Finlandia
“La derecha populista y la extrema derecha no pueden ser ‘domesticadas’ una vez alcanzan el poder”

La exministra finlandesa, Hanna Sarkkinen, estuvo a cargo de las carteras de Asuntos Sociales y Sanidad en el Gobierno de Sanna Marin hasta abril de este año, tras unas elecciones en las que los conservadores se hicieron con el Ejecutivo y la extrema derecha fue la segunda fuerza más votada.
Hanna Sarkkinen
Hanna Sarkkinen, exministra de Asuntos Sociales y Sanidad de Finlandia. Foto: Gobierno de Finlandia
10 ago 2023 06:00

Hanna Sarkkinen (Oulunsalo, 1988) ocupó la cartera de ministra de Asuntos Sociales y Sanidad de Finlandia desde el 29 de junio de 2021 hasta el final del mandato del Ejecutivo de Sanna Marin. En los cuatro años que ha estado en el poder, la coalición de gobierno —formada por cuatro partidos: el Partido Socialdemócrata de Finlandia, el Partido de Centro, la Liga Verde, la Alianza de Izquierdas y el Partido Popular Sueco— tomó decisiones que han cambiado el rumbo del país, entre ellas la polémica entrada del país en la OTAN. En esta entrevista, Sarkkinen, ahora como diputada de la Alianza de Izquierdas por el distrito de Oulu, habla de la experiencia de formar parte un Ejecutivo de coalición, de su decisión de apoyar la entrada de Finlandia en la OTAN y de cómo enfrentarse a una alianza entre conservadores y ultraderecha como la que gobierna actualmente en su país.

El 20 de junio se disolvió el Gobierno de Sanna Marin, en el que la Alianza de Izquierda tenía dos carteras, las de Educación y Asuntos Sociales y Sanidad. ¿Cómo valora en general el gobierno de Marin y la participación de la Alianza de Izquierdas en él?
Los cuatro años de nuestro Gobierno fueron difíciles porque casi todo el tiempo teníamos que gestionar algún tipo de crisis. La crisis de la covid, primero; el brutal ataque de Rusia a Ucrania, después; y tras este, la crisis energética. Estos años han sido, en muchos sentidos, los más difíciles desde la Segunda Guerra Mundial.

El Gobierno gestionó bastante bien las crisis. E incluso en medio de estas fuimos capaces de renovar y mejorar muchas de las estructuras de nuestra sociedad. También reforzamos los recursos en educación, sanidad, derechos sociales y laborales. La tasa de empleo alcanzó niveles récord al término de nuestro mandato. Fue el mejor Gobierno en décadas y el mejor Gobierno de mayorías que podía formarse a partir de la composición de aquel parlamento.

La opinión pública sobre la pertenencia a la OTAN cambió drásticamente cuando comenzó la guerra

Por supuesto, hay muchas cosas con las que no estoy satisfecha al 100%. El Gobierno podría haber hecho mucho más en política medioambiental, por ejemplo. Hay muchas cosas en las que tendría que haber hecho más o haberlo hecho mejor. Pero en la balanza, en mi opinión, hay más cosas positivas que negativas.

Los miembros de la Alianza de Izquierdas dieron su apoyo firme a la participación en el Gobierno a lo largo del mandato, aunque hubo críticas a muchas de las cuestiones de la política del Ejecutivo. No somos un partido grande, así que la gente comprende que a veces haya que alcanzar acuerdos para tener algún tipo de influencia. La gente vio que nos esforzamos y tuvimos mucha influencia, incluso sin que todo fuese perfecto.

Después de las elecciones de abril, el Gobierno de Finlandia consiste en una coalición de tres partidos de derechas, con la participación del Partido Popular Sueco de Finlandia, dirigido por la Coalición Nacional (Kokoomus), y en el cual el partido ultraderechista Finlandeses ocupa una posición destacada. ¿Cómo ha interpretado la izquierda finlandesa los resultados de estas últimas elecciones?
En realidad, hay cuatro partidos de derechas en el nuevo gobierno [en referencia al Partido Popular Sueco]. Los años de crisis fueron difíciles y eso erosionó parte del apoyo a los partidos del Gobierno de Marin. Quizá la gente quiso un cambio.

El tema principal de las elecciones fue la deuda pública. Tuvimos que endeudarnos para sobrevivir los años de crisis y los partidos de la oposición dijeron que estábamos gastando más de la cuenta. La gente empezó a preocuparse por la deuda pública y esta fue la principal causa de los resultados de las elecciones. También el precio de la gasolina y de la electricidad, y la oposición a la política medioambiental del Gobierno de Marin, fueron algo que hizo que la gente votase por los partidos de la derecha.

Tenemos que decir que la derecha populista y la extrema derecha pueden suponer una amenaza real a la igualdad, los derechos humanos y las democracias

La Alianza de Izquierdas perdió algunos apoyos hacia los socialdemócratas porque algunos de nuestros votantes querían asegurase de que Marin y su Gobierno continuaran, y que los socialdemócratas seguirían siendo el partido principal. No fue así.

