Feminismos
Gordofobia, una cuestión de género

La gordofobia afecta de manera desproporcionada a las mujeres. Tan invisibles como dañinos, los comentarios sobre nuestros cuerpos moldean nuestra percepción de nosotras mismas.
25 ago 2024 06:00

Estás más delgada. Estás más gorda. Come más. Come menos. Has cogido algunos kilos. Te has quitado algún kilo. Ahora que has perdido peso estás más guapa. Los comentarios sobre el físico nos acompañan a las mujeres desde la más tierna infancia. Circulan a nuestro alrededor como las partículas de la contaminación: tan invisibles como dañinos, moldeando nuestra percepción de nosotras mismas y reforzando la presión social sobre nuestros cuerpos.

Y es que existe un cuerpo estándar, un ideal, que se impone de forma muy específica a las mujeres y que implica un juicio de lo que se ajusta o se aparta de él. Así lo explica María Martín Barranco, abogada y divulgadora feminista, autora de libros como Ni por favor ni por favora (Catarata, 2019) y Mujer tenías que ser (Catarata, 2020): “Gorda no es solo una palabra, es una forma de prejuicio que genera discriminaciones directas de forma cotidiana especialmente en la mujer”. Discriminaciones que impregnan esferas tan amplias como el empleo, la ropa, las relaciones o el lenguaje.

“En un contexto donde la delgadez es la meta de vida, y lo más asociado al éxito, la diversidad corporal es rechazada”, dice la nutricionista Victoria Lozada

“En un contexto donde la delgadez es la meta de vida, y lo más asociado al éxito, la diversidad corporal es rechazada. De hecho, mucha gente piensa que la gente gorda lo es por decisión, y no porque exista diversidad de cuerpos, ni más de 130 factores determinantes de salud. Esto nos lleva a una jerarquía de cuerpos, donde solo algunos son considerados valiosos o deseables”, explica la nutricionista Victoria Lozada, quien denuncia a través de sus redes que las mujeres somos especialmente presionadas para mantener cuerpos delgados como una forma de cumplir con las expectativas patriarcales de belleza y feminidad. Y no solo mantener cuerpos delgados. Según Lozada, las características corporales de personas racializadas no son las deseables y,  cuando los cuerpos envejecen, tienen menos valía. 

“Yo, desde hace ya unos cuantos años, intento ponerme la ropa que me da la gana. Me encantan los crop tops, y al principio me costaba un mundo ponérmelos, era muy consciente de las miradas, de los pensamientos, cuando entraba en algún sitio”, dice la escritora Aida González Rossi, autora de Leche condensada (Caballo de Troya, 2023). El rechazo naturalizado a las personas con cuerpos más grandes se hace visible cuando el cuerpo que es considerado como “otro” se muestra en un espacio público. Para González Rossi, es una forma poderosa a la par que incómoda de revelar lo que molesta a la gente. “Aunque me he acostumbrado y ya no me afecta tanto, en ciertos contextos todavía siento una ‘alarma’ que me recuerda que estoy ‘fuera de lugar’, que puedo ser insultada, discriminada o recibir comentarios sobre la necesidad de adelgazar, cosas que ya me han pasado antes”.

Todas tenemos la voz gordofóbica en la cabeza, que replicamos e inyectamos a otras. O a nosotras mismas

González Rossi, que estudió periodismo y el Máster en Estudios de Género y Políticas de Igualdad en la Universidad de La Laguna, cree que todas tenemos la voz gordofóbica en la cabeza, que replicamos e inyectamos a otras. O a nosotras mismas: “Es común ser más amables con los cuerpos ajenos que con el propio, y aunque podemos evitar la gordofobia hacia otros, seguimos normalizándola internamente. El desafío más grande es aplicar a nuestros propios cuerpos lo que predicamos”, señala y reconoce que este proceso de deconstrucción es continuo y durará toda la vida, porque la violencia estética se internaliza como una voz propia y un discurso inamovible.

