Marxismo
            
            
           
           
Proletarios de todo el mundo, acariciaos. A Mario Mieli, en su 70 aniversario
           
        
         
Querido  o, tal vez, querida Mario:
Te escribo esta carta el 21 de mayo de 2022. Hace exactamente setenta años de tu llegada a este mundo heterocapitalista que, si bien quisiste revolucionar, terminó por acabar contigo. Te escribo esta carta porque tengo muchísimas cosas que me gustaría decirte. Te escribo en calidad de hija bastarda y de militante torcida. Te escribo desde la prosa de las amantes promiscuas con la esperanza de que esta carta pueda llegar a ese infierno de Dante donde, intuyo, estarás organizando talleres de teatro subversivo y bailando envuelta en lentejuelas con tu paisana Raffaella. La luna piena questa è una sera se vuoi, tutta per noi, per noi…
Cuando  nací, en un ejercicio disciplinario, me pusieron tu mismo nombre, y  aunque ya no me presento con él, sigo sintiendo un enorme orgullo de  compartirlo contigo. Me pregunto, compañera, cuánto desprecio  tuviste que sobrellevar, por ser tú tan libre, en la lucha  revolucionaria. Pues como dice Susy Shock, que es otra hermana  torcida nuestra de más  allá  del  mar: “todos  con nombres de varones de la revolución pero lejos de semejantes  mariposonas andanzas ¡que las ideas no entran por el culo mi niño!…  ¡Eso es burguesa debilidad compadre!”.  Me pregunto cuántas veces te llamaron enemigo del socialismo por  tener alas de mariposa.
No obstante, quería agradecerte en esta carta el trabajo que empezaste y que algunas proseguimos con el orgullo de las deshonradas. Tú imaginaste un futuro comunista que, en lugar de en la familia tradicional, encontraba su reflejo en los charcos de los urinarios públicos. Tú abriste la puerta a un marxismo desviado que comprendiera que la sólida heterosexualidad habría de desvanecerse en el aire, para dar lugar a una humanidad emancipada de todas las viejas cadenas: “Ya no existirán hetero u homosexuales sino seres humanos polisexuales, transexuales; mejor dicho: ya no existirán hetero u homosexuales sino seres humanos: la especie se habrá (re)encontrado a sí misma”.
Me pregunto cuántas veces te llamaron enemigo del socialismo por tener alas de mariposa
Tú  revelaste que la  normalidad no  es sino una ideología guardiana de la sociedad burguesa y su  opresión, pues “lo que es hipostasiado como «normal»  y normativo [...] no constituye otra cosa que la versión aparente de  lo que en realidad cambia, se transforma y deviene con el desarrollo  de los medios y del modo de producción,  con la dinámica  de la contradicción entre el capital y la especie humana, con el  movimiento del conjunto de la sociedad”.  Así,  la gente “normal”  jamás  consigue librarse de su culpa porque, en el fondo, todas las personas  se saben tendencialmente fuera de la Norma. Dicha culpa, dijiste, “es  el cordón umbilical que liga la especie humana al capital,  intentando estrangularla”.  Tú  ya  sabías  por qué nos asesinan con la injuria en sus bocas, compañera.
Además, como buena revolucionaria, comprendiste que la solidaridad puede rehacer el mundo, pues: “Si la ideología es una cosa sola y antropomorfa, mascarón (in)humano del capital, hoy, por otra parte, nosotros, aunque tan diversos y sobre todo diversas entre sí, estamos cada vez más, todos en la misma situación de fondo, sofocados por el peso del sistema. Somos diferentes (pero) es el capital lo que nos contrapone y nos separa. Al cultivar las especificidades profundas de cada caso concreto de opresión personal, podemos llegar a la conciencia revolucionaria que ve en mi caso tu caso específico de opresión (porque también tú, hetero, eres un gay negado) y en tu caso mi caso específico de opresión (porque también yo soy una mujer negada) y reconocer un nosotros/as todas/os, más allá de cualquier separación y autonomía históricamente determinadas, la especie humana negada”.
Me he confeccionado una capa con tus páginas, para que me dé calor en el invierno del cisheterosexismo de quienes dicen ser nuestros camaradas pero, tristemente, no quieren que nuestras genealogías torcidas ensucien el hilo rojo de la historia
Pero, sobre todo, tú te atreviste a imaginar lo que nadie pudo en tu tiempo: que los amores y las miradas particulares de las invertidas eran una simiente de las nuevas relaciones comunistas universales por venir, y ya que somos cuerpos —dijiste— relaciones eróticas entre todes. En tanto “nosotros sabemos que el descubrimiento de cuanto está oculto detrás de la etiqueta «anómalo», con que la ideología dominante cubre muchísimas manifestaciones de la vida, contribuye a poner en evidencia el absurdo de dicha ideología”, tú confiaste en las marginadas de la sociedad y de la sexualidad burguesa la capacidad de percibir la tramoya de la ideología que presenta la heterosexualidad, así como el resto de relaciones sociales capitalistas, como naturales y eternas. Que nada es eterno en nuestras heridas, que el presente que violentamente nos torna diferentes puede ser radicalmente transformado. Así, tú nos enseñaste que la liberación queer sólo podía darse como consecuencia de la abolición del capitalismo.
Por  último, yo  quería decirte que en tus palabras me siento menos sola, cobijada,  ante este profundo desarraigo de quienes seguimos queriendo bordar de  pájaros la bandera de la patria libre. Me he confeccionado una capa  con tus páginas, para que me dé calor en el invierno del  cisheterosexismo de quienes dicen ser nuestros camaradas pero,  tristemente, no quieren que nuestras genealogías torcidas ensucien  el hilo rojo de la historia. Algunos de ellos nos dicen, aún  a día  de  hoy, que saquemos nuestra purpurina de su marxismo. Ay compañera, si  ellos supieran, como tú supiste, el potencial revolucionario que se  oculta en la oscuridad de los callejones, si ellos pudieran, como tú  pudiste, ver en el brillo de una travesti el amanecer de un mundo  nuevo. Pero precisamente  por eso, querida, siguen siendo tan necesarias tus ideas desviadas,  porque la rectitud de las suyas no repara en toda la vida de los  márgenes, desconoce nuestras asambleas subterráneas y nuestras  conspiraciones deseantes, demanda la unión de todos los proletarios  del mundo, pero sin la ternura radical de la caricia.
Querida madre bastarda,
serás eterna hasta que este viejo y “normal” presente se sepa mortal.
Va bè, va bè, facciamo finta che, felicità…
Queer
        
            
        
        
Comunismo para mariconas
        
      
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