Diría que necesitamos decir a la gente más claramente que la política medioambiental no les amenaza. La amenaza es el cambio climático. También necesitamos ser más “populistas” en nuestro lenguaje y usar las nuevas redes sociales para atraer mejor a los votantes.

¿Cómo se explica la Alianza de Izquierdas el auge de Finlandeses a segunda fuerza del país? Con un 20% de los votos y 46 diputados, la formación de Riikka Purra quedó solo dos escaños por detrás de Kokoomus y superó al Partido Socialdemócrata de Marin por tres.
Por desgracia, hay sentimientos anti-inmigración e incluso un pensamiento racista entre los votantes. Finlandeses explota, difunde y crea esos sentimientos.

La inflación y el precio de la gasolina fueron algunas de las razones del éxito de Finlandeses en las elecciones. Hicieron muchas promesas populistas de bajar los precios, pero no tienen ninguna política para cumplirlas.

Finlandeses también consiguió votos oponiéndose a las políticas medioambientales y creando la imagen de que estas estaban amenazando la manera en cómo la gente vive. También ganaron votos oponiéndose a temas woke, como la nueva legislación que aprobamos en el Gobierno y que mejoró los derechos de las personas trans. Por último, Finlandeses son buenos en el uso de las redes sociales, especialmente TikTok.

¿Cuál es el programa político de esta coalición conservadora y cómo se ha desplegado hasta la fecha?
Todavía no han aprobado ninguna ley, pero basándonos en su programa gubernamental, esperamos recortes en las ayudas sociales, como las destinadas a la vivienda y el desempleo. Habrá recortes en el gasto público, como los servicios sociales y la sanidad. También se endurecerá la legislación de inmigración y se relajará la legislación laboral y empeorará la posición de los sindicatos. Habrá rebajas impositivas para los ricos.

Diría que son políticas tradicionalmente de derechas: quitar a los pobres, debilitar los servicios públicos y los derechos laborales, dar más a los ricos. Y coronando el conjunto, leyes contra la inmigración y un discurso racista.

Una de las cuestiones que más tensiones genera en la izquierda europea es la OTAN, especialmente en los países fronterizos de Rusia, y especialmente después del estallido del conflicto militar en Ucrania en 2022. El año pasado el Parlamento finlandés aprobó la entrada del país en la OTAN, una decisión que, sin embargo, no estuvo refrendada en una consulta popular. ¿Cómo se desarrolló este debate y qué impacto ha tenido en la Alianza de Izquierdas? ¿Por qué un sector del partido estuvo a favor de cruzar lo que hasta entonces se consideraba una línea roja?
Yo voté a favor de entrar en la OTAN, como lo hizo la mayoría de nuestro grupo parlamentario. La cuestión dividió a nuestro grupo también a nuestros miembros y votantes. Finalmente tomamos la decisión de que todo el mundo tiene la libertad de votar a partir de su propio juicio, ya que la cuestión no estaba en el programa de gobierno y las circunstancias habían cambiado dramáticamente.

La opinión pública sobre la pertenencia a la OTAN cambió drásticamente cuando comenzó la guerra. La oposición firme a entrar en la Alianza se convirtió en un apoyo firme a entrar en ella.

Las líneas rojas cambiaron cuando la realidad cambió. La guerra ha cambiado muchas cosas.

Las circunstancias cambiaron cuando Rusia atacó Ucrania. Rusia dejó claro que no respeta la soberanía de sus vecinos y que está dispuesta a librar una guerra a gran escala en Europa y matar a gente. Tenemos 1.300 kilómetros de frontera con Rusia. Nosotros también fuimos históricamente parte del Imperio ruso. Lo que parecía imposible entonces comenzó a parecer posible. ¿Puede que la Rusia neoimperialista de Putin también nos ataque? Para impedir que ocurriese, necesitábamos amigos. Y si ocurría, necesitábamos amigos. Así que las líneas rojas cambiaron cuando la realidad cambió. La guerra ha cambiado muchas cosas.

La decisión de votar a favor fue para mí muy difícil. Los problemas en la OTAN siguen, pero la amenaza de Rusia se ha convertido, en mi opinión, en un problema mayor.

¿Qué impacto político, social y económico cree que tendrá la entrada de Finlandia en la OTAN?
Está por ver. Por ahora no hemos visto ni cambios, ni impactos ni reacciones drásticas.

La relación con Rusia quedó arruinada cuando Rusia atacó Ucrania, así que no ha habido muchos cambios a este respecto tampoco. El gasto militar ya superaba el 2% del PIB, así que en este aspecto no ha habido cambios.

