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Guerra en Ucrania
¿Estados Unidos quiere negociar con Rusia?
Primero fue la Rand Corporation, el think tank del complejo militar industrial. Continuó el diario de la capital imperial, The Washington Post, a través de uno de sus columnista estelares, David Ignatius, oficiando de portavoz del secretario de Estado, Anthony Blinken. Luego cruzó el Atlántico para aterrizar en el semanario de las familias Agnelli y Rotschildt, The Economist. Todos señalan la perspectiva de una negociación con Rusia. Puede no ser genuino. Pero es demasiado denso para ser cuentapropismo.
La Rand Corporation es el think tank mas relevante respecto a la elaboración de la política de Estados Unidos para Ucrania. Su publicación es un trabajo especializado, donde analiza escenarios, y está destinado a los decisores en Washington. Se trata de un documento revelador, donde un pragmatismo amoral se impone sobre cualquier otra consideración.
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El amplio ecosistema de think tanks es una pieza principal en la elaboración de la geoestrategia estadounidense, donde se forman los especialistas que deberán ejecutarla y que, llegado el momento, deberán tomar decisiones acertadas en función de lo que buscan. La prensa, convertida en unidades de guerra cognitiva, debe traducir esas medidas —aún si implica falsearlas por completo y en general lo implica— en cursos de acción aceptables, que sirvan para moldear la opinión pública a las necesidades del momento.
Por esa división del trabajo entre dos esferas plagadas de vasos comunicantes, en las publicaciones especializadas es posible encontrar declaraciones crudas, que no están edulcoradas por el lenguaje que gustan utilizar los políticos y periodistas, en sus declaraciones para un público más amplio.
El documento de la Rand Corporation es un buen ejemplo. Comienza con una advertencia: “Esta perspectiva se centra en los intereses de EE UU, que a menudo se alinean con los intereses de Ucrania, pero no son sinónimos de ellos”.
Lo que debe primar ahora es la consideración de que “una guerra prolongada podría implicar costos importantes para los Estados Unidos”, dice un documento del think tank Rand Corporation, aunque admite que la continuidad del conflicto “tiene algunas ventajas potenciales para EE UU”
Acto seguido empuja a Ucrania dentro del quirófano y bisturí en mano, la amputa —literalmente— sin anestesia. “El control territorial, aunque inmensamente importante para Ucrania, no es la dimensión más importante del futuro de la guerra para Estados Unidos. Permitir el control territorial de Ucrania está lejos de ser el único instrumento disponible para afectar la trayectoria de la guerra”. Lo que debe primar ahora es la consideración de que “una guerra prolongada podría implicar costos importantes para los Estados Unidos”.
Admite que la continuidad del conflicto “tiene algunas ventajas potenciales para Estados Unidos. Mientras continúe la guerra, las fuerzas rusas seguirán preocupadas por Ucrania y, por lo tanto, no tendrán el ancho de banda para amenazar a otros. Una guerra más larga degradaría aún más a los rusos”.
Para la Rand Corporation, la guerra se puede detener porque los objetivos respecto a Rusia ya están cumplidos: “La guerra ha sido tan devastadora para el poder ruso que podría decirse que un mayor debilitamiento incremental ya no es un beneficio tan significativo para los intereses estadounidenses como en las fases anteriores del conflicto. Tomará años, tal vez incluso décadas, para que el ejército y la economía rusa se recuperen del daño ya sufrido”.
Entre los objetivos, también aparece explicitado qué cosas interesaban a Estados Unidos respecto a sus “aliados” europeos: “Una guerra prolongada también mantendría la presión sobre los gobiernos europeos para que continúen reduciendo la dependencia energética de Rusia y gasten más en su defensa, posiblemente disminuyendo la carga de defensa de EE UU en Europa a largo plazo. Sin embargo, es probable que los países europeos mantengan estas políticas independientemente de cuánto tiempo dure la guerra”.
Para la Rand Corporation, la guerra se puede detener porque los objetivos ya están cumplidos: “La guerra ha sido tan devastadora para el poder ruso que podría decirse que un mayor debilitamiento incremental ya no es un beneficio tan significativo”
Aquí conviene leer entre líneas. Estados Unidos busca que Europa se haga cargo de una parte mas significativa del gasto de defensa, pero que esto no implique independencia estratégica. En términos geoeconómicos, Estados Unidos obtuvo con la guerra en Ucrania dos ventajas respecto a Europa. Por un lado, incrementar el costo de defensa asumido por Europa y, por el otro, aumentar el precio pagado por la energía. La revelaciones recientes de Seymour Hersh apoyan la interpretación de que esto no fue un daño colateral, sino un objetivo primario.
El peligro de extender el conflicto es que la carga económica se haga demasiado pesada: “La intensidad del esfuerzo de asistencia militar también podría volverse insostenibles. Según los informes, las existencias de armas europeas y algunas estadounidenses ya se están agotando. Los costos para Estados Unidos y la Unión Europea de mantener económicamente solvente al Estado ucraniano se multiplicarán con el tiempo”.
Logrado lo que se buscaba en Ucrania, la Rand sostiene que es hora de reenfocarse en lo que vendrá: “La capacidad de EE UU para concentrarse en sus otras prioridades globales, en particular, la competencia con China, seguirá estando restringida mientras la guerra absorba el tiempo de los principales responsables políticos y los recursos militares de EE UU”.
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De cara a la intensificación de ese segundo eje de conflicto, Estados Unidos no debe exagerar en Ucrania: “Aunque Rusia será más dependiente de China, Washington tiene un interés a largo plazo en garantizar que Moscú no se subordine por completo a Beijing. Una guerra más larga que aumente la dependencia de Rusia podría brindarle a China ventajas en su competencia con Estados Unidos”.
