Chile
Jara y Kast buscan en el centro el voto que definirá la presidencia de Chile

Chile finaliza el año con una contienda electoral que enfrenta a una candidata proveniente del Partido Comunista y a un ultraderechista de raíces pinochetistas. La primera vuelta presidencial, celebrada el 16 de noviembre, dejó un escenario de alta fragmentación y sin un vencedor claro. Jeannette Jara, candidata del oficialismo, obtuvo un 26,9% de los votos válidos y el ultra José Antonio Kast, un segundo lugar con el 23,9 %.

Pero el dato que reconfiguró el tablero político fue el tercer lugar del populista digital Franco Parisi, quien alcanzó un 19,7% según cifras oficiales del Servicio Electoral chileno (SERVEL). El candidato que se definía como “ni facho, ni comunacho”, llamó a su electorado a anular el voto en los próximos comicios. Por su parte, el líder del Partido Nacional Libertario de Chile, Johannes Kaiser, obtuvo un 13,9% de los votos y anunció un total apoyo a Kast.

Ese caudal, se sumará previsiblemente al voto de Evelyn Matthei, heredera natural del expresidente Sebastián Piñera, de la derecha tradicional chilena, que obtuvo un sorpresivo quinto lugar con un 12,5%. Si bien la noche del 16 de noviembre acudió al comando de campaña de Kast a ofrecer su apoyo, no está claro dónde irán los votos de sus electores en esta segunda vuelta.

Paulina Astroza, señala a El Salto que, “hay un voto que probablemente aumente en esta elección comparada con otras, que es el voto nulo o blanco”

Eso convierte este electorado moderado en el actor más codiciado de la segunda vuelta. Pero el voto moderado no es homogéneo. Parisi congregó a electores distantes de los partidos tradicionales, muchos de ellos jóvenes, desconectados de la política institucional y con un fuerte componente de voto volátil. Matthei, por su parte, concentró a sectores conservadores del centro tradicional, pero con mayor anclaje partidario.

“La disputa del voto moderado es compleja, porque casi todos los moderados tienen una visión muy negativa del gobierno de Boric”, explica a El Salto Miguel Ángel López, académico del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile.

“Es muy poco probable que los grupos moderados vayan el domingo a votar por Jara. Muchos de ellos, siguen la misma línea de Kast, en el sentido que gran parte de su campaña está centrada en su posición frente al gobierno de Gabriel Boric”, agrega el experto.

Sin embargo, la doctora en Ciencias Políticas y académica de la Universidad de Concepción, Paulina Astroza, señala a El Salto que, “hay un voto que probablemente aumente en esta elección comparada con otras, que es el voto nulo o blanco”. Y agrega: “Ante un escenario de radicalización de posturas, y con una campaña bastante confrontacional, especialmente en los debates, muchos no se decantan por ninguna opción en el balotaje”.

Kast, la narrativa de la mano dura y el orden

Si hay un eje que domina la campaña del ultraderechista José Antonio Kast es la seguridad. Su discurso promete endurecimiento penal, control territorial y la expulsión masiva de migrantes irregulares, un planteamiento que aparece como respuesta directa a la percepción de inseguridad instalada en gran parte de la ciudadanía.

En sus actos y declaraciones, Kast ha insistido en que Chile “perdió el control de sus fronteras” y que solo un enfoque de “orden y autoridad” puede revertir la crisis. Su estrategia también intenta capitalizar la frustración hacia el gobierno del presidente Boric, cuya gestión en seguridad figura entre los temas de mayor desaprobación pública.

Astroza explica que si gana Kast, “sería la primera vez que en Chile gobernaría democráticamente la ultraderecha”

El uso político de la migración es uno de los puntos más tensos de su campaña. Kast conecta este discurso con un llamado a “recuperar la soberanía”, un mensaje que resuena en sectores populares y medios que sienten que el Estado ha perdido capacidad de respuesta ante el crimen organizado.

“El discurso de José Antonio Kast se ha articulado en el 'orden' y la 'mano dura', que conecta con parte del electorado. Así como estas últimas décadas las principales preocupaciones eran por el aumento de las pensiones, salud y educación, Kast ha logrado manejar y canalizar bien el descontento actual”, señala López.

La apuesta de Jara: pensiones, aumento del salario mínimo, protección social

Jeannette Jara enfrenta el desafío de ampliar su base electoral más allá del núcleo de izquierda. Su campaña ha intentado conjugar el mensaje de justicia social con señales de moderación, que permitan atraer a votantes que buscan cambios, pero no un giro abrupto.

En su discurso, Jara ha insistido en reformas estructurales. También ha defendido las políticas llevadas adelante durante su mandato como ministra de Trabajo (2022-2025) en la actual gestión presidencial, donde logró acuerdos para una reforma de las pensiones, fortalecimiento del Estado social, protección laboral, políticas redistributivas y uno de sus grandes logros, la jornada laboral de 40 horas.

La dificultad para Jara es doble. Por un lado, necesita convencer a votantes que rechazaron frontalmente a Kast en primera vuelta. Pero por otro, debe seducir a quienes no se sienten interpelados por la izquierda tradicional y que priorizan la seguridad sobre cualquier otro tema.

A ello se suma el desgaste del gobierno actual que, según una encuesta del Centro de Estudios Públicos, sólo recibe la aprobación del 28% de los chilenos. Esto puede restar apoyos decisivos a Jara.

Aquí se dirimirá la lectura que hagan los votantes moderados sobre quién garantiza gobernabilidad y estabilidad, un terreno donde ambas candidaturas intentan posicionarse en las últimas semanas.

“De ganar Jara, sería la primera presidenta comunista que tendría Chile, dado que Salvador Allende no era comunista, sino que era socialista”, indica Astroza. “Eso podría indicar para la región, que un presidente comunista podría gobernar sin llevarnos a un modelo comunista, y eso sería un experimento en Chile”, agrega la experta.

¿Un giro conservador o una reafirmación progresista?

Más allá de lo que ocurra en las urnas, la elección chilena ya se observa con atención en toda América Latina. Un eventual triunfo de Kast reforzaría un eje conservador regional, alineado con figuras como Javier Milei y Daniel Noboa, junto a sectores de la derecha brasileña, colombiana y mexicana, lo que tendría implicancias en políticas migratorias, ambientales y de derechos humanos.

Organizaciones y analistas han advertido que un eventual gobierno de Kast implicaría una reorientación hacia modelos de Estado más reducidos, junto con una agenda de valores conservadores que podría influir en debates regionales como el aborto, los derechos LGTBI+ o el rol del Estado en la seguridad.

Astroza explica que si gana Kast, “sería la primera vez que en Chile gobernaría democráticamente la ultraderecha”. En ese caso, “habría que ver si en un posible gobierno cumple con todo lo que ha prometido en campaña”.

Si Jara ganara, en cambio, se reafirmaría un bloque progresista que hoy parece debilitado en la región. Su victoria podría fortalecer la articulación de gobiernos que defienden políticas sociales robustas, sistemas de bienestar y una agenda de derechos humanos más amplia.