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Libreramente, Sopa de Sapo, Joker, Louise Michel, Zuloa y Kaxilda. Aunque sus nombres suenen diferentes, tienen varios rasgos en común: son librerías independientes. Y también poderosas. Cada día se enfrentan a grandes empresas, como Amazon, Fnac, La casa del libro o incluso Elkar, y a nuevos hábitos de compra, mucho más virtuales. Sin embargo, a pesar de las dificultades, ni cejan en su empeño ni pierden la ilusión. De hecho, casualidad o no, la librería más reciente en abrir sus puertas en Bilbao, hace unas semanas, se llama La ilusa.
En principio, puede parecer que las pequeñas y medianas librerías desaparecen porque las grandes cadenas tienen más visibilidad, invierten más dinero en promocionarse y posicionarse en internet. Los números, en cambio, dicen otra cosa. Las pequeñas librerías siguen ahí, aunque vivan en una lucha constante. Según el Observatorio de la Librería 2021, de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Librerías (CEGAL), en el País Vasco son 144 y 3.208 en todo el Estado. El informe destaca su estabilidad y resistencia en una época de crisis y cambios.
La CEGAL agrupa a 1.100 librerías. Álvaro Manso, su portavoz, se muestra optimista ante el futuro: “Normalmente, es un sector que mantiene el número de puntos de venta. Sin embargo, en 2021 ha habido un crecimiento de nuevas aperturas, sobre todo, en espacios urbanos grandes. Por eso, no creo que las librerías vayan a desaparecer, han demostrado que tienen una gran resistencia”.
Librerías personales
Con la llegada de los libros digitales, hubo quien vaticinó que el papel desaparecería. Ahora están en auge los audiolibros y la forma en que compra la ciudadanía está cambiando: llena su cesta con un solo clic. Pese a todo, personas con un amor infinito hacia los libros e ideas novedosas abren sus librerías-refugio, ofrecen a bibliófilos y neófitos en la lectura ese manuscrito que sacie su curiosidad, su sed de experimentar nuevas aventuras y descubrir conocimiento. Es el caso de Joker, librería bilbaína especializada en cómics y novelas gráficas. Fernando Tarancón, uno de sus fundadores, recuerda que la posibilidad de cubrir un hueco que existía en el mercado hace ya 28 años. Eso y su juventud les animaron a crear Joker: “Nos dimos cuenta de que no había un local en Bilbao que se asemejara a lo que queríamos abrir. Es de agradecer que, después de tanto tiempo, la librería siga funcionando, podamos vivir de ella y la clientela nos sea fiel”.
“Cuidamos mucho las autoediciones, el material de las editoriales independientes y los fanzines”, dice Fernando Tarancón, de Joker
Zuloa es una de las librerías referentes en Vitoria-Gasteiz. Al mando está Txintxu Rodríguez desde hace 20 años, aunque se inauguró en 1988, cuando tres jóvenes montaron un establecimiento donde reinaba la cultura. Rodríguez continuó con la iniciativa y hoy son conocidos no solo por su librería especializada, sino también por disponer de un espacio exclusivo para presentaciones y exposiciones que hacen “por amor al arte”.
Con Sopa de Sapo, su librería, Naia Hernández parece homenajear a las sorgiñak y sus famosas pociones. Abrió en 2014, en Bilbao, y está especializada, como no podía ser de otra manera con ese nombre, en literatura infantil. “No nací con vocación de librera, pero me gustan los libros infantiles y eso me decidió a serlo”. Algo parecido les ocurrió a Kristina Sáez y Eneko Álvarez, que comenzaron su aventura de Louise Michel en esa misma ciudad dos años después: “Queríamos tener una librería feminista y crítica, afín al movimiento asociativo vasco y, aunque era una apuesta arriesgada, lo hemos logrado”, dice Sáez.
De sopas también sabe mucho Kaxilda, donde, además de comprar libros, se puede disfrutar de una buena comida. La idea surgió en Donostia en 2012. “Con el margen de ganancia que deja el libro, la supervivencia de una librería, por sí sola, es complicada, aunque estos años hemos llegado a un equilibrio, los ingresos de ambos espacios son parecidos. Sin embargo, no olvidamos que nuestro sueño principal es la librería”, explica Cristina Martínez, una de sus socias.
