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¿Qué es el sexilio y qué sabemos de este fenómeno?

“El abandono del lugar de residencia por motivos relacionados con la orientación sexual y/o identidad de género”. Así es como define “sexilio” la Ley 4/2023 para la igualdad real y efectiva de las personas LGTBI. El concepto aterrizaba así en la normativa en España, pero viene de antes: surge en torno a 2008 para explicar una serie de factores que derivan en el abandono del hogar por parte de las personas LGTBI+.
El estudio Estado del Odio LGTBI+: Sexilio presentado esta semana por la Federación Estatal LGTBI+, en colaboración con la Universidad de Salamanca, analiza de forma sistemática el fenómeno. “No pertenece al pasado, el sexilio sigue ocurriendo en la actualidad, de forma persistente y en distintos contextos”, dice la organización, que describe su estudio como “una radiografía actual del impacto que la discriminación, la violencia y la falta de entornos seguros ejercen sobre la vida de este colectivo”.
El informe de la Federación Estatal LGTBI+ sobre sexilio ofrece una panorámica del fenómeno en España mientras el estudio que la ley trans contemplaba sobre el fenómeno aún no se ha presentado
La investigación, basada en la encuesta Estado LGTBI+ 2025 con una muestra representativa de 800 entrevistas, revela que el 13 % de las personas del colectivo cambió de residencia por estas razones y que, en conjunto, más de un tercio ha vivido o contemplado el desplazamiento como única vía para poder ser quienes son sin temor al rechazo.
El estudio de la federación supone la primera aproximación al sexilio. Y es que, aunque la ley trans recoge —junto a la definición de sexilio— la obligación de establecer los mecanismos adecuados para recabar datos sobre la migración de las personas LGTBI dentro de España en el plazo de un año y a través del Consejo de Participación de las personas LGTBI, ese estudio no se ha convertido aun en una realidad. De los datos que se recaben dependería el poner o no en marcha una medida recogida también en la normativa: entender el sexilio como causa de despoblación dentro de las medidas sobre políticas de despoblación del Gobierno de España.
Sexilio, un concepto que se estira
El estudio ahonda en el origen del concepto, que establece en el trabajo del sociólogo de origen puertorriqueño Manolo Guzmán, que estudiaba las migraciones forzadas de hombres gais puertorriqueños hacia las grandes ciudades de Estados Unidos. El término cuando se publican estos estudios en 1997, “quería señalar un proceso de ruptura involuntaria con el lugar de procedencia, un viaje migratorio casi exclusivamente motivado por la necesidad de realización personal y respeto a los derechos humanos”, explica el informe.
A partir de ahí, “las investigaciones científicas, pero también los gobiernos y las ONGs nacionales e internacionales han acabado empleando el concepto de sexilio de una manera más laxa y genérica”. Así, exilio puede referirse a las migraciones por motivo de orientación sexual, y también por causas de identidad de género. Por otro lado, se puede hablar de sexilio para referirse a procesos transnacionales, particularmente reflejando la trayectoria sur-norte global, pero cada vez con más frecuencia se usa el término para estudiar procesos de migración interna, y en particular aquellos que implican el abandono del entorno rural para migrar a las ciudades.
Se emplea el marco del sexilio para abordar migraciones forzadas, pero se invita también a entender algunas formas de sexilio como procesos de migraciones voluntarias, en una estrategia de construcción identitaria
“En suma, se está ‘estirando’ el uso del concepto de sexilio”, concluye el informe de la LGTBI+. Se emplea el marco del sexilio para abordar migraciones forzadas, rupturas involuntarias asociadas a dificultades con el desarrollo de una vida LGTBI+ plena. Pero se invita también a entender algunas formas de sexilio como procesos de migraciones voluntarias, como por ejemplo aquellas inspiradas por el deseo de participar en formas de activismo o de revitalizar una determinada zona o área.
Por eso, “el sexilio no debe comprenderse únicamente como una respuesta reactiva ante condiciones de opresión, sino también como una estrategia activa de construcción identitaria, política y emocional”. “Las personas sexiliadas LGTBI+ no solo se reubican geográficamente: también resignifican su experiencia vital al reclamar espacios donde puedan vivir con dignidad, autonomía y reconocimiento”.
