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Elecciones
El caos de estrategia de Feijóo lo aleja de la Moncloa (si la izquierda sale a votar)
“Desgobierno”, “desorden”, “caos”, “enredo”, son algunos de los adjetivos con los que algunos dirigentes conservadores, los pocos críticos que se atreven a hablar, regaron a la prensa a fines de junio pasado. En varios medios pudo verse el eco de la confusión y la sorpresa que provocó en parte de los militantes del Partido Popular los vaivenes a la hora de decidir y defender los pactos con la ultraderecha.
Quizás Pedro Sánchez sabía que esto ocurriría y por eso decidió adelantar las elecciones, además de cuestiones internas de supervivencia en el liderazgo del PSOE. Si hubieran sido a fin de año el impacto quizás habría sido menor. Pero ahora está a la vista y todavía ha dejado boquiabierto a muchos hasta dónde ha decidido ceder el PP, supuesto partido de centroderecha-derecha democrático y homologable con sus filiales europeas, en los acuerdos con Vox.
No sólo ha sido turbulento el camino hacia los pactos en ayuntamientos y en las autonomías sino que Vox no lo hace fácil: para más inri apuesta a la radicalización. Es difícil generar confianza si en la entrevista con Ana Rosa Quintana el expresidente de la Xunta critique que se prohíba la bandera LGBTIQ pero permita que dirigentes de su partido en esas regiones lo suscriban. Ocurren cosas similares con otros temas sensibles como el feminismo, la crisis climática y también con que el PP permita los encumbramientos en cargos importantes como el del machista y negacionista Gabriel Le Senne al frente del Parlament de Illes Balears.
Las primeras encuestas han mostrado que la prueba fehaciente de un pacto PP-Vox ha activado a las bases progresistas y ha frenado el crecimiento de Feijóo
En Extremadura, con la ahora famosa a nivel nacional María Guardiola (una promesa efímera de centroderecha democrática que sucumbió a la presión), y en Aragón, se ven claros ejemplos de este desorden que el electorado percibe. ¿Por qué está bien pactar con los ultras en el País Valencià y se intenta lo contrario en Aragón? ¿Por qué Génova obligó a Guardiola a desandar su propia promesa?
Extremadura
Cambio de gobierno PP y Vox pactan que María Guardiola sea la nueva presidenta de Extremadura
Los bandazos tienen coste
Las primeras encuestas han mostrado que la prueba fehaciente de un pacto PP-Vox ha activado a las bases progresistas y ha frenado el crecimiento de Feijóo. La tendencia es de crecimiento del bloque de las izquierdas y de estancamiento del de las derechas. Nadie pone en duda que el líder del PP gane las elecciones del próximo 23 de julio pero nadie asegura que pueda sumar 176 escaños.
Para peor suerte (del gallego), Vox ha presentado un programa de gobierno ultra en el que incluye la derogación de la ley del aborto y la anulación de las comunidades autónomas. ¿Qué formación regionalista o minoritaria podría votar una vicepresidencia de Santiago Abascal con ese programa? Pocas o ninguna.
“Creo que los bandazos y los errores de Feijóo y en general de la campaña del PP a nivel nacional, respecto especialmente a los pactos, y esas contradicciones, no le van a perjudicar en el sentido de restarle una cantidad sustantiva de votos. Mucha de la gente que querrá derogar el sanchismo lo querrá seguir derogando, por tanto a pesar de su campaña errática y su mala precampaña, que no está mostrando ideas y se le ve perdido, esa gente lo seguirá votando”, explica en conversación con El Salto el doctor en Ciencia Política y profesor de la UCIII, Guillermo Fernández Vázquez, autor de Qué hacer con la extrema derecha europea. El caso del FN (Ed. Lengua de Trapo).
Sin embargo, señala que “toda esta campaña errática, sumado a la propia influencia de Vox, están provocando algo muy negativo para el PP que es la movilización de la izquierda, de lo que se llama la izquierda sociológica, la indefinida, que hace un mes no pensaba salir a votar y que ahora está movilizada”.
Un matiz interesante que considera Fernández Vázquez, uno de los mayores especialistas académicos españoles en extrema derecha, es el búmeran que representa el haber apostado a la cultura de la cancelación: “Es clave el caballo que ha cabalgado Vox y una parte del PP, sobre todo Díaz Ayuso, que es el caballo de la cultura de la cancelación, señalando a la izquierda como una nueva iglesia, con curas que moralizan, sacralizan y que dicen qué está bien y qué esta mal, y que como los curas antiguos son hipócritas porque no se aplican a sí mismo sus prescripciones de conducta”.
