La avalancha de denuncias por acoso y abuso sexual asfixia al PSOE gallego en el peor momento de su historia

Pesos pesados del partido maniobran para hacer posible la dimisión del secretario xeral, José Ramón Gómez Besteiro, por su gestión errática en las denuncias de varias mujeres además de su proyección electoral deshecha.
caballero besteiro regades
El alcalde de Vigo, Abel Caballero; el secretario general del PSdeG-PSOE, José Ramón Gómez Besteiro; y el presidente de la Zona Franca de Vigo, David Regades.

El Partido Socialista de Galicia atraviesa uno de los episodios más críticos desde su constitución como federación autonómica. Un reguero de denuncias por abusos que afectan a su entorno político inmediato ha terminado por asfixiar a la organización en un momento especialmente delicado: con una proyección electoral debilitada, una dirección cuestionada y un liderazgo incapaz de contener la crisis interna y externa que amenaza con arrastrar al partido a una irrelevancia política todavía más acusada.

En el centro del huracán se sitúa el secretario xeral del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro. Su gestión de las denuncias presentadas por varias mujeres ha sido calificada internamente como “errática, tardía y políticamente ineficaz”. A ello se suma una estrategia electoral fallida que ha dejado al partido sin pulso, sin lugar en el tablero político con un BNG al alza y sin capacidad de marcar agenda frente a un Partido Popular que gobierna con holgura en Galicia.

Fuentes internas del partido reconocen que la situación ha llegado a un punto límite. La acumulación de denuncias, más allá de su recorrido judicial, ha tenido un impacto demoledor en la credibilidad política del PSdeG. La percepción de que la dirección no ha sabido reaccionar con claridad, contundencia y coherencia ha generado una profunda desafección tanto en la militancia como entre votantes tradicionales del socialismo gallego. 

Ese desasosiego ha desembocado en un manifiesto promovido por militantes socialistas en apoyo a Silvia Fraga tras su renuncia como responsable de Igualdad del PSdeG en Galicia. Entre sus firmantes se encuentran figuras destacadas como los expresidentes de la Xunta Emilio Pérez Touriño y Fernando González Laxe, además del ex portavoz parlamentario Xoaquín Fernández Leiceaga. El documento surge como respuesta a la actuación de la actual dirección del partido ante las denuncias de acoso sexual que afectan al presidente de la Diputación de Lugo y alcalde de Monforte, José Tomé, y cuenta con la adhesión de alrededor de más de 300 personas.

Entre ellos también figuran el ex regidor de A Coruña y antiguo delegado del Gobierno en Galicia, hoy consejero de Estado, Javier Losada, así como veteranos referentes del socialismo gallego como Ricardo Varela y Francisco Cerviño.

El problema, sin embargo, no se limita a la gestión de una crisis concreta. Lo que se ha puesto en cuestión es el modelo de liderazgo y la capacidad del actual secretario xeral para pilotar el partido en un momento de máxima exigencia ética y política. Besteiro regresó a la primera línea con la promesa de reconstruir un PSdeG dañado por años de derrotas y conflictos internos, pero ese objetivo parece hoy más lejano que nunca tras el batacazo electoral de 2024, donde la formación apenas consiguió nueve de los 75 escaños.

La gravedad del momento ha activado movimientos internos de calado. Pesos pesados del partido, algunos con décadas de trayectoria y amplio conocimiento de los equilibrios orgánicos, han comenzado a maniobrar para hacer posible la dimisión del secretario xeral. 

El argumento central de quienes impulsan esta salida es doble. Por un lado, consideran que la gestión política de las denuncias ha sido profundamente dañina, al no anticipar el impacto reputacional ni ofrecer una respuesta que estuviera a la altura de los valores que el PSOE dice defender. Por otro, sostienen que la proyección electoral del partido ha quedado prácticamente deshecha, sin margen para una recuperación a corto plazo mientras se mantenga la actual dirección. En esa línea, tanto el alcalde de Vigo, Abel Caballero, como la de A Coruña, Inés Rey, han mostrado su desencanto con los movimientos del partido.

La sensación de agotamiento es generalizada. El PSdeG aparece atrapado en una dinámica defensiva, reaccionando a los acontecimientos en lugar de liderarlos, sin capacidad para imponer un discurso propio ni para conectar con una ciudadanía cada vez más distante. En ese contexto, las denuncias actúan como catalizador de una crisis más profunda, estructural, que viene gestándose desde hace años y que ahora aflora con toda su crudeza.

El momento histórico tampoco juega a favor del partido. Galicia ha sido tradicionalmente un territorio complicado para la socialdemocracia y las sucesivas derrotas electorales han erosionado su implantación territorial y su moral interna. La actual crisis amenaza con consolidar esa debilidad y con dificultar cualquier intento de reconstrucción si no se toman decisiones drásticas en el corto plazo.

La posible dimisión de Besteiro se plantea así no solo como una salida personal, sino como un intento de cortar la hemorragia política y abrir una nueva etapa. Sin embargo, no está claro que el partido cuente con una alternativa sólida ni con un proyecto ilusionante capaz de recomponer la confianza perdida. El riesgo de que el relevo se perciba como un simple ajuste táctico, y no como un cambio profundo, está muy presente en las conversaciones internas.

La dimisión de José Tomé, presidente de la Deputación de Lugo

El caso más grave y de mayor impacto interno involucra al ahora expresidente de la Deputación de Lugo y todavía alcalde de Monforte de Lemos, José Tomé, histórico dirigente del PSOE en Galicia. Varias militantes del partido presentaron denuncias a través del canal interno del PSdeG por presunto acoso sexual. Las acusaciones incluyen tocamientos no consentidos, mensajes y llamadas de tono sexual, e incluso ofrecimientos de empleo a cambio de favores sexuales, según relataron varias afectadas.

Al menos cuatro mujeres han aportado testimonios de conductas que consideran impropias y reiteradas a lo largo del tiempo, y estos relatos fueron conocidos por distintos ámbitos del partido antes de que las denuncias se formalizaran oficialmente.

El impacto político fue inmediato. El PSdeG exigió la dimisión de Tomé de todos sus cargos tras la presentación formal de las denuncias, y este terminó renunciando a la presidencia de la Deputación y solicitando la baja cautelar en el partido. Sin embargo, mantuvo sus responsabilidades institucionales y su puesto de alcalde.

Este caso provocó además una crisis interna en la dirección del PSdeG, con la dimisión de la secretaria de Igualdad de la federación gallega, que abandonó su cargo por discrepancias con la gestión realizada por la dirección en relación con este escándalo.

Denuncia por acoso laboral en Barbadás (Ourense)

Una segunda denuncia surgió a las pocas horas en Barbadás, en la provincia de Ourense, donde una militante presentó una denuncia por acoso laboral contra el alcalde socialista de la localidad, Xosé Carlos Valcárcel Doval. El PSdeG reclamó que entregara sus actas institucionales tras conocerse la denuncia, pero el regidor negó los hechos y se resistió inicialmente a abandonar sus cargos.

La negativa del alcalde a dimitir incrementó la presión interna y evidenció la dificultad del partido para hacer cumplir sus decisiones cuando los cargos señalados optan por atrincherarse en las instituciones. Finalmente, Valcárcel decidió abandonar el partido, aunque continuó ejerciendo responsabilidades institucionales, lo que volvió a alimentar el debate sobre los límites del control orgánico del PSdeG.

Este episodio refuerza la percepción de que las denuncias por conductas impropias no se trataban de un caso aislado, sino de una sucesión de situaciones que afectaban a distintos niveles de poder dentro del socialismo gallego.

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