India
Las mujeres lideran la lucha para proteger la democracia ante el creciente nacionalismo hindú

Tras la decisión del Gobierno indio de retirar el estatus especial de Jammu y Cachemira, ciudadanos de toda India respondieron a un llamamiento nacional de protestas convocadas por los partidos de izquierdas en agosto. El artículo 370 le había dado al Estado una considerable autonomía, que era una de las condiciones para su adhesión a la unión india en 1947.

Cachemira 2
Protesta contra la India por la ocupación de Cachemira, en septiembre de 2018. Foto: Ubaidsardar
Traducción: Isabel Pozas González
10 oct 2019 08:00

Shabnam Hashmi, activista social y cofundadora de la organización no gubernamental Actúa ya en favor de la armonía y la democracia, o ANHAD (por sus siglas en inglés), transmitió en directo las protestas desde Nueva Delhi. 

Hizo una panorámica con la cámara para que se viera que los manifestantes estaban bloqueados por barricadas en Jantar Mantar, el lugar en el que se celebran las manifestaciones en la capital. “Como podéis ver, el espacio, que ya lo han restringido mucho a los manifestantes. Ni siquiera tenemos permitida la entrada a esa zona”, comentó. “Así está la democracia india en estos momentos”. 

Hashmi no estaba haciendo un drama por poner en tela de juicio el estado actual de la democracia en India. Desde el 5 de agosto, el Gobierno ha impuesto un toque de queda, ha bloqueado las comunicaciones, los políticos se encuentran bajo arresto domiciliario y se han desplegado decenas de miles de soldados en la Cachemira que ahora controla India, según sabemos por informes que dicen que la región se está convirtiendo en una “prisión a cielo abierto”.

Hashmi ha sido una fuerte voz crítica contra el primer ministro Narendra Modi y el partido en el poder, el Bharatiya Janata Party, o BJP, desde mucho antes de que asumiera el cargo por primera vez en 2014. Fundó ANHAD en 2003 tras las revueltas mortales de Gujarat ocurridas en 2002 cuando Modi era ministro jefe de este Estado. En Cachemira, la organización trabaja para empoderar a las mujeres y jóvenes en regiones remotas y ha ayudado a que más de 20.000 mujeres alcancen una alfabetización funcional.

Acabar con el miedo

En junio, me dirigí al barrio de Nizamuddin, en Delhi, para reunirme con Hashmi en la oficina subterránea de ANHAD. Hashmi lleva casi 40 años de lucha social y haciendo campaña por los derechos humanos. Su hermano, el dramaturgo y director Safdar Hashmi, era un crítico acérrimo del partido del Congreso y lo asesinaron en 1989 después de que Mukesh Sharma, un candidato a las elecciones municipales locales respaldado por el Congreso, lo atacara a él y a sus ayudantes cuando representaban una obra de teatro callejero titulada Levanta la voz en Ghaziabad, Uttar Pradesh.

Desde sus orígenes, ANHAD se ha centrado en promover la armonía de la comunidad y en concienciar acerca de asuntos constitucionales y derechos humanos. La organización, que tiene su sede central en Delhi, se ha implicado activamente en Gujarat, Cachemira y otras regiones del país, haciendo posibles numerosas campañas desde la base, acuerdos, programas de formación profesional, informes y reuniones.

En mayo, ANHAD fue la anfitriona de una conferencia de prensa “no política” en la Asociación de la Prensa de India de Nueva Delhi. Unas 150 personas, en su mayoría mujeres de todas las edades, ocupaciones y sectores sociales, se reunieron para abordar el tema de la salvaguarda de sus derechos constitucionales. Se refirieron a esa conferencia como “no política” como crítica a la “entrevista no política” de Modi con el actor de Bollywood Akshay Kumar en abril, días después de que empezaran las elecciones generales de India de 2019. Modi, que es tristemente célebre por evitar las ruedas de prensa, se mantuvo al margen de los temas importantes y, en su lugar, habló con Kumar de lo mucho que le gustan los mangos y de su forma preferida de comerlos.