La librera Enya Diez es la culpable de liberar las mentes barakaldesas y de sus alrededores. Antes de crear Libreramente trabajó en Fnac pero, aunque fue feliz, tuvo que rendirse a lo que, para ella, era una evidencia: su posicionamiento sobre las multinacionales le impedía estar cómoda con algunos clientes y ventas. “Cuando necesitas comer, tu parte pobre gana a tu parte militante. Al final, mi conciencia feminista y de clase me llevaron a abrir mi propia librería”, comparte.
Lucha de amazonas
Es la líder mundial, sus ingresos han crecido durante el periodo 2004-2020, terminando solo ese último año con más de 385.000 millones de dólares, 5.500 de ellos en España. “Amazon es el vendedor de plataformas de libros más importante. Es un hecho”, reconoce Manso. Sin embargo, el portavoz de CEGAL confiesa que no cree en un sistema de venta que abarata el coste del envío del producto hasta la gratuidad en detrimento de las condiciones de sus trabajadores y genera un “gasto ecológico terrible” por los numerosos viajes que conlleva.
Amazon compite con todas las librerías y no se le puede hacer frente directamente. Eneko Álvarez, de Louise Michel, también critica su funcionamiento: “Es una gran multinacional que, además de no pagar los impuestos que debería, mantiene unas relaciones laborales con sus trabajadores poco envidiables. Me parece mucho mejor y más sostenible apoyar al comercio local”. Por eso, las librerías pequeñas y críticas como Louise Michel, y otras con las que comparten filosofía, como Katakrak en Iruñea, han lanzado la campaña Librerías contra Goliat, para amazonas, nosotras. Su mensaje es claro, “apoya a las verdaderas amazonas: las pequeñas librerías y las librerías críticas de tu ciudad”.
Para Enya Diez, de Libreramente, hay que saber contra quién o qué se puede luchar: “No puedo competir contra Amazon. Tengo que ser consciente de mis limitaciones, porque es como combatir contra el capital más extremo. La verdad es que a las personas consumidoras nos falta educación en comercio, en el sentido de que debemos saber que al comprar en esa gran empresa nuestro dinero se lo lleva alguien que quiere pagarse un viaje a la Luna. En cambio, si lo haces en el comercio de barrio estás dándoselo a alguien que lo necesita y que, además, apuesta por la economía circular”.
“Intento que entrar mi librería sea una experiencia y también hacer comunidad”, dice Enya Diez, de Libreramente
En CEGAL se dieron cuenta de que las librerías independientes no tenían un buen posicionamiento web y pasaban casi desapercibidas, por lo que crearon Todos tus Libros. “Esta plataforma de comercio online no surge con la idea de competir con Amazon, sino para trasladar la manera de vender y actuar de los libreros en los espacios físicos a internet, para crear una comunidad de lectores de las librerías independientes”, señala Manso. En la actualidad, se ha convertido en una buena alternativa a Amazon ya que, como explica Manso, ofrece la mayor disponibilidad de libros en español. “Creamos la plataforma en 2020 y se está consolidando como lugar de compra. Tenemos unos datos de crecimiento paralelos al de las librerías. Además, debe quedar claro que con este proyecto colaborativo no compras a una plataforma, sino a una librería. Porque nosotros queremos que su número crezca, un concepto opuesto a lo que venden Amazon u otras plataformas”, explica.
Joker, Sopa de Sapo, Louise Michel o Zuloa también forman parte de esta iniciativa. “Es un proyecto hecho por y para nosotras. Tenemos voz y voto. Nos escuchan y todo lo que se hace va en nuestro beneficio”, cuenta Naia Hernández. “A los socios de Joker nos ha parecido un proyecto fundamental e importante, aunque le queda mucho recorrido y cosas que mejorar. Algo que sabemos que va a pasar”, comparte Fernando Tarancón.
