Extremadura
29.757, el número de la suerte
La prehistoria del documental de Buñuel Las Hurdes. Tierra sin pan está plagada de un anecdotario que daría para otro largometraje. A modo de making-off, recuperamos la memoria de Ramón Acín, el anarquista que dedicó el premio de la loteria de Navidad al proyecto que pondría a las Hurdes en el mapa para siempre.

No hay extremeño que se precie, hombre o mujer, que no conozca Las Hurdes. Tierra sin pan, película rodada por Luis Buñuel entre abril y mayo de 1933 en ese paraje tan espectacular que, sin embargo, sigue siendo bastante desconocido para esos otros extremeños, cosmopolitas ellos y ellas, que prefieren conocer antes Nueva York o Delhi que Aceitunilla o Avellanar.
El primer fin de semana de diciembre de este año que ya acaba se proyectó en Montijo el documental Las Hurdes, tierra con alma, con guión y dirección de Jesús M. Santos, en el conjunto de actividades organizadas al alimón entre la Diputación de Badajoz, la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Montijo y La Moderna editora, bajo el título de I Feria de la cultura y el territorio.
Hacia el minuto 17:30 de ese documental se menciona la conocida historia de la financiación de la película de Buñuel que sirve de referencia al mismo. La locutora y conductora de este nuevo viaje hecho a lomos de un flamante Lexus, tan distinto a aquel destartalado Fiat amarillo que compró Buñuel por 4.000 pesetas y que tuvo que aprender a reparar, cita la anécdota con el libro de memorias del cineasta en las manos, Mi último suspiro:
“Yo acababa de leer un estudio completo realizado sobre aquella región por Legendre, director del Instituto Francés de Madrid, que me interesó sobremanera. Un día, en Zaragoza, hablando de la posibilidad de hacer un documental sobre Las Hurdes, con mi amigo Sánchez Ventura y Ramón Acín, un anarquista, este me dijo de pronto: —Mira, si me toca el gordo de la lotería, te pago esa película. A los dos meses le tocó la lotería, no el gordo, pero sí una cantidad considerable. Y cumplió su palabra”.
De Ramon Acín lo sabemos casi todo: sus vivencias como anarquista blanco, pacifista convencido, sus cualidades como docente, su labor intelectual, su participación en los movimientos insurreccionales...
De Ramon Acín lo sabemos casi todo: sus vivencias como anarquista blanco, pacifista convencido, sus cualidades como docente, su labor intelectual, su participación en los movimientos insurreccionales, sus constantes entradas y salidas de la cárcel, muchas de ellas motivadas por sus dibujos o por sus artículos, algunos tan memorables como el titulado Id vosotros, contra la guerra de Marruecos, publicado en el primer número del periódico fundado entre él y Ángel Samblancat, La ira. Órgano de expresión del asco y la cólera del pueblo: “Id vosotros, que estáis acostumbrados delante de las prostitutas a encender vuestros cigarrillos con billetes de Banco, y podréis hacer la razzia, quemar las cosechas, derrumbar aduares y conseguir menores sin el menor esfuerzo”.
La Fundación Ramón y Katia Acín, de Huesca, se encarga desde 2005 de mantener vivo el conocimiento de la obra de este oscense tan poco mencionado cuando se habla de la Generación del 27, una Generación que debería llamarse de la República. Su labor artística como escritor, dibujante, escultor, artista plástico por definición, estuvo acompañada de una encomiable labor humana dictada por su pensamiento ácrata, patente en los recuerdos que de él han dejado quienes le conocieron, en compañía siempre de Conchita Monrás, su compañera, mujer deportista y culta, excelente pianista, esperantista y madre de dos hermosas niñas, Katia y Sol, cuyo semblante tan bien reflejó Lola Campos en un artículo del Heraldo de Aragón fácil de encontrar hoy día en Internet, El anarquismo consorte.
En la casa de Ramón y de Conchita, apreciados por todos sus vecinos, las jaulas encerraban dentro pajaritas de papel. Poca gente sabe que las dos descomunales pajaritas de acero que dan entrada a la Meridiana de Barcelona, en el tramo que toca con la calle de Aragó, son una réplica exacta de la fuente de las pajaritas de Huesca, obra de Ramón Acín de 1929. Como expresó Dolors Marín en su libro Los Anarquistas españoles, un siglo de movimiento libertario en España, Ramón Acín trabajaba con materiales reciclados, ya fuera cartón, chapa o trastos viejos que recogía de los traperos. Su imaginación, ligada a su compromiso libertario, le llevó a crear un sinfín de obras de arte que la fundación que lleva su nombre aún está recuperando y dando a conocer.
