La ruptura de Junts con el PSOE no mueve la aguja, mientras Sánchez salta otra valla

Puigdemont concreta su amenaza y la militancia lo avala, pero el resto del bloque de investidura cree que poco cambiará. El pánico al avance de Aliança Catalana que irrumpe desde las comarcas del interior.
Nogueras Sánchez
La Moncloa El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibe a la portavoz del Grupo Parlamentario Junts per Catalunya, Míriam Nogueras, en La Moncloa.

Siete escaños y un Congreso en vilo. Esa tensión dramática es la que desea Carles Puigdemont y la ejecutiva de Junts. La aritmética parlamentaria se lo permite: sus siete diputados pueden volcar la balanza de un lado a otro y le sacan provecho desde hace más de dos años. La agenda legislativa pende de esa ecuación y ahora se suma un nuevo elemento de discordia: tras el aviso poco amigable de Puigdemont, se ha concretado la ruptura del acuerdo de Bruselas alcanzado con el Partido Socialista, quiebre refrendado por los militantes por el 86,98% de los votos de dos tercios del padrón.

“¿Estás de acuerdo con la propuesta de la dirección ejecutiva nacional de dar por finalizado el acuerdo de investidura con el PSOE ante los reiterados incumplimientos de sus compromisos?”. Junts ha optado por la fórmula de la consulta porque fueron las mismas bases las que también validaron el pacto con el PSOE hace dos años. También debe decirse: para un partido que no gobierna una comunidad autónoma ni una ciudad grande, el formato asambleario es más fácil.

A la larga espera (injusta, por cierto) de que se le aplique la amnistía por parte de la judicatura española, el president cesado de Catalunya sigue en Waterloo y ha vuelto a protagonizar las cabeceras con su movida de ajedrez. Un gesto simbólico potente que, en los hechos, muchos creen que no significa nada.

¿Y ahora qué?

“L’hora del canvi”, auguraba la portavoz parlamentaria Miriam Nogueras, considerada un halcón en Junts en sus posiciones. Pero da la impresión que el cambio no es tanto hacia Moncloa y las Cortes, sino mirando a los Pirineos. “Junts llega aquí como un partido opositor debido a los acuerdos incumplidos”, decía como prólogo el senador Eduard Pujol antes de comenzar su interrogatorio a Pedro Sánchez este jueves. Su pulla de “ser poco serios hace perder socios” horadó la herida. No venía a cuento pero por si acaso, hay que machacar con la misma idea que les obsesiona: el partido soberanista no es de ningún bloque, ni el de la derecha española ni el de investidura.

Alguien que conoce las idas y vueltas internas de Junts ratifican que les obsesiona mostrarse fuera de los dos bloques y que toda la táctica gira en torno a una carrera por la supervivencia, instinto innato que en política nubla el criterio. El miedo es un mal consejero, se sabe. Y actualmente el miedo de los posconvergents tiene nombre y se llama Aliança Catalana.

“Los escaños en Madrid no les importa, la preocupación mayor ahora es por los ayuntamientos”, explica una fuente cercana a Junts

Pero no es solamente por el crecimiento en las encuestas y la posible pérdida de escaños en el Parlament de Catalunya y en las Cortes Generales. “Los escaños en Madrid no les importa, la preocupación mayor ahora es por los ayuntamientos”, explica la misma fuente. La situación ha llegado a tal estado que el partido de Silvia Orriols se ha quedado, literalmente, con varios cargos bajos e intermedios de Junts, incluso algunos candidatos, ante la perspectiva de un sorpasso electoral en las municipales que serán dentro de 18 meses (aunque las listas se cierran bastante antes).

Los municipios de Bellpuig, Tirvia o Roda de Ter son algunos ejemplos. Genís Pinart es tal vez el ya exdirigente de Junts de mayor prestigio en haber preferido irse con la derecha radical populista e islamófoba. Pero un inciso: Esquerra Republicana también está padeciendo este drenaje (lo puede contar el exalcalde de Olot, fichado por Orriols).

El temor al ‘tsunami Orriols’ fue transmitido por una comitiva de alcaldes, en persona a Puigdemont, en un cónclave que tuvo lugar en Waterloo el 20 de octubre pasado. El referendum interno sobre la relación con el PSOE tiene que ver inexorablemente con este hecho. También por eso la insistencia de actuar por la multireincidencia (aquí cuentan con el apoyo del PNV, quien también está preocupado por el crecimiento de Vox en Euskadi) o lo de las competencias en migración para los Mossos d’Esquadra (algo que fue tumbado por la falta de apoyo de Podemos).

El Gobierno es consciente de esto y ha pedido que nadie haga olas. “Esto no cambia nada. Sigue la mano tendida con Junts y esto lo decimos en on y en off”, respondía a El Salto una fuente importante de Moncloa. Las conversaciones “continúan”. “No sé si hemos hablado en las 48 horas, pero que seguimos hablando, sin duda”, ha añadido.

