Derechos Humanos
Un mes después del cierre de USAID, millones de vidas en todo el mundo corren peligro

Fue una de las primeras medidas que tomó Trump cuando inició su segundo mandato en la Casa Blanca. El cierre de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) llevaba tiempo en el punto de mira de Elon Musk —por entonces asesor estrella del magnate— y su plan para recortar al máximo el gasto público.
Aunque la orden de DOGE (el Departamento de Eficiencia Gubernamental) de clausurar USAID definitivamente entró en vigor el pasado 1 de julio, ya en enero el gobierno de Trump congeló la financiación del programa durante 90 días. En este tiempo más del 80% de los programas de USAID (entre 5.000 y 6.000) han sido cancelados y el 94% del personal (en torno a 10.000 trabajadores) despedido o reubicado en otras ramas de la Administración.
Según un estudio publicado hace unas semanas por la prestigiosa revista médica The Lancet, la agencia salvó 92 millones de vidas entre 2001 y 2021
“Ya en febrero estábamos viendo las consecuencias mortales de los recortes a algunas de las comunidades más pobres del mundo”, admite Daryl Grisgraber, responsable de políticas humanitarias de Oxfam Estados Unidos. “Con el cierre oficial de USAID en julio, estamos presenciando el colapso adicional de las estructuras y los sistemas que hacían posible la cooperación”.
Un “despilfarro” que ha salvado millones de vidas
Donald Trump se entusiasmó con la propuesta de Musk para cancelar la financiación y clausurar USAID. Después de que el dueño de Tesla asegurase en X que la agencia era “una organización criminal”, el presidente añadió que el programa de ayuda constituía un “despilfarro”. No obstante, la fiebre por los recortes en ayuda exterior se contagió a otros países como el Reino Unido o Francia.
El Ejecutivo de Starmer anunció recortes del presupuesto de cooperación de hasta el 0,5% del presupuesto británico hasta 2027, lo que implica una reducción estimada de más de 6.000 millones de libras (6.800 millones de euros). En Francia, el presupuesto también fue mermado en 700 millones de euros para 2026, reduciendo su gasto al nivel más bajo desde 2016.
A pesar de los exabruptos, lo cierto es que la presencia y labor humanitaria de USAID en países como Uganda, Sudán o Yemen eran vitales. Según un estudio publicado hace unas semanas por la prestigiosa revista médica The Lancet, la agencia salvó 92 millones de vidas entre 2001 y 2021 (incluidos 30 millones de niños menores de cinco años).
El informe también advierte que, si no se revierte el cierre, podrían producirse 14 millones de muertes adicionales para 2030. El inspector general de USAID avisó de que más de 8.000 millones de dólares en ayuda humanitaria no usada se quedarían sin supervisión, y como respuesta fue despedido al día siguiente.
Los fondos de USAID también eran claves en la prevención de otras enfermedades como la malaria mediante distribución de tela mosquitera, pruebas, diagnósticos y tratamientos
“Han desaparecido los programas de distribución de alimentos, los sistemas de agua potable, los medicamentos vitales y muchos otros programas y servicios esenciales”, detalla Grisgraber. Sin estos programas, continúa, “las familias se ven obligadas a beber agua insalubre, lo que está provocando un aumento de los casos de enfermedades como el cólera”.
USAID, creada en 1961, era el principal instrumento de asistencia y ayuda exterior de Estados Unidos, y su financiación cubría numerosos programas, principalmente en el Sur global, que iban desde la salud pública (tratamiento de enfermedades como el sida o la malaria, o vacunación infantil) al reparto de ayuda alimentaria, la respuesta a desastres naturales y el fortalecimiento institucional en más de 120 países. Tan solo en 2023 USAID gestionó más de 40.000 millones de euros en fondos.
Con su cierre han desaparecido casi 50.000 puestos de trabajo en el sector sanitario, se han perdido subsidios a pequeños agricultores y se han suspendido los sistemas de alerta alimentaria que había instaurados. USAID administraba más de la mitad de la ayuda exterior no militar de EEUU, cubriendo múltiples sectores. Uno de los programas más populares era PEPFAR contra el Sida, que desde 2003 invirtió 120.000 millones de euros en políticas de prevención y tratamiento contra la enfermedad, salvando más de 25 millones de vidas.