El 4 de abril, más de 30.000 mujeres marcharon en veinte estados durante la campaña “Marcha de mujeres por el cambio” para protestar por las políticas gubernamentales y la violencia

A las afueras de la Asociación de la Prensa, de los árboles colgaban panfletos con preguntas para el Gobierno de BJP, entre otras: ¿Por qué el Gobierno dejó de publicar los datos relativos a los suicidios de agricultores en 2015? ¿Por qué oculta el Gobierno los datos oficiales de desempleo? ¿Por qué el BJP ha lanzado bonos electorales, con los que se pueden hacer donaciones anónimas a partidos políticos? ¿Por qué ha habido un silencio absoluto por parte del Gobierno acerca del aumento de los crímenes de odio contra minorías, en especial musulmanas?

Un mes antes, el 4 de abril, más de 30.000 mujeres marcharon en 20 estados del país como parte de la campaña “Marcha de mujeres por el cambio”, para protestar por las políticas gubernamentales y el clima predominante de odio y violencia.

Hashmi cree que el mayor impacto que ha tenido la organización ha sido el de acabar con el miedo e informar a la gente de sus derechos democráticos, así como posibilitar el diálogo sobre temas esenciales. Eso se hizo patente en la conferencia de prensa de mayo, en la que un grupo variado de mujeres habló de las dificultades para recibir pensiones, la falta de acceso al agua, suministros y tratamientos médicos, la insuficiencia de fondos para educación y las restricciones de los derechos de las trabajadoras sexuales, entre otras cosas.

“Las trabajadoras sexuales no tienen sus propios documentos de identidad, ni siquiera pueden apuntar a sus hijos al colegio”, dice Kusum, una trabajadora sexual de 41 años que solo utiliza su nombre de pila y preside la Red de Trabajadoras Sexuales de Toda India. Esos documentos, conocidos como Aadhaar, permiten a los ciudadanos abrir cuentas corrientes y recibir subsidios y pensiones, entre otras cosas. Sin embargo, a la vez, conllevan un millón de problemas que ha llevado a que los grupos marginados sufran una mayor exclusión.

La consolidación del derecho

Tras la rotunda victoria del BJP en las elecciones generales de 2019, Modi fue reelegido primer ministro en mayo. A la victoria de Modi contribuyeron numerosos factores, como la retórica hipernacionalista de su partido, una explotación calculada de los ataques aéreos de Balakot en beneficio político, junto con la falta de una contraargumentación efectiva por parte de los partidos de la oposición. Rashtriya Swayamsevak Sangh, o RSS, la organización matriz del BJP, empleó la estrategia de campaña de puerta a puerta y se centró en las zonas más remotas del país en un esfuerzo por conseguir la máxima participación electoral.

La ideología hindutva, o hinduismo político, que propugna el BJP, el RSS y Sangh Parivar, una familia de organizaciones nacionalistas hindúes, ha calado en casi todas las instituciones democráticas del país. Han surgido informes que dicen que se han reescrito libros de texto escolares y universitarios, que hay periodistas y activistas constantemente amenazados, que el Tribunal Supremo se tambalea por la presión del Gobierno y que están aumentando los actos de vigilancia de vacas, en los que pandillas hindúes violentas de derechas atacan a minorías con la excusa de proteger a las vacas para que no las asesinen.

Según un análisis de los datos del Ministerio del Interior, en los tres años que siguieron a la llegada al poder de la Alianza Nacional Democrática liderada por el BJP en 2014, la violencia comunitaria aumentó un 28%. Un reportaje del Huffington Post de 2015 situó a India en la cuarta posición mundial en lo que se refiere a conflictos sociales relacionados con la religión, por detrás de Siria, Nigeria e Irak.

Según el observatorio IndiaSpend’s Hate Crime Watch, que ha analizado 254 episodios de crímenes de odio ocurridos entre 2009 y 2018, casi el 90% de los sucesos tuvieron lugar después de 2014, y un gran porcentaje de las víctimas pertenecían a minorías. Recientemente, el 24 de junio, otro hombre musulmán fue linchado por una pandilla en Jharkhand.

