Medio ambiente
            
            
           
           
Eucaliptos, economía verde que descuida el medio ambiente
           
        
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El eucalipto, oriundo de la lejana Oceanía y asociado a los  koalas, que comían sus hojas tóxicas en los documentales televisivos, era hasta  hace bien poco un desconocido en nuestros montes. Los registros del barrio de  Zubieta, en los municipios de Usurbil y Donostia, recogen la aparición del  eucalipto aquí entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX.  Hoy, los montes del Bajo Deba o Hernanialdea presentan  una imagen poco alentadora. Las grandes talas los han dejado calvos. El pino  enfermo será sustituido por otro tipo de especies, entre ellas el eucalipto, y  los grupos ecologistas advierten de que será peor el remedio que la enfermedad.  De momento, ya ocupan 25.000 hectáreas en Bizkaia y se expanden con rapidez por  el resto del territorio vasco gracias a su rentabilidad y a la poca regulación  por parte de las diputaciones forales. 
Las especies autóctonas han visto año tras año reducida su  población y espacio en los montes vascos. Durante el siglo XX, las plantaciones  de pino radiata impulsadas por la industria maderera ganaron terreno hasta  convertirse en uno de los árboles más reconocibles de Euskadi. En 2018, el pino  representaba un 33% de la superficie forestal de la comunidad autónoma. Ese  mismo año, la crisis del hongo de la banda marrón, que ya afectaba con  anterioridad al pino radiata, se disparó por el aumento del calor y de la humedad.  La propagación de este hongo ha provocado la tala de gran parte de las  plantaciones existentes y pérdidas de más de 100 millones de euros entre los  propietarios forestales, según Gipuzkoako Baso Elkartea.
Tras la caída del pino, y con una imperiosa necesidad de los  propietarios forestales por volver a repoblar las plantaciones, los eucaliptos  se han multiplicado en Euskadi y han generado una preocupación social por sus  efectos negativos. Las críticas, impulsadas por los grupos ecologistas y  activistas, como Kolore Guztietako Basoak o Eibarko Baso Biziak, están calando  no solo en algunos baserritarras, sino también entre la población más urbana. Diferentes  ayuntamientos de Euskadi han comenzado también a crear planes de gestión sobre  los montes públicos de sus municipios, a pesar de que una gran parte de estas  competencias las tienen las diputaciones.
Impacto ecológico
El eucalipto tiene efectos hidrófobos, afecta negativamente a la biodiversidad y en lugares de alta densidad puede provocar incendios peligrosos. Son algunas de las conclusiones del estudio sobre esta especie en la península ibérica realizado por la UPV/EHU y la Sociedad de Ciencias Aranzadi para el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno Vasco en el año 2020. Para Arturo Elosegi, coautor del informe y catedrático en Ecología, prácticamente en todas las variables analizadas el eucalipto es peor que el pino y notablemente peor que las especies autóctonas. “A nivel europeo se ha visto que el eucalipto es de los tipos de bosque que más efectos hidrológicos tiene: hace que el suelo sea más impermeable, provocando que el agua circule por la superficie. Cuando llueve mucho las crecidas son más rápidas y cuando deja de llover la sequía es más prolongada, porque el agua no ha entrado en la tierra”, explica Elosegi.
Estos nuevos inquilinos forestales presentan un tronco marrón  claro, que se descascarilla con facilidad y que, si no se limpia, tapa la  superficie con sus desechos. Además, destaca la merma que generan estos árboles  en la biodiversidad ya que “son bosques muy pobres en hongos, líquenes, plantas  y anfibios”. A lo que hay que añadir que la falta de agujeros en los troncos  evita que los pájaros puedan hacer nidos por lo que “en estos bosques viven muy  pocas especies y hay poca abundancia de los individuos”.
Por su parte, Keko Alonso, biólogo y miembro del grupo Kolore Guztietako Basoak, critica que se apueste por un modelo que propicia la pérdida de diversidad y el cambio climático. “Los estudios dicen que es un cultivo que nos va a dar muchos problemas por lo que las diputaciones deberían gravar con impuestos esta actividad para subsanar los daños que van a generar las plantaciones”. Alonso admite que esto supondría una bajada en la rentabilidad para los productores, pero insiste en que el modelo actual “es como vender el paquete de tabaco por 50 céntimos”.
“Las diputaciones deberían gravar con impuestos las plantaciones de eucaliptos”, opina Keko Alonso
Al otro lado, Ángel Guisasola, propietario forestal, niega  que esta especie produzca más efectos hidrófobos y compara: “Una plantación de  eucalipto traga menos agua que una plantación de lechugas, pero nadie dice  nada”. En su opinión, si en lugar de eucaliptos se plantase un gran número de  robles, los efectos serían los mismos. Incluso si miramos a la biodiversidad  porque, por ejemplo, “en un hayedo nunca van a hacer los pájaros un nido”.
Si el hongo de la banda marrón ha acabado con las plantaciones de pino, ¿sucederá lo mismo con los eucaliptos? Arturo Elosegi explica que de momento esta especie tiene menos enfermedades que el pino, pero que el problema podría agravarse si se propicia “un paisaje lleno de eucaliptales que facilite la transmisión de enfermedades y aumente el daño económico”.
Las  especies exóticas llegan sin patógenos, pero con el tiempo los contraen. Elosegi  advierte de que “en la península hay enfermedades que afectan mucho a esta  planta” y Keko Alonso detalla que “el eucalipto es una especie oportunista a la  que la alteración del clima y la degradación del suelo no le viene mal”. Si  bien las especies autóctonas están preparadas para combatir las plagas que  existen en el territorio vasco, las exóticas se exponen a estas. “Ya hay un  hongo de la misma familia de la banda marrón que come las hojas jóvenes del  eucalipto y un escarabajo que come sus hojas maduras”, añade el integrante de  Kolore Guztietako Basoak.
Planes de  gestión municipal
Ante la inacción de las diputaciones a la hora de gestionar los montes y regular las plantaciones de eucaliptos, algunos ayuntamientos han comenzado a pedir el traslado de los planes de ordenación de sus montes públicos. Bakio y Orduña tienen estos planes muy acelerados, Zaratamo se quiere sumar a este proceso, y alcaldes de localidades como Itsasondo o Soraluze ya apoyan las actividades de los grupos locales.
“En estos momentos, el 88% de los árboles que hay en nuestros montes son coníferas, y se quiere diversificar los suelos públicos para recuperar la biodiversidad”, cuenta Alberto Ugarriza, alcalde de Zaratamo, sobre el plan de actuación para los próximos 20 años que quieren diseñar. Este pequeño pueblo vizcaíno, de apenas 1.600 habitantes, dispone de 200 hectáreas que pasarán a ser gestionadas por el ayuntamiento, que también piensa en la producción maderera “de una forma ordenada y no solo con coníferas de rápido crecimiento”. De este modo esperan recuperar la calidad de su tierra, que ha sufrido un fuerte deterioro en los últimos 100 años.
 
