Yemen
La vida de millones de yemeníes está en peligro y el gobierno español no puede permanecer indiferente

Es bastante decepcionante comprobar que el nuevo gobierno de momento es incapaz de mover un dedo para aliviar el sufrimiento de millones de personas. El silencio sigue siendo la norma del gobierno que pretende eludir el necesario y urgente debate sobre la venta de armas.

Avión cisterna 330-MRTT de Airbus
Avión cisterna 330-MRTT de Airbus, como los vendidos a Arabia Saudita, reabastece en vuelo aviones del caza Eurofighter, fabricados parcialmente en Illescas, Toledo.
27 jun 2020 08:33

Mientras que Yemen vive la peor crisis humanitaria del mundo y la peor crisis humanitaria de su historia —por parafrasear a las Naciones Unidas—, la situación no hace más que empeorar. La terrible amenaza del coronavirus no ha bastado para detener los combates. Los enfrentamientos siguen desarrollándose y la devastación se va haciendo más profunda: en lo que va de 2020 han muerto en combate 9.475 personas (Datos del ACLED a 20 de junio de 2020) y otro número desconocido por hambre y enfermedades al estar la economía y el sistema sanitario al borde del colapso. Actualmente, hay cuatro millones de refugiados y un 80 % de personas que necesitan ayuda humanitaria para vivir.

Desde que empezó la guerra en el 2015, 250 mil personas han perdido la vida, según la estimación del Pardee Center. Hecho horrendo, pero que podría agravarse aún más si no se pone fin a la guerra. El mismo estudio del Pardee Center prevé que para 2022 las muertes podrían superar las 480.000.

Esta catástrofe sobre todo tiene origen en la funesta decisión de Arabia Saudita de lanzar una intervención militar con ayuda de sus socios regionales para devolver el poder a su protegido Abd Rabbo Mansur Hadi en marzo de 2015. Desde ese momento Yemen ha vivido una pesadilla. El país ya de por sí arrastraba muchos problemas: el gobierno clientelar de Saleh había arruinadola economía durante su largo mandato y el gobierno de transición iniciado en 2012 fracasó estrepitosamente por muchos factores que no desarrollaremos aquí. Este fracaso propició que los hutíes dieran un golpe de Estado y que todas las alarmas se encendieran en Arabia Saudí ya que los hutíes eran vistos como una milicia que trabajaba para Irán.

Esta obsesión para acabar con Irán propició que Arabia Saudita, con el príncipe MBS al mando, decidiera cometer esta cruel y absurda intervención militar que desde el principio se preveía que iba a ser nefasta. Al país más pobre de la región, que importaba el 90% de sus productos básicos, se le sometería a un régimen de bloqueo y de bombardeos que perseguirían la rendición de los hutíes a base de matar de hambre y de enfermedades a la gente que se veía encerrada en la barbarie de la guerra. Desde marzo de 2015, se ha podidocomprobar la crueldad de todos los actores implicados en la guerra, pero también se ha podido comprobar que la coalición militar que encabeza Arabia Saudí (y también Emiratos Árabes Unidos) es responsable de una lista interminable de crímenes de guerra. La coalición es culpable de las muertes directas de las dos tercios de los civiles, además de ser el principal responsable en las muertes indirectas ya que los bombardeos han destruido la economía y las instalaciones sanitarias. Desde marzo de 2015 hasta finales de 2019, se estima que más de 130 mil personas han muerto de forma indirecta.

Occidente ha prestado apoyo diplomático al asalto saudí sobre Yemen y ha respaldado, por lo tanto, los crímenes que la Coalición lleva cometiendo en el país desde el 2015. Hay muy pocos países que se libran de esta infamia, y España no es uno de ellos.

Muy a menudo, la opinión pública da a entender que la desastrosa crisis humanitaria que vive Yemen no tiene nada que ver con Occidente. Esto no es verdad. Yemen ha estado en el punto de mira de nuestros líderes durante los últimos años, Occidente ha prestado apoyo diplomático al asalto saudí y ha respaldado, por lo tanto, los crímenes que la Coalición lleva cometiendo enYemen desde el 2015. Hay muy pocos países que se libran de esta infamia, y España no es uno de ellos.

