Ramón Esono: “España es muy consciente de que en Guinea Ecuatorial se están cometiendo abusos”

Aunque sospechaba que le podía pasar algún día, el dibujante Ramón Esono se resistía a creerlo. Pero pasó. Sus críticas al gobierno de Teodoro Obiang en Guinea Ecuatorial le han costado cinco meses de cárcel. Una vez fuera, asegura que seguirá haciéndolo, aunque “de manera más inteligente”.

El dibujante Ramón Esono
El dibujante Ramón Esono, en libertad.

Antes de colgar el teléfono, Ramón Esono (Mikomeseng, Guinea Ecuatorial, 1977), insiste en dar las gracias por la atención prestada aunque también remarca que el suyo no es un caso particular y que lo importante es que se conozca lo que sucede en su país, antigua colonia española.

Eso —la difusión y denuncia de los desmanes del régimen de Teodoro Obiang— es, de hecho, una de las actividades principales de este ilustrador autodidacta que combina el oficio de dibujante (en 2010 expuso en la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid, ARCO, dos series sobre las dictaduras y la corrupción) con la militancia a favor de la libertad de Guinea Ecuatorial.

También es el motivo que le ha llevado a pasar cinco meses en la prisión conocida como Black Beach —“una cárcel de mierda”, resume para El Salto— en Malabo, bajo una acusación de falsificación de moneda y blanqueo de capital tan insostenible que las autoridades recularon y le liberaron el 27 de febrero por falta de pruebas.

Esono recuerda el apoyo recibido durante los meses privado de libertad y asegura que la motivación real de su reclusión fueron las críticas a Obiang, especialmente a través de La pesadilla de Obi, una novela gráfica publicada en 2011 en la que narra en tono humorístico las desventuras de un personaje, trasunto del sátrapa, que una mañana despierta convertido en un guineano más, víctima de la miseria y de la opresión de su propia dictadura. “No me han hecho un Charlie Hebdo, pero casi”, explica con retranca, recordando el atentado sufrido en enero de 2015 por la revista satírica francesa.

En el momento de la detención, el 16 de septiembre del año pasado, Esono llevaba un par de semanas en Guinea Ecuatorial, que no pisaba desde 2011, cuando se instaló con su esposa en Paraguay. El motivo de su vuelta a Malabo desde Madrid, adonde llegó en agosto, había sido la tramitación de su pasaporte para poder viajar a El Salvador, nuevo destino profesional de su esposa. La familia le había desaconsejado que regresase a Guinea Ecuatorial, temiendo que pudiese ocurrir lo que finalmente sucedió, pero la visita era obligada para la gestión.

¿Cómo estás?
De momento, bien. Ya estoy en otra casa familiar, esperando a que lleguen mis chicas. Físicamente estoy bien, no tengo nada que me pueda dar indicios de que estoy mal después de lo que ha pasado. Estoy bien.

¿Has ido al médico?
No, sabes que el médico en España para quienes no somos españoles tiene su tiempo de espera, así que estamos esperando.

¿Alguna vez perdiste la esperanza?
¿Perder la esperanza? Imposible, porque desde el minuto cero cuando me detienen y me llevan a las dependencias de Guantánamo, ya empecé a notar los apoyos de mucha gente, sobre todo la más importante, la de mi familia. No puedes perder la esperanza cuando los demás están apoyando sin muchas esperanzas. No, no la perdí.

¿Guantánamo?
[Risas] Las comisarías centrales de policía en Malabo y Bata, las dos capitales del país, fueron bautizadas por los guineanos como Guantánamo en honor a las torturas y vejaciones que se practicaban en el verdadero Guantánamo de Cuba. Siempre que hables con un ecuatoguineano se va a referir de esa manera a las comisarías.

¿Sufriste torturas allí?
No, torturado físicamente no, pero si la tortura psicológica viene a ser importante, sí que fui torturado psicológicamente. Me detuvieron siendo inocente y con esa excusa me han impedido ver a mi familia, he estado casi un año sin poder ver a mi hija. Evidentemente, la presión externa ayudó a que no se me tocara un pelo, como se diría, porque hubiera sido demasiado evidente. Si me hubieran hecho algo físico, la comunidad que me estaba ayudando fuera y dentro no estaría demasiado contenta.

