Racismo
Racismo en la Milagrosa: blindemos los derechos sociales
La detención de varias personas de la comunidad rumano-gitana ha generado respuestas que vinculan la comisión de delitos con el origen de las personas, que es una forma de criminalización y quiebran la cohesión social
Estos últimos días la comunidad rumano-Gitana está de actualidad en los medios de comunicación, y no precisamente de forma positiva. La detención de varias personas miembros de este colectivo ha desatado un río de opiniones muy negativas, relacionadas con el hecho de que estas personas hubieran poblado el asentamiento en una parcela propiedad al 90% del Club de Tenis de Iruña. El tema es complicado y no es fácil ser ecuánime a la hora de dar una opinión, pero deberíamos reflexionar un poco sobre lo que decimos antes de abrir la boca. Los medios de comunicación deberían ser más responsables a la hora de difundir ciertos mensajes, dejando el rédito político-editorial a un lado.
No podemos caer en vincular la comisión de delitos con el origen de las personas, porque es sin duda es una forma de criminalización y estigmatización y porque alimenta el miedo y el odio y quiebran la cohesión social. Mucho menos podemos permitir que esto sirva de excusa para criticar las medidas de inclusión social, y más cuando la única solución que se propone es la expulsión de estas personas de Navarra, del Estado. Es decir, ante nuestra impotencia, deslocalizar lo que consideramos un problema ajeno, dirigirlo a otra geografía y nos desentendemos de él.
Las medidas de protección social deben ser tratadas como lo que son: derechos que las Administraciones públicas deben garantizar sin exclusiones, no pueden estar supeditados al origen ni a la condición de las personas, debemos blindarlos.
Los derechos fundamentales y su cobertura no puede condicionarse a un supuesto merecimiento moral de la persona perceptora
Debemos tener en cuenta también que este totum revolutum donde se mezclan la pobreza, la exclusión, la necesidad y la delincuencia como ingredientes, otorga legitimidad a la clase dirigente, cuando en lugar de cuestionar una sociedad desigual, se criminaliza a todo un colectivo.
No podemos criticar que el Ayuntamiento ponga unas letrinas, que el Gobierno de Navarra conceda una renta garantizada, que facilite una vivienda a quien no la tiene o que permita el acceso a la sanidad y a la educación a todas las personas. Criticar esto es echarnos piedras a nuestro propio tejado, el tejado de todas las personas que aquí vivimos. Se trata de derechos fundamentales y su cobertura no puede condicionarse a un supuesto merecimiento moral de la persona perceptora.
Negar estos derechos humanos a un colectivo de personas es negárnoslos al conjunto de la sociedad. Preguntémonos cuántas personas están en riesgo de exclusión social, muchas de ellas navarras, en nuestra comunidad. Dejar que un caso tan extremo marque nuestras pautas de actuación es abrir las puertas de par en par a la xenofobia y a la aporofobia (el odio a las personas pobres por el mero hecho de serlo).
Hay unos protocolos de acogida y de lucha contra la exclusión social, marcados por la ONU, UE,etc y que son aplicados por las instituciones y ONGs que trabajan en este campo (Cruz Roja, Caritas, ACNUR). Los protocolos no son perfectos pero son herramientas de trabajo para solucionar los problemas. Lo que no es una solución es decir “Rumanos kanpora”, tal y como estamos pudiendo leer y oír. No es de recibo criminalizar a toda una comunidad, juzgando la excepción como regla. Que nos enfrentemos a problemas que nos parecen de difícil solución no puede llevarnos a mirar a otro lado. Tenemos que dedicarle trabajo, tiempo y medios, generando espacios de encuentro, tejiendo redes de apoyo mutuo desde esa diversidad que nos enriquece y nos hace mas fuertes.
Relacionadas
Murcia
Extrema derecha
La Fiscalía de Murcia investigará si el presidente de Vox Murcia ha incurrido en delitos de odio
Opinión
Integración, valores europeos, y otros grandes chistes racistas
Opinión
Lo de Torre Pacheco tiene un nombre: terrorismo supremacista blanco
Comunidad de Madrid
Los bomberos forestales madrileños inician una huelga de un mes
Economía
¿Cómo funciona el mecanismo de defensa que Europa podría activar contra los aranceles de Trump?
El Salto n.79
La celulosa o la vida: periodismo situado y lucha social para frenar un ecocidio
Dependencia
El Gobierno reduce al 27% la inversión en el sistema de dependencia
Maternidad
La discriminación de las familias monoparentales por los permisos de nacimiento llega al TEDH
Fronteras
Las devoluciones en caliente de solicitantes de asilo pasan a ser política oficial en Alemania
Últimas
Comunidad El Salto
El Salto estrena nueva página: una web como una casa
Palestina
Israel despeja la zona de Rafah para su “ciudad humanitaria”, denunciada como un futuro campo de concentración
Alicante
Denuncian cortes de suministro en pleno verano por parte de Aguas de Alicante
Junta de Andalucía
La Audiencia de Sevilla eleva a la UE la sentencia absolutoria del Constitucional del caso ERE
Sindicatos
Extremadura con Las Seis de La Suiza
Opinión
Redes sociales
Todos vivimos ahora en el castillo del vampiro
Palestina
La coordinadora europea contra el antisemitismo dice que los informes sobre la hambruna en Gaza “son rumores”
Euskal Herria
“No matan los ríos, mares ni montañas, matan las políticas migratorias”
Palestina
Más de mil caras conocidas de la cultura exigen al Gobierno que cese la venta de armas a Israel
Recomendadas
Málaga
Málaga, el punto de inversión para los fondos israelíes a pie de playa
Feminismos
Patricia Reguero
“Mis relatos están escritos al lado de otras, arropada por la escucha de otras”
LGTBIAQ+
Mana Muscarsel
“La amistad da más juego para salir de la lógica de la familia porque tiene menos reglas"
Barcelona
El reciclaje invisible: la relación entre la chatarra y la ciudad de Barcelona
Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.
Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!