Cine
Pilar Palomero: “Si digo que ‘Las niñas’ es una película feminista, la estoy limitando”

La película de la directora zaragozana llega a los Goya con nueve nominaciones. Su primer largo ayuda a recomponer la historia de una generación que llegó a la adolescencia en medio de la Expo, las Olimpiadas y las denuncias a las campañas para usar condón.
Las Niñas directora
Pilar Palomero, directora de ‘Las niñas’ Emilio Mayorga

Las niñas es la tercera película con más nominaciones a los Premios Goya y llega a la convocatoria después de haber recogido la Biznaga de Oro a la mejor película española en el Festival de Málaga en agosto de 2020 y con el premio al mejor largometraje de ficción en los Premios Forqué en enero de 2021. Ayer sumó tres premios Feroz. Pero Pilar Palomero (Zaragoza, 1980) no quiere dar nada por sentado ante la buena posición de salida que este reconocimiento le da en los premios más renombrados del cine español. Prefiere, dice, disfrutar del día a día de su película Las niñas, en la que pone el foco en la historia de Celia, una niña de 11 años que vive con su madre y estudia en un colegio de monjas en Zaragoza en 1992.

En el año de la de la Expo y las Olimpiadas que hace unos meses también retrató Luis López Carrasco, en El año del descubrimiento, las niñas de Pilar Palomero descubren lo que es un condón, se hacen preguntas sobre sexo que las monjas de su colegio no tienen intención de responder y traman amistades que las sostienen en medio de la incertidumbre. Pese a ser un retrato íntimo de la vida de una niña, Las niñas sirve de relato de una generación que creció en democracia pero fue educada en una sociedad que veía en la campaña de Póntelo pónselo —una campaña de prevención de enfermedades sexuales que puso el condón en todas las teles y en muchas marquesinas— un ataque los derechos constitucionales. Mientras, las niñas intercambiaban cintas de casete y coreaban estribillos de Más Birras, Héroes del Silencio o Niños del Brasil.

Las niñas llega a los Goya con dos importantes reconocimientos que se pueden leer como adelanto de lo que puede pasar. ¿Crees que saldrás contenta de los Goya?
Sería maravilloso, nos encantaría, pero depende de los académicos. Yo, dadas las circunstancias y el momento en que nos ha tocado vivir, intento no pensar mucho. Ojalá nos dé esa gran alegría la película, pero es que ya nos ha dado tantas…

Tras los Goya, ¿qué recorrido tiene por delante?
Pues supongo que una vez haya pasado toda la temporada de premios le quedará, espero, una vida larga, que permanezca. Lo único que puedo desear como directora es que sea una película que dentro de cinco diez o quince años se siga viendo, eso será que le ha ido bien. Mi mayor deseo como directora es que no sea flor de un día.

Una cosa valiente de Las niñas, además de la mirada que plantea, es cómo te la has jugado en tu primer largo a la carta de una protagonista que por su edad entrañaba el riesgo de no ser una actriz con experiencia, Celia, a quien interpreta Andrea Fandos. ¿No te daba vértigo?
No es que me diera vértigo, pero sí era consciente de que si no encontraba a la Celia perfecta la película no funcionaría, le faltaría el alma. Sobre todo Celia, pero también el resto del casting: las niñas protagonistas, el resto de la clase. Más que vértigo, fue una sensación de decir “a esto hay que dedicarle tiempo y hay que encontrar a la Celia perfecta”. Y fue una mezcla entre un trabajo muy exhaustivo y una preciosa coincidencia, como fue el haber podido conocer a Andrea y que eligiera ser nuestra Celia.

¿Cómo encuentras a Celia?
Yo la había visto en un cortometraje y me había gustado mucho, pero sabía que era muy pequeña para el papel. Y, aunque en el cortometraje me había encantado, todavía no era consciente del potencial que tenía más allá del corto. Concerté una cita con ella, llevé directamente a sus padres y la invité a que viniera al casting. Básicamente tuve una charla con ella, nos conocimos, hicimos una improvisación. Me encantó, pero seguía siendo pequeña. Al cabo de tres meses volví a verla, por suerte para mí había pegado un estirón importante, y me fascinó tanto en la prueba que decidí rebajar la edad de Celia en el guión para que la pudiera interpretar Andrea.

