Ciencia ficción
Sci-fi feminista: la desigualdad se combate creando

¿De qué hablamos cuando hablamos de ciencia ficción feminista?

16 jun 2019 06:51

Al igual que Ursula K. Le Guin retrató una sociedad nueva en Los desposeídos, una creciente corriente reclama un nuevo mundo literario libre del sesgo machista que se arrastra desde hace siglos. Si en Anarres —la luna a la que se exilia parte de la población después de una revolución anarquista— viven de manera contraria al planeta capitalista del que huyeron (Urras), las autoras, editoras, traductoras, ilustradoras, comunicadoras y demás agentes de este siglo luchan por cambiar el principal objetivo del mercado y recordarnos que la literatura sirve para transformar una sociedad.

Como si de un arma de protones se tratara, la ciencia ficción feminista dispara a las dianas más vergonzosas de nuestro universo literario: invisibilidad de las autoras, escasa promoción de sus obras, simplificación de los personajes femeninos, estereotipos, infravaloración del género, mirada heteronormativa de las relaciones y un largo etcétera. El objetivo: ayudarse de esta potente herramienta para poder vislumbrar de forma colectiva sociedades más justas, más igualitarias y más políticas. Pero antes de empezar un viaje por esos mundos utópicos, distópicos y más cercanos de lo que podemos imaginar, hay que poner nombres. Porque ya sabemos que lo que no se nombra no existe.

¿De qué hablamos cuando hablamos de ciencia ficción feminista? “Se trata de mostrar abiertamente los problemas de la sociedad y evidenciar que esta es patriarcal, que hay una estructura de poder de los varones sobre las mujeres, una estructura social, cultural, económica, ideológica y política que siempre se menciona como contraargumento. También tiene la función de subvertir los estereotipos sobre mujeres y varones”, explica Lola Robles, activista y escritora de, entre otras obras, el reeditado El Informe Monteverde.

Para Robles, esta corriente llegó a España en los 80, una década después de que lo hiciera en los países anglosajones, donde la tradición y el peso de la ciencia ficción siempre fue mayor. “La irrupción en los últimos años y a nivel internacional de miembros de colectivos infrarrepresentados (mujeres, LGTB+, personas racializadas, con discapacidades, etc.) muestra que es un género que hoy en día da cabida a todo el mundo, porque cualquiera puede imaginar la influencia que la ciencia y la tecnología tienen sobre su vida”, comenta Cristina Jurado, escritora, traductora y editora de la revista especializada Supersonic.

Por su parte, Teresa López-Pellisa, doctora, profesora e investigadora de la ciencia ficción y sus relaciones con otras disciplinas, entre ellas los estudios de género, no duda al responder si otras personas no mujeres pueden escribir novelas feministas. “Por supuesto, cualquier persona con inquietudes feministas, ya sea hombre o una persona no binaria. Igual que los hombres han usado desde siempre narradoras o personajes femeninos en primera persona en sus obras de ficción”.

Empezando mal la historia de la sci-fi

Sin contar con la llamada protociencia en el siglo XVIII, Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley, de 1818, se considera la primera obra de ciencia ficción de la historia. Pese a ser un clásico de impacto innegable en el imaginario colectivo, la afirmación de si esta obra inaugura el género sigue levantando debate, ya que muchos se niegan a admitir su título de primera obra. “Me da la impresión de que son más los ‘opinadores’ varones los que creen que no, algo ya de por sí muy significativo”, dice Robles, veterana en esto de la ciencia ficción y que ha visto cómo la presencia de roles diferentes para la mujer (tanto en el contenido como en su faceta editorial) siempre levantan las mismas ampollas.

Otra veterana, Elia Barceló, tuvo que ver cómo su obra Consecuencias naturales —que daba la vuelta a los roles de la maternidad y el comportamiento sexual—, publicada hace 25 años, obtenía reconocimiento internacional mientras que en España era criticada e ignorada. De hecho, hasta que hace unos meses la joven editorial Crononauta la reeditó, era muy difícil encontrarla. Lo mismo ocurrió con El cuento de la criada antes de que la serie televisiva batiera récords de audiencia, y ocurre hoy día con numerosas obras clásicas o actuales. ¿A qué se debe esto?