El dibujante extremeño Fermín Solís supo ilustrar muy bien en su novela gráfica Buñuel en el laberinto de las tortugas el episodio en el que Ramón Acín le promete a Buñuel que si le toca la lotería le pagará el documental que quiere realizar sobre las Hurdes
El dibujante extremeño Fermín Solís supo ilustrar muy bien en su novela gráfica Buñuel en el laberinto de las tortugas el episodio en el que Ramón Acín le promete a Buñuel que si le toca la lotería le pagará el documental que quiere realizar sobre las Hurdes. Salvador Simó ha dirigido una película animada del mismo título (The Glow Animation Studio, en Almendralejo), basada en el comic, que ya ha cosechado varios premios y que quien escribe este artículo aún no ha podido ver. Las viñetas de Solís reflejan la noche de farra y zambra que corren ambos paisanos, Ramón y Luis, en la que sellan el pacto de la lotería y que convertiría, con el tiempo, al primero en mecenas del segundo.

Porque el Gordo cayó ese año en Huesca. El número premiado el 22 de diciembre de 1932 fue el 29.757 y anduvo muy repartido entre la clase funcionarial de la ciudad. Según El Pueblo, periódico de Huesca, el habilitado de la Audiencia Provincial José María San Agustín había remitido el día 13 de diciembre 2.000 pesetas a la administración de lotería de Doña Manolita de Pablo “con ruego de que le enviara una serie de uno de los números de la Lotería de Navidad”. Abogados, procuradores, industriales, empresarios y funcionarios municipales resultaron agraciados con un premio que repartió cerca de 15 millones de pesetas en Huesca, lo que supuso una revolución económica para la ciudad, aunque no para todas las capas sociales, como señala Víctor Pardo Lancina, comisario de una exposición sobre Ramón Acín realizada en 2013 (Geometría de Ramón Acín, en Argensola, Revista de ciencias sociales del Instituto de Estudios Altoaragoneses, Huesca, 2013).
José María San Agustín, el comprador de la serie, era vecino de Ramon Acín. Vivía justo encima de su piso, en un bloque de viviendas donde también otros vecinos resultaron agraciados. Se daba la circunstancia, además, de que Acín era profesor de dibujo de las Escuelas Normales de Maestros y Maestras de Huesca, una escuela pública de formación de profesorado, cuya plaza como profesor había obtenido en 1917.
Durante mucho tiempo se rumoreó que el dinero no provenía del gordo de la lotería, sino que era producto de las expropiaciones (atracos a bancos) tan propugnadas por figuras del anarquismo como Blanqui o Malatesta y llevadas a la práctica por grupos como Los Solidarios o adeptos a la FAI
Ramón Acín jugaba una participación de 25 pesetas del 29.757, lo que le reportó un premio de treinta mil duros, 150.000 pesetas de la época, siete mil duros menos que lo que cobró su hermano, Santos Acín, que también resultó agraciado. De este modo Ramón Acín, anarquista, delegado de la CNT en los congresos confederales de 1918 y 1931, se convirtió en mecenas y productor de la película de Luis Buñuel Las Hurdes. Tierra sin pan. Durante mucho tiempo se rumoreó que el dinero no provenía del gordo de la lotería, sino que era producto de las expropiaciones (atracos a bancos) tan propugnadas por figuras del anarquismo como Blanqui o Malatesta y llevadas a la práctica por grupos como Los Solidarios o adeptos a la FAI, la Federación Anarquista Ibérica.
Sin embargo, como se afirma en Ramón Acín, La línea sentida, catálogo editado por el Gobierno de Aragón y la Diputación oscense, “No hubo Robin Hood en forma de FAI atracadora de un banco con la sana intención de producir una película pedagógicosurrealista. No hubo atraco financiador como se ha afirmado en alguna ocasión. Hubo órdago, no providencial sino telúrico, que ganó un Acín irredento cumpliendo su palabra y coproduciendo el documental. No solamente financió con veinte mil pesetas la película. Junto a Sánchez Ventura se ocupó de las tareas de producción en tierras hurdanas” (Ramón Acín. El hombre indivisible, Emilio Casanova y Jesús Lou).