Pilares fuertes
Las librerías independientes tienen unas características especiales, fortalezas, que logran mantener lejos de las grandes distribuidoras y cadenas a las personas amantes de los libros. Por ejemplo, aquí hay espacio para los libros de pequeñas editoriales y de autoras y autores menos conocidos, por lo que la clientela encuentra joyas que en otras librerías no están o permanecen escondidas. “Me gusta colaborar con esas editoriales porque notas el cariño que ponen a su trabajo. Sientes cuando los libros están escritos por placer y no por encargo. Además, te tratan de tú a tú, las grandes ni siquiera contestan a los correos electrónicos. No se preocupan. Son empresas que han perdido la visión cultural”, protesta Diez desde Libreramente.
Eneko Álvarez y Kristina Sáez no tienen nada en contra de los best seller, pero su apuesta no va por ese camino: “Buscamos cierta calidad editorial y ensayos feministas y de pensamiento crítico que aporten conocimiento, cultura y sabiduría a quien los lee”, matiza Álvarez. En Joker, además de vender los cómics y novelas gráficas del momento, no se olvidan de lo que hay más allá: “Cuidamos mucho las autoediciones, el material de las editoriales independientes y los fanzines. Eso también tratamos de mimarlo”, explica Tarancón.
“Lo bonito es coger el libro, olerlo, sentir sus páginas, sus colores, y eso Amazon no puede ofrecerlo”, dice Naia Hernández, de Sopa de Sapo
Sin embargo, tener un buen fondo literario no es lo único que les salva. Otra de las grandes ventajas de estos establecimientos es su personal, sus libreras y libreros, alguien especializado, que va a ser capaz de encontrar lo que el cliente necesita. Naia Hernández, de Sopa de Sapo, cuida mucho la atención al público, la capacidad de recomendar y la disponibilidad de las libreras. “Si una persona viene con una inquietud concreta, somos capaces de darle respuesta y ofrecerle una variedad de libros que le pueden encajar. Además, las librerías aún tenemos una ventaja más frente a las grandes empresas, y es que puedes venir a la librería a descubrir libros nuevos y disfrutarlos con todos los sentidos, porque lo más bonito es poder coger el libro, manejarlo, olerlo, sentir sus páginas, sus colores y mirarlo por dentro”, afirma. “Intento que entrar a Libreramente sea una experiencia y también hacer comunidad. Me gusta crear lazos entre la clientela, que se conozcan entre sí y hablen”, reconoce Diez.
Activismo cultural
Una experiencia de compra-venta y una conversación sobre literatura no son lo único. Las librerías independientes, además, son un espacio donde obtener conocimientos y fomentar la cultura a través de presentaciones de libros, firmas de los autores, charlas, talleres, formaciones y exposiciones. Algunas lo hacen con el objetivo de fidelizar a sus clientes, atraer nuevas visitas, pero la mayoría apuesta por estas actividades con el fin de propagar y reivindicar el valor de la cultura.
“Lo hacemos porque forma parte de nuestra filosofía. El hecho de fidelizar clientes es un término muy mercantilista que no nos identifica. Las actividades culturales las hacemos como interlocución con la gente que nos apoya”, confiesa Cristina Martínez. En Sopa de Sapo también tienen un espacio polivalente que ofrece para actividades. “Nos gusta decir que estas mantienen la librería viva, hacen que todos nos pongamos las pilas para que los clientes vean que aquí sucede la magia”, comparte Naia Hernández.
“Fidelizar clientes no es el objetivo en sí. Lo que buscamos con los eventos es dar a conocer la temática de los libros, visibilizar autorías, editoriales independientes, artistas menos conocidos. Se trata de generar un espacio de debate agradable y cercano, aunque las actividades tienen un claro efecto llamada”, explica Kristina Sáez. Su compañero en Louise Michel, Eneko Álvarez, coincide: “La idea que tenemos al proponer diferentes eventos es la agitación cultural y el fomento del pensamiento crítico. Y esto crea una comunidad de personas interesadas alrededor de la librería que es beneficiosa”.
