Marxismo
A. Santamaría: “Lukács buscó extraer el marxismo de lo estrictamente económico”

En su última obra, 'Lukács y los fantasmas' (Sylone, 2023), Alberto Santamaría nos ofrece una sugerente invitación que nos sumerge de lleno en el trepidante ritmo de 'Historia y conciencia de clase' y la obra del filósofo húngaro.
Georg Lukács en 1910
Georg Lukács en 1910


El Rumor de las Multitudes y Fundación de los Comunes
16 may 2023 09:02
¿Qué te parece escapar de todo límite,

estar a la vez dentro y fuera como el animal que preso huye
hacia su instinto?
Alberto Santamaría, El sistema del amor

La esencia metódica del materialismo histórico
no puede separarse de la “actividad
práctico crítica” del proletariado.
G. Lukács, Historia y conciencia de clase

Poeta, filósofo, crítico cultural y también novelista, entrevistamos a Alberto Santamaría, que acaba de publicar la obra Lukács y los fantasmas. Una aproximación a Historia y conciencia de clase (2023), editada por Sylone y Viento Sur. A cien años de la aparición del clásico de Georg Lukács, el autor de Políticas de lo sensible (Akal, 2020), Un lugar sin límites (Akal, 2022) y Barrio Venecia (Lengua de Trapo, 2023), ofrece una sugerente y singular invitación que nos sumerge en Historia y conciencia de clase a través de los fantasmas del autor. El itinerario que dibuja en el texto recorre la juventud de Lukács, la angustia religiosa y existencial de sus escritos iniciales —empapados en la atmósfera de una burguesía decadente—, así como su posterior aproximación al marxismo, que supondrá un revulsivo para su pensamiento y visión del mundo. Historia y conciencia de clase es un libro “desigual, ambiguo y excesivo”, como señala Alberto Santamaría, pero también una suerte de superficie magnética que no deja de atraernos y electrizarnos gracias a una prosa épica y dialéctica que cuestiona los cimientos de nuestro presente. Pero ¿qué puede movilizar en nosotros hoy su lectura?

Aunque presentas Lukács y los fantasmas como una “aproximación” a Historia y conciencia de clase, sin duda esta obra es mucho más que eso. Para empezar, tu libro plantea un itinerario que puede sorprender inicialmente al lector, pues no se trata tanto de una lectura directa de la “obra maldita” de Lukács, sino de la reconstrucción de los fantasmas —éticos, políticos, existenciales— que asedian al autor desde que comienza su andadura intelectual hasta que escribe su gran obra. ¿Cómo llegaste a esta idea para reconstruir la trayectoria de Lukács hasta Historia y conciencia de clase?

A esta idea llego por varios caminos, distintos entre sí. Por un lado, desde la lectura de Rilke y Eliot, es decir, me interesa el modo en el que ambos, desde lugares muy diferentes, se aproximan e interpretan un periodo de cambio (tras la I Guerra Mundial) que generaba en su visión del mundo un vacío radical. En algún sentido, mientras los releía comencé a percibir un horizonte común al de Lukács en Historia y conciencia de clase (HyCC). Suena extraño quizá, pero así es. Me parecían respuestas diferentes a una misma sensación de agotamiento histórico.

Por otro lado, me ayudó el encuentro con la obra descomunal, e injustamente olvidada, de Lucien Goldmann. Fundamentalmente su interés por los momentos en los cuales una estructura social y cultural está en proceso de mutación; la importancia de entender los factores que participan y anticipan dichos procesos y hacerlo desde una perspectiva dialéctica. En este punto es clave su noción de creación cultural, que incluye arte, literatura y filosofía. En esta noción de creación cultural la clave reside en el hecho de que éstas son formas que poseen la capacidad de percibir (incluso de un modo no-consciente) el latido de lo colectivo y palpan incluso a ciegas la dirección del cambio, y lo perciben antes que otros modos institucionales o académicos. Eso me fascina. El filósofo aparece como quien atiende a las mutaciones afectivas e intelectuales de un periodo y observa su rastro dentro de una estructura dada.

La cultura aparece así como un proceso constante de estructuración y desestructuración. Y aquí, quizá, quepa tener en cuenta un tercer factor que me empuja a esta lectura de Lukács: el humanismo dentro del marxismo. Hay una especie de ciego antihumanismo en el marxismo que me parece como el caballo al que se le pone anteojeras para no ver más allá de lo que desea.