Como explica Joanna Russ en su libro Cómo acabar con la escritura de las mujeres (Barret y Dos Bigotes, 2018), son muchas las técnicas que se han empleado a lo largo de la historia de la literatura para menospreciar, invisibilizar o condenar a las mujeres que escriben. “Hay estudios que confirman que en España existe un sesgo dependiendo del género ante obras de igual calidad. A las autoras se las traduce menos, se las reedita menos y se las publicita menos, salvo que se ciñan a los temas estereotipados que tiene el mercado con las mujeres”, comenta Elena Lozano, fundadora de Crononauta. Si a esto le sumamos que la ciencia ficción como género también ha sido infravalorada como algo lúdico y no serio, nos encontramos en una encrucijada para las autoras de ciencia ficción.

“Hay personas que piensan que entre una novela feminista y una de ciencia ficción feminista, la de sci-fi será de menor calidad”, dice Carla Bataller, traductora y parte de Crononauta, quien explica que “es normal, ya que en España la ciencia ficción comenzó en novelas de quiosco, compitiendo con las del Oeste y en un sector mayoritariamente masculino y excluyente, por no decir denigrante para las mujeres”. Desde esta pequeña y pionera editorial especializada en ciencia ficción feminista no solo han editado obras como las de Barceló, sino que apuestan por traer autoras nunca traducidas —como Nnedi Okorafor con su trilogía afrofuturista Binti— o publicar textos inéditos. De hecho, actualmente tienen una convocatoria de envío de manuscritos que se transformarán en un nuevo libro. Pese a que las condiciones son claras —que sea ciencia ficción y feminista—, son muchas las anécdotas que Elena Lozano tiene de lo que les hacen llegar a la editorial.

Sci-fi feminista

“A veces nos llegan cosas que no creerías: ciencia ficción rancia, en la que las mujeres tienen papeles florero y la descripción de sus senos es más detallada que la de su carácter, personajes LGTBI+ con estereotipos manidos, etc.”, comenta entre la risa y la rabia Lozano. Por su parte, su compañera de editorial menciona el ‘síndrome del impostor’, que es aquel que impide a muchas mujeres considerar que su trabajo es válido, optar a un puesto de trabajo en el que no cumplan el 100% de los criterios o enviar manuscritos a un concurso. Por eso, desde hace pocos años se ha hecho un esfuerzo por crear antologías que ayuden a visibilizar estas obras. Desde Distópicas y Poshumanas (Libros de la Ballena), coordinados por Lola Robles, hasta Insólitas (Páginas de Espuma). López-Pellisa, coeditora de esta última, cree que, entre otros, “el problema que hemos tenido en España en la academia es que nos han formado en un canon realista, dejando al margen todas las obras que se han hecho de ciencia ficción”. Eso, junto al hecho de que es difícil encontrar ejemplos de autoras en prácticamente todos los géneros de la literatura, hace especialmente importante la labor que se hace desde editoriales como Cerbero, Amor de Madre, Triskel o Palabaristas para reeditar, lanzar nuevas obras y publicar antologías exclusivas de autoras.

“Tradicionalmente, la ciencia ficción era terreno del hombre cisheterosexual y blanco”, comenta Jurado, por eso es importante el ejercicio de visibilizar y dotar de espacios propios a las mujeres. “La desigualdad se combate creando”, afirma la directora de Supersonic, que defiende que “escribir es un acto político, lo mismo que publicar”. “Si quieres reflejar mejor la sociedad en la que vives —precisa Jurado—, debes ser sensible a sus cambios y entender que, si no haces un esfuerzo por descubrir y apoyar a miembros de colectivos infrarrepresentados, entonces es que prefieres seguirle el juego al statu quo”.