Fuentes soberanistas, de hecho, comentaban que hay diputados de Junts que en conversaciones privadas revelan no estar de acuerdo con romper el acuerdo con el PSOE

Varias formaciones del bloque de investidura preguntadas han dicho a El Salto que, en su opinión, esto es básicamente un paripé que no tendrá consecuencias reales en lo legislativo. Quizás, más dureza en las declaraciones y en las negociaciones, pero seguirán votando lo que crean que es bueno para sus votantes.

Fuentes soberanistas, de hecho, comentaban que hay diputados de Junts (claramente no es Nogueras) que en conversaciones privadas revelan no estar de acuerdo con romper el acuerdo con el PSOE. Incluso hay alcaldes de Junts que también apoyan que se pacten unos presupuestos (lo dicho antes: cuando se gestiona una administración pública siempre sube el ratio de pragmatismo). Pero por ahora, lo que impera es la fuga hacia adelante por la subsistencia frente a AC.

La líder de Sumar, la vicepresidenta Yolanda Díaz, mantiene la tensión con Junts desde el rechazo a admitir a trámite la reducción de jornada. Su reflexión, según comentó a su equipo, ha sido sorpresa con los de Puigdemont: “No ha cambiado nada, solo han decidido perder su capacidad de presión. Renuncian a tener influencia...esas cosas no se dicen, se hacen”.

El próximo round importante en el que Junts tendrá oportunidad de mostrar si todo sigue igual es con la votación de la senda del déficit

Pero si hasta ahora también solo votaban lo que creían favorable a Catalunya, ¿qué ha cambiado? Si no renuncian a dialogar con el PSOE, como sí lo hace Vox, ¿cuál es el giro? El próximo round importante en el que Junts tendrá oportunidad de mostrar si todo sigue igual es con la votación de la senda del déficit, que la vicepresidenta María Jesús Montero tiene previsto presentar los primeros días de noviembre. Y luego, la madre de todas las batallas: los presupuestos.

La bala se pierde en el Senado

El PP de Núñez Feijóo venía guardando una bala de plata, una de las pocas que puede utilizar mientras Junts siga atado de pies y manos por Aliança Catalana, el principal beneficiado si Puigdemont pactara con la derecha españolista.

Ese recurso era cruzar una línea roja y forzar una comparecencia histórica: por primera vez en 21 años, llevar a un presidente del Gobierno en ejercicio a ser interrogado en una comisión de investigación. Pero fue la primera de toda la historia en la que un jefe de gobierno iba a ser puesto contra las cuerdas, porque el antecedente es Rodríguez Zapatero en 2004 respondiendo en la comisión del 11M sobre hechos que no eran su responsabilidad.

Las casi seis horas del pleno de la comisión habrán sido vistas por un ‘cero coma’ de la población y la evaluación de lo ocurrido estará muy influenciada por los medios y el resumen que hayan hecho, especialmente los audiovisuales (la política es, más que nunca, emocional y visual). Pero un criterio generalizado, incluso de muchos analistas conservadores y ‘antisanchistas’, es que ha sido una oportunidad perdida.

El PP había creado unas enormes expectativas con respecto a esta comparecencia y hasta filtraban algunos dirigentes que lo mejor sería que Sánchez incurra en falso testimonio

Génova podía elegir, siempre se puede. Hubiera podido haber designado a un senador del estilo de Aitor Esteban, pero eligió por un Miguel Tellado, que para más inri, estaba manchado por haber estado vinculado a la creación del polémico hospital Zendal madrileño. El senador Miranda ha sido bronco, faltón, ansioso (en el Senado comentan que había admitido estar “nervioso” antes de preguntarle a Sánchez), hizo pocas preguntas coherentes pero todo quedó teñido de crispación y de la desesperación de siempre.

Es que el PP había creado unas enormes expectativas con respecto a esta comparecencia y hasta filtraban algunos dirigentes que lo mejor sería que Sánchez incurra en falso testimonio o dijera algo que lo autoinculpara. Cuando impulsas tanta expectación sobre un posible varapalo contra tu rival, que viene de vivir sus meses más críticos en la primavera, y luego del interrogatorio sale casi airoso, casi indemne, lo acabas fortaleciendo.

La derecha de PP y Vox, y el antisanchismo mediático, desean caracterizar al presidente del Gobierno con poco menos que Saruman, el malvado inescrupuloso de El Señor de los Anillos. Esas expectativas también juegan en contra: salvo que Sánchez hubiera acuchillado a un lince ibérico en el medio del pleno de comisión, es difícil que hubiera empatado la caricaturización que se hace de él. Por eso sale ganando, aunque todavía deba muchas respuestas concretas con respecto al ‘caso Koldo-Abalos-Cerdán’.

Génova suele decir que Vox sale al auxilio de Sánchez y que juega como un balón de oxígeno por su extremismo. Crece el consenso en que, para felicidad de Ferraz, ese balón también lo nutre Feijóo. Por eso Sánchez se puede dar el lujo de estrenar gafas nuevas en un momento adverso y torcer la conversación pública con ello. Para la izquierda confederal y transformadora la clave es recordarle al electorado antifascista que el líder del PSOE podrá vestirse de Clark Kent pero si no tienes acceso a la vivienda, no hay Superman.

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