Las personas trans, las que más se sexilian
Un 13% de las personas entrevistadas afirmaron que habían cambiado de país, municipio o provincia por motivo de su orientación sexual o identidad de género. Además, un 21,5% de personas entrevistadas, sin haber cambiado de lugar de residencia, han pensado en hacerlo. La combinación de los porcentajes, dice el informe, dibuja una situación compleja que parece difícil para más de un tercio de las personas LGTBI+ en España, cuyos problemas de adaptación con el entorno pueden motivar deseos de cambio y movilidad.
Desde el punto de vista sociodemográfico, la media de edad de las personas sexiliadas es de 32,5 años, frente a los 38 años del resto de la población LGTBI+. El fenómeno muestra un ligero sesgo de género: el 52 % de las personas sexiliadas son hombres cis o trans. Las personas trans están especialmente expuestas al sexilio, lo que confirma su especial vulnerabilidad. Asimismo, se observa una relación entre sexilio y racialización: más del 50 % de quienes se identifican como minoría racializada han experimentado sexilio.
El 22% de las personas trans entrevistadas en esta encuesta afirman haber abandonado su lugar de residencia por motivo de su identidad, lo que supone el doble que en el caso de las mujeres lesbianas, con un 10%
Los datos también permiten afirmar que las experiencias dentro de la población LGTBI+ no son homogéneas en relación con el sexilio. Las mujeres cis están menos representadas en el grupo de personas sexiliadas que en el conjunto de la muestra (41,3 % frente a 44,9 %). En cambio, las personas trans, tanto hombres como mujeres, evidencian una sobrerrepresentación, en ambos casos superando los dos puntos porcentuales, unos resultados que ”reafirman las conclusiones de informes previos, que señalan la especial vulnerabilidad de las personas trans, particularmente en contextos de migración transnacional".
Si se examina el porcentaje de personas sexiliadas dentro de las cuatro categorías —personas trans, las personas bisexuales, hombres gais y mujeres lesbianas— se observa esta realidad: el 22% de las personas trans entrevistadas en esta encuesta afirman haber abandonado su lugar de residencia por motivo de su identidad, lo que supone el doble que en el caso de las mujeres lesbianas (10%), y más que hombres gais (15%) y personas bisexuales (13,1%).
Campo y ciudad, algunos matices
El estudio recoge cómo, cuando se habla de sexilio, las referencias giran en torno al eje campo-ciudad, dando por supuesto que el fenómeno es unidireccional: personas que sienten temor en municipios pequeños o zonas rurales y deciden migrar a grandes ciudades.
Sin embargo, “los datos invitan a abordar este fenómeno con una mirada menos prejuiciosa, dado que no parecen ser tan numerosas las personas que migran del campo a la ciudad por motivos relacionados con la orientación sexual o la identidad de género”.
A pesar de que se suele entender el fenómeno del sexilio como un movimiento del campo a la ciudad, los datos indican que el 43,4% de estas personas inició su desplazamiento desde una gran ciudad española
Así, los datos indicen que el 43,4% de estas personas inició su desplazamiento desde una gran ciudad española; el 26,9%, desde otro país; el 16,3%, desde una ciudad española de menor tamaño, y únicamente el 13,5 % desde un entorno rural.
Los datos son claros también sobre el destino. Y, sí: las grandes ciudades emergen como protagonistas. El 31,7% de las personas sexiliadas eligieron una gran ciudad capital de comunidad autónoma y un 22,1% eligieron grandes ciudades que no eran capitales. En conjunto, más de la mitad de las personas sexiliadas escogieron grandes ciudades. Pero también un 28% adicional eligió ciudades más pequeñas o periferias, de modo que “fueron muy pocas las que eligieron un núcleo rural como destino, dato que puede entenderse tanto desde el punto de vista de las dificultades para la visibilidad y el desarrollo personal, como desde el punto de vista de las limitaciones en el empleo o la educación”.
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