Necesitamos ser capaces de decir a la gente que la política medioambiental no es una amenaza, sino que el cambio climático es la amenaza

Espero que no haya una cultura de “autocensura” en el Parlamento finlandés en el futuro, en el que las opiniones críticas hacia los aliados de la OTAN no sean bienvenidas. Esto puede ocurrir en la cultura política finlandesa y es algo que me preocupa. Por ejemplo, necesitamos seguir hablando de los problemas que hay en Turquía, tener en cuenta la posición del pueblo kurdo o ser críticos hacia las políticas de EE UU cuando haya motivos para ello.

La periodista estadounidense Lily Lynch ha escrito un par de artículos muy críticos con la coalición de gobierno de la que fue miembro, de los que me gustaría preguntarle su opinión. En el primero, publicado en Sidecar, el blog de la conocida New Left Review, Lynch escribía: “Ligera en sustancia pero eminentemente instagrammable, esta tendencia política basa su atractivo no en una perspectiva ideológica coherente, sino en un sentimiento de satisfacción milenial. Su ethos modernizador le debe más al Nuevo Mundo que al Viejo; se encuentra tan a gusto en la reunión anual del Grupo Bilderberg y en la platea del World Economic Forum, como en una discoteca o en el desfile del orgullo. Durante el gobierno de Marin, este nuevo progresismo ha utilizado el capital moral del pacifismo nórdico, así como las tradiciones de feminismo, neutralidad y socialdemocracia ligadas al mismo, para destruirlo.” En otro artículo, Lynch mencionaba a Marin junto a la ministra de Asuntos Exteriores alemana, Annalena Baerbock, y la primera ministra estonia, Kaja Kallas, como tres políticas cuyas apariciones públicas y discursos han ayudado a suavizar la imagen de la Alianza Atlántica a ojos de la opinión pública.
Bueno, esa es su opinión, y hay también otras. No he leído estos artículos, pero quizá la autora desconocía el programa político completo del Gobierno, incluyendo reformas legislativas e inversiones muy ambiciosas, y se ha centrado más bien en la persona de la primera ministra Marin y de la OTAN. Y quizá tampoco entiende las realidades de la vida política finlandesa y nuestro estatus geopolítico como un pequeño país que tiene frontera con la Rusia neoimperialista de Putin. O quizá ve las cosas de manera diferente a como las veo yo.

Hay, por descontado, espacio a la crítica al Gobierno de Marin desde una perspectiva de izquierdas y siempre celebraré que haya debate. En la política finlandesa los acuerdos son siempre una realidad y siempre hemos tenido gobiernos de coalición.

En la izquierda política siempre hay tensión entre el reformismo y una política más revolucionaria. Siempre podrá decirse que no hicimos lo suficiente en materia de políticas sociales, laborales o económicas, o que nuestra política de seguridad era equivocada.

Necesitamos visibilizar y hacer saber que el Gobierno de derechas está destruyendo los derechos laborales y que será algo negativo para la gente y para la sociedad

Dejemos que el debate siga, pero estoy dispuesta a defender el trabajo que hicimos, incluso si las circunstancias fueron muy difíciles y no terminamos logrando tener éxito en todo. No pudimos, por ejemplo, aprobar las necesarias reformas a los impuestos al capital porque dos de los partidos en el Gobierno se opusieron.

En febrero visitó España para asistir a la inauguración de un Encuentro Feminista Internacional en la Universidad Complutense de Madrid, donde pudo reunirse con la ministra de Igualdad, Irene Montero. ¿Cómo valora el Gobierno de coalición español entre el PSOE y Unidas Podemos (UP)?
No tengo la suficiente información sobre el anterior Gobierno de coalición español como para valorarlo, pero parecía que había muchos paralelismos en políticas de igualdad y reformas legislativas similares entre el Gobierno español y el finlandés.

Aunque los resultados de las elecciones del 23 de julio no permitirán la formación de un gobierno a escala estatal, en España, como ocurre en otros países europeos —incluyendo Finlandia— existen varios gobiernos autonómicos formados por el Partido Popular (PP) y Vox. Teniendo en cuenta la experiencia finlandesa, pasada y presente, ¿qué consejo daría a los partidos de izquierdas para oponerse a este tipo de gobiernos de coalición?
¡Espero que alguien pueda aconsejarme! No tengo las respuestas. Pero en Finlandia hemos de decir a la población que expulsar a los inmigrantes no mejorará la posición de los trabajadores y los más pobres. Y necesitamos visibilizar y hacer saber que el Gobierno de derechas está destruyendo los derechos laborales y que será algo negativo para la gente y para la sociedad. Necesitamos ser capaces de decir a la gente que la política medioambiental no es una amenaza, sino que el cambio climático es la amenaza.

En cuanto a la “derecha conservadora tradicional”, tenemos que decir que la derecha populista y la extrema derecha no pueden ser “domesticadas” una vez alcanzan el poder. Y que pueden suponer una amenaza real a la igualdad, los derechos humanos y las democracias que se mantengan en el poder.

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