Ese “gran caballo” tuvo a su entender como consecuencia que algunos sectores que no provienen de la derecha dura “se acercaran a ellos atraídos por ese mantra de la cultura de la cancelación, pero la campaña Stop Censura descabalga a Vox y en general a la derecha y sitúa la prueba en otro lugar, dice que no, que los censuradores son otros y el escándalo de pronto cambia de bando, movilizando a gente de la izquierda que no estaba motivada para votar”.
En ese sentido, el politólogo cree que "el descabalgamiento de Vox de su principal locomotora que era la rebelión contra la cultura de la cancelación, con su miedo a lo LGBTIQ, a la cultura y a cuestiones con la libertad sexual, ha activado el marco del franquismo, el que había logrado evitar y de pronto le vuelve a caer”.
“Damos por hecho que todos los votos de Cs irán al PP pero esto está perjudicando ese traspaso. Esa es la gente que más está diciendo ‘bueno, igual no voto’ y perjudica a Feijóo”
También hay otro elemento que en Génova tendrían que tener en cuenta que es quién se queda con los votos de Ciudadanos, que en las últimas generales obtuvo un millón ochocientos mil sufragios. “Es importante tener en cuenta las fugas, o mejor dicho la parálisis, que ha supuesto estas últimas negociaciones con Vox en torno a un 20% de antiguos votantes de Cs. Es clave porque damos por hecho que todos los votos de Cs irán al PP pero esto está perjudicando ese traspaso. Esa es la gente que más está diciendo ‘bueno, igual no voto’ y perjudica a Feijóo”, recalca.
¿Liderazgo horizontal o caótico?
Los partidos políticos en general, pero los conservadores en particular, suelen requerir una conducción firme y con una coherencia de mínimos. Las estrategias confusas no captan votos en estos tiempos de política líquida. Un votante crispado podrá dar retuit a una salida de tono poco coherente pero se lo pensará dos veces quizás antes de meter el voto en la urna a alguien que no le inspire confianza.
De hecho, muchas cabeceras informativas conservadoras, líderes de opinión de la derecha y barones territoriales le criticaron a Pablo Casado su estrategia frente a Vox. Aplaudieron algunos su desmarque en la moción de censura de 2020 que finalmente tuvo poco efecto si Génova acababa asumiendo varios de esos postulados. Con la llegada del hombre criado en Os Peares se avizoraba el regreso de una autoridad al PP más experimentada.
La realidad se devoró esa expectativa aunque no todos lo ven como un defecto. Un dirigente de una filial mediterránea del PP, que tuvo hasta hace muy poco un escaño en las Cortes Generales pero ahora se dedicará a su alcaldía, dice fuera de micrófono a El Salto que el de Feijóo “es un liderazgo más horizontal, él deja mucha autonomía a los territorios y eso es una fuerza de él, no una debilidad”.
La misma fuente considera que “si bien cosas como lo de Extremadura se podrían haber hecho mejor, sí, probablemente”, los pactos con la ultraderecha no están afectando al líder del partido alfa de la derecha porque “sino se habría hundido en las encuestas y eso no sucede”. El dirigente cree que es “una percepción alentada por algunos medios, y no una percepción anclada al interior del partido”.
Partidos que podrían acordar un consenso mínimo con él, como el PNV, se muestran absolutamente contrarios a cooperar con un gobierno que tenga ministros de la ultraderecha
Sería hacer futurología opinar que Feijóo sumaría una mayoría parlamentaria más fácilmente si tuviera un desmarque claro con respecto a Vox, al estilo del los socialcristianos alemanes o del partido de Emmanuel Macron. Pero sí es cierto que partidos que podrían acordar un consenso mínimo con él, como el PNV, se muestran absolutamente contrarios a cooperar con un gobierno que tenga ministros de la ultraderecha o tenga a sus diputados como aliados centrales.
La activación del electorado progresista, y cierta resignación del votante de centroderecha moderado que decida quedarse en casa, puede jugarle una mala pasada a Feijóo en algunas circunscripciones que son clave para que gane. De hecho, es clave en esta elección que en los distritos medianos y pequeños la opción más votada será el PP y no el PSOE, lo que significa llevarse dos en vez de un escaño.