Un mundo editorial cerrado y asfixiante

Si mezclar un género infravalorado con unas creadoras ignoradas no fuera suficiente, se añade la dificultad para los pequeños proyectos de hacerse hueco en el mercado y ser viables. “Se nos decía que era una locura y que no había personas que buscaran ese tipo de libros, pero estábamos decididas a hacerlo”, comenta Lozano en referencia al momento en que anunciaron su intención de montar una editorial específica de sci-fi feminista. Antes, recuerda, para satisfacer su apetito de lectura, recorrían librerías y tiendas de libros de segunda mano de manera incansable. “Ni siquiera buscábamos que fuesen feministas: nos valía con encontrar alguna de estas mujeres, y ya era casi imposible”, detalla. Por eso, no solo en España, sino también en América Latina han sido tan importantes portales digitales para hacer comunidad, intercambiar impresiones y manuscritos y “acercar a las personas algo inaccesible y necesario”, como reza el objetivo de Crononauta.

Iniciativas como La Nave Invisible, La Ventana del Sur o #LeoAutorasFantásticas; revistas como Origen Cuántico o SuperSonic e incluso congresos —“Las creadoras y lo fantástico”, en junio en la Universidad Autónoma de Barcelona—, concursos solo para escritoras (como los Premios Ripley) y festivales como el Ansible Fest. Se trata de un hecho sin precedentes en el mundo hispanohablante: un festival feminista con la ciencia ficción en el centro, que celebrará en Bilbao su segunda edición el 6 y 7 de septiembre. Todo ello hace que haya una sensación optimista en el sector.

“He notado un cambio muy importante —explica López-Pellisa— tanto a nivel feminista como en el cómo se recibe la ciencia ficción fuera de los géneros. La gente se está enterando de que tiene un discurso político muy potente y hay muchos autores que están empezando a publicar, como Rosa Montero con sus últimas tres novelas”. Por su parte, Robles cree que “hay que seguir en este camino, aunque evitando caer en zonas de confort, como pueden ser en un momento dado las convocatorias de antologías solo para escritoras, que han tenido una función pero no creo que sea bueno que perduren en el tiempo, pues pueden ser sustituidas por otras iniciativas”.

Como traductora, Bataller pone el acento en que ni siquiera dentro de la ciencia ficción feminista existe la diversidad real de la sociedad. “Creo que no hay ninguna obra de corte fantástico escrita por una autora de ascendencia asiática y directamente en español”, pone como ejemplo. En lo que sí coinciden todas ellas es en que este cambio de abajo arriba debe partir desde las comunidades de lectores, desde las pequeñas editoriales y desde las iniciativas que apoyan a estas. “En general, las grandes editoriales, donde muchas veces el 80% de su catálogo está compuesto por hombres, se mueven por otros intereses más comerciales”, concluye Robles. 

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José Vicente Serrano
22/6/2019 20:07

Enlace a la noticia de los datos de edición desglosados por sexo...
https://elpais.com/cultura/2019/06/06/actualidad/1559805239_962042.html

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José Vicente Serrano
22/6/2019 20:03

Al final del artículo se dice por parte de una entrevistada que el catálogo de las editoriales tiene un 80 % de autores varones. De nuevo una incorrección. Como es de suponer que se refiere a literatura de ficción,n los datos son erróneos. Según el reciente informe del Ministerio de Cultura: "En la literatura, el colectivo de autoras tiene una proporción mayor que el masculino en los libros de infantil y juvenil, en los de texto y en la creación literaria. Entre las escritoras, el 29,4% se dedica a la creación literaria; entre ellos, el 27,4%. Los hombres prefieren centrarse en las ciencias sociales y humanidades (representan el 38,9% de sus obras). Ellas insisten también en el área infantil y juvenil, con un 15,4%, mientras que para ellos supone un porcentaje menor: un 6,7%."

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José Vicente Serrano
21/6/2019 8:40

La ciencia ficción en España no empezó con las novelas de a duro de los 50, los bolsilibros, sino que a principios del siglo XX ya había autores como José de Elola (el "Coronel Ignotus" y de donde sale el nombre para el Premio Ignotus de la Hispacon) mas tarde, antes de la guerra, Jesús de Aragon (el "capitan Sirius"). Solo por citar dos nombres. Invisibilizando mujeres, tampoco se menciona a las autores de bolsilibros, como María Victoria Rododera la cual firmó mas de 100 bolsilibros de ciencia ficción (y varios centenares mas de todos los temas). Hay que hacer los deberes y documentarse mas.