“En la Diputación de Bizkaia no querían que hiciésemos el  plan porque querían gestionarlo con sus criterios, ya que la producción  maderera es prioritaria a otro tipo de usos”, lamenta Ugarriza. Desde Kolore  Guztietako Basoak recuerdan que se está intentando hacer algunas cosas pero se  ponen muchas trabas: “Algunos municipios han pedido que cuando se tale, se haga  la transición a monte autóctono, pero no se les hace caso. Y, además, se dilatan  los trámites”. 
Los ayuntamientos tienen potestad para promover y respaldar plantaciones en las tierras que pertenecen a cada municipio. No obstante, son las diputaciones las que gestionan la mayoría de las tierras públicas de Euskadi. Para Eibarko Baso Biziak, es en las diputaciones “donde más oposición y planteamientos contrarios a la conservación de la naturaleza se producen”. Mikel Jauregi, director de este grupo ecologista eibarrés, considera que ejemplos como el de Iker Aldazabal, alcalde de Soraluze, que se unió a su grupo en la replantación de Zirardamendi (Elgoibar), son muestras de “valentía y sentido común”.
Propietarios forestales
En el valle de Aginaga, escondido tras los montes de Eibar,  de espaldas a la parte más urbana de la ciudad armera, se encuentra el caserío  de la familia de Ángel Guisasola, exdirector de Andirao (asociación de  baserritarras de Eibar) y propietario forestal. Plantaciones de hayas,  castaños, abedules, abetos, nogales y también de eucaliptos crecen en las  hectáreas de estos montes de Guisasola, que se cuidan, entre otras formas,  gracias al silvopastoreo, una técnica que consiste en el manejo de árboles, ganado y  pastos en un sistema integrado. “A mí lo que me molesta es cuando las personas que no  tienen nada que ver con la madera o con el baserri, hablan de lo que hacemos  los demás”, critica Guisasola. Para conocer lo que pasa en este sector hay que  ver y escuchar pero, apunta, “a la mayoría no le interesa”.
Sus eucaliptos todavía tienen un tamaño pequeño, pero en la zona conviven con parcelas con árboles más longevos. A diferencia de lo que encontramos en un bosque de eucaliptos no cuidado, con el suelo lleno de madera muerta, en estas plantaciones privadas se cuida también la tierra con los animales. “No creo que sea una cuestión de árboles buenos y malos, aquí lo que importa es la gestión que se hace con esos árboles”, opina Guisasola.
“Si se nos siguen poniendo tantas trabas para plantar a los propietarios, los montes quedarán abandonados”, comenta Ángel Guisasola
El motivo fundamental para plantar eucalipto frente a otras  especies es que se puede talar a los 15 o 20 años frente a los 40 que hay que  esperar para cortar la mayoría de las demás frondosas. Guisasola reconoce que  tienen que ganarse la vida y que “nadie quiere esperar a estar muerto para  cobrar”. Por uno de los abedules que tiene en las laderas de su caserío podría  ganar entre 70 o 90 euros. Lo que supone una escasa ganancia tras todos los  años que hay que esperar hasta talarlos. “Si se nos siguen poniendo tantas  trabas a los propietarios que tenemos tres o cuatro hectáreas, los montes quedarán  abandonados”, concluye Guisasola.
“No solo presionan para que no se regule, sino para que se  plante más”, señala el biólogo Arturo Elosegi, con la mira puesta en los  grandes propietarios. El sector se encuentra hipersubvencionado en aspectos  como las plantaciones, los cercados, los caminos o los tratamientos. Para Elosegi,  “el propietario forestal grande es un grupo de presión que intenta obtener  ventajas para sus negocios”. En este sentido, añade también el biólogo Keko  Alonso, hay empresas en Portugal que están siendo frenadas en la expansión del  eucalipto y están plantando en Bizkaia, gracias a los pocos impedimentos que  encuentran por parte de las instituciones vascas para realizar estas actividades.
Especies  autóctonas
La alternativa a los eucaliptos y sus daños medioambientales  pasa por plantar árboles de conservación y producción autóctona. La asociación  Eibarko Baso Biziak señala, por ejemplo, a los castaños, aunque ya sufrieron  una enfermedad años atrás y esto hizo que adquiriesen mala fama entre los  propietarios. “Hoy en día, diversos estudios apuntan como alternativa  productiva a esta especie”, cuenta Mikel Jauregi, con la esperanza de que esta  especie adquiera más peso puesto que “sale por sí sola en nuestros bosques con  gran fuerza”.
“El castaño es una especie complicada y el análisis que se  hace es muy somero”, explica, por su parte, Keko Alonso. En estos estudios se  confunde la rentabilidad neta y la rentabilidad bruta, porque si bien el  eucalipto puede tener un rendimiento neto de 500 o 600 euros por hectárea, el  castaño puede dar más. Pero mientras que el eucalipto no requiere cuidados, el  castaño hay que podarlo, limpiarlo, recoger el fruto, conservarlo y ponerlo en  el mercado. Esto aumenta el coste de mantenimiento sobre esta especie de  árboles y se disipa como opción de alternativa ante el eucalipto. Además, “al  castaño le vienen mal los veranos húmedos y los suelos pesados”, algo muy  habitual tanto en Bizkaia como en Gipuzkoa.
“La gente tiene muchas propuestas pero nadie las pone en marcha”, critica Ángel Guisasola. Y, en este sentido, recuerda que si en una asociación como Eibarko Baso Biziak ponen 10 euros por persona, pueden comprar una cantidad importante de hectáreas: “El precio del suelo está regalado y la diputación te paga por las plantaciones de frondosas. Pero no, que plante el vecino”, sentencia.
 