Y, obviamente, la presencia de Rosa Luxemburgo también empuja y está ahí detrás de mi lectura de Lukács. El diálogo Lukács-Luxemburgo me parece altamente sugerente.

Desde este marco he intentado trazar un mapa para entender el pulso revolucionario que quiere poner en marcha Lukács en HyCC. Pero para comprender esta potencia es necesario situar la obra en su proceso histórico. HyCC no puede leerse simplemente como el punto de partida del marxismo en Lukács (o del marxismo occidental). Si leemos su obra anterior pronto advertimos que HyCC cierra un ciclo abierto por El alma y las formas o Teoría de la novela. Sin este rastro es difícil identificar algunas de las claves y direcciones de HyCC. Una obra que para Lukács supone más un punto de llegada que de partida. Me interesaba sobre todo este contexto de génesis de HyCC.

Más allá de los espectros, en tu obra hay una apuesta sólida por reconstruir los contextos históricos y culturales en los que va gestándose la filosofía de Lukács antes de su “conversión” al marxismo. Un estilo solidario con el del sociólogo y crítico literario marxista Lucien Goldmann. Lukács vive su juventud en constante oposición al ambiente burgués del que procede, inmerso en un individualismo y convencionalismo banales que no dejan de indignarle. Es una suerte de burgués renegado ¿Cómo responde El alma y las formas, escrito en 1911, a ese vacío burgués y qué poso deja en su pensamiento?
Cuando uno se aproxima a El alma y las formas desde HyCC se produce una rara sensación. Es decir, cuando en lugar de ver ese libro de 1911 como un verso suelto de un marxista revolucionario lo entendemos como el camino que abre la puerta hacia el marxismo, hay una sensación extraña, como si uno entrase en la cabeza de Lukács como un fisgón. Pero es un libro ineludible. Y esto ha sido obviado por muchos marxistas, que apartan la cara de este periodo de Lukács como si desprendiese un fuerte olor a amoniaco. Vale, no hay marxismo en sus páginas pero sí podemos percibir cómo se forma y engorda una pregunta que sólo cuando aparezca el marxismo tendrá respuesta. Eso es lo interesante.

Lukács entiende que detrás del desarrollo histórico de la novela es posible rastrear la progresiva separación histórica entre el individuo y la totalidad, donde el protagonista se enfrenta a un mundo que se le opone rígidamente.

Solemos hablar del joven Lukács para referirnos a HyCC pero cuando publica este libro tiene casi 40 años, y sólo muy poco antes ha entrado a militar en el Partido Comunista. Es decir, que sin aproximarnos a esas décadas anteriores de su obra, donde se comienza a formular ciertas preguntas, es difícil comprender por qué Lukács escribe lo que escribe y cómo escribe. Al menos así lo creo. Entre 1909 y 1919 Lukács está palpando y dando vueltas a una serie de preguntas que sólo HyCC y el marxismo podrá responder. Y esas preguntas tienen un lugar central en El alma y las formas, un libro no sólo fascinante para reconstruir el marxismo de Lukács sino también como obra generacional, no en vano es un libro que influye en poetas como T. S. Eliot. En El alma y las formas existe una clara pugna entre la vida burguesa, con toda su superficialidad y mercantilización, y la vida auténtica, la vida interior, superior. El romanticismo, Nietzsche, Dostoievski, Kierkegaard, etc., están presentes. La vida burguesa tiende hacia el individualismo, lo que provoca en Lukács y autores cercanos la nostalgia de un tiempo de comunidad, de valores compartidos, de totalidad. El arte, las formas del arte que estudia Lukács, son intentos de arrebatar a esa banalidad burguesa espacios de trascendencia a través de la forma artística. Pero todo termina en fracaso, en tragedia.

La tragedia es uno de los temas del libro. La tragedia del mundo burgués, que nos aboca al desamparo intelectual y al abismo individualista. En El alma y las formas hay una cierta aceptación nihilista del destino trágico dentro del mundo burgués, que todo lo abrasa. Es esto lo que tiende a ser superado en HyCC a través de la dialéctica marxista. El libro desprende una rotunda sensación de fracaso (que sólo superará, a sus ojos, con HyCC). Ahora bien, ha señalado un conflicto, un vacío, y una necesidad. Lukács es en ese momento un joven que lucha contra la burguesía, contra su propia cultura, y siente que su única arma en ese contexto es la literatura. Pero esto es clave para todo el Lukács posterior.

