Centros sociales
Semillas en nuestros barrios

La utopía fue a parar al sitio más inalcanzable, que era el futuro. Pero resulta que, distanciándola más y más, la perdimos de vista. Tanto que ahora es difícil imaginar un futuro que nos dé apenas ganas de levantarnos de la cama o imaginar que vendrá algo positivo. ¿Sabemos imaginar?
Encuentro callejero de la Villana de Vallekas 2
Aspecto del encuentro 'Reencantar el mundo desde nuestros barrios', con Silvia Federici, organizado por La Villana de Vallekas en la calle el pasado mes de marzo, con un éxito de convocatoria. Foto: La Villana.

Tal vez el problema de la utopía es explicarla. Si la pensamos como sinónimo de imposible, la utopía, por definición, siempre será inalcanzable. Cierta distancia es imprescindible, eso es cierto: así, los primeros utópicos la colocaron bien apartada, en islas inexploradas, en las zonas grises de los mapas náuticos. Lo hicieron para no tenerla demasiado cerca, para darse el consabido impulso para caminar. Y cuando ya no quedaban islas sin explorar la movieron más lejos aún, a los últimos confines, a la Luna, a planetas desperdigados por la galaxia. Finalmente, la utopía fue a parar al sitio más inalcanzable, que era el futuro.

Pero resulta que, distanciándola más y más, la perdimos de vista. Tanto que ahora es difícil imaginar un futuro que nos dé apenas ganas de levantarnos de la cama o imaginar que vendrá algo positivo. 

“Las mismas distopías que en origen trataban de advertirnos de lo que podría ocurrir han acabado convirtiéndose en el único porvenir posible y, qué paradoja, desmovilizándonos”

Para el ser humano, la imaginación es una herramienta de supervivencia más; imaginamos para despegar el pie del instante inmediato, visualizar alternativas, reflexionar, anticiparnos al depredador, escapar de lo conocido, transformar. Si se lo propone, el ser humano puede crear mundos enteros de la nada: mundos hermosos, mundos terribles. En los últimos años, sin embargo, nuestros futuros imaginarios nos encaminan al segundo tipo. Las utopías nacían de la idea de que el ser humano es bueno por naturaleza, pero llegó el siglo XX de la destrucción, y llegó la Thatcher y el ciberpunk. Ahora, las mismas distopías que en origen trataban de advertirnos de lo que podría ocurrir han acabado convirtiéndose en el único porvenir posible y, qué paradoja, desmovilizándonos. Dejándonos inmóviles, con la nostalgia como agarradero.

“Intentamos acercar la utopía, despojarla de definiciones, dejarla descalza y libre: que utopía sea no lo perfecto, porque lo perfecto no es de este mundo, sino lo más perfecto posible”

Nos cuesta mucho imaginar futuros posibles y deseables, como observa Laila Martínez en Utopía no es una isla. Fue este, por cierto, el libro que inauguró el ciclo de imaginación política que organizó durante los últimos meses la Escuela de las Periferias de La Villana de Vallecas, un ciclo que empezó con el frío de invierno, que ha terminado en una primavera calurosa de ideas y esperanza. Durante ese tiempo un puñado de personas nos reunimos regularmente en una de las salitas del centro social vallecano, el mismo lugar donde se celebran las asambleas de la PAH; allí, tratamos de entender por qué la narrativa nos desplaza a futuros aterradores a través de las ideas de Mark Fisher y resistir, como plantea Andrea Soto Calderón, “abriendo otro imaginario”. Intentamos acercar la utopía, despojarla de definiciones, dejarla descalza y libre: que utopía sea no lo perfecto, porque lo perfecto no es de este mundo, sino lo más perfecto posible. Jugamos, finalmente, a capturar todas esas ideas al vuelo y enterrarlas como semillas en nuestro día a día, en nuestros barrios.

En nuestros barrios, sí: en el lugar que habitamos, porque si intentamos imaginar cómo serán esos barrios dentro de una década puede que todos veamos algo casi apocalíptico. Calles lúgubres sin árboles y sin apenas espacio público, centros de salud donde los médicos nos atienden por Zoom, fondos buitre encaramados a todas las viviendas, gentrificación, bancos unipersonales y púas antipersona en los apoyaderos, Airbnb en lugar de vecinos, vecinos que se marchan más allá del extrarradio y dejan agujeros en el tejido social. Pero ¿tienen que ser así, necesariamente, un futuro que aún no está escrito?