“Por supuesto que hay mucho miedo. Y cada vez más gente va a dejar de hablar”, dice Hashmi en junio con respecto al ambiente del país.

Gauhar Raza, el marido de Hashmi, es científico, poeta urdu y director de documentales. “Muchos de nosotros nos dimos cuenta en 2014 de que algo se había roto, algo había cambiado en India. Pero no teníamos ni idea de la forma que tendría, ni de su dimensión”, dice.

Con respecto a las elecciones de este año, Raza ha dicho que “no se trata solo de la consolidación [de los votos], sino del tipo de confianza que las fuerzas fascistas tienen. Es enorme”.

Los críticos ven las últimas acciones en Cachemira (puede que un indicador de esa confianza) como un intento flagrante de alterar la composición demográfica de la región de mayoría musulmana.

Empoderamiento de base

Gran parte del trabajo de ANHAD se ha llevado a cabo a niveles de base, centrándose en campañas de movilización popular. La fama de la organización, así como el trabajo de Hashmi en el sector social, les ha permitido tener cierto alcance en las comunidades. A menudo, se abordan problemas comunitarios, de violencia contra las mujeres y las minorías y discriminación por razón de sexo.

En las protestas de abril, las mujeres se reunieron en las calles para exigir que se protejan sus derechos constitucionales, pues creen que están en peligro bajo el gobierno actual, que es antimujeres, antiintocables y antiobrero. En la capital, el grupo marchó a Parliament Street al grito de “azadi”, libertad, animando a los ciudadanos, especialmente a las mujeres, a utilizar su derecho al voto para oponerse al ambiente actual de intolerancia creciente y políticas sectarias.

La campaña BAK de ayuda a grupos de mujeres locales tuvo una respuesta abrumadora y mujeres de las comunidades, incluidas aquellas que no sabían que tenían voz, se presentaron para participar

La idea del movimiento de la Marcha de mujeres por el cambio surgió en un principio como resultado de la campaña Baatein Aman Ki, liderada por mujeres en septiembre y octubre de 2018, en la que una caravana de unas cien mujeres viajó por el país —empezó en Cachemira, Uttar Pradesh, Assam, Kerala y Tamil Nadu— para debatir sobre la paz, la armonía y la salvaguarda de los valores constitucionales en vísperas de las elecciones de 2019. Las mujeres gestionaron 500 programas a 200 ciudades. La necesidad de seguir centrándose en las mujeres surgió del hecho de que las mujeres indias son especialmente vulnerables en momentos de conflicto; están programadas para guardar silencio y se las disuade frecuentemente de participar en asuntos políticos.

Hashmi y unas cuantas activistas destacadas más iniciaron la campaña BAK (Baatein Aman Ki) y llevaron adelante la ayuda a grupos de mujeres locales y organizaciones no gubernamentales en los distintos estados. Hashmi me contó que la respuesta fue abrumadora y que las mujeres de las comunidades, incluidas aquellas que no sabían que tenían voz, se presentaron para participar. Pero para las organizadoras ha sido muy difícil organizar esta campaña, y llevan luchando para conseguir financiación desde antes de su inicio.

Los retos para financiarse

Las organizaciones no gubernamentales en India han recibido un golpe financiero desde que la Ley de Regulación y Contribución Extranjera, o FCRA por sus siglas en inglés, fuera modificada en 2016 para que conseguir financiación extranjera sea más difícil, o completamente imposible, para ellas. La nueva ley tiene como objetivo “las organizaciones de naturaleza política”, pero la definición de este término es vaga y puede incluir organizaciones de agricultores, foros de jóvenes y organizaciones basadas en la casta, el idioma, la religión o la comunidad.

Desde 2014, unas 20.000 ONG (muchas de las cuales son grupos de defensa de derechos) han visto suspendidas sus licencias FCRA, entre las que se incluyen Greenpeace India, Ciudadanos por la paz y la justicia y ANHAD.