En 1914 Lukács traza su primer boceto de Teoría de la novela, que finalmente verá la luz en 1920. Escribe este texto al calor de la Primera Guerra Mundial, pero también se encuentra atravesado por el terremoto de la Revolución Rusa. Ante el desastre bélico, el filósofo húngaro apostará por el pacifismo, lo que le situará en las antípodas de una socialdemocracia vestida de patriota —fusil al hombro—. A tu juicio, ¿qué es lo que se pone en juego en los bastidores de este estudio sobre las formas de la literatura épica en medio de la Gran Guerra? ¿En qué medida su búsqueda, aparentemente estética, es también un impulso ético y político por descifrar un esbozo de comunidad en medio de la catástrofe?
Este tema me parece de lo más fascinante de su obra. Y es algo que no sólo le ocurre a Lukács. María Zambrano, por ejemplo, responderá a la experiencia del exilio y a la guerra civil española con Filosofía y poesía. Me refiero al modo en el que se desplaza la respuesta hacia una preocupación por el modo en el que las formas afectivas han desembocado en una ruptura histórica. Entender las tragedias históricas como vinculadas a profundos vacíos, destrozos o mutaciones afectivas. Y de eso va Teoría de la novela. En el prólogo que escribe para la edición de 1962 lo deja claro.

En Teoría de la novela hallamos, por un lado, un marcado antibelicismo, que le puso en contra de su propio contexto intelectual que era progermanista y probélico, y de otro lado, trata de comprender el modo en el que ha crecido ese monstruo burgués que pronto activa su voraz hambre de guerra. El mundo de la novela, su origen moderno, que es lo que estudia Lukács, podía servir para explicar un modelo social e histórico (el mundo de la burguesía capitalista) donde el sujeto, separado de la totalidad y donde los dioses han huido, se sentía enfrentado repentinamente a un mundo que sentía ajeno, o presentía una enorme y pesada fuerza oposicional que obligaba al sujeto individual a sentir un desgarro respecto a la totalidad social. Es lo que en Teoría de la novela llama “héroe problemático”. Ahora bien, aunque en el prólogo de 1962 dibuja esta lectura política del libro, el texto en sí se ofrece como un modelo hegeliano de despliegue histórico. Pero sin duda es interesante para reconstruir la aventura lukacsiana.

Lukács estaba poniendo a funcionar una máquina delirante: Marx, Hegel, Dostoievski, Nietzsche, literatura, Rosa Luxemburgo, Lenin, partido como energía espiritual y material, etc.

Así pues, Lukács entiende que detrás del desarrollo histórico de la novela es posible rastrear la progresiva separación histórica entre el individuo y la totalidad, donde el protagonista (héroe problemático) se enfrenta a un mundo que se le opone rígidamente, y este héroe tiene solo tres salidas: volverse loco y seguir su ideal abstracto (Quijote), o volverse hacia el interior (novela psicológica, Flaubert) o adaptarse a la realidad, acoplarse y aceptar ese mundo a pesar de no estar de acuerdo (Meister de Goethe). Dostoievski puede representar una salida, aunque no lo desarrolla. O sí. El problema que observa en Teoría de la novela se resuelve en HyCC. Ese héroe problemático de la novela se transforma y se convierte en proletariado. Y entonces las piezas encajan. La relación proletariado-partido-revolución supone la cadena por la cual es superable esa ruptura con la totalidad que describe en Teoría de la novela.

Esta obra es el preludio perfecto a HyCC. Lo escribe durante la guerra, como decía, y la guerra le empuja a una crítica radical del belicismo y sus trampas; trampas que la propia filosofía disponía y expresaba. Lukács sale de ahí y se refugia en la lectura de Rosa Luxemburgo, a quien lee durante el tiempo de guerra, y comienza su rechazo de los modos socialdemócratas, de Kautsky, etc. La revolución de 1917 implica el empujón definitivo. Teoría de la novela nos enseña, en resumen, que tras las formas artísticas reside un pulso social que nos permite entender el desarrollo histórico o el crecimiento social de unas formas afectivas. Aunque ciertamente no resuelve ningún conflicto en sentido práctico, la forma artística señala un conflicto, un espacio, la génesis incluso de un proceso social de cambio.

