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Elecciones 10N
Los indecisos
En las pasadas elecciones generales los que declaraban que no votarían eran un 7%, frente al casi 12% del último CIS, lo que supone un incremento en la abstención del 70%.
Los indecisos, podría parecer un buen título para una novela —al estilo de Los asquerosos, de Santiago Lorenzo—, pero no tiene nada de ficción, pues hace referencia al gran porcentaje de indecisos sobre el voto que parece haber en la actualidad —entre un 20% y un 30% según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)—. Hay varias claves interesantes sobre las que se puede interpretar el galimatías electoral actual de cara a sondear el voto de los españoles, pero centrémonos en ésta para empezar, porque es la más interesante desde el punto de vista de la incertidumbre, terreno en el que chapoteamos a gusto los estadísticos —o científicos de datos, como nos llaman ahora—.
Y ya que hablamos de datos, la idea de que existe un elevado y anómalo número de Votantes Indecisos Potenciales —permitidme llamarlos VIP por su importancia— se sustenta, por ejemplo, en los datos arrojados por la última estimación del CIS. Según esta encuesta —la de mayor muestra en nuestro país, y por tanto menor error— el grupo de indecisos rondaría el 32,5%, combinando el 20,3% de los “No lo tiene decidido aún” y los 12,4% de los “No sabe/No contesta” (es argumentable que esta última categoría pertenezca al grupo de indecisos, pero concedamos esto por simplificación).
Y aquí encontramos algo interesante si cruzamos los datos, pues si vamos a las elecciones pasadas, para lo que no hay que retroceder mucho, los que declaraban que no votarían eran un 7%, frente al casi 12% del sondeo actual. Esto supone un incremento en la abstención del 70%.
De ser esto cierto —y con casi 18.000 entrevistas de muestra contamos con garantías estadísticas— podría tener consecuencias para el bloque de izquierdas, pues tradicionalmente se asume que la derecha vota de forma más sistemática, y esto puede sustentarse sin atender a complicadas teorías, sin más que fijarnos en que el perfil de los votantes de un bloque y otro difieren (en edad, nivel de estudios, nivel adquisitivo, pueblo versus ciudad, etcétera). En cualquier caso, parece un descubrimiento interesante el ver que un grupo de los indecisos de marzo del 2019 se han aclarado, y ya declara abiertamente que se abstendrá. Este aparente descubrimiento, responde a esa definición que tanto me gusta del gran Hans Rosling, algo así como un “humanista de los datos”, de que la estadística consiste en leer la historia que hay detrás de los datos.
Si vamos a las elecciones pasadas, para lo que no hay que retroceder mucho, los que declaraban que no votarían eran un 7%, frente al casi 12% del sondeo actual. Esto supone un incremento en la abstención del 70%
Aunque, tranquilos, no todo va a ser indecisión y abstención basándonos en lo que “dicen” los sondeos. Hay ciertas tendencias cuya evidencia no es fácil negar, sobre todo cuando nos basamos en los promedios resultado de agregar los diferentes estudios. La utilidad del uso de promedios en sondeos electorales tuvo un precedente muy importante en las elecciones en las que ganó Obama, donde Nate Silver, el brillante estadístico americano, logró predecir el resultado correcto en 50 de los 51 estados americanos (lo que ya comenté hace cuatro años). Además, lo hizo sin gastarse un duro, sin más que ponderando con ingenio la importancia que debían tener cada una de las encuestas. Su idea se puede aplicar en el caso español, aunque este tiene un punto extra de complejidad, debido al panorama no bipartidista de los últimos tiempos sobre todo.
Por tanto, analizar estas tendencias promedio es clave para cubrirnos frente al indeseable error que pueda tener cada una, además de poder condensar en un único valor –o intervalo— un conjunto inmanejable de datos. Para un científico de datos no hay nada más temible que el error o desviación que pueda haber entre el supuesto “valor real” —% de voto al partido X en nuestro caso— y el estimado por la encuesta. Calcular el promedio —o “agregar”, dicho de modo general— ayuda a compensar estas desviaciones, y acercarnos mejor a ese supuesto porcentaje de intención de voto a cada partido.
Techo teórico, caída libre
Si trabajamos estos promedios con los datos de las encuestas realizadas, se observa que el mayor crecimiento (la pendiente positiva más inclinada) se da en Vox, habiendo crecido un 30% o más (del 10% al 13% en intención de voto) en poco más de un mes. Aunque es de suponer que ese crecimiento se encuentre ya cerca de su techo teórico, se encuentran con la ventaja de poder rozar ese techo en el momento justo de las elecciones.
La siguiente tendencia más acentuada es la de Ciudadanos, que como es bien sabido se encuentra en caída libre, aunque parece que está tocando un momentáneo suelo con un 9% de votos estimado, habiendo alcanzado dos meses antes al menos un 5% más de intención de voto. Una caída terrible, sin duda, casi en un proceso inverso al experimentado por Vox.