Recuerda Victoria Lozada que esto no solo se manifiesta en conductas individuales, sino también en las colectivas. “Los medios de comunicación, como la televisión y el cine, han promovido durante mucho tiempo la delgadez como ideal de belleza y éxito; la industria de la moda ha glorificado la extrema delgadez, y pocas marcas diseñan ropa para cuerpos grandes; en salud y medicina, existe un sesgo que atribuye cualquier problema al peso, lo que lleva a una atención médica inadecuada; en el entorno laboral, las personas con cuerpos grandes suelen ser menos contratadas y reciben menos oportunidades de promoción; la cultura de las dietas refuerza la idea de que ser delgado es sinónimo de salud y éxito, perpetuando la estigmatización de los cuerpos grandes”.

Cuestión de género

La divulgadora María Martín Barranco afirma que para aplicar la perspectiva de género siempre se debe partir de una base muy simple: preguntarse en qué situación están las mujeres y los hombres. “¿Se trata de la misma manera a mujeres y hombres en el caso de los distintos pesos, tamaños y proporciones de unas y otros?”, se pregunta, y nos anima a echar un vistazo al diccionario. “El Diccionario de la Lengua Española, en su 23ª edición, acumula 30 descripciones relativas a la gordura de todo el ámbito hispanoamericano. Lo que en una persona es inteligencia, en una mujer –que no debemos de ser personas– es atractivo y exuberancia de formas –no de fondo, hasta ahí podíamos llegar–. ¿Definiciones para hombres gordos? ¿Alguna característica física que aparezca con sentido específico para los hombres? Pocas, por no decir ninguna”.

La gordofobia es una cuestión que afecta de manera desproporcionada a las mujeres que no se ajustan a los estándares basados en construcciones de género

La gordofobia es una cuestión que afecta de manera desproporcionada a las mujeres que no se ajustan a los estándares basados en construcciones de género. Mujeres y niñas están expuestas a la violación de los derechos humanos y la discriminación por su condición, y esto se expresa de múltiples formas, como la violencia estética, la violencia sexual, la violencia económica o la violencia obstétrica, entre otras. Sobre esta última, en relación a la gordofobia, investiga Elena Castro, doctoranda en estudios interdisciplinares de género por la Universidad Jaume I: “Las mujeres gordas tienen más riesgo de sufrir violencia obstétrica y además esta es más específica. De igual modo que la violencia aumenta a medida que convergen varias opresiones en la misma persona –mujer, migrante, racializada, disca, etc.–, las mujeres gordas están expuestas a sufrir violencia por mujer y por gorda”. 

Cuando Castro habla de esto suele utilizar el tripartito de la gordofobia que acuñó Magdalena Piñeyro: tiranía estética, moral y salud. “En los entornos médicos, la sola visión de un cuerpo gordo activa la asunción de los hábitos de la persona, que se lee como glotona, sedentaria, falta de autocontrol; por lo que se la culpa de su estado de salud, que se asume enfermo sin llegar a realizar ninguna prueba”, explica. En el contexto de las mujeres que buscan un embarazo o están embarazadas, esta visión se entrelaza con la concepción patriarcal de la maternidad ideal, que comienza a ser evaluada desde el momento en que se considera el embarazo. Según Castro, en estos casos las mujeres con cuerpos gordos, que son percibidos como no saludables por los sistemas médicos, son etiquetadas como malas madres e irresponsables por no cumplir con los estándares de salud para la gestación. Esto puede resultar en la denegación de asistencia reproductiva, una hipermonitorización de su peso, imposición de dietas restrictivas y un trato condescendiente o incluso violento hacia ellas, similar al de una niña que se ha portado mal. “Del mismo modo que la entrada de las mujeres a los entornos académicos y científicos supuso el cuestionamiento de la ciencia machista, del mismo modo que se ha cuestionado y se sigue cuestionando el conocimiento racista y homófobo, necesitamos cuestionar la ciencia gordofóbica porque el estado de una persona depende de muchas más cosas que solo de su peso”, argumenta.