Algunos propietarios denuncian sabotajes en sus terrenos,  sobre todo cercados rotos y corte de eucaliptos. Ángel Guisasola ha sufrido  acciones así en sus propiedades y cree “que la gente de calle tiene una gran  desconocimiento y falta de respeto”. En su opinión, estas acciones van a propiciar  que los propietarios vendan sus terrenos por no tener problemas y que los  suelos acaben abandonados. Para Keko Alonso, de Kolore Guztietako Basoak, “no  se puede ir al choque” y esta forma radical de actuar contra las plantaciones puede  ser contraproducente para todas las partes.
Los grupos ecologistas que abogan por la prohibición del  eucalipto en los montes de Euskadi colisionan de lleno con los propietarios de  tierras y baserritarras que aseguran ser quienes más cuidan el medio ambiente.  Entre medias se encuentran propuestas como la de la apuesta total por las  especies autóctonas que no llegan a parecer rentables económicamente y los propietarios  forestales que creen que hay problemas más graves que el de la especie  australiana: el 24% de bosques de Gipuzkoa están abandonados, los árboles y  hierbajos crecen sin que nadie los limpie ni los cuide, convirtiéndose esos  montes en un polvorín para los incendios.
Las propuestas más inmediatas pasan por los nuevos planes de  ordenación que van a realizar los diferentes ayuntamientos en sus montes  públicos y las replantaciones de los grupos de conservación forestal. Mientras,  las diputaciones se mantienen en silencio a pesar de contar con la mayoría de  las competencias de los montes públicos y no muestran interés por intervenir en  las políticas que regulen las plantaciones del árbol australiano. A día de hoy,  evitar que se planten eucaliptos en propiedades privadas no parece una opción  real, por lo menos hasta que se ofrezcan alternativas viables a las familias  que viven de la madera.
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