Un ejemplo: Burgos reparte cuatro escaños y el casi empate entre PP y PSOE en las últimas generales hizo que cada uno se lleven dos. El despunte al alza del PP ampliando la diferencia con respecto al segundo podría hacer que se llevara dos, los socialistas uno y el tercero (allí la otra gran contienda del 23J, el tercer lugar), otro. El sistema D’Hont premia a la primera fuerza que se desmarca de la segunda y si la circunscripción es pequeña, castiga a las formaciones minoritarias.
Si el PSOE achica la brecha y el PP no despunta tanto en los distritos medianos, la distancia en escaños se acorta. Si la izquierda se moviliza en vota a Sumar, dejándola en tercer lugar por encima de Vox allí donde hay más de cinco escaños en juego, la historia ya es otra. Especialmente en las provincias de la meseta castellana y las andaluzas. En Euskadi, Catalunya, Galicia y Canarias Vox prácticamente no existe y en las dos primeras el PP apenas.
Como dice Fernández Vázquez, la campaña a Feijóo “se le está haciendo muy larga” y en lo que hace a la confrontación verbal se viene un hito que también puede jugarle en contra. El debate del Cara a Cara de Atresmedia a solas con Pedro Sánchez tiene todos los pronósticos de favorecer al socialista, si nos basamos en los enfrentamientos dialécticos que ya mantuvieron en el Senado.
No por nada los negociadores socialistas, según pudo confirmar El Salto, exigieron a Atresmedia que esté rigurosamente prohibido el uso de pinganillo en las orejas de los debatientes y que haya algún dispositivo que pueda detectar si alguno de ellos lo está usando. No hay resquicio que dejar a salvo y Ferraz lo sabe. Quedan pocos días y el PSOE quiere llevar la participación al 72%. “Si salen a votar, ellos pierden”, aseguran por lo bajo. Quedan pocos días para ver si están en lo cierto.
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Sánchez, no ha sabido confrontarse con el representante de la derecha más involucionista. es lo que tiene creerse Superman y pensar en la vuelta del bipartidismo. A mi me daba hasta pena su incapacidad de dar la vielta a los argumentos más retogados que se recuerdan
En ESPAÑISTÁN está pasando lo mismo que pasaba cuando el PSOE del Sr. X gobernaba el Cortijo-Españistán al final de los años 80 y principios de los 90.
Y lo que entonces pasaba en materia económica y social era básicamente lo mismo que ocurre ahora mismo: que a la derecha del PSOE no se puede practicar una política económica y social más derechista todavía. Cuando llegó Aznar a Capataz de Cortijo-Españistán, se puso manos a la obra para crear UNA MEGABURBUJA FINANCIERA (a través de la construcción-venta de vivienda: esto se conoció como Burbuja del Ladrillo, pero fue una BURBUJA FINANCIERA); esa Burbuja Financiera consistió en ir dando dinero casi gratis a cualquier persona que pasaba por una sucursal bancaria y firmara una hipoteca (hipoteca subprime-basura). En esto consistió la política económica y social del PP-Aznar: en un negocio o estafa piramidal que obviamente se hundió (aún seguimos y seguiremos pagándola muchos años, los de siempre).
El PP-Feijóo no puede ir más a la derecha que el PSOE y ni siquiera tiene la opción de crear una MEGABURBUJA FINANCIERA que "regalara" dinero con hipotecas subprime-basura a todo Quisqui. ¿Qué puede hacer, pues, el PP-Feijóo en materia económica y social-laboral? Básicamente nada nuevo y, si acaso, estropear lo que hay hoy en día.
Nadie, en su sano juicio, se cree ya el Catecismo del Neoliberalismo (ni los que lo cagaron en su día), así que por ahí tampoco puede ir el PP-Feijóo.
Y si se ponen, el PP-Feijóo + Nazi-Fascistas-Terroristas, a violar derechos civiles, libertades individuales, etc. iban a tener muy poquito futuro.
En fin.
La manipulación cultural llega a tales cantidades que a parte de la clase trabajadora le interesa más la pulserita o el rey que sus condiciones laborales o democráticas del país...
Desde la izquierda debemos de fomentar un discurso transformador y socialista, que de esperanza a la clase trabajadora.
Ojalá sea así pero al votante de derechas le da igual 8, que 80
A estas alturas sólo quieren ver fuera a los socialicomunistas y les vale todo.
Pero a ver si la gente de izquierda se moviliza porque si no, no hay nada que hacer.
Totalmente de acuerdo, entre la dominación que medios y la cultura capitalista les impone a millones de ciudadanos, estos solo ven al enemigo, dándoles igual lo bochornosamente franquista que sea su candidato.