Vidas en peligro sin acceso a medicamentos
Sin financiación, PEPFAR ha dejado de ofrecer servicios esenciales en numerosos países. Según una encuesta realizada por la Fundación para la Investigación del Sida apenas después de la orden de suspensión de USAID, el 86 % de las organizaciones humanitarias sobre el terreno aseguraron que sus pacientes perderían el acceso a tratamientos antirretrovirales en un mes si no se levantaba el veto a los fondos.
Clínicas especializadas en VIH que estaban financiadas por USAID han cerrado en países especialmente vulnerables como Malawi, dejando a miles de personas sin su medicación diaria esencial para combatir la enfermedad.
Pero el impacto va más allá del sida. Los fondos de USAID también eran claves en la prevención de otras enfermedades como la malaria mediante distribución de tela mosquitera, pruebas, diagnósticos y tratamientos. Un modelo epidemiológico desarrollado por la Universidad de Boston prevé hasta 10 millones de casos adicionales de malaria durante el próximo año como consecuencia directa del cierre de la agencia.
En países como Haití o Etiopía, se ha detenido la distribución de kits de agua potable y vacunas, lo que se asocia con el resurgimiento de brotes de sarampión, cólera, malaria y diarreas infantiles
En cuanto a la polio y varias enfermedades tropicales como el dengue o la fiebre amarilla, los programas de vacunación de UNICEF —que también recibían subvenciones de USAID— fueron cancelados durante la congelación de fondos. En Yemen y Níger, varios programas de detección de desnutrición infantil se detuvieron justo cuando la crisis alimentaria en esos países acrecentaba la desnutrición grave.
Médicos Sin Fronteras ha denunciado que en la República Democrática del Congo más de 2.000 pacientes con coinfección de VIH y tuberculosis dejaron de recibir medicamentos antirretrovirales, lo que los expone a enfermedades graves o a la muerte por falta de tratamiento.
Oenegés como Acción Contra el Hambre hablan de más de 50 proyectos en 20 países de América Latina, África y Asia que han sido paralizados repentinamente, afectando a más de 124.000 personas, la mayoría mujeres y menores. En países como Haití o Etiopía, se ha detenido la distribución de kits de agua potable y vacunas, lo que se asocia con el resurgimiento de brotes de sarampión, cólera, malaria y diarreas infantiles.

En busca de alternativas
La magnitud del vacío dejado por USAID ha tenido repercusión en la comunidad internacional. Estados Unidos era el mayor donante bilateral del planeta, llegando a canalizar cerca del 47% de los fondos humanitarios totales en 2024, lo que amplifica aún más el impacto de su retirada para miles de organizaciones humanitarias, ONG y gobiernos de países vulnerables.
Para intentar mitigar los efectos del cierre de USAID, la ONU ha puesto en marcha llamamientos de emergencia inéditos hasta la fecha. El Sistema de Naciones Unidas, a través de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) y sus agencias especializadas, ha tenido que recortar hasta el 20% de sus operaciones en países como Colombia, mientras que UNICEF cifra en al menos 100.000 menores migrantes los afectados que perderán acceso a educación y servicios básicos debido a esta nueva escasez de fondos.
El propio secretario general del organismo, Antònio Guterres, ha pedido públicamente a los países de la UE y del G20 que aumenten su contribución y lideren una nueva arquitectura de ayuda “basada en la justicia global, no en la geopolítica”. La Unión Europea se ha planteado aumentar su Fondo Europeo de Desarrollo, con aportaciones extraordinarias por parte de Alemania, Suecia y España, aunque éstas solo cubren una parte de lo perdido.
Desde Oxfam, aseguran que es difícil medir con precisión el impacto humano de los recortes de la administración Trump a USAID, las agencias de la ONU y otros programas de ayuda humanitaria, y se muestran pesimistas frente a la posibilidad de que ese vacío pueda llenarse únicamente mediante la cooperación de organizaciones privadas.