Saliste de la cárcel el 27 de febrero pero no has podido abandonar el país hasta mayo. ¿Qué pasó?
Lo que trato de explicar es que se produjeron errores durante la detención, que, entre otras cosas, llevaron a que las autoridades quedaran en evidencia y quedó claro, sin esconderse, que lo que habían hecho era una cosa que nada tenía que ver con la justicia. Para soltarme, tenían que pasar por todo ese paripé que me hicieron pasar. Los meses que pasé después de abandonar la prisión eran unos meses para que ellos pudiesen negociar conmigo como si yo fuera moneda de cambio, ya que se excusaron en los tiempos legales para la obtención del pasaporte, que era el único documento que me podía haber hecho abandonar el país el mismo día que salí de la cárcel. Pero lo llevaron al extremo personal y eso influyó en que la gente se hiciera la pregunta de por qué sigue Ramón en este país.

¿Qué pasó el 16 de septiembre, fecha en la que te detuvieron?
Yo venía de jugar un partido de fútbol, bueno, no jugué porque no estaba físicamente bien. Ese día jugábamos contra el equipo de un hijo del presidente, que por casualidad viene a ser uno de los jefazos que puede ordenar detener a gente porque le da la gana. Después del partido, este muchacho me siguió con su coche, me tomó la matrícula y a partir de ahí unos agentes de la seguridad nacional nos empezaron a hacer un seguimiento. Yo estaba con dos amigos españoles. Después de cenar en un restaurante me detienen, me llevan a la comisaría, a Guantánamo, y allí empiezan a preguntarme por mis dibujos. Sueltan a los dos españoles, uno de ellos es expulsado del país. Al día siguiente me vienen con la excusa de la falsificación de moneda, que ya es la gracia de todo el asunto.

¿De qué te acusaban?
En realidad, me detienen para torturarme, para darme un castigo ejemplar. Eso era previsible para mí y mi familia porque conocemos el país. Como no me pueden torturar, pegar o hacerme incluso algo peor, pasan a la estrategia de retenerme para que mi detención, que ya había sido significativa al haberme detenido junto a un diplomático español, tenga una buena excusa para que nadie crea que van deteniendo a la gente por nada. Se inventan lo de la falsificación de dinero, que es muy habitual y muchos chicos ecuatoguineanos han sufrido ese tipo de acusaciones. Se lo inventan, no sé si llamarlo acusación formal, pero es lo que hace que tengan la potestad de mantenerme en la cárcel seis meses.

Habías vuelto a Guinea para renovar el pasaporte.
Sí, tenía que ir a Guinea para renovar mi documentación y continuar el viaje hacia el nuevo destino de mi familia. No soy español, por esto tenía que ir a Guinea para hacer esta gestión, aunque no era fácil saber que iba a poner mi pellejo en juego porque estaba recibiendo amenazas. El resultado era de esperar, más o menos, a lo mejor tuve demasiada suerte.

El ilustrador ecuatoguineano Ramón Esono sonríe tras la pesadilla sufrida durante cinco meses
El ilustrador ecuatoguineano Ramón Esono sonríe tras la pesadilla sufrida durante cinco meses.

¿Cómo es la cárcel en la que has estado estos meses?
Es Black Beach, lo llamamos así. El nombre proviene de que la cárcel está situada en una zona muy rocosa, piedra negra, e invade el mar. La cárcel es famosa no porque haya estado yo dentro, o porque vaya a estar otra gente, sino por las cosas que hacen dentro, que pasan por todas las cosas que puedas imaginarte a nivel inhumano. Allí priman el maltrato psicológico, la falta de humanidad, de empatía… Es un juego de poder en el que los que pueden ejercer todo tipo de poder son los que mandan. Hay mucha normalidad a la hora de torturar, de no tener en cuenta que la gente enferma porque las condiciones no son buenas. Es una cárcel de mierda, si se me permite la expresión. Allí hay personas malviviendo y esperando que alguien se acuerde de ellos.