“Fidelizar clientes es un término muy mercantilista que no nos identifica”, añade Kristina Sáez, de Louise Michel
“No he montado una librería para hacer dinero. Es inviable siendo una librería pequeña de barrio y muy focalizada en el contenido. No, no hago activismo cultural para fidelizar clientes, lo hago porque he aprendido mucho de lo que sé gracias a formaciones gratuitas, que me han hecho sentir lo suficientemente válida e inteligente para atreverme con determinados libros. Y por eso hago las charlas y las formaciones. Quiero que la gente sepa. Esto es militancia cultural”, explica Enya Diez. Claro que esas actividades hacen que muchas clientas sean fieles a Libreramente. “Son leales a la librería porque se sienten a gusto. Nadie las va a mirar raro por no saber, por preguntar. Se ha creado un espacio seguro y por eso gusta tanto”, concluye.
Peligro de extinción
La compra online crece, actrices y actores de gran prestigio ponen su voz en audiolibros para atraer a un público nuevo y cadenas como Elkar, Fnac, El Corte Inglés o La Casa del Libro parecen no tener límites. Por eso, hay quienes piensan que las librerías y sus profesionales desaparecerán con el tiempo. “Hay que tener claro a qué llamamos ser librera. Porque no es lo mismo ser librera que ser dependienta en una tienda que vende libros. La diferencia está en que cuando preguntas a una librera sabe responderte, porque lee e investiga. Es lo que ocurre en las librerías independientes. Aquí hay libreras y, por suerte, se están abriendo este tipo de librerías con profesionales del sector. Soy positiva, pero me preocupa que a todas las personas que venden libros se les considere libreras, porque no es así”, reivindica Diez. “Pasa lo mismo con tiendas como Elkar. ¿Es una librería o un bazar? Porque ya no solo venden libros, hay paraguas, botellas, peluches, juguetes”, critica. Sin embargo, no todo es tan positivo, también hay una cosa que le da miedo: “Nos da menos apuro y vergüenza entrar a Fnac, que es grande y dentro te sientes una persona anónima o incluso invisible, que estar en una librería pequeña en la que automáticamente la persona del mostrador te va a saludar. Preferimos el anonimato, porque este neoliberalismo te hace ser una persona individual”, denuncia.
Eneko Álvarez, de Louise Michel, también ve con esperanza su futuro y el de su profesión. “Las librerías como la nuestra no se están extinguiendo. Seguimos aquí. Es una pena que algunas hayan tenido que cerrar, pero otras están cambiando su modelo, van hacia la especialización y el trato cercano. Y con eso ofrecen algo que no pueden dar las grandes cadenas, ni la compra online, que es totalmente aséptica”, explica. “Apostar por eso puede ayudar a evitar los malos augurios de la extinción de las librerías. En nuestro caso, es verdad que solo llevamos seis años, pero la tendencia ha sido positiva, entra mucha gente joven, con las ideas muy claras. Y eso me da buena sensación”, añade Kristina Sáez.
“Todos tus libros pretende trasladar la manera de vender y actuar de los librerías independientes en sus espacios físicos a internet”, dice Álvaro Manso, portavoz de CEGAL
La pandemia cerró los llamados sectores no esenciales, entre ellos las librerías independientes, que tuvieron que echar la persiana y lo pasaron mal. Muchos negocios se perdieron para siempre. Otras, sin embargo, ahí siguen. Abiertas. Luchando. Creando cultura. “Durante la pandemia y estos años tan duros, las librerías han aguantado, porque la gente se ha volcado en apoyar al comercio local. Además, se ha recuperado el hábito de la lectura al tener menos opciones de ocio”, señala Txintxu San Martín, de Zuloa. “Es verdad que Amazon hace daño, porque los compradores no son conscientes de que comprar ahí no es comprar en una librería. Se trata de una cadena logística que por el hecho de ser multinacional no respeta leyes como el precio fijo del libro, ya que es uno de los pocos artículos a nivel estatal que tiene un precio marcado con el que no se puede especular. Algo que Amazon no respeta y vende libros a precios muy por debajo del mercado. Hay una competencia desleal con el resto de proyectos libreros. Pero, pese a todo, no tengo tan claro que la profesión de librera vaya a desaparecer”, dice una ilusionada Cristina Martínez.