Te he escuchado decir que te gustaba la ingenuidad de Andrea, pero no es nada ingenua en mi opinión. ¿Crees que tus niñas van más allá de esa ingenuidad que se le presupone a la infancia?
Lo que acabas de decir es la cosa que más me gusta de la película, que es que cada uno la hace suya. Tu sensación es que no son ingenuas, pero yo he recibido diferentes feedbacks y es una cosa que me emociona porque cada cual construye la película en su cabeza. Yo, cuando hablo de la ingenuidad, me refiero a que el personaje de Celia está muy basado en cómo era yo, y parte de mis recuerdos de cómo era yo a esa edad, y yo era ingenua e inocente. No es un sentido peyorativo, ni paternalista, sino ingenua como una cualidad bonita, una inocencia que quizá ahora se haya perdido, en niños y en niñas.

Las NIñas cartel

Son niñas que fuman, tienen curiosidad por el sexo, por la música, conocen el valor de la amistad...
Ellas quieren conocer todo, descubrir, preguntar, lo único es que me da la sensación, y es una percepción subjetiva, de que la infancia antes duraba un poquito más. Hoy se tiene información mucho antes.

Las niñas muestra una historia íntima, pero parece que se ha convertido en el relato de una generación. ¿Era es tu idea?
¡Lo podía soñar, pero no lo llegué a imaginar! Sí que sentía que tenía algo que contar. Yo tenía una serie de recuerdos y al hablar con mi entorno más próximo, con amigas y amigos de mi generación, veía que teníamos una serie de vivencias y recuerdos comunes que explicaban mucho sobre cómo veíamos la sociedad en la que habíamos crecido. Sentí que había algo que explicar, que contar, y eso fue el motor.

El mayor deseo cuando se hace una película es que conecte con la gente, es el mayor éxito que puede tener

Y luego, claro, el mayor deseo cuando se hace una película es que conecte con la gente, es el mayor éxito que puede tener. Entonces, cuando me indican que muchas personas se sienten identificadas, y digo esto por lo que me dicen —me llega a través de las redes, o en coloquios—, es lo más gratificante para mí como directora.

¿Lo llamarías cine político? ¿O cine social?
Yo es que no… Yo he intentado hacer la mejor película que he sabido, he intentando que esté ahí mi forma de ver el mundo, de entenderlo, de sentirlo, y soy poco amigas de etiquetas, prefiero que las pongan otros. Yo no sé si esto es cine político o cine social, a mí lo que me interesa es la emoción y creo que la emoción puede derivar en otras reflexiones más intelectuales, pero lo que me interesa, y por eso me gusta la ficción, es buscar la emoción.

Yo soy feminista y es una película que querría ver como espectadora. Y me alegra mucho haberla hecho porque creo que era algo que había que contar

Si te resistes a esta pregunta supongo que tampoco me vas a decir si te parece cine feminista…
Uy, no es que me resista, es que a ver… ¿Cómo entiendes tú el feminismo?

¡Yo hago las preguntas, no las respondo!
Te lo digo porque depende, ¡hay tantas formas de entender el feminismo! Yo soy feminista y es una película que querría ver como espectadora. Y me alegra mucho haberla hecho porque creo que era algo que había que contar. Y me gusta que hay gente que me dice que los años 90 no eran así, porque me hace darme cuenta de que persisten muchas ideas pasadas de moda en nuestra mentalidad con respecto a los mensajes con los que hemos sido educados y con los que seguimos educando a las mujeres.

¿Entonces más o menos me has respondido que sí?
No... Sobre todo, no es cine femenino, eso segurísimo. Ni cine para mujeres... Es una película que he dirijo yo, que soy una mujer, y que habla sobre unas personas que son una niñas, que están creciendo y reciben mensajes que no les ayudan a crecer y desarrollarse como adultas. 

Si digo que es una película feminista la estoy limitando yo misma, y lo que menos quiero hacer con una película, al igual que no lo haría con un hijo o una hija, es limitarla. Por eso me resisto a poner una etiqueta: ni cine político, ni social, ni feminista… Eso es más la labor de otros, o de quienes la ven. No pretendo ser arrogante, sino que te hablo desde la humildad de quien lo hace. Yo lo he hecho con la voluntad de que conecte con todo el mundo. Y ojalá haga pensar y qué maravilla si lograra que alguien se replanteara algunas cosas sobre su educación y su pasado. De ahí a poner una etiqueta o decir yo quiero hacer esto... Me parecería pretencioso.