Finalmente, el documento plantea que Estados Unidos debe extorsionar a Ucrania para aceptar el final que Washington decida: “Vincular la ayuda a la voluntad ucraniana de negociar ha sido un anatema en los debates políticos occidentales. Sin embargo, el cálculo estadounidense puede cambiar a medida que aumentan los costos y riesgos de la guerra. Por ejemplo, Estados Unidos podría nivelar la ayuda, si Ucrania no negocia”.
Estados Unidos busca que Europa se haga cargo de una parte mas significativa del gasto de defensa, pero que esto no implique independencia estratégica
Lo señalado en el documento no es un curso de acción ya tomado, pero la sola existencia de la posibilidad nos obliga a preguntarnos su causa. Se lo puede comprender, cuando dejamos de lado todo lo que nos han dicho sobre la guerra y tomamos en cuenta los intereses estratégicos estadounidenses alrededor del conflicto ucraniano. Tanto los intereses enunciados como los no explicitados.
1. Romper la vinculación de uno de los tres espacios geoeconómicos del mundo (Europa) con su fuente de abastecimiento energético, Rusia. En especial romper la vinculación Rusia-Alemania.
2. Inercialmente, con la dinámica en curso antes de la guerra, esa vinculación se iba a proyectar a un nivel superior a partir de la iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda. Avanzábamos hacia la constitución de un eje, Beijing-Moscú-Berlín que abarcaría a dos de los tres principales espacios geoeconómicos del mundo (Europa y China), abastecidos energéticamente por Rusia, segunda potencia militar del planeta. A mediano-largo plazo esa dinámica pondría en discusión la presencia de Estados Unidos en Eurasia.
3. En su mejor momento, el poder de Estados Unidos se sostenía en una relación equilibrada entre tres columnas: su industria, el dólar y su aparato de guerra. Primero se debilitó su industria y subsecuentemente comenzó la declinación del dólar. Roto el equilibrio entre los tres factores, la columna principal de su poder mundial pasó a ser su aparato de guerra, pero sostenerlo es una carga pesada que le hace perder competitividad a escala mundial. Desde hace décadas podemos encontrar declaraciones conminando a los países europeos a asumir una porción mayor del gasto de defensa. Ahora bien, mayor financiamiento puede ser también mayor independencia. El arte es lograr lo primero sin lo segundo. La guerra sirvió para galvanizar a la OTAN bajo mando estadounidense a la vez que obliga a Europa a gastar más en defensa.
4. El impacto se produce en los dos extremos del Atlántico Norte: disminuye la carga para Estados Unidos y aumenta para Europa. Estados Unidos gana competitividad y Europa la pierde. Más concreto: los estados europeos deberán recaudar más impuestos para pagar la maquinaria de guerra. Un auto marca Volkswagen deberá tener una carga impositiva mayor para pagar una maquinaria de guerra incrementada. Por su parte un coche Ford podrá disminuir su carga impositiva destinada al mismo fin.
“Una guerra más larga que aumente la dependencia de Rusia podría brindarle a China ventajas en su competencia con Estados Unidos”
5. Lo mismo ocurre con la energía. En los últimos 20 años, el costo energético de Estados Unidos bajó por el shale y a partir de la guerra subió para Europa. La energía para fabricar ese VW será más cara que la que se usa para fabricar un Ford. Estados Unidos busca recuperar franjas del mercado mundial y desplazar a sus “aliados” europeos. En un informe reciente publicado por el think tank europeo Bruegel señala que Alemania gastó en un año 270.000 millones de euros para paliar el encarecimiento de la energía. Nada menos que 7,4% de su PBI.
6. Para equilibrar la ecuación industria-dólar-poder militar, Estados Unidos está impulsando medidas para reindustrializarse. Un ejemplo es la Ley de Reducción de la Inflación y la invitación a empresas europeas a radicarse del otro lado del Atlántico. Estados Unidos busca reindustrializarse, desindustrializando Europa. Robert Haebeck y Bruno Le Maire viajaron a Washington la semana pasada, para negociar esa situación y reducir los daños.
7. Otro efecto positivo que recibirá la economía de Estados Unidos son los pedidos de armamento para reponer los arsenales enviados a Ucrania.
8. A su vez, si se abre una vía de negociación, se ensancha otra perspectiva de negocios: la reconstrucción de Ucrania. Otro think tank con base en Washington, The Atlantic Council, ya empezó a hacer estudios en ese sentido.
Europa no tiene posibilidad de discontinuar la política suicida que lleva adelante, en tanto no asuma que la configuración del conflicto alrededor de Ucrania es muy distinta e incluso antagónica a la que han publicitado. Difícilmente las dirigencias hagan eso sin ser empujados por los pueblos.
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Esta guerra es provechosa para todos ya que defiende unos valores democráticos.
Pero ¿son valores democráticos o comerciales?. La afirmación no se entiende a la vista de la invasión de Palestina, más lenta y menos virulenta (a fuego lento, como en la metáfora de la cocción de la rana) pero efectiva y tanto más cruel porque no solo es bendecida mundialmente, sino que se persigue a críticas, ayuda o defensa dejando a los palestinos a merced de toda clase de expolios, vejaciones y abusos.
La dirigencia europea debería ser encausada por alta traición, como la alemana, durante años practicando la guerra económica contra nosotros, los PIGS, y ahora se entrega y sucumbe a los intereses de Estados Unidos, como el resto de Europa. La mayoría de los medios de propaganda europeos también deberían ser encausados.