Feminismos
María del Mar Ramón “A la gente no le importa la salud, le importa la delgadez”
En 'Follar y comer sin culpa' María del Mar Ramón escribe en primera persona sobre su relación con la comida, trastocada por la fiscalización de la sociedad sobre su cuerpo, y sobre su sexualidad, que también se ha construido entre cuestionamientos.

Activismos contra la gordofobia

“La palabra gordofobia no está en el diccionario y, sin embargo, si hacemos una búsqueda en Google nos arroja ni más ni menos que 682.000 resultados”, dice Martín Barranco. En 2020, Susana Guerrero señalaba en el artículo “Léxico e ideología sobre la gordofobia en la comunicación digital” cómo surge un ciberactivismo feminista que denuncia los cánones alimentados desde la segunda mitad del siglo XX por la industria cosmética y de la moda a través de textos que provienen de experiencias personales de discriminación. Primero en blogs, después en redes, las activistas utilizan el lenguaje como herramienta para hacerse visibles y promover un cambio social y cultural.

“Los activismos son el primer foco de visibilización de la gordofobia”, dice Aida González Rossi. Ella descubrió la antigordofobia a través de redes, en concreto por la página de Facebook Stop Gordofobia, que creó Magdalena Piñeyro. “Durante mucho tiempo, toda la información útil que me hizo vivir mejor venía de espacios como ese”. Además, señala que hay muchos “vicios del discurso” cuando se habla sobre gordofobia: “En los espacios hegemónicos suele darse que personas delgadas hablan por las personas gordas sobre los problemas de las personas gordas. Está muy bien, pero el problema es cuando las personas gordas no son la voz de su identidad, no pueden emitir su propio discurso. El activismo es ese espacio en el que lo invisible no es invisible”.

En una entrevista, González Rossi manifestaba que se ha propuesto que en todos sus libros aparezcan personajes gordos, y que intentará que sean protagonistas. Esta es otra forma de activismo. “Las personas gordas sufrimos un vacío de representación. O no hay personajes gordos o se construyen como personajes gordos porque sus tramas van a tratar directa y exclusivamente sobre la gordura. Los personajes que tienen otros conflictos no suelen ser gordos porque la representación gorda tiende a ser una herramienta para representar unas cuestiones muy concretas. Yo quiero que mis personajes gordos sean complejos”.

“Crear gordoridad para apoyarnos las unas a las otras es muy importante para enfrentarnos a las opresiones y crear herramientas contra la gordofobia”, dice la activista Carmen Sánchez Campos

Ponerse piel, romper el silencio, crear un espacio de sororidad. Bajo estas ideas, Carmen Sánchez Campos iniciaba el grupo Gordoridades en la Librería Mujeres, que se reúne un día a la semana desde principios de este año. El objetivo del grupo, formado ahora por ocho mujeres, es crear un espacio seguro en el que hablar libremente, tejer red y compartir. “Las gordas siempre hemos pensado que, si no molestamos, si no hablamos, nadie se dará cuenta de que estamos ahí. Necesitamos estos espacios para saber que no estamos solas y poder reconocernos”, explica. Grupos como este permiten por tanto crear una voz común con la que romper ese silencio que no protege sino que invisibiliza. “Crear gordoridad –palabra que usamos en el movimiento gordo, a la manera de la sororidad– para apoyarnos las unas a las otras es muy importante para enfrentarnos a las opresiones y crear herramientas contra la gordofobia”, cuenta.

Desde el feminismo, ¿podemos hablar de una gordofobia normalizada e interiorizada? Sánchez Campos considera que también aquí es difícil identificar la gordofobia. “La gordofobia sigue siendo la única opresión socialmente aceptada. El miedo a engordar se traduce en rechazo hacia los cuerpos gordos, considerándolos indeseables. Las personas gordas enfrentan discriminación en el sistema sanitario, en las relaciones sexo-afectivas y familiares, en el entorno laboral y en el ocio. Desde el feminismo debemos cuestionar esta opresión y reconocer cómo la perpetuamos”. La activista cree que es crucial identificar y desaprender las expresiones y comportamientos gordofóbicos que hemos normalizado; además de dar voz a las mujeres gordas sin silenciarlas.

