Opinión
Cuando cuidar cuesta la vida

Cuidar a un familiar con una enfermedad mental grave supone un enorme compromiso. Esta alta exigencia conlleva un estrés continuo para las personas cuidadoras que tiene impacto en varios ámbitos de su vida.

Desmesura -funambulista
Página de 'Desmesura' de Fernando Balius, ilustrada por Mario Pellejer.
Marcha Mundial de Mujeres de Euskal Herria
6 sep 2019 12:37

El pasado 23 de agosto en Iruñea un hombre mató a su madre. Después de una fuerte pelea en casa, la empujó por el balcón. La mujer tenía 72 años y el hijo 45. Según informaron los medios de comunicación, el hombre se encontraba afectado por un brote psicótico provocado por la esquizofrenia paranoide que padece.

Este hecho generó en el interior de la Marcha Mundial de Mujeres de Euskal Herria un debate en torno a si activar el protocolo contra la violencia sexista. Dadas las complejas aristas que conforman el caso, se decidió no activarlo, pero sí poner sobre la mesa algunas reflexiones profundas desde una mirada feminista. En primer lugar, visibilizar cuáles son los riesgos e impactos que implica cuidar y, en segundo lugar, reclamar el vacío social e institucional existente para garantizar unos cuidados dignos.

Cuidar es la acción más necesaria frente al actual neoliberalismo depredador. Sin embargo, seguimos fragmentando el cuidado y asignándolo como condición natural a partir de las organizaciones sociales de género, clase, origen, y ciudadanía. No todas las personas tienen los recursos para poder acceder a unos cuidados dignos, lo que convierte hoy el acceso en un elemento clave de diferenciación social y aumento de la desigualdad y la exclusión. Un trabajo, cuidar, que no es considerado trabajo, y cuando lo es los salarios son míseros, los derechos laborales inexistentes y el reconocimiento social brilla por su ausencia.

Son las mujeres: las migrantes, las madres, las hermanas, las esposas, las hijas, las sobrinas, las que asumen mayoritariamente la responsabilidad de los cuidados en condiciones de aislamiento y precariedad. En el caso de los cuidados a personas con enfermedad mental, siguen resolviéndose al interior de los hogares. En nuestra sociedad, el perfil de la cuidadora habitual de una persona con un problema de salud mental grave es una mujer de 64 años que cuida de un hijo durante una media de 21 años. Precisamente, ese era el perfil de la mujer asesinada en Iturrama.

Cuidar es la acción más necesaria frente al actual neoliberalismo depredador. Sin embargo, seguimos fragmentando el cuidado y asignándolo como condición natural a partir de las organizaciones sociales de género, clase, origen, y ciudadanía.

Actualmente, las políticas de salud mental, están orientándose hacia la atención comunitaria, lo que lleva a que se espere cada vez más que la familia esté presente, cerca y disponible para proporcionar cuidados en todo momento, pero sin dotarles de recursos y apoyos suficientes.

Cuidar a un familiar con una enfermedad mental grave supone un enorme compromiso. Esta alta exigencia conlleva un estrés continuo para las personas cuidadoras que tiene impacto en varios ámbitos de su vida. La presión psicológica por los riesgos y la “ansiedad constante” que comporta tener a alguien a su cargo, los sentimientos de culpa por la sensación de colapso al “no poder más” y cansancio extremo, la falta de sueño, los sentimientos de depresión o las tensiones en la relación con las personas de la que cuidan y el estigma social que persiste sobre la enfermedad mental en nuestra sociedad son algunas de las principales consecuencia que sufren las mujeres cuidadoras. Esto conlleva a una mayor soledad o aislamiento para ellas. En ese sentido, no sorprende que la mayor demanda que manifiestan sea un apoyo adicional para desempeñar su papel como cuidadoras.

Tras la gravedad de lo ocurrido en Iruña, desde la Plataforma de la Marcha Mundial de Mujeres de Euskal Herria queremos interpelar con urgencia a las instituciones públicas para que asuman su responsabilidad y emprendan respuestas integrales que protejan los derechos de las personas que cuidan y les ofrezcan alternativas reales.

En primer lugar, el derecho al cuidado ha de ser un objetivo en sí mismo, que reconozca la dimensión vital del cuidado como elemento básico del bienestar de la ciudadanía. Para ello, es imprescindible priorizar los cuidados en la agenda política e incluir también los conflictos y tensiones que éstos generan y que usualmente suelen quedarse ocultos en el ámbito privado y familiar.

En segundo lugar, urge sacar los cuidados del ámbito privado. Esto implica entender los cuidados como una responsabilidad colectiva en la que, además de la comunidad cercana, sean las instituciones públicas las que garanticen unos cuidados universales de calidad y unas condiciones laborales dignas para el conjunto de las personas trabajadoras que las desempeñan.

En tercer lugar, exigimos el reconocimiento a las personas cuidadoras: que sean escuchadas y tenidas en cuenta por las instituciones y profesionales de la salud mental, reconociéndolas como aliadas y con derecho a ser cuidadas y respetadas.

Por último, reivindicamos el derecho a negociar los cuidados así como el derecho a no cuidar. El mandato de género que asocia los cuidados de manera natural a las mujeres y los vincula como aquellos trabajos que realizan gratuitamente y sin pedir nada a cambio sigue operando en nuestra sociedad. Esto hace que para las mujeres sea muy difícil generar conflictos y negociar los cuidados en el ámbito familiar. Pareciera que las negociaciones solo pueden darse fuera del hogar y no dentro. Existen diversos programas sociales orientados a gestionar las emociones ambivalentes que los cuidados generan en las personas cuidadoras. Necesitamos dar un paso más en esa dirección y facilitar recursos y herramientas para que los cuidados puedan ser negociados libremente y en condiciones de igualdad al interior de los hogares.