Con “El bolchevismo como problema moral”, escrito en 1918 para Szabadgondolat (Libre pensamiento), Lukács comienza su transición al marxismo. El texto, que reflexiona sobre la relación entre medios y fines en la acción revolucionaria de los bolcheviques, ya sitúa al proletariado como “clase redentora”. El joven “San Lukács”, que buscaba la vida auténtica en medio del marasmo de su época, opera definitivamente un “salto de clase”. ¿Qué quedará de esta visión más ética y utópica que política en Historia y conciencia de clase?
Desde mi punto de vista, esa visión ética sigue nutriendo HyCC. Por eso, aunque se resuma HyCC como la vuelta a Marx desde Hegel, no podemos rechazar que en varios momentos ese retorno o esa apropiación sigue manteniendo tintes dostoyevskianos. Si bien ha superado esa relación medios-fines de “El bolchevismo como problema moral” mantiene el pulso de una visión del proletariado como clase redentora de la humanidad. Algunas de estas cuestiones debieron generar una brutal desconfianza en parte del bolchevismo. Lukács estaba poniendo a funcionar una máquina delirante: Marx, Hegel, Dostoievski, Nietzsche, literatura, Rosa Luxemburgo, Lenin, partido como energía espiritual y material, etc. Y todo ello descentrando el tema, extrayendo el discurso marxista de lo estrictamente económico hacia la complejidad del propio sistema histórico-social, sin obviar en ningún caso la importancia de las dinámicas de partido.

Quitar de las manos de oportunistas, reformistas y economicistas la potencia revolucionaria del pensamiento de Marx era fundamental para Lukács. La vía: ensanchar los problemas, dilatar las cuestiones, empujar los problemas hacia nuevos márgenes. Rosa Luxemburgo lo había apuntado en varios momentos, Gramsci iba por un camino cercano… Un ejemplo: la obsesión que tiene Lukács por el periodismo como lugar donde se construye falsa conciencia, y donde se perturban las dinámicas de construcción de clase. Hay muchos más casos. En todo ello, claro, hay una lectura utópica, pero su utopismo no se proyecta sin ataduras respecto al presente. El utopismo que sólo proyecta sin concreción material, lo mismo que el oportunismo (que sólo ve la coyuntura y los objetivos parciales de la lucha), es desbordado y superado en la perspectiva de Lukács, para quien la dialéctica parte de la situación dada, de lo inmediato y sobre ello construye. No es un “más allá” indefinido sino un más acá transformado que surge de la evolución histórica y de la praxis real de la clase.

Cuando Lukács habla de producir futuro está entendiendo que el proletariado no tiene ideales que realizar (como él mismo sostiene) en el sentido burgués, es decir, como prerrogativas individuales que condicionen la vida cotidiana. Deposita sobre este punto, sobre esta vida cotidiana, la fuerza de su pensamiento político (y estético). Estas son cuestiones que estaban presentes en su conversión al marxismo y que mantiene en HyCC. Hay otros temas como la cuestión de la relación entre vieja y nueva cultura que ocupan su pensamiento en 1919 y que en HyCC no aparecen tal cual, pero sí permanecen cuando habla de conciencia posible, por ejemplo. O la cuestión de la tragedia burguesa, que está presente en toda su obra anterior e igualmente en HyCC. Dicha tragedia consiste en que la burguesía construye su visión del mundo sobre el individualismo a sabiendas de que es ese individualismo lo que impide a la burguesía construir una perspectiva de totalidad. Esta tragedia es la que está también en el ADN del capitalismo burgués: de un lado, activar valores del individualismo (como sinónimo de libertad) y al mismo tiempo necesitar construir un escenario de cosificación que destruya al final ese pulso individualista. En fin, son estos algunos temas que persiguen a Lukács en HyCC y cuyo origen es anterior.

Segunda parte:

Marxismo
Alberto Santamaría “Revolución es el gran fantasma que nunca termina de aterrizar”
Continuamos con la entrevista a Alberto Santamaría sobre su trabajo sobre Lukács, abordando los temas principales que recorre su lectura de Historia y conciencia de clase.


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Un Marx desconocido
De entre todos los aspectos de la vida intelectual de Marx, quizá el más olvidado sea el de su labor como periodista.
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