Sobre las imágenes de este especial gordofobia
Este reportaje, así como los artículos que los complementan Gordofobia en consulta, Queremos que desaparezcan las personas gordas y Ser y hacer, forman parte del especial sobre gordofobia del número de verano de la revista trimestral El Salto. Para la sesión fotográfica de los artículos y la portada hemos contado con la colaboración del Bloke Gorde. En concreto, han posado Bea, Eli y Rosa. Desde este colectivo relatan que cuando recibieron la invitación hicieron “una reflexión” y terminaron aceptando. “Hicimos un esfuerzo por superar la vergüenza y decidimos poner el cuerpo por delante y dar visibilidad a nuestra lucha. Individualmente no nos hubiéramos atrevido, pero lo colectivo nos sostiene”.
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pilisms@hotmail.com
26/8/2024 16:44

En el SXIX y principios del XX la gordura y la piel blanca se asociaba a riqueza y era canon de belleza. Ahora es la delgadez y la piel morena.....
Independientemente de todo ésto, y desde el punto de vista sanitario, la gordura es una enfermedad. Las autoridades sanitarias estan cansadas de alertar que la gordura infantil es ya una epidemia en España... que ya se ha convertido en juvenil . Cada vez veo chicas más gordas por la calle ( con croc top o sin el) pero muy, muy gordas y algun chico tambien, aunque menos. Y este problema sanitario es cada dia más preocupante.

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Paco Caro
25/8/2024 19:41

Últimamente me fijo en el aspecto y los cuerpos de la gente, por la calle, el metro o los locales. Y me doy cuenta de la ENORME variedad. Sin embargo, oficialmente nos bombardean con cuerpos “normativos”, con la idea de que tendamos hacia eso. Pero, ¿quién lo decide? ¿En base a qué? ¿Con qué criterio? ¿La salud? ¿Nos ponen como modelos cuerpos de mujeres que viven y trabajan en la naturaleza, como las indias del Amazonas o las bosquimanas del Kalahari? Nooo, esos cuerpos tampoco se consideran “normativos”. Sin embargo, los de las modelos de pasarela, obligadas a sufrir dietas insanas, sí son “normativos”. ¿Qué otros cuerpos podrían servirnos de modelo? ¿Nadadoras, escaladoras, bailarinas, levantadoras de peso, lanzadoras de martillo...? ¿Y las mujeres mayores? ¿Y las mujeres con lesiones neuronales? Es imposible llegar a un criterio objetivo para decidir qué cuerpos humanos son incorrectos. Todos son correctos.

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Ácrata Ruiz de la Parda
Ácrata Ruiz de la Parda
25/8/2024 14:00

Es curioso observar como cierto tipo de personas se preocupan por los asuntos personales de los demás, desde su aspecto físico a su tendencias sexuales, pasando hasta por el gusto a cultivar la mente, ¿Me pregunto si estas cosas afectan en su vida diaria o atenta contra sus derechos? todos sabemos la respuesta, supongo que esto responde a personas con vidas vacías que tienden a verter sus complejos e incapacidades hacia los demás, más valdría que se centraran en cual es su posición ante la vida y las adversidades a las que se enfrentan, pero supongo que es mucho pedir a quien no tiene la suficiente capacidad de percepción del entorno y de la realidad, por desgracia gran parte de la sociedad es así, valientes con el débil y cobardes con el poderoso, la admiración por el dominante en la sociedad ese que suelta afrentas despectivas, con el atractivo de una manada de hienas hambrientas acechando a una inocente presa y que busca en ti ese efecto, que te preocupes por lo de cada cual y te despreocupes por como te arrincona dejándote indefenso, mientras engulle tu vida y cercena tus derechos.


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Neco
28/7/2024 5:34

Muy interesante. Estos contenidos deberían estar impartidos durante todo el proceso educativo de manera clara y concisa ya que es uno de las mas frecuentes causas de bullying escolar. El conocimiento del problema y el reforzamiento de la autoestima es la mejor prevención ante la discriminación.

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