“El juego tenía un efecto movilizador: a medida que avanzaba nos daban más y más ganas de salir a reunirnos y encontrarnos y plantarle acara a esas temibles fuerzas que se oponen a nuestras utopías”

En nuestro juego, dentro de aquella sala del centro social, el barrio que íbamos dibujando con la imaginación era vivible, era utópico. Había naturaleza y casas comunes, servicios suficientes para todos, pinceladas de felicidades repartidas por el ladrillo y el asfalto. En ese futuro no existiría el despertador: nos despertaríamos al ritmo del sol y del cuerpo. Habría bibliotecas de objetos (¿para qué comprar un destornillador que vas a usar una sola vez?). Vecinas sacando las sillas a las calles para rebelarse a la lógica que va arrancando bancos y sitios de encuentro de las ciudades. Grupos para cuidarnos unos a otros. Un boletín para celebrar las buenas noticias de gente del barrio. Museos de arte efímero. Menos policía. Espacios donde encontrarnos. Escucharíamos propuestas de quienes han llegado de otras partes y recuperaríamos la lógica de que el ser humano es bueno por naturaleza, otra vez. El juego tenía un efecto movilizador: a medida que avanzaba nos daban más y más ganas de salir a reunirnos y encontrarnos y plantarle acara a esas temibles fuerzas que se oponen a nuestras utopías.

Lo mejor: que algunas de estas imágenes que estábamos creando eran ficticias y voladoras (y qué maravilla que lo fueran) pero otras no; otras eran reales, existían y existen, de un modo u otro. Algunas de esas piezas con las que construimos ese futuro deseable ya hunden sus dedos en nuestra realidad: las resistencias pequeñas, del día a día; los huertos urbanos, la propia PAH, las Kellys; también, las vecinas que sacan sus sillas a la calle, y las calles cortadas al tráfico, y los grupos de autoconsumo, y las ecoaldeas, y la ayuda mutua practicada a diario… e incluso, por qué no, ese pequeño grupo de personas, reunidas en la sala de un centro social y dedicando la tarde a imaginar utopías.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Sphera
Sphera Trans y creyente: viviendo la identidad dentro de la espiritualidad
Niurka Gibaja es una mujer trans y es teóloga. Defiende poder aunar identidad y espiritualidad y se basa en su formación académica para argumentar que las enseñanzas de la Biblia no son tan conservadoras como la Iglesia hace creer.
Comunidad de Madrid
Huertopías Ecourbanismo o cómo combatir la crisis climática en las ciudades y desde lo comunitario
En los últimos años han ido floreciendo, en su mayoría desde organizaciones de base anticapitalista, numerosos proyectos sociales basados en la agricultura urbana. Todos ellos ofrecen alternativas sostenibles y cooperativas frente al sistema actual.
Vallecas
Vallecas ¿Qúe es un barrio?
El fotógrafo Nacho Goytre, a fuerza de fotografiar edificios, calles y sus vecinos para obtener un retrato fiel de Vallecas, ha terminado realizando también un autorretrato de su barrio, que se ha convertido en libro.
Baleares
Un modelo insostenible El rechazo a la turistificación se expande en Canarias, Baleares y Barcelona
Tras la masiva manifestación en las Islas Canarias del pasado mayo, Palma de Mallorca, Barcelona y San Sebastián salen este 15 de junio a la calle contra un modelo de turismo desmedido insostenible para el territorio y sus habitantes.
Oriente Medio
Oriente Medio Decenas de muertos en una noche de sirenas y misiles cruzados entre Israel e Irán
Después del ataque israelí contra la infraestructura energética y militar iraní, cientos de misiles iraníes atraviesan el cielo israelí e impactan en Tel Aviv, Bat Yam, Tamra y Haifa.
Madrid
Movimiento republicano Miles de personas claman en Madrid contra la monarquía y por la República
En el 11 aniversario de la proclamación de Felipe VI, una marcha unitaria reclama que este reinado sea el último de España.
Violencia machista
El Estado que revictimiza Violencia institucional: “Si lo hubiera sabido antes, no hubiera denunciado nunca”
Rocío ha sufrido violencia psicológica, física y sexual por parte de su expareja. Y también violencia institucional en todas las puertas de la red de recursos institucionales que ha ido atravesando.
Crónica
Justicia En la sala de un juicio a una madre protectora
Esta es una crónica de un juicio a una mujer que pidió medidas por sospechar de abusos sexuales a su hija en el domicilio paterno sin que ninguna institución moviera un dedo y, un mes después, cogió un vuelo a su país para intentar protegerla.
Editorial
Editorial Justicia irracional
Por acción o por omisión, las instituciones violentan a las mujeres. Se llama violencia institucional.
Relato
Relato Rendirse
A mi pesar me tocaba compartir mesa con aquellos documentos y, como estaba de los primeros (no lo habría imaginado al llegar), ya no conseguía quedar por encima, con lo que me gusta.
Rap
Rap Los Chikos del Maíz: “La música urbana está llena de fachas y votantes de Vox”
Tras un fin de gira accidentado, Toni y Nega dan una tregua indefinida a su proyecto con dos conciertos en Madrid. Horas antes de llenar la sala en la primera cita, visitan la redacción de El Salto.
Río Arriba
Río Arriba Luis González Reyes: “Vivimos en un mundo en la que la escasez es un elemento central”
Primera entrevista del programa Río Arriba en formato podcast y vídeo donde hablamos de las nuevas guerras neocoloniales por recursos en la era de Trump y Putin, de la escasez, del decrecimiento y el colapsismo.
La vida y ya
La vida y ya Un rato de cada lunes
Pero, lo más coincidente ha sido, expresado de distintas maneras, su agradecimiento hacia ese lugar. Su lugar elegido.

