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Historia
El largo viaje de Pepe Díaz

El 20 de marzo de 1942, un paciente del hospital de Tiflis, capital de la república soviética de Georgia, ponía fin a su vida arrojándose desde la ventana. El impacto de un cuerpo cayendo al suelo desde un quinto piso no pasaría desapercibido para nadie, pero las autoridades soviéticas reaccionarían con rapidez ocultando el suicidio. Y es que quien se había quitado la vida no era un paciente cualquiera. Se trataba de José Díaz, secretario general del Partido Comunista de España.
Devorado por el dolor de un cáncer de estómago en fase muy avanzada, pero también devastado por la derrota de la República en la Guerra Civil española, Díaz moría en uno de los momentos más oscuros del siglo XX, cuando el Ejército de Hitler penetraba en la Unión Soviética y la idea de una Europa completamente dominada por el nazismo era una posibilidad más que real.
La vida de Díaz concluía así a orillas del río Kura, en el extremo más occidental de Asia o si se prefiere, el más oriental de Europa, una vida que había comenzado 46 años antes, en el último lustro del siglo XIX, a orillas de otro río, el Guadalquivir.
El panadero sindicalista
El 3 de mayo de 1895, hace ahora 130 años, el futuro líder del comunismo español nacía en el sevillano barrio de La Macarena. Hijo de una cigarrera de la fábrica de Tabacos y de un panadero, Díaz heredó la profesión de su padre, y a los 18 años ya era un activo afiliado de La Aurora, el sindicato de panaderos de Sevilla, un gremio que según su biógrafo Alejandro Sánchez, formaba parte de la “aristocracia del proletariado local”. En una ciudad en la que el empleo de gran parte de la clase trabajadora estaba vinculado a las cosechas del campo, miles de trabajadores sufrían el hambre durante las largas temporadas de desempleo estacional. “En ese contexto un panadero era un obrero que podía trabajar y comer todos los días” apunta Sánchez.
La CNT, por encima de doctrinas ideológicas, se convierte en el baluarte y herramienta de los sectores más precarios de la clase obrera sevillana
Formar parte de esa aristocracia obrera era simplemente vivir un poco mejor que los trabajadores más pobres. Díaz, que tuvo que abandonar la escuela a los 11 años, formó parte de esas generaciones de militantes que recibieron del movimiento obrero la educación que, por su origen de clase, no habían podido recibir en el sistema reglado.
El historiador Fernando Hernández destaca el “enorme esfuerzo autodidacta” de un hombre del que Azaña se reía por pronunciar “asín” o “presona”. Nunca renunció sin embargo a su acento sevillano y a una forma de hablar coloquial y popular que, si bien provocaba las risas y el desprecio de parte de los políticos y periodistas de la época, formaba parte del encanto de un personaje que, según Alejandro Sánchez, autor de José Díaz, una vida en lucha (Almuzara, 2023), “enamoraba por su sencillez”, y no sólo en lo político, sino también en lo personal y las distancias cortas, ya que, según el historiador, Pepe tuvo una larga lista de amantes, dentro de una concepción bastante libre de las relaciones amorosas y familiares, si bien, explica, no exenta del machismo de la época.

Sevilla “La Roja”
En 1920 Díaz destaca ya como uno de los principales dirigentes de la gran huelga de panaderos sevillanos. Tiene entonces 25 años, acaba de formar una familia y es uno de los líderes de la CNT sevillana, hegemónica en su gremio y entre la clase trabajadora de la ciudad andaluza, la cuarta más poblada de España en ese momento, y probablemente junto a Barcelona la más combativa desde el punto de vista obrero. Y es que como en la capital catalana, la CNT, por encima de doctrinas ideológicas, se convierte en el baluarte y herramienta de los sectores más precarios de la clase obrera, que encuentran más afinidad en el estilo sindical de los anarcosindicalistas que en el de la UGT.
El protagonismo reivindicativo de Díaz no tardará en granjearle problemas con las autoridades. A diferencia de la UGT, tolerada por la Dictadura de Primo de Rivera, la CNT está perseguida por el régimen y en 1925 el líder de los panaderos sevillanos es detenido y encarcelado junto a otros compañeros.
En la prisión cenetistas y comunistas confluyen, discuten de política y sobre todo del qué hacer. Algunos de ellos, convencidos de que es necesaria una organización política que agrupe los elementos más combativos de la clase obrera, llegan incluso a plantearse la posibilidad de un Partido Sindicalista que finalmente no se hará realidad. En 1927, tras ser excarcelados, Díaz y otros líderes anarcosindicalistas deciden afiliarse al pequeño Partido Comunista de España, que experimenta un significativo crecimiento gracias a la incorporación del grupo andaluz. No son los únicos miembros de la CNT que se pasan al comunismo. En España, al igual que en Portugal, la aportación anarcosindicalista será importante para el crecimiento del movimiento comunista.
Transición
El espléndido veranillo de la anarquía
La película documental El entusiasmo, que se estrena en Barcelona y Madrid, relata el auge de CNT y las ideas libertarias en los estertores del Franquismo y el comienzo de la Transición política. Su director, Luis E. Herrero, huye de una visión ceniza de un tiempo marcado por la liberación después de más de tres décadas de encierro.
El ascenso de este vector procedente de la CNT sevillana se terminará de consolidar con el inicio de la Segunda República. En 1932 Moscú descabeza a la dirección encabezada por José Bullejos y pone el partido en manos de una coalición de jóvenes cuadros andaluces y vascos al frente de la que está Pepe Díaz como rostro visible. Tras él, en la sombra, el italoargentino Victorio Codovilla, el hombre de la Komintern para España, conocido por su estilo autoritario.
Con Díaz en la secretaria general, el PCE irá evolucionando del grupúsculo izquierdista que había recibido el 14 de Abril de 1931 al grito de “¡Abajo la República burguesa!” al partido del Frente Popular, que desde 1935 se convierte en firme defensor de una alianza antifascista con los socialistas y los republicanos de clase media. Entre medias, la fallida huelga general revolucionaria de Octubre de 1934, en la que los comunistas, a pesar de su todavía escaso número, juegan un papel destacado en los sucesos de Asturies, aportando una renombrada mártir del movimiento, la joven Aida De la Fuente, pero sobre todo una gran caudal de solidaridad política y material con los represaliados y sus familias.