Desde que el Ministerio del Interior cortó la financiación extranjera de ANHAD en diciembre de 2016 alegando “actividades indeseables contra el interés público”, la organización funciona gracias a la ayuda de contribuciones personales de sus miembros, amigos, familia y simpatizantes. Pero los recursos se están agotando poco a poco, lo cual plantea un reto importante para el futuro de la organización.

“Van a paralizar las organizaciones de la sociedad civil una a una”, ha advertido Raza. “Desde mi punto de vista, [el Gobierno] puede controlar los medios de comunicación, las instituciones, puede falsear los datos y llevar a cabo campañas cuestionables. Pero cuando hayan hecho y dicho todo, no podrán controlar la crisis económica que va a golpear con fuerza el país en los próximos años, lo que significa que la gente del campo se va a levantar. La clase trabajadora se va a organizar, va a protestar por la situación económica, no por esa ingeniería social”.

La tasa de desempleo en la India es la más alta en 45 años y la desmonetización e introducción de un impuesto sobre bienes y servicios desorbitado ha provocado fuertes críticas. En noviembre, montones de agricultores y trabajadores de todo el país marcharon en dirección a Nueva Delhi para exigir un salario mínimo, seguridad alimentaria y una implementación efectiva de las leyes laborales.

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Seguir adelante

“Uno de nuestros trabajos más importantes ha sido darles a las mentes jóvenes la información correcta para que sean capaces de formar su propia opinión”, dice Anil Panikkar, psicóloga y una de los miembros principales de ANHAD. “Y ahora es muy necesario, más que en ningún otro momento. Si se les obliga a pensar, habrá un cambio. Tenemos que trabajar para crear la alternativa”.

ANHAD sabe que es crucial proteger y que se oigan más las voces de las minorías, forjar alianzas con los distintos grupos y facilitar el diálogo entre ellos, poner de relieve los intereses regionales y poner en primer plano los problemas medioambientales. Su estrategia incluye un entrenamiento político a nivel comunitario —se han puesto en marcha cientos de campamentos de formación durante años.

“Durante los últimos cuatro años, han parado debido a la escasez de fondos”, dice Hashmi. En un encuentro organizativo en las oficinas de ANHAD a mediados de junio, se elaboraron planes para reagruparse, reunir fondos e implementar estrategias nuevas, más efectivas y específicas para cada Estado para seguir adelante.

Los campamentos de formación son de naturaleza presencial y duran entre cinco y siete días. En ellos se realizan charlas detalladas sobre la Constitución de la India, el legado de la lucha por la libertad, la imagen de una sociedad igualitaria, así como debates sobre las castas, el género, la globalización y el pluralismo. También se abordan los mitos imperantes contra las minorías y otros temas difíciles, como las revueltas de Gujarat de 2002, el conflicto en Cachemira, el fascismo y el terrorismo.

“En este momento, los partidos políticos están en una especie de duermevela; están aturdidos”, dice Raza. “Son incapaces de analizar realmente la situación. Y los que han podido hacerlo, son incapaces de proponer medidas correctivas. Por tanto, las organizaciones civiles tienen incluso más deberes que en 2014”.

Poco después de que se anunciaran los resultados de las elecciones del 23 de mayo, ANHAD convocó una asamblea pública. Muchas mujeres no aparecieron porque estaban, simple y llanamente, demasiado descorazonadas. “Antes, tenían esperanza. Ahora, no la tienen”, dice Hashmi. Sin embargo, Hashmi enfatiza que, en especial, en momentos como estos en que las libertades civiles se ven cada vez más amenazadas, es muy importante que se siga trabajando y que se siga pudiendo acceder a espacios seguros.

waguing non violence
Yamuna Matheswaran es una escritora freelance, artista y graduada en Estudios Internacionales que en la actualidad reside en Nueva Delhi. Encuentra más trabajos suyos en www.yamunamatheswaran.com. El artículo Women lead struggle to preserve Indian democracy in face of rising Hindu nationalism ha sido publicado originalmente en xx y traducido para El Salto por Isabel Pozas González. 

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