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Rubén Soto
19/6/2019 19:16

Ni Elia Barceló fue ignorada (se la reconoció como una excelente autora entre los aficionados desde el momento uno) ni era difícil de encontrar la edición de Miraguano (y sigue siendo muy fácil). "El cuento de la criada" también era una obra muy apreciada antes de la serie. A ver si contrastamos un poquito antes de publicar artículos. En cuanto a lo de los "opinadores varones" que niegan Frankenstein como primera obra de la ciencia ficción, ¿se podrían dar más datos de esa estadística? Porque si solo es una impresión, yo he leído a la mayoría de "opinadores" opinar justo lo contrario.

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Rubén Soto
20/6/2019 7:42

Por lo demás buen artículo, y siempre se agradece la reedición de obras de esa gran autora que es Elia Barceló, así como las antologías Insólitas, Distopías o Poshumanas.

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Pepita Grillada
19/6/2019 17:24

Una mujer con talento tienen muchas más probabilidades de publicar que un hombre con talento. Si hablamos de autores jóvenes, la abrumadora mayoría de personas que publican son mujeres.

Esa frase tan manida, "aquí se viene llorado" (tan machista, por cierto), que se está usando contra las protestas de algunos hombres por esta situación de apartheid genital (con premios que solo admiten mujeres, por ejemplo), deberían aplicárselas las autoras del artículo, no lo digo yo, sino sus correligionarios a cualquiera que opina sobre la injusticia de la discriminación.

Por tener un punto de vista no tan complaciente como el de este artículo:

https://blogs.elconfidencial.com/cultura/mala-fama/2019-05-29/machismo-literatura-premios-festivales-i_2041442/

A ver si llega la igualdad de una vez, que pasó de largo.

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sepuedeopinar?
18/6/2019 22:41

Solo deseo a la autora que pueda dormir tranquila con su conciencia de ser una censora de la época más triste de este país.
Felicidades y que tenga felices sueños

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sepuedeopinar?
18/6/2019 20:50

El simple hecho que censuren un comentario por el democrático hecho de no coincidir en ideas políticas-sociales con la editorial ya da una explicación de que tipo de publicación es El Salto.
No siento enfado, solo pena

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#36050
19/6/2019 14:13

La hostia, qué llorica.

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sepuedeopinar?
18/6/2019 19:54

Espero que no me vuelvan a censurar
Siempre me he planteado lo siguiente:
Prensa sectaría de derechas: La Razón. OK Diarío, El MUndo, ABC....
Prensa Sectaría de izquierda: Público, Diario.es, El País, Huffpost....
Ha habido 2 noticias MUY PERO QUE MUY trascendentes, que se han echo eco no solo la prensa de derewchas señaladas sino también las de la izquierda.
1ª noticia. Profesora de ESO y num 2 del PSOE en Fuerteventura castradora de niños.
2. Una pareja de lesbianas en Brasil cortó el pene a uno de sus hijos (5años) por heterofobia.
EL SALTO NI MUUUUUUUUUUUUU.
Quiero decir, es la prensa más sectaria entre todas las sectarias

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Pedro
18/6/2019 15:41

Buen artículo. Bien hilvanado y prolijo en detalles.

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José Vicente Serrano
18/6/2019 13:47

Reseña de la novela "Consecuencias naturales" de Elia Barceló en el fanzine BEM en el número 44 de 1995. Ni se le ignora ni se hace una crítica diferente a la de un autor masculino. https://ttrantor.org/VolPag.asp?volumen=8478131280

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José Vicente Serrano
18/6/2019 13:12

