de abrir el melón. Y, en consecuencia, los debates sobre el reparto de empleo, la mejora del ferrocarril convencional o la rehabilitación de edificios han brillado por su ausencia.
Después de que el movimiento ecologista haya estado décadas oponiéndose al vertedero de Góngora, va la dirección de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona (MCP) del Gobierno del Cambio y propone una planta muy similar en Imarcoain. ¿Qué explicación le encuentras?
Cuando la MCP nos informó de que su apuesta iba a ser una macroplanta, desde Sustrai y desde todos los colectivos ecologistas de Navarra les respondimos que nos iban a tener enfrente. Les dijimos que nuestro modelo pasaba por la construcción de plantas pequeñas y por la recogida puerta a puerta selectiva en origen, que eso es lo que garantizaba recuperaciones como las que se estaban dando en Sakana, con más del 80%, como había reconocido el Gobierno de Navarra. Y que ese modelo, con las mejoras que hubiera que hacer, no era tan difícil de replicar.
¿Y?
Les han faltado voluntad y firmeza políticas. Creemos que esa cobardía viene dada porque no han hecho los deberes a la hora de distanciarse de la casta de altos cargos y de la dirección del funcionariado del interior de la MCP, muy vinculados a los partidos del régimen. Así que lo que propusieron y ahora van a finalizar de la mano del PSN, es lo que hubiera hecho cualquier gobierno anterior de UPN: sustituir una macroplanta de residuos amortizada, el vertedero de Góngora, por una nueva. Han hecho el trabajo sucio, nunca mejor dicho, y con el label del cambio. Tristísimo.
Una planta que iba a ser la conexión de la ciudad del transporte con el TAV...
Llevan años contando que la Alta Velocidad Española va a apostar por el transporte de mercancías, lo cual es una gran mentira por múltiples razones: porque no hay puertos secos, porque no hay duplicación de vías para permitir los cruces de mercancias y pasajeros, y porque las plataformas ferroviarias no están preparadas para aguantar el peso, por citar solo tres de las más importantes. De Navarra solo van a seguir saliendo en tren los coches de Volkswagen.
Te veo enrocado en un programa radical intransigente y antisistema.
El cambio climático ya está aquí y es irreversible. Ahora veremos quién tenía razón cuando decíamos que en Navarra había que apartarse del modelo nuclearizado del TAV, cerrar las centrales térmicas de Castejón, abandonar el despilfarro del Canal de Navarra, no dar licencias para urbanizaciones de lujo en Aroztegia, clausurar el extractivismo depredador de recursos en Zubiri, Baztán o Alaiz, o superar el modelo de residuos actual de grandes vertederos en la Comarca de Pamplona, y apostando por las unidades de compostaje y por pequeñas plantas para la fracción resto. ¿Para que quieres gobernar si no eres capaz de cambiar lo que está en tus manos?
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Y luego a trabajar los de siempre para mantener a un grupo de ecologistas hipersubvencionados que viven del trabajo de los demás. Claro que sí. El papel lo aguante todo... ¿Pero la realidad?
Que gran! Me ha faltado que se hable mas de las alternativas, que también las proponen, pero como muestrario de los límites del productivismo de izquierdas es impecable