Para entender la complicidad del gobierno de España con los crímenes en Yemen hay que remontarse al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Durante sus más de siete años en el gobierno se produjo un aumento espectacular de la industria armamentística. Los datos son muy claros: según la red europea contra el comercio de armas (ENAAT) las exportaciones de bienes militares se multiplicaron por cinco durante sus dos mandatos. De esta manera, España se pudo hacer un hueco dentro del competitivo negocio de la guerra y lasgrandes empresas públicas y privadas pudieron repartirse los gigantescos beneficios de todo este pastel.

No obstante, con Zapatero, España todavía no vendía muchas armas a Arabia Saudí. Fue durante el gobierno de Mariano Rajoy cuando España empezó a venderle masivamente armas al reino saudita y a Emiratos árabes Unidos. Evidentemente, esta decisión no respetaba ni la ley ni los derechos humanos. La ley de 2007 sobre el comercio de armas es bastante clara e impide la venta de armas a países donde “existan indicios racionales de que el material de defensa, el otro material o los productos y tecnologías de doble uso puedan ser empleados en acciones que perturben la paz, la estabilidad o la seguridad en un ámbito mundial o regional [...] con fines de represión interna o en situaciones de violación de derechos humanos”.

En el año 2013, el mismo año en el que se firmó el Tratado sobre el comercio de armas (TCA), el gobierno de Mariano Rajoy hizo una perfecta demostración de cinismo al vender más de 1.123 millones de euros a Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU). Una decisión que no tenía en cuenta que se estaba comerciando con regímenes que violaban los derechos más fundamentales de las personas como lo demostraba los informes de las ONG y que tampoco tenía en cuenta que, dos años antes, estos países habían contribuido a aniquilar las manifestaciones democráticas de la primavera árabe que se produjeron en el reino de Bahréin. Protestas que fueron reprimidas por suponer una amenaza política que debía ser duramente castigada para que no sirviera como precedente. Un cambio en el sistema político en Bahréin amenazaba la hegemonía de Arabia Saudí. Esto era una amenaza que no podían consentir.

Yemen
La guerra de Yemen empieza en Sagunto

Un grupo de activistas protesta en el puerto de Sagunto por la escala del buque saudí de transporte de armamento Bahri Abha, que transporta blindados LAV-III canadienses y bombas guiadas por láser GBU-12 de fabricación estadounidense, material empleado desde hace un lustro en Yemen.

Como suele suceder en estos casos, Occidente calló demostrando que sus deseos por extender la democracia son siempre una farsa.Cuatro años después, Yemen experimentaría en sus propias carnes lo que significa cuestionar de nuevo a la hegemonía de Arabia Saudí y de sus socios del golfo pérsico. El crimen que cometió Yemen fue que los hutíes eran una fuerza con cierta conexión con Irán (una conexión dicho sea de paso exagerada) y que debía ser aniquilada después de que a principios del 2015dieran un golpe de Estado acabando con el gobierno de transición.

En Yemen, los hutíes no eran una fuerza democrática y, además, estaban poco comprometidos con los derechos humanos. Los hutíes aprovecharon el desgaste del gobierno de Hadi que poco a poco fue adquiriendo la fama de ser un gobierno corrupto, inútil, incompetente e incapaz de mejorar las pésimas condiciones de vida de la gente. Sin embargo, este golpe resultó intolerablepara Arabia Saudí porque veía (o quería ver) las manos de Irán detrás, unas afirmaciones que suscitaban poca credibilidad en los Estados Unidos gracias a lo que sabemos por WikiLeaks. En todo caso, este pretexto le sirvió a Arabia Saudí y a sus aliados regionales para lanzar una intervención militar que iba a tener consecuencias horribles para el país más pobre de la región.

Sin contar las ventas del año 2019 y 2020, los gobierno ha vendido armas al reino saudí por valor de 1.167 millones de euros. Desde 2015, han intentado por todos los medios permanecer callados ante una de las peores crisis humanitarias de las últimas décadas.