"Consecuencias naturales" de Elia Barceló. Comentario de José Luis González Álvarez publicado en el volumen Bem 44, ediciones Interface, colección Bem, número 44, edición de 1995. Derechos de autor 1995, José Luis González Álvarez)
"Quizá la consecuencia mas natural que sugiere esta obra es la de un texto ligero, un tanto desmañado en lo que se refiere al tratamiento de personajes y situaciones, que discurren a través de la obra en una sucesión de actos muy similares a los que los textos de un guión podrían ofrecer. Sobre esto, la propia autora da su explicación: es la consecuencia de ampliar un texto previo, sin mucho convencimiento en la historia por su parte y mucha insistencia por parte de quienes la instaban a ello. Afortunadamente, Elia Barceló sucumbió a esas instancias... Porque la novela en sí puede ofrecer otras muchas consecuencias, todas ellas bastante naturales (y, a veces, escalofriantes). Vamos a intentar interrogarnos ahora sobre eso.
Veamos... Nico, nuestro protagonista, vive como mecánico en una estación espacial de más de trescientas personas. Una estación espacial de un futuro indeterminado (a lo largo de todo el relato no encontraremos casi ningún detalle que ayude a la lectora y el lector a situar en el tiempo o el espacio el desarrollo de la acción. Elia Barceló dejó entrever en la pasada HispaCón que esta postura es intencionada. La falta de referencias locales debería dejar más espacio para concentrarse en lo que podía trasmitir la novela). Una nave de especie alienígena, de existencia apenas conocida (Se deben aplicar aquí los mismos comentarios de la nota anterior: De esa especie alienígena sólo conoceremos, a lo largo de la novela, su existencia y los comportamientos sociales mínimos necesarios para poder seguir -o casi- la trama de la historia. La intención sigue siendo la misma: ¿Porqué contar cosas accesorias que no vienen al caso?. Esta pregunta debe respondérsela cada lector individualmente), precisa la ayuda de esa estación para unas reparaciones. Esta situación clásica propicia lo que llamaríamos "un primer contacto", término que augura el descubrimiento en páginas posteriores, de una "nueva cultura", "nuevos paisajes" y "nuevas leyes físicas". Bien, pues no es así. Nada de "sentido de la maravilla" y sí una muy prosaica y humana relación entre sexos opuestos; en este caso, entre sexos y especies opuestas. Con la consecuencia natural anunciada en el título.
Nico se va a ver enfrentado a su propia antítesis de macho de una manera muy especial y muy humana. Y el análisis de ese enfrentamiento es lo que va a proponer a los lectores las claves para un verdadero disfrute de la novela. Disfrazado de ciencia ficción, vamos a tener que enfrentar un problema muy clásico de nuestra época, ya señalado arriba: Las relaciones entre personas de sexo femenino y personas de sexo masculino.
Es poco lo que se podría contar de la novela sin destripar por completo un par de situaciones sorpresivas puestas ahí, simplemente, por el buen oficio de la autora para conseguir la atmósfera adecuada, así que no hablaremos más del argumento, y nos perderemos en otras disquisiciones mas generales.
Nico no cumple tan siquiera el estereotipo de "machista" que todas y todos conocemos. Es simplemente un macarra barato de barrio, incapaz de cambiar a lo largo de toda la novela, entre otras cosas, porque no quiere hacerlo. Sus conceptos de mujer, femineidad, sexo, son un encefalograma plano, línea recta hacia su único objetivo, el de obtener el respeto de los demás en base al número de tías que se "calza". Nico vive en un entorno cerrado que marca sus propias pautas de igualdad; mujeres y hombres utilizan constantemente un vocabulario que quiere ser símbolo de esa igualdad, pero que lo único que hace es marcar las diferencias. Así, a lo largo de la obra, veremos más de una vez cómo los plurales son distinguidos entre femenino y masculino ("...Todas y todos, nosotras y nosotros, ciudadanas y ciudadanos del planeta Tierra, nos sentimos..."). El intento de concienciarnos sobre la necesidad de un léxico menos machista es bueno, es parte de las ideas a comunicar a través del relato. La solución propuesta es, literariamente hablando, pesada. ¿Quizá más adelante, en el futuro...?
Junto a Nico, se desarrollan otros dos personajes básicos: La capitana Charlie Fonseca, y el/la Xhroll Akkhaia. Fonseca nace en la obra quizá como la idea de mujer que pueda tener la autora, pero rápidamente toma entidad propia, y en el trasluz de sus apariciones nos va mostrando inconscientemente actitudes propias. Desprecia a Nico por lo que su historial dice que es, lo aprecia por su situación, con la que llega a identificarse sutilmente, lo vuelve a odiar cuando se ve unida emotivamente a la/el Xhroll y, finalmente, decide ignorarlo cuando se da cuenta que Nico no se entera de todos los procesos emotivos por los que ella ha pasado. Akkhaia es distinta/o, da más juego a la autora para la improvisación y el experimento. Su condición nada clara de bisexualismo la/le permite participar de los defectos de los dos sexos y ser el vehículo de la búsqueda de una solución al dilema. Esa solución no se da en la novela; Elia Barceló no la posee, sólo la busca, y permite que, con ella, nosotras y nosotros también (¿Se van cansando ya de tantos plurales distintivos?). Akkhaia aparece como una extraterrestre distante, fría y... hermosa. Poco a poco va ofreciéndonos trazos de su vida real: Descubriremos que tiene un amor secreto, casi al más puro estilo del drama sentimental; descubriremos que puede sublimar sus sentimientos en la solución ácida que determina un objetivo de raza, y aceptar esa disociación con una estolidez muy femenina; descubriremos que es capaz de engreimiento masculino cuando es capaz de implantar en un xhrea convirtiéndolo en un abba... (Xhrea, abba,... bueno, tienen que leer ustedes la novela. Estos nombres están sujetos a la interpretación de cada cual).
Todos estos personajes, y las situaciones que viven, recrean en el espacio el problema de una sociedad diferenciada tradicionalmente por el rol asignado a los dos sexos que la componen. Pero, graciosamente, tampoco es una recreación exhaustiva, minuciosa o pormenorizado. Leyendo la novela, podemos apreciar cómo hay muchas lagunas, muchas opciones sin cerrar. Es parte del juego: debemos ser nosotros quienes llenemos esas lagunas, los lectores. La autora, intencionada y descorazonadoramente, cierra la obra regresando al principio. Apenas se atreve a esbozar posibles salidas, y en todo caso, las coloca en el lado de los alienígenas, no en el lado de los seres humanos.
Consecuencias naturales no es, en absoluto, una obra cerrada. Quizá por eso pueda parecernos, en una primera lectura, algo inacabado, pero la historia tiene un principio y un final, un desarrollo. No tiene, ya lo comentamos, un relleno -apenas una ligera descripción de un paisaje ajardinado del planeta Xhroll, nada de naves, estaciones ni estancias-, pero eso es intencionado. Y Elia Barceló ya ha insistido en otras narraciones sobre el tema que plantea en la novela, por lo que hemos de suponer que seguirá haciéndolo en sucesivos relatos. Su interés por las relaciones humanas, por la intensidad y sentido de las mismas, queda manifiesto. No deja de ser el juego que todo autor mantiene con sus propias creaciones, juego de fantasmas y emociones, de ideas y contradicciones que, en suma, es de lo que nos nutrimos los lectores."