El mayor crecimiento se da en Vox, habiendo crecido un 30% o más (del 10% al 13% en intención de voto) en poco más de un mes, aunque es de suponer que ese crecimiento se encuentre ya cerca de su techo teórico
El siguiente caso es el del PSOE, que se puede afirmar con cierta seguridad —“las tendencias no engañan”, como el algodón de Mr. Proper— que se encuentra estabilizado alrededor del 27% de voto estimado. Además, la dispersión de las encuestas es baja respecto a este partido, por lo que estamos, con una alta probabilidad, ante la estimación más certera. El PP, con un 21% aproximado, también se encuentra en cierto momento de estabilidad —no ha variado mucho durante el último mes— aunque algo menos fiable que la estabilidad del PSOE según se aprecia en las tendencias.
En cuanto a Unidas Podemos, que de modo parecido al PSOE se encuentra en un aparente suelo de estabilidad, con un ligero repunte en las últimas semanas quizás. De los partidos principales, quedaría Más País, que tras una “salida a bolsa” del 5% aproximado, se encuentra en paulatino descenso desde su aparición y ahora las encuestas apuntan más hacia el 4%.
El poder de alterar el futuro
Tras el repaso anterior, conviene aclarar algo sobre las estimaciones de voto. Cuando tratamos de hacer estudios para predecir el voto, que es lo que hace por definición un sondeo electoral, debemos basarnos en modelos anteriores, construidos a partir de cómo funcionó el pasado. Sin embargo, las predicciones tienen el extraño poder de alterar el futuro. Es algo así como tratar de saber la posición de una partícula cuántica, lo que altera el experimento, y por tanto sus conclusiones. Con las intenciones de voto ocurre lo mismo (permitidme imaginar que, por ejemplo, un votante de Vox surge de forma más o menos aleatoria como lo haría un electrón. ¿No es bonita la imagen?), porque los partidos basan su comportamiento en lo estimado por los sondeos, y está claro que dependiendo de lo que digan éstas variarán su comportamiento.
Por tanto, se da la paradoja de que no se puede alcanzar a saber el porcentaje de intención de voto que tiene cierto partido, pues al tratar de saberlo, éste puede cambiar debido a las acciones de los políticos. Y si fuera poco esta complicación, se da la circunstancia que los votos de los partidos no son independientes (este concepto nos encanta a los estadísticos), sino que todos los partidos se reparten el mismo pastel, de modo que en este esquema competitivo —que abordaría la Teoría de juegos— todos tratan de maximizar su voto —su trozo de tarta— a costa de los demás.
Elecciones 10N
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Teniendo en cuenta que no parece haber ningún evento que pueda romper las tendencias apuntadas más arriba de aquí al 10-N, salvo quizás, y hasta cierto punto, el del famoso debate electoral, se puede pronosticar que todo seguirá tendencias parecidas.
Dicho esto, espero que no decepcione la conclusión del artículo, ya que no se da en él un pronóstico revelador, ni un torrente de datos abrumador a la par que incomprensible. Con todo, me consideraré muy satisfecho, si al menos te has dado cuenta, querido lector, que estamos rodeados de indecisos, y esto no es malo, sino lo contrario, porque como dijo Bertrand Russell el problema del mundo es que “…los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas”. Bienvenidos al país de los indecisos.
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Ese comentario de la duda entre votar a Podemos o votar a Vox es un claro ejemplo del troll que se infiltra en los foros para desvirtuar el debate y crear falsas apariencias.Ese comentario es claramente de una simpatizante de Vox. Nunca podré entender que una mujer pueda ser simpatizante de Vox que quieren volver al franquismo y como todos sabeis en el Código Penal franquista que una mujer casada se acostase con otro estaba penado como delito de adulterio, pero si un hombre casado se acostaba con otra no era delito de ningún tipo, al contrario, ese señor era un machote.
Yo votaba a Vox hasta que se ha visto que Abascal chupa del vote, a mí no me engañan 2 veces.
Yo también estoy indecisa, no sé si votar pese a todo a Podemos, que me tiene muy decepcionada, o a Vox que sus propuestas en general me parecen bastante razonables pero otras me dan mucha grima. Ya veré.
¿Esta indecisión entre Unidas Podemos y Vox es la demostración de que los extremos se tocan en la mente de los analfabetos políticos?
¿O es el típico mensaje prefabricado de un bot de Vox que quiere colocar el neofranquismo como alternativa a cualquier cosa?
Visto el plantel y el nivel de los políticos de este pais, no es extraño tanto indeciso.
Sin embargo, los egos de esos políticos han decidido jugar con los electores como si fuera un balón de basket y no dejarles descansar de "botar" hasta que entre el triple.
No es extraño, por tanto, que decidan pinchar el balón.