El pasado 8 de marzo, en la huelga feminista el movimiento feminista de Euskal Herria reclamaba una redistribución integral de los cuidados como camino de responsabilidad colectiva hacia la sostenibilidad de la vida. Hoy desde la Marcha Mundial de Mujeres corroboramos esta reivindicación para que cuidar no sea una imposición que en muchos casos tenga como coste la vida.

Cargando valoraciones...
Ver comentarios 4
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Cargando relacionadas...

Murcia
Extrema derecha
La Fiscalía de Murcia investigará si el presidente de Vox Murcia ha incurrido en delitos de odio
El órgano judicial responde a las denuncias de PSOE, Izquierda Unida y Podemos que apuntan a José Ángel Antelo como instigador de las razzias que se están llevando a cabo en Torre Pacheco.
Opinión
Integración, valores europeos, y otros grandes chistes racistas
El poder ha sabido rentabilizar bien las migraciones: se explota su fuerza de trabajo para engordar las sacas del capital, se explota su alteridad para que la gente no piense en la desposesión que sufren por culpa de este régimen de la avaricia.
Opinión
Lo de Torre Pacheco tiene un nombre: terrorismo supremacista blanco
Lo que está pasando en la localidad de Murcia es responsabilidad de una narrativa supremacista blanca alimentada por políticas migratorias racistas y por la criminalización y estigmatización que sufren las poblaciones migrantes y racializadas.
Comunidad de Madrid
Los bomberos forestales madrileños inician una huelga de un mes
Cerca de 80 trabajadores se han encerrado en la sede de Tragsa a la que acusan de no negociar mejoras laborales y ante la “desidia” de la Comunidad de Madrid.
Economía
¿Cómo funciona el mecanismo de defensa que Europa podría activar contra los aranceles de Trump?
Varios gobiernos europeos apuestan y presionan a la Comisión Europea para que active el Instrumento contra la coerción económica contra las amenazas estadounidenses.
El Salto n.79
La celulosa o la vida: periodismo situado y lucha social para frenar un ecocidio
El jueves 17 de julio os esperamos en el CS “A Nubeira” de Vigo para presentar el último número de la revista El Salto.
Maternidad
La discriminación de las familias monoparentales por los permisos de nacimiento llega al TEDH
Una familia monoparental demanda al Estado español por entender que se ha vulnerado su derecho a la no discriminación.
Fronteras
Las devoluciones en caliente de solicitantes de asilo pasan a ser política oficial en Alemania
La Alemania de Friedrich Merz consagra una política de mano dura y devolución en caliente de solicitantes de asilo que las ONG de apoyo a migrantes denuncian como ilegal.

Últimas

Comunidad El Salto
El Salto estrena nueva página: una web como una casa
Después de un año de trabajo, lanzamos en julio la nueva web de El Salto, con un nuevo diseño, pero, sobre todo, con una nueva Zona Socias llena de ventajas para las personas que hacen posible El Salto con su apoyo.
Alicante
Denuncian cortes de suministro en pleno verano por parte de Aguas de Alicante
Varios bloques de edificios del barrio de Los Ángeles padecen cortes de agua a lo largo del mes de junio y julio sin que la empresa les diera una respuesta clara sobre la situación.
Sindicatos
Extremadura con Las Seis de La Suiza
CNT Extremadura, con el apoyo del Sindicato 25 de Marzo, CC.OO y UGT, convoca una concentración de apoyo en Cáceres el jueves 17 de julio.
Opinión
Redes sociales
Todos vivimos ahora en el castillo del vampiro
Puede parecer contraintuitivo, pero irritar a la gente es de hecho una manera ahora de pacificarla. Porque lo que hace es agotarnos: canalizar nuestro tiempo y nuestra energía creativa al espacio virtual.
Más noticias
Palestina
La coordinadora europea contra el antisemitismo dice que los informes sobre la hambruna en Gaza “son rumores”
Katharina von Schnurbein es la encargada de proteger a Israel en las discusiones que esta semana tienen lugar sobre el acuerdo preferencial que la UE tiene con el Estado sionista.
Palestina
Más de mil caras conocidas de la cultura exigen al Gobierno que cese la venta de armas a Israel
Una carta dirigida al presidente del Gobierno por más de mil profesionales de la cultura considera que “mantener los negocios armamentísticos con Israel es complicidad activa con el genocidio”.

Recomendadas

Málaga
Málaga, el punto de inversión para los fondos israelíes a pie de playa
Diversos fondos de origen israelí están presentes en proyectos urbanísticos de Málaga influyendo en la turistificación de la provincia mientras se enriquecen con la ocupación de Palestina
Feminismos
Patricia Reguero
“Mis relatos están escritos al lado de otras, arropada por la escucha de otras”
Patricia Reguero Ríos, redactora de El Salto, presenta ‘Todo lo que pasó el día que me mordió mi hija’ (La Imprenta, 2025), un conjunto de relatos que desde lo individual apelan a lo colectivo y que se devoran con una mezcla entre ansiedad y placer.
LGTBIAQ+
Mana Muscarsel
“La amistad da más juego para salir de la lógica de la familia porque tiene menos reglas"
La autora y psicóloga argentina pone en valor la amistad frente a los modelos relacionales centrados en la pareja y la familia. Tampoco le interesa la familia elegida: “Marca una línea muy clara entre lo que pertenece y lo que no”.
Barcelona
El reciclaje invisible: la relación entre la chatarra y la ciudad de Barcelona
La red de reciclaje en Barcelona es de una complejidad casi hermética, más aún si hablamos de los recicladores informales, más conocidos como chatarreros. Salimos a la calle a entender una economía sumergida que está a la vista de todos.
Comentarios 4

Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.

Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!

Cargando comentarios...