Hay esperanza, y la verdad es que muchas personas recurren a su librería de barrio para saciar su sed de lectura y cultura. Por eso, se siguen abriendo librerías, incluso en Bilbao, donde tienen que coexistir con grandes empresas y multinacionales. Beatriz y Sergio Albarrán son hermanos y acaban de inaugurar una librería, La ilusa, en el barrio San Francisco: “Vender libros en librerías pequeñas es todo un reto. Sin embargo, confiamos en que una parte importante de la sociedad está cada vez más concienciada con la importancia de consumir en comercios locales. Somos conscientes de las dificultades, pero no queremos convertirlas en obstáculos. En pocos establecimientos se puede vivir la experiencia de entrar en una librería como la nuestra y pasar un rato con una buena conversación”, comenta, con más emoción que miedo.
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No son "independientes", dependen de dos o tres distribuidoras que según zonas o editoriales se reparten el pastel del sector del libro en el Estado español. 'Independiente' es que tuvieran distribuidora y editorial propias. Por lo demás, un 80% de lo que entra en una librería se convierte en devoluciones a la distribuidora, que según imponga sus condiciones penaliza por esas devoluciones a la librería según el tiempo que tarde en hacer esas devoluciones o le ofrece a la librería que compre los libros. Lo dicho. de "independientes" nada de nada. Esta forma de funcionamiento que imponen las distribuidoras es la razón por la que los libros "no duren" en las estanterías o escaparates de las liberías. El continuo estreno de "nueva temporada" no lo inventó Zara en el sector textil, sino estas distribuidoras en el sector del libro.
Algunas además sufren contrato de "exclusividad" de la distribuidora con la que trabajan. Es decir: le ofrecen mejores condiciones a cambio de que no vendan, no ofrezcan, ningún título servido por la competencia, por otra distribuidora. Por lo tanto, si buscas un libro que sirve una distribuidora con la que "no puede" trabajar esa 'independiente librería de barrio' por el contrato de "exclusividad" que tiene al final por muy personal y amable que sea la trabajadora "autónoma" e "independiente" de esa librería te va a decir que "no lo tengo, no lo distribuyen, no hay existencias". Jamás te va a contar la verdad. Ah, y luego está que las editoriales se reembolsan el IVA por la destrucción de ejemplares, tiradas enteras, de libros que no consiguen vender en un determinado tiempo. Es decir: si trabajas con Azeta, con contrato de "exclusividad", todos los libros que sólo distribuye por ejemplo UDlibros esa librería no los puede vender ni ofrecer a sus lectoras-clientas.
Por no hablar de que quienes menos se enriquecen con la venta de libros son las autoras, que son las únicas fundamentales para que sigan existiendo libros, pues si nadie escribe, lo demás es puro producto servido en un determinado formato (en este caso el libro) pero sin contenido, hueco. Ah, y el precio viene fijado por la editorial, por tanto no pueden hacer promociones ni ofertas que supongan un descuento mayor al 5%. Y la mayoría de estas tiendas 'independientes' tienen su web de ventas y acaban contaminando lo mismo que si sólo fueran una librería online, pues la alta demanda de plástico y de carton para empaquetar libro a libro, cada libro que es pedido para enviar a casa va en aumento, además del aumento del número de desplazamientos, contaminación en las ciudades, aumento del tráfico, etc.
Pero bueno, que sigais felices con el espejismo de 'independientes'. Que no se llaman 'amazon, casadellibro, fnac, etc.' no las hace independientes para nada. Están atadas de pies y de manos a unas pocas distribuidoras, y además pagan más impuestos que el resto de las 'librerías dependientes' porque no pueden hacer ingeniería fiscal o contable para ahorrarse impuestos, cosa que sí hacen las dependientes tipo elcorteingles, casadellibro, agapea, etc.