Feminismos
Irantzu Varela: “A quien no le gusta negociar, le gusta violar”
Esta periodista de profesión, coordinadora de La faktoria lila de Bilbao, enlaza hábilmente las palabras para que el discurso feminista sea entendido por todas las personas.
Irantzu Varela es la coordinadora de La faktoria lila de Bilbao, un espacio donde imparte cursos y talleres de feminismo, es youtuber de El Tornillo y colaboradora habitual de Pikara Magazine. Periodista de profesión, enlaza hábilmente las palabras para que el discurso feminista sea entendido por todas las personas.
¿Cuántas veces te han llamado puta?
Muchísimas, como a todas las mujeres. La primera vez era una cría. Estaba jugando en el pueblo de La Rioja donde veraneábamos y un niño muy guapo me dijo que era una puta porque me dejé pillar en el escondite. Recuerdo que me pareció brutal, porque no sabía lo que significaba pero supe perfectamente que era algo malo y una manera de despreciarme que él podía ejercer sobre mí y yo no sobre él. Esa vez me afectó. Luego entendí que las putas son mujeres como todas las demás, como nosotras, pero que su nivel de exposición a la violencia o a la explotación es más obvio.
¿Por qué siempre nos llaman putas con la de insultos que hay en el diccionario?
Porque no estamos a su servicio. Creen que nos están insultando, pero en realidad demuestran el miedo que sienten a que empecemos a hacer lo que de verdad nos da la gana. Que sigan llamándonos putas, nosotras nos reiremos cada día más.
Sueles hablar de los hijos “sanos” del patriarcado. ¿Por qué cuesta tanto ver lo que tenemos delante?
El heteropatriarcado funciona porque parece el estado natural de las cosas. La masculinidad hegemónica se basa en convencer a los hombres de que pueden conseguir todo lo que desean y la feminidad en convencernos de que nos van a querer cuando más deseos satisfagamos. En un contexto sexual implica una persona intentando conseguir todo lo que desea y otra permitiéndoselo. Seducir, ligar y follar tienen que ser intercambios entre iguales, con negociación y consenso, no una conquista, y a quien le baje la líbido negociar, es que no le gusta el sexo, le gusta violar. Y violaciones no vamos a tolerar.
¿Ligar y follar de igual a igual?
Sí, fíjate tú. Las mujeres queremos follar con quien nos apetece, cuando nos apetece y como nos apetece. Reivindicamos que tenemos deseo y que queremos que nuestras prácticas sexuales sean intercambios igualitarios de deseos compartidos. Lo que viene siendo follar. Lo otro es dejarte follar o dejarte violar, aunque suene paradójico. Pero es que el deseo femenino no está presente casi ni en la vida de las mujeres, ya ni te digo en la de los hombres.
¿Algún consejo para ellos?
Que no violen. Y el segundo, que pregunten siempre. Y que solo sigan cuando les dicen que sí. Ni silencio, ni caída de pestañas, ni darse la vuelta, ni quedarse quieta, ni llorar, ni suspirar. Es muy fácil. Nosotras lo entendemos perfectamente.
Del mismo modo que nosotras sentimos enfado cuando se nos despierta la conciencia feminista al darnos cuenta de que somos sujetos de opresión, entender que eres tú el sujeto opresor de las personas que tienes alrededor te enfada
Desde 2004 el machismo ha matado a más mujeres que ETA desde 1975 hasta su disolución. ¿Violencia machista o terrorismo machista?
La violencia machista es terrorismo si miramos la definición de la RAE. En ella se explica que el terrorismo es una violencia que se utiliza para infundir miedo, y el miedo es el principal arma para perpetuar la desigualdad y la mayor manifestación de violencia contra nosotras. Hasta las que no lo admiten, sienten miedo. Tenemos miedo de los hombres. La mitad de la población tiene miedo. Violencia, heteropatriarcado, violencia machista, violencia contra las mujeres, terrorismo patriarcal, como prefieras, pero es una violencia estructural, sistémica y continua que se manifiesta en diferentes intensidades y que vivimos todas las mujeres, y que de alguna manera ejercen todos los hombres.
¿Por qué crees que tantos hombres se ofenden al oírlo e incluso reaccionan de forma colectiva como ha sucedido con el hashtag #notallmen?
Porque a nadie le gusta ser un sujeto opresor. Y menos ser el sujeto opresor de tu hija, de tu mujer, de tus compañeras, de tu madre. Del mismo modo que nosotras sentimos enfado cuando se nos despierta la conciencia feminista al darnos cuenta de que somos sujetos de opresión, y eso no mola nada, entender que eres tú el sujeto opresor de las personas que tienes alrededor, te enfada. Pero si tienes conciencia política le darás una vuelta. Esa reacción la entendemos perfectamente la gente paya blanca cuando la gente racializada nos deja claro que tenemos privilegios de raza, y te sienta fatal. Tienes dos opciones: decir “vete a la mierda”, “estás exagerando”, “me estás llamando racista” y enfadarte. O pensar: “¡Joder, tienes razón!”. Y empiezas a revisar tus prácticas.
¿Por qué el Estado dedica tan pocos recursos a combatir el machismo y la cultura de la violación?
Porque cuando los hombres dejan de matarse entre ellos lo llamamos paz. El hecho de que nos maten, nos violen, nos torturen y de que las mujeres vivamos sistemáticamente con miedo forma parte del funcionamiento normal de una democracia en paz. Suelo decir que las sociedades tienen la violencia que toleran.
¿El nivel de tolerancia ha cambiado esta primavera?
Mucho. Por eso la sentencia de La Manada nos ha sacado a la calle.
¿Cómo podemos proteger a nuestras hijas de esta violencia estructural?
Podemos ayudarles a entender lo que la mayoría entendimos tras mucha militancia y lectura feminista: que no es nuestra culpa, que no solo te ha pasado a ti, que no estás sola y que te puedes defender. En muchas de las agresiones que hemos vivido en la vida no nos hemos defendido porque nos socializamos como víctimas, pero la autodefensa feminista nos ayuda a entender que ellos cuentan con tu miedo, y si no lo tienes, de repente ellos son un poquito menos agresivos y violentos.
¿Estamos viviendo la revolución feminista?
Es muy divertido vivir un momento histórico. Aunque sea por el hecho de pensar ¡madre mía! ¡No estábamos locas! Solo estábamos esperando a que llegaran las mujeres que todavía no habían despertado. Ahora el mundo ya no será igual. No lo vamos a permitir. Porque aún sin la perspectiva histórica estamos viviendo cambios públicos, espero que vivamos cambios políticos y necesito que haya cambios estructurales, pero sobre todo estamos viviendo cambios personales. Hay gente que no es la misma que el 7 de marzo. De hecho, yo creo que ninguna somos la misma que el 7 de marzo. El 8 de marzo había una palabra que se repetía constantemente: despertar. Este años muchas mujeres han despertado y están contando lo que llevamos callando toda la vida. Y cuando te despiertas al feminismo ya no te vuelves a dormir. A veces es agotador, pero siempre maravilloso.
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