¿Habías pensado que dibujar te podría llevar a la cárcel?
Sí, sí. Eso lo he tenido bastante claro desde siempre. Tengamos en cuenta que yo nací en Guinea Ecuatorial y si le llaman dictadura es porque tiene unas pautas y unas actuaciones que son las que lo definen. Yo he vivido allí toda mi vida, he tenido toda esa experiencia vivida directamente. Cuando me meto en un tema en el que el mayor damnificado va a ser el presidente de la República, que allá es considerado como un dios, pues ya me dirás… Cuando tocas a dios hoy en día en algunos sitios, como mínimo te hacen un Charlie Hebdo. En este caso no se me hizo un Charlie Hebdo, pero casi.

¿Cuál ha sido la posición del Gobierno español estos meses?
Esta pregunta me gusta porque tengo que ser sincero. Siendo sincero, diría que España y Guinea Ecuatorial mantienen unas relaciones que son normales, de cara a toda esa parafernalia de los Estados, la bilateralidad y eso. Pero España es consciente, muy consciente porque también forjó lo que es ese país, de que allí se están cometiendo abusos. De hecho, ahora hay una española que está intentando que su hermano no sea olvidado allí abajo, y España debería hacer más.

Creemos que España es un gran aliado, a nivel humano, cultural —hablamos español, somos el único país de África que habla español— y otros temas pero debería tener en cuenta esos detalles y no hacer como que lo nuestro no es una dictadura pura y dura.

¿Esperabas algo más por parte de las autoridades españolas en tu caso?
No, de España he conseguido todo lo que me sirve para no tener que criticarles. Las autoridades españolas representadas allí en la Embajada estuvieron muy pendientes. Pero hay que tener en cuenta que ahora hay un español allí a saber en qué condiciones. Ya va siendo hora de que España cambie de táctica o simplemente se ponga un poco más dura, más exigente, con los derechos que también dicen que se pierden en España. Así que más democracia y menos cháchara política.

¿Vas a seguir criticando al régimen de Obiang?
Estoy en ello las 24 horas del día. Ahora me voy a tomar un descanso porque tengo que cerrar un proyecto de cómic después de estos nueve meses ingratos pero voy a seguir criticando al régimen. Mientras exista ese régimen, lo normal es que haya que criticarlo. Evidentemente, esa crítica conlleva un riesgo y en esta ocasión ya no es algo que me afectará solo a mí sino que mi familia ha quedado expuesta, por lo tanto, hay que ser un poco más inteligente a la hora de hacerlo.

¿Esta experiencia te ha cambiado?
En realidad no, porque antes de entrar allí yo no era un angelito pero estoy seguro de que al salir tampoco soy un demonio. Es una experiencia tras la que, al salir vivo, me indica que puedo continuar con mi vida, que es la que es y la enfoco como la enfoco. Por eso precisamente voy a seguir haciendo lo que hacía.

¿Cómo es la situación ahora mismo en Guinea Ecuatorial y qué expectativas de futuro hay?
Es de esas en las que crees que puede surgir cualquier cosa. Ayer mismo anunciaron un nuevo diálogo nacional en el que supongo que el régimen intentará otra vez negociar una salida que todo apunta que será a la africana: hablarán más los AK-47 que los papeles sobre la mesa. Puede haber un cambio dramático, drástico, terrible. También puede haber otro cambio si los activistas y políticos que entienden su rol conseguimos que los jóvenes entiendan cuáles son nuestras responsabilidades para con el país. Evidentemente, Guinea Ecuatorial va a a cambiar, pero no podemos aseverar ahora mismo si el cambio va a ser en beneficio de los ecuatoaguineanos en materia de derechos humanos para fortalecer a la sociedad civil. Ese es el cambio por el que estamos peleando al meternos en este fregado que a lo mejor no nos beneficia a nivel personal.

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