Del izquierdismo al frentepopulismo
En febrero de 1936 el antiguo dirigente de la CNT se convierte en diputado del Frente Popular y líder de la minoría comunista en las cortes republicanas, un dinámico grupo parlamentario en el que sobresale Dolores Ibárruri como oradora.
Díaz y Pasionaria serán en la Guerra Civil española las dos figuras más carismáticas de un PCE al que llegan miles de nuevos afiliados, sobre todo jóvenes. Ambos representan la irrupción de las clases trabajadoras españolas en la política nacional y ambos serán los encargados de convertir en consignas para las masas las orientaciones políticas del PCE y de la Komintern. Anteponer la victoria bélica a cualquier otra consideración, recomponer la autoridad republicana rota por la guerra y la revolución, militarizar las milicias y las industrias estratégicas, construir un nuevo Ejército Popular con los mandos políticos surgidos de las milicias y los militares leales que no se han unido al golpe, y mantener a toda costa la unidad del Frente Popular evitando deserciones en las clases medias y el pequeño campesinado.
Díaz tendrá que frenar tentaciones izquierdistas en el seno de un partido en el que no todos han interiorizado por igual el viraje al Frente Popular, empezando por su antiguo mentor, el anterior delegado de la Komintern, Victoria Codovilla, cesado y sustituido por el italiano Palmiro Togliatti, mucho más identificado con la línea del Frente Popular, y también más partidario de dar autonomía a la dirección española.
Las posiciones frentepopulistas del PCE chocarán con los sectores partidarios de convertir la guerra en una revolución social de carácter colectivista. Será en el fragor de esa batalla con el POUM y una parte de la CNT cuando Díaz escriba un capítulo oscuro de su biografía política al acusar a Andreu Nin y los dirigentes poumistas de ser agentes secretos de Franco y la Gestapo. Esta campaña de desprestigio público será el paso previo al secuestro y asesinato de Nin por agentes del NKVD, los servicios de inteligencia de la URSS.
Contigo empezó todo
Contigo empezó todo ¿Dónde está Nin? Ni en Salamanca ni en Berlín
El cáncer de estómago obligará a Díaz a vivir el final de la Guerra Civil en la URSS, donde tratan su enfermedad por indicación expresa de Stalin. La derrota republicana no será para el secretario general del PCE sólo una tragedia política, sino también una catástrofe personal con bajas muy cercanas: una de sus hermanas y una de sus compañeras sentimentales son fusiladas en Sevilla. Su enfermedad, entre horribles dolores, le aleja de la actividad política y acrecienta la lucha por la sucesión entre dos facciones rivales que se disputan heredar la secretaría general, la organizada en torno a Jesús Hernández y la de los partidarios de Dolores Ibárruri, ambas en pugna por lograr el favor de los soviéticos.
El oscurantismo en torno a un suicidio visto como un rasgo de debilidad y que trató de ocultarse para no romper la imagen oficial de “comunista de acero”, alimentó durante años todo tipo de especulaciones en torno a una muerte que algunos disidentes del PCE trataron de presentar como un asesinato estalinista. Hoy sin embargo sabemos que fue Pepe Díaz, en un ejercicio de autonomía y libertad personal, quien quiso un día de marzo de 1942, despedirse de un mundo en llamas saltando al vacío.