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Entonces, si tenemos que etiquetar esta entrevista para que nos encuentre Google, ¿qué pondrías?
¡Ninguna! Pero no es mi posición con respecto a Las niñas sino que es mi posición con respecto al cine. También te he dicho antes que yo elegí la ficción, cuando en realidad parto de la base de que qué es ficción y qué es documental. El cine que me interesa es precisamente el cine donde esa línea está poco definida. En general, no me gustan la etiquetas y en general lo que traen son problemas. 

Mi mundo era femenino y eso es lo que he retratado en la película. Creo que a la inversa no es una pregunta que se pueda hacer, no se hace cuando la mayor parte de los personajes son masculinos

En la película apenas hay hombres y los dos que hay apenas tienen dos frases. ¿Esto parte de la idea original del guión o se ha definido luego, en el montaje?
Creo que es una pregunta que me han hecho en el 90% de los coloquios. No, no es algo intencional. Me llama la atención que llame tanto la atención. Cuando escribí el guión y cuando rodamos yo ni me lo planteé, no fue intencionado, y es cierto que apenas existe la figura masculina, y cuando me preguntan por primera vez reflexiono y me doy cuenta de que estoy narrando un mundo, el de mi infancia, que era casi exclusivamente femenino. Yo tuve solo profesoras hasta que fui al instituto, yo no tuve un amigo hasta que fui al instituto, bien entrada la adolescencia. Mi mundo era femenino y eso es lo que he retratado en la película. Creo que a la inversa no es una pregunta que se pueda hacer, no se hace cuando la mayor parte de los personajes son masculinos.

A veces me han planteado esto como si fuera un error, o como si intencionadamente hubiera elegido no representar a los hombres por posicionarse políticamente de alguna forma. Y no, en absoluto. Sobre todo, como cineasta que se toma su trabajo muy en serio, estoy hablando de personas, no me interesa el género.

¿Cuál es tu escena favorita y qué escena cambiarías?
Hay escenas que no me gustaron tanto por diferentes cuestiones, pero no las hemos incluido en el montaje final. De las que hay, no hay ninguna que cambiaría porque, lo decía Truffaut, las películas también respiran en sus errores y creo que están ahí y forman parte de ella.

Me lo pasé en grande todo el rodaje, fue una experiencia preciosa y tengo muchos momentos inolvidables, pero quizá de la que mejor recuerdo tengo es de este plano en el coro que parece muy simple pero fue muy difícil. Era un teatro lleno, hacía un calor terrible, había 200 figurantes que se derretían de calor, las niñas se desmayaban y están casi dos auxiliares de producción por cada una abanicándolas, para maquillaje y vestuario fue un esfuerzo titánico. Y en ese momento me pareció que estábamos todos remando a una, todos por y para la película. Yo creo mucho en el trabajo en equipo, defiendo que esta película es el resultado de un trabajo de equipo increíble y tengo un buen recuerdo de esta escena, de decir “¡madre mía, qué bonito es este esfuerzo!”.

Actualmente estás ya trabajando en otro proyecto, La maternal. ¿Cuánto se parece a Las Niñas?
Con La maternal vuelvo a la adolescencia pero la verdad es que no tiene nada que ver con Las niñas ni con respecto al tono, ni trama ni tema. Quiero reflexionar y ahondar sobre la maternidad no solamente en la adolescencia, porque la protagonista es una adolescente embarazada, sino que me gustaría hablar de la maternidad en términos más amplios. Estamos desarrollando el guión, estamos construyendo la historia.

¿Cómo es ese trabajo de construcción?
Intento que la línea que divide ficción y documental sea lo más fina posible, estoy hablando con muchas mujeres que fueron madres en su adolescencia y estoy metiéndome de lleno en todo el universo de los trabajadores sociales, educadores, para entender cómo funcionan, y sobre todo psicológicamente, para comprender cómo una adolescente vive la maternidad y a partir de ahí trato de escribir. La verdad es que intento inventar lo menos posible porque la realidad está ahí y aparte de que supera la ficción, es muchísimo más interesante.

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