Últimas

Ocupación israelí
Movilizaciones Un centenar de organizaciones de 26 países denuncian a la empresa vasca CAF y su tren del apartheid
Más de 50 localidades salen a la calle este fin de semana para señalar a la empresa que construyó el tranvía que conecta Jerusalén con territorio ocupados y exigir el fin del genocidio en Gaza.
Ocupación israelí
Ocupación Israelí La policía egipcia impide con violencia la marcha internacional a Gaza
La marcha de 4.000 personas a Gaza es reprimida por la policía del régimen de Al-Sisi. La organización pide a las embajadas que reaccionen y protejan a sus ciudadanos.
Galicia
Crowdfunding O Salto Galiza abre un crowdfunding para empapelar a Altri
Queremos investigar a los responsables políticos y empresariales del que podría ser el mayor atentado ambiental de la historia reciente de Galicia.
Que no te lo cuenten
El Salto Radio De océanos y detenciones
VV.AA.
La acidificación del agua marina supera sus límites mientras Israel aborda la Flotilla por la Libertad.
Relato
Relato Rendirse
A mi pesar me tocaba compartir mesa con aquellos documentos y, como estaba de los primeros (no lo habría imaginado al llegar), ya no conseguía quedar por encima, con lo que me gusta.
Más noticias
Análisis
Análisis del CIS La calma antes de la tormenta: la dimisión de Santos Cerdán como punto de inflexión
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha muerto pocas horas después de nacer por la dimisión de Santos Cerdán, aunque sirve como foto fija de un escenario que favorece a la derecha.
Argentina
Extrema derecha La motosierra de Milei se ceba con los hospitales públicos y las personas con discapacidad
Los recortes del Gobierno afectan al Hospital Garrahan, un centro de alta complejidad, referente pediátrico nacional y latinoamericano, y también a los recursos de las personas con discapacidad, a los que el ejecutivo califica de “idiotas”.

Recomendadas

Pensamiento
Economista Clara Mattei: “El liberalismo y el fascismo están unidos en su protección del orden del capital”
El ambicioso ensayo 'El orden del capital' nos traslada al Reino Unido y la Italia de la I Guerra Mundial, que se contemplan como un momento bisagra: el auge de socializaciones y cooperativizaciones que tuvo lugar durante la contienda y la inmediata posguerra fue abortado a través de un 'shock' austericida destinado a restaurar la centralidad de los grandes capitales.
Derecho a la vivienda
Jaime Palomera “La vivienda necesita una revolución”
Investigador y uno de los fundadores del Sindicat de Llogateres, Jaime Palomera presenta ‘El secuestro de la vivienda’, un libro sobre el juego amañado en el que los propietarios son cada vez más ricos y los inquilinos cada vez más pobres.
Redes sociales
Industria editorial Escritores fantasma: así trabajan los auténticos autores de los libros de éxito que publican los ‘influencers’
Detrás de cada libro firmado por un ‘influencer’ hay otra persona que ha trabajado a destajo para entregar a tiempo un texto en el que su nombre no aparece por ninguna parte y que, además, ha tenido que renunciar a sus derechos como autor.
Brasil
Extrema derecha Arte en tiempos de fascismo: cuando enseñar a Goya y Rubens le cuesta el puesto a un profesor
Una clase de Historia en la escuela municipal en una localidad del Estado de São Paulo desemboca en acusaciones contra el profesor y una campaña de difamaciones que encabeza el concejal de educación de la zona, de la extrema derecha bolsonarista.