“No hay forma de reemplazar rápida y eficazmente lo que Estados Unidos ha disuelto”, declaran desde la ONG. “Al igual que otras organizaciones, estamos haciendo todo lo posible para adaptarnos, hay un trabajo esencial que salva vidas y que sigue en marcha, pero no hay forma de satisfacer las crecientes necesidades de los millones de personas que se han quedado fuera”.
Muchos gobiernos no alineados con la agenda estadounidense han criticado que se utilizase la ayuda humanitaria a objetivos puramente geoestratégicos
El Servicio de Acción Exterior de la UE, encabezado por Josep Borrell, ha impulsado fondos de emergencia y acelerado la aprobación de planes trianuales en África y Oriente Próximo, priorizando zonas donde los recortes de USAID son más graves. España, a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), ha reorientado parte de su presupuesto a sostener ONG locales y programas en Centroamérica y el Sahel, aunque algunas organizaciones receptoras de estos fondos reconocen que los recursos aún cubren menos del 10% de las necesidades detectadas.
El horizonte tampoco es muy esperanzador. Las previsiones de la OCDE apuntan a una caída de entre el 9% y el 17% del total de la Ayuda Oficial al Desarrollo en 2025, lo que podría suponer una pérdida de entre 50.000 y 115.000 millones de euros respecto a lo invertido en 2023.
La credibilidad de los grandes donantes también está en entredicho. La falta constante de respaldo político y los recortes abruptos generan desconfianza en países receptores y organizaciones humanitarias. Según un análisis institucional publicado por el Real Instituto Elcano, la multiplicación de los objetivos asignados a la ayuda al desarrollo a lo largo de las décadas ha acabado desgastado su eficacia y poniendo en duda su legitimidad.
Una herramienta para influir en la política de otros países
Concebida y creada como una herramienta de soft power (poder blando) en plena Guerra Fría, USAID comenzó siendo el vehículo a través del que el Gobierno de EEUU contrarrestaba la influencia soviética y promovía la instauración de democracias capitalistas por todo el globo. Tras la caída del Muro de Berlín, la agencia ganó autonomía operativa, aunque continuaba funcionando bajo la supervisión directa del Departamento de Estado y, por lo tanto, seguía siendo una herramienta de soft power aunque el escenario geopolítico hubiese cambiado.
Como instrumento de influencia internacional, USAID ayudó a consolidar la presencia estadounidense en regiones clave para sus intereses. Su acción apoyó la Revolución Verde en la India, condicionada a adoptar reformas económicas alineadas con EEUU. Esta faceta oculta de USAID ha sido el foco principal de controversia durante mucho tiempo. Muchos gobiernos no alineados con la agenda estadounidense han criticado que se utilizase la ayuda humanitaria a objetivos puramente geoestratégicos.
Hay estudios que reflejan cómo en varias regiones del Sur global agencias como USAID promovían modelos neocoloniales de dependencia de la ayuda estadounidense. En Kenya, según un estudio de la Universidad de Lancaster, las ONG financiadas por USAID fragmentaron el sistema sanitario generando exclusión. Esto pone en evidencia que el condicionamiento de la entrega de ayuda a la aplicación de políticas neoliberales en países del sur ha generado desigualdades en lugar de promover autonomía estructural en esas sociedades. Además, algunos gobiernos locales abandonaron sus responsabilidades básicas apelando a los fondos externos como una tabla de salvación permanente.
Daryl Grisgraber considera que el cierre de USAID no se debe a un tema económico, ya que el año pasado el dinero destinado a ayuda humanitaria representaba alrededor del 1% del presupuesto estadounidense. “La administración Trump ha recortado estos programas para anotarse puntos políticos a costa de algunas de las comunidades más pobres del mundo. La ayuda humanitaria y para el desarrollo de Estados Unidos ha contado con el apoyo de demócratas y republicanos, tanto en el Congreso como entre la población en general, durante décadas”, confirma la responsable de Oxfam.
Desde el anuncio del cierre de USAID, China ha cogido rápidamente el relevo, intensificado su estrategia de préstamos y asistencias en África, Asia y América Latina mediante la inversión de grandes recursos económicos para influir políticamente en esas regiones.
Estados Unidos
Trump compromete 60 años de ‘paz americana’ con el cierre de la USAID y la ayuda al exterior
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