Este hecho iba a ser utilizado por los gobiernos occidentales para conseguir dinero con el negocio de la guerra. Por desgracia, España no es ninguna excepción... En el año 2015, sólo la venta de armas a Arabia Saudí superó los 500 millones de euros. Sin contar las ventas del año 2019 y 2020, el gobierno ha vendido armas al reino saudí por valor de 1.167 millones de euros según los datos delENAAT. Desde ese momento, los gobiernos han intentado por todos los medios permanecer callados ante una de las peores crisis humanitarias de las últimas décadas. La razón es que aparte de esas gigantescas ventas de armas, Arabia Saudí nos vende bastante petróleo y mantiene jugosos contratos comerciales que disfrutan tanto las empresas privadas como las empresas públicas. Esto explica que en 2018 el gobierno de Pedro Sánchez contradijera a la ministra de defensa Margarita Robles cuando paralizó las famosas 400bombas al reino de Arabia Saudí. De repente, estuvo en peligro el gigante pastel que recibe el gobierno y las empresas a cambio de permanecer callados ante las violaciones reiteradas de los derechos humanos. Esto es algo que nuestros gobernantes no se pueden permitir.

Casi dos años después, en junio de 2020, la situación poco ha cambiado. La opinión pública española y los partidos políticos siguen ignorando lo que está ocurriendo en Yemen debido a una mezcla explosiva de indiferencia, racismo cultural y falta de compromiso con la justicia. Los intereses económicos siguen primando ante todo en el nuevo gobierno de “izquierdas” del Partido Socialistay Unidas Podemos. Esto les vuelve a situar en la misma encrucijada en la que ya estuvo el gobierno de Mariano Rajoy y el gobierno de Pedro Sánchez justo después de la moción de censura: respetar los derechos humanos es incompatible con la versión salvaje del capitalismo que impera ahora en el mundo.

Es bastante decepcionante comprobar que el nuevo gobierno de momento es incapaz de mover un dedo para aliviar el sufrimiento de millones de personas. El silencio sigue siendo la norma del gobierno que pretende eludir el necesario y urgente debate sobre la venta de armas. Visto con perspectiva, razones no le faltan para ocultar al resto de la población la verdad: vender armas a Arabia Saudí no solo significa ser cómplice de los crímenes que comete el país más fundamentalista y extremo de la región, sino que significa también que el ejectutivo sigue sin cumplir la ley. Una ley aprobada por el gobierno socialista de Zapatero en 2007 y que ha sido asumida por el gobierno conservador de Rajoy al firmarse como hemos dicho, el Tratado Sobre el Comercio de armas en 2013.

Mientras esto ha estado pasando, la agenda mediática ha obturado otro debate necesario en nuestro país. Este debate tiene que ver con Felipe González. Durante estos últimos años hemos podido comprobar un enaltecimiento de la figura del expresidente que ha permitido redoblar los esfuerzos para ocultar que su gobierno es responsable de prácticas que mancharían las credenciales democráticas de su gobierno —Parafraseando el último informe desclasificado de la CIA que fue publicado por La Razón.

Estas últimas informaciones han vuelto a demostrar que los grandes centros de poder de este país siguen saliendo en defensa de uno de nuestros “grandes presidentes de la democracia”. Este punto ilustra muy bien lo protegido que González ha estadosiempre y explica por qué no son otros temas los que centran el debate democrático. Uno de esos temas tiene que ver, por supuesto, con la venta de armas.

Gracias a la ley que viene del franquismo sobre el material clasificado y gracias a la decisión de Felipe González de clasificar y mantener en secreto la venta de armas, existe una falta de transparencia absoluta.

Actualmente, gracias a la ley que viene del franquismo sobre el material clasificado y gracias a la decisión de Felipe González de clasificar y mantener en secreto la venta de armas, existe una falta de transparencia absoluta que es recordada continuamente por las ONG y las organizaciones en defensa de los derechos humanos. Esta ley franquista la utiliza nuestro gobierno para no cumplir la ley, pues si se respetara la ley de 2007 y el TCA de 2013 no se violaría de una forma tan flagrante el Derecho Internacional Humanitario.