Es sabido también que Ramón Acín, influido por su amigo Herminio Almendros (pedagogo español, seguidor de las ideas de Célestin Freinet, padre del cineasta Néstor Almendros), pone en marcha en sus clases para formar a futuros docentes las técnicas freinetianas de renovación pedagógica a partir de 1932. Hay quien ha apuntado que cuando vino a Extremadura en compañía de Buñuel, el oscense conoció esta experiencia de renovación educativa directamente en las dos escuelas donde se desarrolló: la escuela unitaria de niños de La Factoría de los Ángeles de Caminomorisco y la escuela unitaria y mixta de la alquería de La Huerta.
Hay quien ha apuntado que cuando vino a Extremadura en compañía de Buñuel, el oscense conoció esta experiencia de renovación educativa directamente en las dos escuelas donde se desarrolló: la escuela unitaria de niños de La Factoría de los Ángeles de Caminomorisco
Esas experiencias freinetianas se extenderían más tarde por otros pueblos, como Montijo, principal centro de referencia, Calamonte, Valencia de Alcántara, la Puebla del Maestre y Arroyo del Puerco, hoy día Arroyo de la Luz. Las referencias a estas escuelas (en Antonio García Madrid, el primer freinetismo en Extremadura: maestros, escuelas y periódicos, 1932-1936) sitúa la experiencia escolar hurdana en los últimos meses de 1932, antes de que comenzara el rodaje de Tierra sin pan. Es posible, además, que Ramón y Luis se toparan durante su estancia en Las Hurdes con el primer periódico escolar freinetiano extremeño, Ideas y Hechos, impreso en el mes de abril de 1933 en la escuela de niños de Caminomorisco, dependiente de la misión pedagógica del Patronato de las Hurdes. El responsable de este periódico, como señala en su estudio Antonio García Madrid, era José Vargas Gómez, que había llegado a Las Hurdes tres años antes, “maestro ejemplar en muchos sentidos, murciano de origen, liberal de espíritu y con una mentalidad muy abierta”.
Finalmente, Luis Buñuel pudo devolver el dinero que su amigo le había prestado para hacer la película. En una carta en tinta verde manuscrita de Luis Buñuel y dirigida a las hijas de Ramón Acín, Katia y Sol, fechada en Zaragoza el 24 de diciembre de 1962, que se conserva en la Fundación de Huesca, el director escribe:
“Vengo de París en donde he conseguido sacarle al distribuidor 200.000 frs, o sea 25.000 pesetas. Mi cuñado, el ingeniero Sr. Vicente Mercadal, Costa 6, Zaragoza, (tel 22525) las tiene desde ahora a su disposición previa presentación de esta carta”.
Ramón Arsenio Acín Aquilué fue asesinado el 6 de agosto de 1936 por la noche, fusilado frente a las tapias del cementerio de Huesca
Habían pasado justo 30 años desde que a su amigo le tocara la lotería que le permitió hacer Las Hurdes. Tierra sin pan. Ramón Arsenio Acín Aquilué fue asesinado el 6 de agosto de 1936 por la noche, fusilado frente a las tapias del cementerio de Huesca. Después del golpe de estado, caída Huesca en manos de los militares rebeldes, se escondió en su casa, a donde fueron a buscarlo en diversas ocasiones los facciosos. Ese 6 de agosto no pudo aguantar oír cómo torturaban a su mujer y salió de su escondite. En su certificado de defunción consta que murió “sobre las once de la noche en refriega habida por motivos de la Guerra Civil”.
Conchita Monrás, su compañera, sería detenida el 23 de agosto y fusilada el 8 de diciembre, junto a otros muchos oscenses. Sus hijas Katia y Sol, de trece y once años, fueron llevadas a vivir con unos familiares de derechas y se les obligó a cambiar sus nombres por los de Ana María y María Sol. Sus esculturas, dibujos, escritos, posesiones varias, fueron destruidas o sufrieron el saqueo y el miserable robo a manos de sus verdugos.
Nos quedó la película de Buñuel, la cual tal vez no hubiera sido posible si Ramón Acín no hubiera jugado aquellas 25 pesetas a la lotería del número de la suerte, el 29.757.
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