Economía
Impuestos a la carne y al plástico: los impuestos Pigouvianos
Debido a la crisis climática, muchos países ya se plantean poner impuestos a la carne o a los plásticos. Estos impuestos, cuyo coste recae directamente en el consumidor, se llaman impuestos Pigouvianos.

Este verano es el primero en el que las nefastas consecuencias de las emisiones de CO2 a la atmósfera han abierto telediarios de todo el mundo. El movimiento Fridays for future ha puesto en el ojo público lo que todos los ecologistas venían advirtiendo desde hace lustros: el ritmo de producción de bienes de consumo y de emisiones es contrario a la salud del planeta que habitamos.
Greta Thunberg ha sido la cara visible de un movimiento que lleva meses saliendo a las calles de todos los países del mundo y que celebrará su primera gran acción el próximo 27 de septiembre, fecha de la huelga mundial por el clima. Una de las medidas de las que se habla para evitar el colapso medioambiental es el reciclaje.
Según el informe de Greenpeace Reciclar no es suficiente, el 82,6% de los residuos domésticos que se recogen son como recursos mezclados, no separados. El informe advierte, asimismo, de que el nivel de recuperación de los plásticos en España ronda el 25,4%. Con estas cifras se deduce que el nivel de reciclaje actualmente no supone un cambio significativo, por lo que sería deseable revertir la producción masiva de plástico cambiando el modelo productivo.
La semana pasada, la ministra alemana de Medio Ambiente, Svenja Schulze, abrió la posibilidad a poner sanciones a las empresas productoras de plástico en su país. “Estas empresas deberán pagar los costes de recogida de sus residuos, de eliminación y reciclado”, declaró Schulze. Es decir, una tasa progresiva por producir plástico. Según la ministra, “actualmente el coste de los envoltorios masivos de plástico [en Alemania] lo asume el consumidor, pero creemos que deberían ser las propias empresas las que lo costeasen”. Además, planteó una prohibición total de todo tipo de bolsas de plástico.
Los datos demuestran que las medidas estructurales reducen el consumo. Por ejemplo, la encuesta Edades del Ministerio de Sanidad hasta 2018 señala cómo, desde que se estableció la ley antitabaco en 2006, el consumo fue cayendo. Sin embargo, el propio Ministerio de Sanidad declaró el año pasado que en el último año había repuntado el consumo, por lo que declaraban que no estaban seguros de si la ley antitabaco se estaba cumpliendo convenientemente.
Otra medida que se propuso la semana pasada en Alemania para luchar contra el deterioro medioambiental, en este caso desde el partido de Los Verdes y algunos sectores de los socialdemócratas, ha sido la aplicación de una tasa extra al consumo de carne, con la que el IVA pasaría del 7% al 19%. Este tipo de impuesto, que pertenece al grupo de los denominados impuestos Pigouvianos, grava directamente al consumidor, penalizándole por el consumo cárnico. Es una medida impositiva que no tiene en cuenta el nivel de renta y que los Estados aplican para corregir una serie de externalidades (perjuicios para el conjunto de la sociedad, como, por ejemplo, la contaminación al producir).
Los impuestos Pigouvianos deberían corregir los daños que ocasionan las acciones o productos gravados, pero estos son difíciles de cuantificar. Además, las emisiones de CO2 no pueden ser compensadas con dinero, porque los bosques tardan décadas en regenerarse. Con esta situación, desde Ecologistas en Acción creen que "no debe cargarse sólo a la ciudadanía el consumo de carne. Hay que subir el IVA, pero es contradictorio que se autoricen las macrogranjas". Expertos en medioambiente y economía creen que algunas de estas medidas disuasorias podrían orientarse al sector de la carne, para desincentivar dietas con alto contenido cárnico, informar convenientemente de los perjuicios medioambientales que supone para el planeta y también para la salud humana y controlar las grandes explotaciones ganaderas para ver en qué condiciones se produce. Un informe de la ONU habla de que entre el 25 y 30 % de la producción mundial alimentaria acaba en la basura.
Los datos de Greenpeace hablan de que el 14,5% de las emisiones totales provienen de la industria ganadera y que el 80% de la deforestación del Amazonas se relacionaría con la ganadería intensiva. Entre los gases que emiten, el metano y el óxido nitroso son los más presentes en este tipo de producción. Los impuestos Pigouvianos provocan un incremento directo del precio —en este caso de la carne— y la caída en el consumo de los bienes a los que gravan, haciendo que estos pasen de producto casi de primera necesidad (en base a los datos sobre el tipo de dieta que actualmente se sigue en España) a bien normal. Entonces, el consumidor pasará a consumir más estos bienes cuando aumente su renta y viceversa. A tenor de los datos de Statista, España es el segundo país consumidor de carne de la Unión Europea, con casi cien kilos por persona al año. En el caso alemán, el país germano se sitúa en el quinto puesto, con 88 kilos por persona.
La medida ha llegado con polémica y es rechazada por el actual gobierno de la Gran Coalición, pero también llega en un momento favorable para Los Verdes, que ya se sitúan en segunda posición en intención de voto, tras los democristianos de Angela Merkel. En Alemania cada hogar destina 586 euros al año al consumo de carne y productos derivados de ella, y la economía germana actualmente se encuentra en una zona cercana a la recesión económica. En el segundo trimestre el PIB alemán disminuyó un 0,1%, lo que ha hecho saltar todas las alarmas en la economía más fuerte de la Eurozona.
Markus Blume, del partido CSU —socio en coalición con el partido de Merkel—, apunta que “una subida del IVA no ayudará al bienestar animal, sino que encarecerá la carne”. Las dudas que los democristianos presentan han sido si se utilizaría ese dinero recaudado para reconfigurar todo el sector cárnico. La dependencia de la carne en Alemania, aunque menor que en España, sigue siendo muy fuerte en la carne de cerdo —con la que se elaboran principalmente sus famosas salchichas—, pero este año disminuyó más de dos puntos su consumo global.
Los Verdes llevan en su programa electoral, además, del fomento del consumo de productos bio, la obligación de que en las guarderías y colegios también se ofrezcan menús vegetarianos y veganos. Además de esto, quieren que el etiquetado clarifique específicamente si un producto es apto para el consumo de vegetarianos y veganos.
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