No parece que se la haga una crítica diferente a la novela de un autor masculino ni que se le ignore.


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Jose Vicente Serrano
18/6/2019 9:34

Por favo, ¿cual fue la repercusión internacional de "Consecuencias naturales" en 1994? Gracias.

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JASB
17/6/2019 11:55

Y ya de paso... ¿Me podríais recomendar alguna novela de ciencia-ficción feminista para adultos?
¡Gracias de nuevo!

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JASB
17/6/2019 11:35

¿Qué novela(s) de ciencia-ficción feminista me recomendáis para jóvenes de 14-15 años?
Creo que sería una buena idea proponer lecturas de este tipo en el instituto.
¡Gracias por adelantado! ;)

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JASB
17/6/2019 11:56

(En el instituto y fuera de él)

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Erika
17/6/2019 9:00

Un artículo muy necesario, claro y conciso. A mi alrededor, la gente sigue leyendo, de manera mayoritaria, a autores consagrados y a autoras consagradas. Por ese orden. Con obras, además, de corte realista. Cuando me preguntan qué otro criterio podría seguirse a la hora de escoger lecturas, suelo mencionar la crítica social como elemento que obligue a la reflexión. Cuanto más incómodo sea el retrato de las desigualdades plasmado en la literatura, más pie da a cuestionarse lo establecido.

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