Esto parece dar igual a la opinión pública que prefiere centrarse en el ruido y en la desinformación general. Los datos contrastados de organizaciones independientes que trabajan para controlar y vigilar los abusos del Estado no merecen la atención de un público al que se le presenta la información como un bien que se puede comprar en cualquier supermercado.

Industria armamentística
Las ONG valoran el “cambio de tendencia” en la venta de armas de España a Arabia Saudí e Israel

Expectación ante los próximos pasos a dar por el Gobierno después de que ayer el Ministerio de Defensa desautorizase la venta de 400 bombas a Arabia Saudí como consecuencia de la guerra de Yemen.

Mientras tanto, la población civil yemení ha seguido sufriendo crímenes constantes de guerra, muchos de ellos librados por la Coalición saudita a la que apoya Occidente. Esta falta de compromiso, el desdén de nuestros políticos por los derechos humanos se ha visto con buenos ojos en las élites políticas y económicas españolas debido a las inmensas ganancias que ha traído la guerra. También ha sido defendido por los mal llamados partidos constitucionalistas: PP, PSOE y Ciudadanos. Los tratos con ArabiaSaudí eran apropiados porque ayudaban a crear empleo y a mejorar la economía. Es aquí cuando entra en juego el nuevo gobierno de izquierda que, pese a contar con miembros de Podemos que han rechazado en multitud de ocasiones los tratos comerciales con el reino saudí, son incapaces de cambiar la política exterior que defiende tan cínicamente el Partido Socialista. Estodebería hacer reflexionar a Unidas Podemos sobre qué sentido tiene guardar lealtad ante asuntos que violan flagrantemente los derechos humanos. No decir nada significaría contribuir a no poner fin a las injusticias defendidas por el PP, PSOE y Cs. De momento estas injusticias continúan por tres motivos:

1. Se sigue comerciando y vendiendo armas a Arabia Saudí pese a todos los crímenes de guerra perpetrados en Yemen.
2. Se oculta al público general el comercio de armas gracias a una ley franquista de hace más de 50 años.
3. La ayuda humanitaria destinada a aliviar la tétrica situación que se vive en el país sigue siendo ridícula. De hecho, en lo que vamos de 2020 esta ayuda ha sido cero. La llamada que hizo la ONU el 2 de junio para recaudar fondos para aliviar la situación que vive Yemen no ha suscitado ninguna respuesta en el gobierno de izquierdas español.

El pasado miércoles 24 de junio, el Secretario General Adjunto de Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock, volvió a intentar llamar la atención de la comunidad internacional al afirmar que: “nunca hemos visto en Yemen una situación en la que una crisis económica interna tan grave y severa se superponga” con “grandes recortes en la ayuda humanitaria” en «medio de una pandemia devastadora”. La advertencia no es para menos. Los programas de agua y sanidad que atienden a cuatro millones de personas empezarán a cerrar envarias semanas, alrededor de cinco millones de niños se quedarán sin vacunas y para agosto se cerrarán los programas de desnutrición. Por si fuera poco, Lowcock advirtió de que los programas de salud que ayudan a 19 millones de personas también cerrarán si no se destinan nuevos fondos.

La ayuda que los países han prometido destinar a Yemen están lejos de ser suficiente. Entre toda esta inmoralidad, el gobierno de España aún no ha destinado ni prometido destinar fondos para que estos programas no colapsen. Es por eso que es hora de rogar al ejecutivo que reaccione y ayude a mantener a la gente viva. No hacerlo significaría manchar la imagen de España. Un gobierno progresista y comprometido con los derechos humanos no puede hacer lo mismo que el Partido Popular. Todavía están a tiempo de actuar, pero tiene que ser ya. No hay tiempo que perder.


Isa Ferrero es autor del libro Negociar con asesinos. Guerra y crisis en Yemen

 

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