Ecologismo
Blindar La Montaña contra la mina
43 asociaciones extremeñas se unen para pedir la declaración de Paisaje Protegido para La Montaña, el Calerizo y la Sierra de la Mosca.

Dos mundos distantes entre sí comparten Tierra: el uno, el predominante, se repite a sí mismo a menudo: “con tanto proteger la naturaleza al final nos tendremos que ir las personas, no nos dejan generar riqueza”. El otro, esperanzado, sueña con montes sanos, animales silvestres, agua corriendo libre, y diferentes profesiones desempeñando labores, manejos, compatibles entre sí e incluso, con suerte, con relaciones que se retroalimentan, un sistema sano y fuerte.
El uno quería seguir devorando sin mejorar nada a cambio, más bien al contrario. Un modo de gestionar los recursos respetuoso con el entorno no movería el capital para descontaminarlo, restaurarlo, compensar, expropiar… Los seguros y las evaluaciones de seguridad, los inversores... no podrían ganar dinero si se regulaba el juego. La sostenibilidad, las generaciones venideras, las normas del comercio justo... nada de eso podía generar riqueza, y quedarse como está no solo no es una buena opción, es que ya no hay otra alternativa. Lo único que se podía decir era “Sí, Señor, adelante”.
El otro, ese otro mundo que cree que cuidar el entorno de nuestros pueblos y ciudades es posible y necesario, que sabe que la salud de la población depende de la salud del entorno en que se asienta, tiene una cita el viernes 28 en Cáceres, a las 10:00, en la Sede de la Asociación de Periodistas, en la calle Comandante Sánchez Herrero, nº 2, al final del parque de Cánovas.
En una época en la que se aviva la dicotomía entre “desarrollo sin frenos” y “moderación y respeto”, sigue habiendo detractores de los espacios protegidos, incapaces de observar algunos beneficios a largo plazo
Un grupo de personas doctas de diferentes ámbitos, han analizado y descrito el entorno de Cáceres: La Montaña, la Sierra de la Mosca y el Calerizo, llegando a la conclusión de que por las singularidades, y por el conjunto, este espacio bien merece la catalogación, reconocimiento y protección como Paisaje Protegido por la Junta de Extremadura y su Consejería de Medio Ambiente: un lugar natural con valores estéticos y ambientales, donde las tradiciones han dibujado, y continúan dibujando, un lugar bien conservado donde pueden desarrollarse infinidad de actividades, profesionales y de ocio y salud, siempre bajo una regulación comprometida.
Especies de flora y fauna mediterráneas amenazadas y atractivas como en el Parque Nacional de Monfragüe, aspectos geológicos tan relevantes como el geoparque de las Villuercas, huellas de la prehistoria referentes mundiales y una ciudad Patrimonio de la Humanidad, todo en unos pocos kilómetros a la redonda. Y la posibilidad de contemplar aún tradiciones respetuosas, con poco impacto en el entorno, que permiten que esta sierra se comporte como un pulmón, o el corazón. Siempre están ahí, constantes, trabajando, aunque no los veamos.
Un nutrido grupo de expertos/as con el apoyo de más de 40 colectivos de la ciudad, ha solicitado esta declaración como espacio protegido, para reconocer su importancia y singularidad, y pedir el debido respeto
En una época en la que se aviva la dicotomía entre “desarrollo sin frenos” y “moderación y respeto”, sigue habiendo detractores de los espacios protegidos, incapaces de observar algunos beneficios a largo plazo: diversificación y fomento del turismo responsable, mejor consideración reputacional, productos agroalimentarios de calidad reconocidos... O, como mínimo, la capacidad de decidir, algo que muchas regiones han perdido bien por la industrialización, bien por el urbanismo. Un nutrido grupo de expertos/as con el apoyo de más de 40 colectivos de la ciudad, ha solicitado esta declaración como espacio protegido, para reconocer su importancia y singularidad, y pedir el debido respeto.
Actualmente, alrededor de un 30 % de la superficie de la región está bajo algún nivel de protección y reconocimiento ambiental, aunque los cambios de modelos de gestión, la intensificación de sus usos y sequías, entre otros factores, están castigando muchos de estos espacios. Decaen alarmantemente las poblaciones de algunas especies muy importantes, ligadas al ecosistema mediterráneo y los llanos y cultivos de secano. Entre aficionados al campo puede uno escuchar: “Hace treinta años no había espacios protegidos y había de todo en el campo, y ahora hay muchos espacios protegidos, pero nada que proteger”. Y es que algo está pasando.
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